Entre las películas más vistas de Netflix picó en punta “La madre de la novia”, una comedia romántica protagonizada por Brooke Shields. Rodada en un paradisíaco resort de Phuket, en Tailandia y con Benjamín Bartt como coprotagonista, la propuesta parece una invitación a pasarla bien. Sin embargo después de una hora y media más que pasar el rato, el espectador siente que perdió el tiempo. La historia no solo es elemental en el planteo e incoherente en el desarrollo, además todo lo que debería enamorar… desenamora. En vez de sufrir porque los protagonistas no concretan su amor, el espectador sufre porque no termina pronto semejante incordio. No hay fantasía, no hay atracción, no hay personajes definidos, no hay momentos que conmueven ni causen sonrisas. Solo hay una actriz con su fotogenia intacta y que con oficio logra que la película sea solo mala y no malísima: Brooke Shields.
Con 58 años, la neoyorquina sigue siendo una figura convocante. Casi que desde la cuna estuvo frente a las cámaras. A los cinco meses de nacer sus padres se separaron. Su madre,Teri, que trabajaba como peluquera decidió que esa beba tan bonita cumpliría su sueño. Ni ser estilista ni la mejor colorista sino una gran estrella del espectáculo.
Brooke debutó a los once meses en un anuncio de jabón para bebés, le siguieron infinidad de publicidades. Cuando cumplió once años su madre sintió que su sueño era cada vez más real. A su hija la había elegido para protagonizar su primera película, "Pretty Baby". Poco le importó que el papel fuera el de una niña prostituta y que apareciera desnuda lo que generó controversias a nivel mundial -fue prohibida por la dictadura en Argentina y por el Apartheid en Sudáfrica-. Teri se defendía de las críticas con el argumento del "desnudo cuidado" y que había permanecido en el set como "supervisora". Años después Brooke también minimizaría su participación. “Crecí viendo el mundo de la prostitución de la calle 42. La pellícula era un mundo de ensueños y no vi nada sórdido”.
Siguieron dos proyectos que no causaron tanto ruido "Tu y yo y nadie más" con George Burns y "Wanda Nevada" con Peter Fonda. En 1979 llegó "La laguna azul" y otra vez hubo polémica ya que contaba la historia de una adolescente que vivía su despertar sexual en una isla junto a su compañero, Christopher Atkins. Como había muchas escenas donde debía aparecer desnuda, el director Randal Kleiser aseguró que se empleaba un doble y que Brooke aparecía con sus pechos cubiertos por su cabello.
La propia actriz sostenía que una asistente social vigilaba que se cumplieran todas las condiciones y que a ella solo la preocupaba que sus pechos eran demasiado pequeños. La polémica por su desnudez siguió varios años tanto que la actriz tuvo que testificar ante el Congreso de los Estados Unidos que los dobles de su cuerpo utilizados en la película eran mayores de edad.
Al momento de grabar Brooke tenía 14 años y su coprotagonista, 18. “Todos querían desesperadamente que nos enamoráramos el uno del otro. Y era imposible, porque cuatro años, a esa edad, son un mundo de diferencia”, contó la actriz en su podcast Now What? “Recuerdo haber pensado: ‘Primero conozcámonos en lugar de tratar de enamorarnos y forzar la situación’”. Admitió que se enojó cuando la obligaron a sentir algo ya que hasta ese momento no había besado a nadie.
Después de La laguna bajo las órdenes de Franco Zeffirelli filmó "Amor eterno", otra película destrozada por la crítica. Y entonces con solo 14 años se “puso los pantalones” y de modo literal. Para una publicidad se calzó unos jeans y mirando a cara preguntaba “¿Querés saber que hay entre mis jeans y yo? Nada”. Los que la veían no podían menos que acordar con lo que había dicho Truman Capote de ella: “Esta niña tiene la rara virtud de perturbarte sin haberte puesto una mano encima”.
Pese a que Brooke era la fantasía de miles de adolescentes y no tan adolescentes, ella no se sentía feliz. Su madre solía descalificarla llamándola "gorda" mientras le aseguraba despectiva que su trasero era enorme. En la industria de la moda, su cuerpo atlético pero no esquelético provocaba críticas lo que le generaba una gran inseguridad.
Para esa época vivó un romance promovido por su madre con George Michael. "Yo era una virgen conocida, así que resultaba perfecta para él. Estábamos los dos en medio de la locura de la fama y estar juntos tenía sentido". Disfrutaban del cine, de ir de compras y frecuentaban la mítica discoteca Studio 54, donde se codeaban con Grace Jones, Boy George o Andy Warhol. Después de George llegó John Travolta. Él la esperaba en la esquina del colegio pero la relación no pasó de unos besos, y alguna pieza de baile.
Harta de la fama, en 1983 después de filmar "Sahara" se inscribió en la Universidad de Pensilvania para estudiar Literatura Francesa. Entre los muros académicos tampoco encontró la paz. Colgaban muñecas con su rostro en los árboles y su virginidad era tema de burlas y apuestas.
A los 22 terminó sus estudios universitarios y volvió a trabajar como actriz en "La trampa del diamante", una película para televisión. Siguieron otros trabajos menores como "Suburbio violento" y "Brenda Starr", plagada de rumores de que su financiación era con dinero lavado. Mientras se le adjudicaron varios romances con Michael Jackson -el ídolo pop aseguraba que eran novios-. John John Kennedy y con Tico Torres, baterista de Bon Jovi
Con su carrera estancada, Brooke decidió despedir a su madre como manager y se puso bajo la tutela de Perry Rogers. “Llegó la hora de elegir por mi cuenta las cosas que me hacen feliz. Siento culpa por el distanciamiento con mamá, pero estoy mejor ahora luchando por mis propios objetivos”, aseguraba. Su carrera se relanzó con una participación tan impactante en "Friends" que la llevó a su propia serie "Suddenly Susan".
Mientras su carrera renacía también vivía una historia de amor que acaparaba portadas. Es que su novio era nada más ni nada menos que Andre Agassi, el tenista más ganador y carismático del momento. “Tanto Andre como yo estábamos en puntos de inflexión en nuestras vidas cuando nos conocimos”, escribiría años después la actriz en sus memorias “Él acababa de pasar por una operación de muñeca y no sabía si podría volver a jugar al tenis de nuevo; yo buscaba desesperadamente reflotar mi tambaleante carrera. Y nos estábamos enamorando por fax". Ella consiguió el protagónico de la comida musical "Grease" y él llegó al primer puesto del ranking del tenis y de los contratos de publicidad. La propuesta de casamiento fue en el Día de San Valentín en las playas de Hawaii. La boda fue el 19 de abril de 1997.
Parecían felices pero los celos minaban la pareja. En su biografía "Open", Agassi contó que su esposa estaba obsesionada con Steffi Graf y sus piernas. Entrenaba su cuerpo día a día, lo moldeaba para parecerse a esa tenista con las piernas perfectas. El matrimonio se divorció en 1999. Agassi y Graf se casaron en 2001. El mismo año que Brooke lo hizo con Chris Henchy, el guionista de Suddenly Susan.
Tres años después nació Rowan, su hija. Brooke tuvo que lidiar con una terrible depresión post parto que superó con la ayuda de fármacos. En 2006 fue mamá de Grier. El día del parto, helicópteros y unidades móviles de televisión rodeaban el hospital. “Mi primera reacción fue pensar: ‘¿Es que no pueden dejarme en paz?’. Pero una enfermera me explicó: ‘No vinieron por usted sino por Katie Holmes’ que había dado a luz a su hija Suri, con Tom Cruise.
La maternidad la hizo crítica con su propia madre, esa mujer que la llevó a posar completamente desnuda con sólo 10 años para una publicación de Playboy, sin embargo mantiene su mirada comprensiva: "No puedo culpar a mi madre por lo que hizo. ¿Qué hubiera hecho una divorciada de Newark con una bebé de apenas cinco meses?".
El año pasado se estrenó "Pretty Baby: Brooke Shields", una película sobre su vida donde contó la violación que sufrió a los 20 años. Le estaba costando conseguir trabajo y alguien de la industria del cine le propuso reunirse con ella para hablar de su carrera. Luego de cena, él sugirió que fueran a su habitación de hotel para llamar a un taxi. Una vez allí, de repente “lo tenía encima de mí. Me quedé paralizada. Un no debería haber sido suficiente para pararle... Me dije: ‘Mantente viva y luego lárgate’, y decidí no pensar. Dios sabe que se me daba bien mantener la mente disociada del cuerpo. Tenía práctica”. Hoy al filo de los 60 con más de 80 películas y series grabadas, Brooke sigue siendo una mujer imponente y no solo por su metro ochenta y tres de altura.