La ciudad inglesa que languidece a la sombra del aeropuerto de Londres: "Es raro ver a pilotos trabajando en un supermercado"
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La ciudad inglesa que languidece a la sombra del aeropuerto de Londres: “Es raro ver a pilotos trabajando en un supermercado”

El centro de Crawley (Inglaterra) en una imagen de archivo.

Richard Partington

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Con un montón de gente disfrutando del sol primaveral en torno a la céntrica Queens Square, el Crawley de ahora no tiene nada que ver con el de los primeros días de la pandemia del coronavirus. Pero en esta ciudad inglesa de West Sussex cercana al aeropuerto de Gatwick la mayoría de las tiendas siguen cerradas. Algunas de ellas, de forma permanente.

Aunque crece la esperanza de que los peores días de la pandemia hayan pasado por fin, los vuelos internacionales siguen en tierra y los trabajadores temen que se hayan producido daños a largo plazo en el mercado laboral de la localidad.

Tamara Butler era azafata de la aerolínea easyJet. Ahora está sopesando mudarse de Crawley para buscar trabajo en otro lugar. “Me he presentado para todo tipo de vacantes y es muy difícil, porque todo el mundo está en la misma situación”, dice. “Con la cantidad de gente que se ha quedado sin trabajo en Gatwick y en todos los otros lugares de la zona no me sorprende que estos puestos de trabajo sean difíciles de conseguir”.

“Después de todos los confinamientos, los ánimos están sin duda mucho más bajos. Ha sido una cosa tras otra”, dice Butler.

La ciudad británica con más riesgo de pérdida de empleos

Un año después del primer confinamiento, The Guardian ha regresado a Crawley para comprobar la evolución de la ciudad que, al principio de la pandemia, se consideró que tenía el mayor riesgo de pérdida de empleos en Gran Bretaña.

A la sombra del segundo aeropuerto más concurrido de Reino Unido y con casi una quinta parte de sus puestos de trabajo en el sector de la aviación, Crawley ha visto cómo los peores pronósticos se están cumpliendo. El número de personas que solicitan prestaciones por desempleo ha aumentado más que en ninguna otra parte de Gran Bretaña: de acuerdo con el centro de estudios Centre for Cities, aumentó 6,1% desde el pasado mes de marzo y ya representa el 8,9% de la población activa local.

La carrera de Butler descarriló cuando intentó cambiar de trabajo el año pasado por estas fechas. En el peor momento posible, renunció a su puesto en easyJet para incorporarse a la empresa de cosméticos Mac dentro del duty free del aeropuerto. El confinamiento le dejó sin ninguno de los dos trabajos.

Encontró empleo en un supermercado Tesco de la zona, como parte de un ejército de trabajadores temporales y ahora ocupa otro puesto provisional en una empresa de venta de teléfonos móviles. Sigue buscando algo permanente, pero la competencia es feroz, así que se ha dado de plazo hasta junio para encontrar trabajo en Crawley. Si no lo logra, buscará en otro sitio.

“Si a partir de junio sigo sin encontrar trabajo aquí, no tendré otra opción, porque ya no puedo pagar el alquiler aquí, el sueldo que tengo ahora no es suficiente”, dice sentada en el mismo banco de piedra de Queens Square donde hace un año habló con The Guardian.

“Es raro ver a pilotos y capitanes trabajando en el Tesco”, dice. “Trabajando en la tienda atendí a un piloto con el que solía volar que me dijo que ahora trabaja en [los supermercados] Waitrose. Es alguien capaz de pilotar un avión, ¿y ahora se dedica a reponer las estanterías? Es simplemente sorprendente”.

Ayudas y trabajadores en ERTE

Antes de la pandemia, la arbolada y nueva ciudad gozaba de una relativa prosperidad. Ahora tiene uno de los índices más altos de trabajadores que siguen en en 'furlough' (la medida similar al ERTE) a nivel nacional.

A un año del lanzamiento del plan oficial de millones de libras esterlinas, casi 12.000 personas de Crawley (alrededor del 20% de la mano de obra local) reciben ayudas del Estado.

Elizabeth Laker recibió el correo electrónico de su despido el 23 de marzo, el mismo día en que Reino Unido entraba en el primer confinamiento y menos de seis semanas después de enterarse que estaba embarazada. En septiembre, dio a luz a su hijo Grayson y se puso a trabajar enseguida para asegurarse de que ella y su marido, Dean, podían seguir pagando las facturas.

“Durante el embarazo intenté buscar empleo pero era difícil porque todo el mundo estaba buscando en ese momento y nadie me aceptaba estando embarazada”, dice. “Sabía que tenía que volver a trabajar enseguida por razones económicas, así que me presenté a todas las vacantes para las que creía estar cualificada”.

Hace un mes, Laker empezó a trabajar como coordinadora de cuidados, ayudando a personas mayores y aisladas en todo tipo de tareas, desde hacer la compra hasta vacunarse contra la COVID-19. Aunque los ingresos familiares siguen siendo escasos, Laker considera que ella y Dean (él trabaja como subgerente de tienda en un local de la empresa de azulejos Topps Tiles) son afortunados por llegar a fin de mes.

Los dos están deseando que se relajen las restricciones, pero les preocupa que el proceso no sea fácil. “Con el primer confinamiento todo era muy desconocido, ahora coges con pinzas todo lo que dice Boris Johnson”, dice.

Los residentes de Crawley creen que cuando se vayan suavizando las restricciones habrá menos tiendas que antes en esa reapertura. Los grandes almacenes Debenhams han desaparecido por completo, dejando un agujero de tres plantas en el centro comercial County Mall. Las tiendas de Monsoon, Topshop y Carphone Warehouse también han cerrado.

Debido a la COVID-19 y a finales de 2020, la cadena de ropa Bonmarché entró en concurso de acreedores para terminar siendo vendida. Sentada frente a uno de sus locales, Anne McQuade dice haber venido a Crawley para celebrar el cumpleaños con sus amigos del coro, Chris Ollis y Angela Finn, que participan con ella en la conversación con The Guardian. “La de Debenhams ha sido una gran pérdida para la ciudad”, dice Ollis, sugiriendo que el centro de la ciudad, pese a su aspecto concurrido, sigue relativamente sin movimiento.

El año pasado por estas fechas, McQuade celebraba sola su cumpleaños con comida italiana y una botella de vino de Islandia. Esta noche organizará una cena con amigos que forman parte de su “burbuja de apoyo”, el grupo que ha definido como cercano para poder tener contacto.

Su coro, llamado Phoenix, sigue limitado a los ensayos por Zoom. La posibilidad de actuar en directo es una esperanza lejana. “No se puede planificar nada; no estamos seguros de lo que se va a permitir y lo que no”, dice McQuade.

Peter Lamb, líder laborista del ayuntamiento de Crawley, está molesto con el Gobierno central por el poco apoyo que ha recibido la ciudad. “A día de hoy seguimos sin ningún tipo de reconocimiento por la magnitud del golpe que hemos recibido como localidad; para ayudarnos, el Gobierno no ha hecho nada más de lo que habría hecho, literalmente, si fuéramos la economía menos afectada; es inevitable rascarse la cabeza y preguntarse ‘¿cómo?’”.

La zona recibirá 21,1 millones de libras (casi 25 millones de euros) del fondo gubernamental de apoyo a las ciudades y otras 100.000 libras (118.000 euros) para ayudar al sector minorista. Pero Crawley sufrió recortes presupuestarios durante la campaña conservadora de austeridad y se enfrenta un panorama incierto por la velocidad a la que se recuperará tras la COVID-19.

En el aeropuerto de Gatwick no esperan que el número de pasajeros vuelva al de niveles previos a la pandemia hasta el año 2025, un indicador de la magnitud del golpe a largo plazo que la pandemia ha significado para la zona. El año pasado pasaron por sus terminales 36 millones de personas menos que en 2019 (un descenso del 78%), con el consiguiente impacto sobre la economía de la ciudad.

El aeropuerto ha reducido su plantilla casi a la mitad, de los 3.000 asalariados que había antes de la crisis, a los 1.800 de hoy, y está a la espera de que el Gobierno comunique los planes para el regreso de los vuelos internacionales.

Con empleados del aeropuerto hasta en uno de cada cuatro hogares, hace un año Lamb hablaba con The Guardian sobre su temor a ver a Crawley convertida en la versión sureña de las comunidades mineras del norte de los años 80, donde el final de la industria del carbón los dejó sin su fuente natural de empleos.

Lamb es más optimista que hace un año, pero teme que el fin del programa oficial de subsidios salariales provoque la pérdida de más puestos de trabajo cuando Gatwick aún está luchando por recuperarse.

“El sector de la aviación apuesta por un escenario de demanda acumulada tras el fin del confinamiento; yo creo que es así”, dice. “Tengo muchas ganas de irme de vacaciones, el último año ha sido un desastre absoluto, pero la realidad es que la aviación sólo funciona cuando los dos puntos son seguros para viajar”.

“Nos ha ido muy bien con el plan de vacunación, eso es genial, pero hasta que los destinos a los que la gente quiere ir también lleguen a ese punto, no va a suponer ninguna diferencia”, dice. “La aviación será el último sector en regresar”.

Traducido por Francisco de Zárate.

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