La herencia de la mentira

La herencia de la mentira

La herencia de la mentira

Los caviares acabaron con la poca decencia que quedaba en la política peruana. Si hoy nos ponemos a analizar sobre la manera cómo la mentira, la deshonra, la difamación y la bajeza se han instalado en la forma de hacer política en nuestro país, llegaremos a la conclusión que Vladimiro Montesinos, únicamente se encargó de poner “la primera piedra” del monumento a la degradación democrática.
Luego de la caída del gobierno de Fujimori, y tomado el Perú por los progresistas cholos, que en su mayoría eran niños ricos, zurdos de universidad y mantenidos por sus papis, éstos pasaron a buscar formas de mantener su flujo de dólares y sobre todo de hacerse de una red de contactos internacional que les permita vivir como la “beautyful people”. Es decir, vivir de organizaciones que les paguen por hablar de una pobreza que ellos nunca conocieron, de una justicia que ellos nunca debieron enfrentar, de una corrupción de la que muchas veces sus familiares o amigos fueron parte y de una libertad de prensa que únicamente debía respetarse para “sus socios y amigos”. Recibieron premios internacionales, los cuales no únicamente se traducían en galardones sino también en muchos dólares.
Es así que al tomar por asalto el poder, los que se encargaron de hacer “justicia” en ese momento, despojaron de sus medios de comunicación a los dueños y se los entregaron a sus “friends”, con la condición que únicamente repitieran los guiones de persecución a la supuesta mafia “fuji-montesinista” que no era otra, que todos, menos mis amigos y familiares que quizás hayan cometido uno que otro pecadillo. Ejemplos de estos tengo bajo la manga.
Armaron telarañas de la corrupción, aupados por los periodistas asalariados por las oenegés, planearon campañas interminables de demolición de personas e instituciones. Había dinero fresco llegando de fuera.
Poco a poco, fue desvaneciéndose “el humo” de la corrupción y el dinero extranjero disminuyendo, entonces saltaron a la judicialización de los “derechos humanos”, nuevamente se asociaron justicia progre y medios comprados por progres (los medios no son progres, quieren dinero), periodistas progre-zurdos-terrucos-mermeleros que fueron como perros de caza a la yugular de quienes los habían vencido en el campo de batalla. Pero nuevamente, la mentira de los guiones creados por las oenegés usurpadoras de la justicia peruana, ganó.
Hoy el país vuelve a estar al filo de la cornisa, y a todas luces, los poderes en pugna son el gobierno y los progres cholos aferrándose a seguir corrompiendo, dominando y articulando al poder judicial (ojo que a otro ministerio no le han metido mano, pues no entra dinero de oenegés extranjeras) mediante la extorsión o demolición mediática. Cuando veo a Basombrío, al Ministro del amor, a Cateriano, defendiendo a Colchado, pienso en lo obvio que es que están defendiendo su supervivencia con uñas y dientes.
Los caviares, o progres cholos, legalizaron la mentira para lograr sus telarañas judiciales y mediáticas, ellos insertaron en la estructura de la justicia y la comunicación que no importaba que sea mentira, lo importante era que “denunciaran”. Introdujeron la más baja calaña de hacer justicia, superaron a Montesinos, pues ellos llevaron la corrupción de nivel personal a nivel corporativo.
Esa es la herencia de la mentira que los caviares pretenden dejarnos, y nosotros debemos rechazar.

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