Hay un sendero entre pinos que conduce a los miradores del anfiteatro. Son el mejor lugar para contemplar la grandiosidad de la ciudad. Más allá de este edificio, hacia el sur, se distinguen los restos de la antigua metrópoli, la disposición urbanística de sus barrios. Allí están la casa de la Exedra, el mosaico de Neptuno, la casa de los Pájaros o el palacio del Planetario, una de las muchas mansiones destinadas en exclusiva a los más notables de la ciudad.
Fuera del conjunto arqueológico, rodeado por las viviendas modernas de Santiponce, se halla el teatro, destinado a acoger representaciones tragicómicas y con una capacidad para más de 3000 espectadores.
De Almagro a Mérida, una ruta por escenarios teatrales de ayer y hoy