El darse cuenta en la Terapia Gestalt | Escolta'm

El darse cuenta en la Terapia Gestalt

Los principios básicos de la filosofía de la Gestalt se podrían resumir en tres.

Lo que se conoce como la filosofía de lo obvio: el presente, nada ocurre sino ahora, el pasado ya no existe y el futuro está por llegar, por lo que el trabajo terapéutico se centra en lo que ocurre en el aquí y ahora;  la experiencia, ligada a la vivencia del presente, el darse cuenta; y por último,  la responsabilidad, siendo responsables de nosotros mismos, querámoslo o no.

Existen otros dos principios que ayudan a entender este enfoque: el terapeuta es su propio instrumento en la terapia, puesto que utiliza sus propios sentimientos en el aquí y ahora de la relación terapéutica; la terapia no se limita al paciente como si de un enfermo se tratase, sino que genera salud y respeta la enfermedad en vez de tratar de curarla, confiando en el autoapoyo del paciente, ya que el cambio ocurre cuando él aceptar lo que  es y no cuando uno se empeña en mejorar.

Centrémonos ahora, en el término, darse cuenta, traducción del original awareness. Éste, es una forma de vivenciar, es el proceso de estar en contacto y alerta con la situación más importante (necesidad dominante) en el campo ambiente/individuo, con un total apoyo sensoriomotor, emocional, cognitivo y energético, con la finalidad de orientarse en el mundo.

Si la persona no sabe lo que necesita (figura emergente), su darse cuenta pierde sentido, poder e impacto y esta conciencia no está completa, si ésta no se incluye en la situación y no se hace responsable de ella. Igualmente, el darse cuenta es siempre aquí y ahora, no es estático y se renueva a cada momento como proceso de orientación. Fritz Perls, creador de este enfoque terapéutico, habla de autorregulación organísmica frente a la regulación externa, es decir, que si se deja solo al individuo, éste puede cuidar de sí mismo sin interferencias externas y aquí el darse cuenta puede ser curativo, puesto que uno al ser consciente de dicha autorregulación, confía en la sabiduría del organismo y deja que se haga cargo sin interferir ni interrumpir. Así, confiando en la autorregulación, alguna figura emerge (necesidad, impulso, asunto inconcluso), sale al mundo externo, alcanza lo que necesita, lo recibe y se repite constantemente este proceso.

El darse cuenta concierne a tres estratos:

  • Darse cuenta de la zona interna, que consiste en poner autoobservación en uno mismo, captando sensaciones, sentimientos que emergen y la evolución de los mismos, poniendo atención en lo que sucede adentro para no distraerse con el afuera.
  • Darse cuenta de la zona externa, que se basa en optimizar nuestra capacidad perceptiva para captar la realidad del entorno sin fantasear o interpretar.
  • Darse cuenta de la zona intermedia, tratando de enfocar ese filtro fantasioso al entrar la mente en juego, para que no altere e interprete nuestras percepciones internas y externas. Es aquí donde residen la mayoría de las neurosis.

A medida que avanza el trabajo terapéutico, aparece una ampliación gradual de la conciencia, dividida en cuatro etapas:

  • El darse cuenta simple donde la persona pone conciencia en los problemas de su vida, narrando sus conflictos y sin percatarse de nada más.
  • El darse cuenta del darse cuenta, habiendo más conciencia, atendiendo a sus emociones, evitaciones, sutilezas y resistencias en el aquí y ahora.
  • El darse cuenta del carácter, en la medida en que uno se percata de sus patrones de darse cuenta y evitación, tomando conciencia de su estructura total del carácter que da sentido a su neurosis.
  • La última etapa consistiría en mantener este darse cuenta en su vida cotidiana, más allá de la terapia.

En trabajo terapéutico, se centra en ampliar este darse cuenta en todas sus formas, hacer a la persona más consciente de sus necesidades y de su manera de funcionar y responsabilizarse de ello, lo que en el última instancia, significaría, comenzar a hacer cambios en su vida para ser más coherente y cuidadosa consigo misma. En poca palabras, se centraría en recuperar su sabiduría interna y externa en relación con el entorno, para volver a la autorregulación organísmica natural que todos poseemos.