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¿Por qué nos atraen tanto las series de 'true crime'?
En los últimos años han llovido los títulos de documentales, películas y series de televisión basadas en hechos reales que ponen los pelos de punta. Si te gustan, tiene una explicación
El éxito de El caso Asunta, la última serie española de Netflix, se suma a la lista de documentales, películas y programas de televisión basados en historias sobre crímenes reales –género conocido como true crime– que nos ponen la pelos de punta y nos atraen a partes iguales. Historias que siempre han existido en la prensa, el cine y la televisión y que ahora, con el auge de las plataformas, han experimentado un auténtico boom con una fórmula que mezcla los hechos reales con los recursos narrativos de las series y géneros como el thriller.
El caso Asunta es solo un ejemplo, con unas interpretaciones dignas de Oscar y un relato fiel a la historia original. Ya ocurrió antes con El cuerpo en llamas o Dahmer, series con las que las plataformas ganan mucho dinero explotando el lado más oscuro del ser humano.
Para la psicopedagoga y orientadora Isabel Rech, "es normal que el público se sienta atraído por este tipo de historias que tienen el gancho de que están basadas en hechos reales". Existen muchos factores que explican la atracción que sentimos por toda esta clase de relatos sobre crímenes, sectas, asesinatos o fenómenos paranormales que dan muy mal rollo.
Por un lado, explica la especialista, está la fascinación por el mal y el morbo que generan. "Desde la Prehistoria el ser humano ha sentido atracción por el peligro, que mantiene alerta nuestro instinto de supervivencia y nos prepara para huir o pelear. El morbo es una tendencia innata, una curiosidad que sentimos por los retos, los enigmas o el misterio", cuenta.
"El morbo es una curiosidad innata del ser humano por el misterio y los enigmas"
Esa sensación hace que nos enganchemos a este tipo de series, sobre todo las mujeres. Según un estudio, en torno al 70% de las personas que consume este tipo de contenidos lo son y tiene una explicación: "Las mujeres siempre han estado más expuestas al maltrato, la violencia y la delincuencia, y eso hace que estén más interesadas", apunta Rech.
Sensaciones de placer y de aprendizaje
El visionado de series y programas de true crime provoca sensaciones de placer y de aprendizaje. Por un lado, cuando sentimos que corremos peligro, nuestro cerebro libera adrenalina, hasta que caemos en la cuenta de que estamos a salvo viendo la tele. Entonces llega la dopamina: una ola de alivio y bienestar reconfortante que nos engancha.
Además, según Rech, las historias basadas en crímenes reales nos hacen sentir que tenemos el control sobre lo que está pasando y además nos invitan a tomar parte en el asunto. "Tenemos la sensación de que estamos aprendiendo cosas porque juzgamos mucho, realizamos muchos juicios de valor: ¿por qué ha hecho esta mujer esto?, ¿qué motivaciones ha tenido?, ¿por qué estas conductas?". Y lo mismo ocurre sobre la forma de actuar de policías, jueces o medios de comunicación.
"Al final te vas haciendo una trama paralela tuya, emocional, en la que vas juzgando cosas y tomas partido en ellas, al tiempo que te sientes identificado con parte de esos personajes", explica la psiopedagoga, que indica que en el caso de las series, con el poder de la imagen y las interpretaciones, estas vivencias son más intensas.
"Estas historias nos hacen sentir que tenemos el control y nos hacen tomar parte en lo que vemos"
"Esto no quiere decir que todas las personas que vemos estas series tengamos un componente psicópata", asegura la orientadora. Al contrario, en la mayoría de casos "ayudan a desarrollar el sentido de justicia".
Posibles efectos: de la insensibilidad a los traumas y miedos
No obstante, el visionado excesivo de estos contenidos puede tener efectos negativos, sobre todo entre los adolescentes, cuya mente está todavía en desarrollo, que van desde la insensibilización al dolor ajeno a la normalización de conductas violentas, o desarrollar traumas y miedos. "Un niño nunca debe de ver true crime y los adolescentes es preferible que lo hagan con sus padres, para entender mejor lo que sucede y las emociones de los personajes", destaca.
Isabel Rech recuerda la frase de Aristóteles: La virtud está en el término medio, y recomienda a los más jóvenes no emplear todo su tiempo en ver este tipo de programas sino dedicarlo también a otras actividades de ocio, si es posible al aire libre. Además, "si mentalmente no estamos bien, este tipo de contenidos no nos hacen bien, porque estamos todo el rato en alerta", advierte.
"Es importante que el true crime se vea desde la madurez y saber procesar lo que estamos viendo", resalta la orientadora educativa y miembro de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía, que alude a la "capacidad crítica" que hace falta para ver estos programas y evitar los "pensamientos catastróficos o ansiedad que pueden generar".
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