La matanza en un pequeño pueblo español que Mussolini perpetró por error en la Segunda Guerra Mundial

La matanza en un pequeño pueblo español que Mussolini perpetró por error en la Segunda Guerra Mundial

España se había declarado neutral, por eso los vecinos de la Línea de la Concepción estaba tranquilamente sus fiestas en julio de 1941, cuando, de repente, escucharon varias explosiones y vieron las llamar elevarse sobre las casas

«Es imposible que la Segunda Guerra Mundial, la más devastadora de la historia, no tenga secretos»

Vivienda de La Línea de la Concepción bombardeada en la Segunda Guerra Mundial ABC
Israel Viana

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A pesar de que el frente se encontraba relativamente cerca, los gaditanos se sentían a salvo de las bombas que lanzaban los aviones italianos, alemanes y británicos en el cercano estrecho de Gibraltar. Nada podía pasarles en sus casas, puesto que España no había entrado en la Segunda Guerra Mundial. De vez en cuando acudían a los montes más cercanos a observar las luces de los bombarderos atravesando el cielo, como si de fuegos artificiales se tratara, pero solo a modo de entretenimiento.

A ninguno de estos españoles se les pasaba por la cabeza volver a sufrir el infierno que habían padecido poco antes en la Guerra Civil. Esa fue la razón por la que Franco se había declaró neutral en el conflicto mundial, a pesar de los intentos de Hitler porque le apoyara. Muchos vecinos de las poblaciones de la costa gaditana, eso sí, cuentan que, cuando escuchaban las sirenas de las defensas antiaéreas y se encendían los reflectores, salían también corriendo a sus balcones para ver el espectáculo de los aviones de reconocimiento de Mussolini sobrevolar la bahía.

Ahora lo vivían todo como meros espectadores, no les tocaba luchar. No eran combatientes, ni vencedores ni vencidos, ni enemigos ni, sobre todo, víctimas. Para observar la guerra y contarla, un corresponsal de ABC se trasladó a Algeciras, a finales de septiembre de 1940, a contar los bombardeos de Philippe Pétain sobre los británicos en Gibraltar. Estaba a menos de nueve kilómetros de donde estas caían.

El día 24 de ese mismo mes contaba en este periódico: «El ataque lleva ya dos horas de duración. Sobre esta localidad española caen con frecuencia trozos de metralla, aunque hasta ahora no se ha producido ninguna desgracia». Al día siguiente, añadía: «Continúan llegando aparatos sobre Gibraltar que arrojan constantemente un gran número de bombas de manera incesante. Los aviones llegan en escuadrillas de cinco y, sin haber terminado su descarga, llegan nuevas formaciones que mantienen el bombardeo continuo. En la plaza se han originado muchos incendios. Uno de ellos, a juzgar por la gran columna de humo, era de extraordinaria importancia».

La venganza

El periodista, junto a decenas de miles de españoles en suelo español, estaba siendo testigo de la venganza del mariscal francés, tras el ataque a traición ordenado por Winston Churchill sobre el puerto argelino de Mers el-Kebir en junio de ese mismo año. Aquella ofensiva, en la que murieron 1.300 personas, supuso el fin de la neutralidad de la Francia de Vichy y su entrada «indirecta» en la guerra del lado de la Alemania Nazi. Pero los gaditanos, seguros de que nada podía pasarles en territorio nacional, no se imaginaban que aquello fue un especie de primer aviso de que no estaban a salvo del todo.

Menos de un año después, durante las dos primeras semanas de julio de 1941, los vecinos de La Línea de la Concepción se preparaban tranquilamente para la fiesta de la Velada, con la que conmemoran el nacimiento de su localidad. Esta llevaba cinco años sin poder celebrarse a causa de la Guerra Civil y las penurias del año posterior. Estaban todos contentos, sin imaginarse que Mussolini les iba a borrar la sonrisa y convertirlos en una víctima colateral más de la Segunda Guerra Mundial.

Durante la noche del 11 al 12 de julio de 1941, un Savoia-Marchetti SM 82 Marsupiale despegaba de Cerdeña con tres bombas hacia la bahía de Algeciras, para soltarlas sobre alguno de los mercantes o buques británicos anclados en la rada. El objetivo de las potencias del Eje, a pesar de la neutralidad de España, seguía siendo la conquista del estrecho de Gibraltar para convertir el Mediterráneo en un gigantesco bastión contra los aliados. Pero algo salió mal en aquella incursión, cuando los sistemas de detección acústica descubrieron al bombardeo acercarse y comenzaron a sonar las sirenas.

El «trágico error»

«Poco después soltaba las tres enormes bombas. Tal vez fue a causa del fuerte viento de poniente o un trágico error de puntería, pero lo cierto es que ninguna cayó sobre los mercantes ingleses, sino en La Línea de la Concepción. Dos de ellas no hicieron explosión, quedando medio enterradas en las dunas de la playa de Poniente, pero la tercera haría blanco en la esquina que forman las calles Duque de Tetuán y López de Ayala, a la altura de los números 10 y 3, respectivamente, según la numeración de entonces. La explosión afectó a tres viviendas ocupadas por la familia Caballero, la familia Ruiz-Sánchez y la viuda de Valdés y sus hijos», detalla Juan José Molina en un artículo publicado originalmente en «Andalucía ADN» y rescatado por Archive.org.

Todo el pueblo sintió la sacudida y los tres edificios quedaron reducidos a escombros. Además, la explosión destrozó el tendido eléctrico y La Línea se quedó sin luz. El Ejército español envió lo más pronto que pudo una serie de camiones para alumbrar la zona y comenzar rápidamente las labores de rescate de las víctimas. Soldados, policías y vecinos, algunos de ellos familiares de los que permanecían enterrados, estuvieron trabajando juntos a toda velocidad.

Poco a poco fueron apareciendo las víctimas. En total, cinco muertos: Joaquina Morilla, José Luis Valdés, Julia Rojas, Tomás Caballero y María Caballero. También los numerosos heridos, algunos de ellos de gravedad, que tuvieron que ser ingresados de urgencia en el Hospital Municipal. El resto fueron atendidos allí mismo. La tragedia, sin embargo, pudo haber sido mucho mayor, puesto que esa tercera bomba cayó dentro de un pozo que había en la intersección de las calles.

Sin noticias

Ningún periódico español informó del suceso y ABC lo dio de una forma un tanto confusa, seguramente por la acción de la censura. 'Dos artilleros ingleses huyen de Gibraltar y llegan a nado a la playa de la Línea', podía leerse el 15 de julio de 1941, para luego dar cuenta de un bombardeo cercano a la localidad gaditana , sin especificar el lugar exacto donde cayeron las bombas ni las consecuencias: «A las 22.55 se sintieron motores de aparatos extraños en Gibraltar. Los reflectores de la plaza inglesa entraron en acción, buscándolos en todas direcciones, pero sin descubrirlos. Al mismo tiempo, las baterías antiaéreas de la colonia y de los buques situados en el puerto y en la bahía hicieron una verdadera barrera de metralla. Poco después se percibieron desde la Línea cuatro grandes explosiones, al parecer de cuatro bombas que debieron caer en la bahía, ignorándose de momento si han causado daños».

En la localidad gaditana se decretó un día de luto y se aplazaron todos los actos programados con motivo de la Velada. A la mañana siguiente se celebró el sepelio de las víctimas en el cementerio de San José, con la presencia del gobernador civil de Cádiz y todas las autoridades municipales. La comitiva fúnebre fue acompañada por miles de vecinos aún consternados por lo sucedido.

Eso no impidió que, durante las siguientes tres madrugadas, otros bombarderos italianos siguieran realizando incursiones sobre la bahía. De hecho, en la noche del martes al miércoles, los reflectores británicos localizaron de nuevo al Savoia-Marchetti SM 82 y comenzaron a disparar contra él con las baterías. El piloto reaccionó a tiempo y viró hacia la localidad de Campamento, actualmente perteneciente al municipio gaditano de San Roque, y se deshizo allí de su carga. En total, dos bombas que estallaron cerca de unas instalaciones de polo y una tercera que se cayó en la ribera del río Cachó, esta vez sin causar víctimas.

Bombas italianas

Días después de estos sucesos, miembros del Ejército localizaron las dos bombas que habían caído en la playa de Poniente y las identificaron como italianas. Las autoridades españolas elevaron una protesta oficial ante los representantes de Mussolini, pero no sirvió de mucho, puesto que estos alegaron que las incursiones de sus bombardeos sobre la colonia británica habían sido contestadas por fuego antiaéreo procedente de nuestro territorio.

Aún así, con la derrota de las potencias del Eje, el gobierno italiano se vio obligado a pagar una indemnización de 250 mil dólares por los daños causados durante el conflicto a los vecinos de La Línea de la Concepción, así como a otros vecinos de localidades cercanas. El Gobierno franquista sería el encargado de hacer efectivo el pago, tanto a las familias de los fallecidos y de las víctimas por los gastos médicos, como a todas aquellas personas que hubieran perdido bienes. Sin embargo, nunca quedó muy claro si al final recibieron el dinero, pues España aún debía amortizar parte de la deuda contraída con Mussolini por la ayuda que este le prestó al bando nacional durante la Guerra Civil.

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