20 años en la Barceloneta
El único chiringuito sin alcohol del litoral de Barcelona afianza su futuro
"¿Y qué vendéis?": la clientela playera que llega a este quiosco-bar en busca de cervezas se sigue sorprendiendo de la iniciativa
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En medio del bullicio de la Barceloneta, donde locales y turistas buscan refrescarse con una cerveza, existe un rincón que desafía las normas sociales y promueve la sobriedad. Es un chiringuito situado estratégicamente en el Parque de la Barceloneta junto al Hospital del Mar, con una historia y una misión totalmente singulares. Y unos precios muy inferiores a los de los locales turísticos a su alrededor.
"La gente se sorprende cuando les decimos que este es un espacio sin alcohol y regentado por exalcohólicos y exdrogadictos", afirma Enriqueta Moyano, presidenta del Grupo de Ayuda Mutua de Alcohólicos Rehabilitados (GAMAR), la entidad titular del local. Este quiosco-bar ha resistido dos décadas en el mismo emplazamiento y esta primavera ha afianzado su permanencia con una concesión oficial.
Modernos grafiti decoran el exterior y anuncian su rasgo distintivo. Las sillas y mesas se extienden bajo los árboles. Y en la barra asoman desde patatas fritas hasta cafés cremosos. Ni rastro de birras, cócteles o cubatas. Día tras día personas que inician una nueva vida ofrecen a la clientela completos desayunos, bocadillos y, por supuesto, una gran variedad de bebidas no alcohólicas. EL PERIÓDICO se ha sumergido en el funcionamiento de esta terraza única en su especie, de la mano de la presidenta del grupo y algunos miembros de la junta directiva.
20 años rompiendo moldes
La fundación GAMAR nació hace más de 20 años para ayudar a personas atrapadas en el círculo vicioso del alcohol y las drogas mediante “reparto de información” y “acompañamientos personalizados”. Como complemento práctico, surgió el ‘Espacio sin Alcohol', un quiosco-bar llevado por ellos mismos.
"Todavía me preguntan: ‘¿Y qué vendéis?’ ‘¡Pues todo lo demás!’", relata Moyano, indignada por las reacciones de algunos clientes que no entienden la filosofía del lugar. Aunque muchos aceptan educadamente la ausencia de alcohol, otros se enfadan y responden con “groserías”. Sin embargo, con el tiempo, un "público concreto y definido" ha ido adoptando este chiringuito al aire libre. "Viene sobre todo personal del hospital y vecinos del barrio", explica Moyano, añadiendo que los precios son considerablemente más bajos que los de la playa. "¡A mitad de precio!", exclama.
Antònia Viñals, secretaria general del grupo de ayuda, informa orgullosa que están “abiertos todo el año”, contrariamente a los demás chiringuitos de la playa, que lo hacen únicamente en época estival. “¡Aunque deberíamos cerrar por San Juan!”, asevera. La mañana tras la verbena siempre resulta problemática, sostiene, porque les llegan “todos los borrachos” de la playa de madrugada y no comprenden que no se venda alcohol aquí.
De 'mesa saludable' a 'Espacio sin alcohol'
En 2003, cuando nacieron GAMAR y el Espacio sin Alcohol, Moyano quería inicialmente crear una "mesa saludable" en la playa solo para proporcionar información sobre métodos de rehabilitación y vender productos alternativos al alcohol. Sin embargo, fue Imma Mayol, entonces presidenta de Parcs i Jardins de Barcelona, quien decidió ceder a la fundación este café al aire libre en el parque de la Barceloneta.
Aunque el Ayuntamiento de Barcelona preveía que la “terraza libre de alcohol” tendría sólo seis meses de vida, ha aguantado hasta hoy. Si bien durante todo este tiempo el grupo de ayuda ha obtenido la cesión del espacio de forma “solidaria” por parte del consistorio, el pasado mes de abril firmó la primera licitación para conservar el lugar al menos cuatro años más, después de que Parcs i Jardins pidiera renovar permisos a principios de año.
El reto cotidiano de GAMAR
La junta directiva de GAMAR está compuesta por casi 50 miembros, la mayoría de ellos exalcohólicos que han completado su proceso de rehabilitación. Los empleados del quiosco realizan aquí "trabajos de reinserción social" después de cumplir condenas en prisión o como “alternativa” a ellas. En todos los casos, por delitos cometidos bajo la “influencia del alcohol y las drogas". Moyano admite que a veces la gestión del personal puede ser “complicada”, pero supone una segunda oportunidad decisiva para reconducir trayectorias vitales.
A lo largo de los años, se ha enfrentado a numerosos desafíos, desde absentismo hasta la falta de habilidades básicas como leer y escribir. Con algunos se ha tenido que comunicar con “dibujos y señas” porque sólo hablaban idiomas que ella desconocía. Otros han rehusado el cargo porque “no toleraban” ser gobernados por una mujer o bien "no estaban acostumbradas a ser mandadas ni a seguir un reglamento", concluye Moyano.
Pese a las dificultades, la presidenta de GAMAR defiende que tanto la entidad como la terraza de la Barcelona han sido “ideas innovadoras y pioneras” por las que vale la pena luchar. Según ella, a principios del siglo XXI, la sociedad aún veía la dependencia al alcohol y las drogas como un "vicio" más que como una "enfermedad". “GAMAR cambió esa percepción”, afirma con contundencia. Desde su sencillo quiosco muestran cada día, a trabajadores y clientes a la vez, que es posible romper esquemas simplemente con un buen café.
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