Elizabeth Holmes, el auge y caída de la mujer que estafó a Silicon Valley

Elizabeth Holmes, el auge y caída de la mujer que estafó a Silicon Valley

De icono de Silicon Valley a villana de la tecnología médica. Elizabeth Holmes nadó entre los mayores tiburones de las finanzas, pero acabó ajusticiada por la ciencia y devorada por su propia mentira.

Héctor Rodríguez
Héctor Rodríguez

Editor y periodista especializado en ciencia y naturaleza

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Elizabeth Holmes, Theranos
Steve Jennings/Getty Images para TechCrunch/ CC

La presidenta, directora ejecutiva y fundadora de Theranos, Elizabeth Holmes, durante una entrevista en el escenario de TechCrunch Disrupt at Pier 48, un evento celebrado el 8 de septiembre de 2014 en San Francisco, California. 

Conocido antaño como un pequeño valle agrícola en la costa oeste de los Estados Unidos, Silicon Valley se erige en la actualidad como el campo de cultivo de algunas de las compañías tecnológicas más importantes y poderosas del mundo.

Bañados por el sol de California, en los garajes y sótanos de la que hoy es una de las zonas más ricas y exclusivas de los Estados Unidos florecieron compañías como Apple, Facebook, Amazon, Tesla u otras decenas de startups cuyas oficinas y laboratorios de ideas rezuman en la actualidad una exitosa mezcla de ambición y creatividad. 

Considerada la meca de la tecnología, en una feroz competencia con tintes de la más pura selección natural en la que las distintas empresas compiten por atraer el talento y las mentes más brillantes del mundo, hoy en Silicon Valley se tejen algunos de los hilos con los que se bordará el futuro.

Pero, aunque cuna de visionarios como Mark Zuckerberg, Steve Jobs, Larry Page o Sergey Brin, entre muchos otros, como en todo jardín en el que el césped florece y arraiga verde, existe siempre, no obstante, un lugar para que las malas hierbas se abran paso; un terreno fértil para que, al rebufo de algunas de las ideas que han cambiado el mundo, araneros y avispados estafadores también hagan fortuna. 

Así, en un ambiente de mentes prodigiosas, solo puede haber lugar para un antagonista igualmente excepcional; un villano brillante, en esta ocasión, encarnado en la figura de una persona de éxito y hecha a sí misma. Tal es caso de Elizabeth Holmes, más conocida por ser la fundadora y directora ejecutiva de la empresa de diagnóstico médico Theranos Inc., o más aún quizá, como la mujer que estafó a Silicon Valley. 

La historia de Elizabeth Holmes comienza un 3 de febrero de 1984 en la ciudad de Washington. Según cuentan, la fundadora de la empresa Theranos, la cual llegó a estar valorada en 9.000 millones de dólares, encontraría siendo aún muy pequeña la inspiración para orientar su carrera hacia la medicina en los pasos de su abuelo, un cirujano, ingeniero, inventor y veterano condecorado de la Primera Guerra Mundial. 

Fue así que el año 2002, Holmes inició sus estudios de química en la Universidad de Stanford, recibiendo durante su primer año de formación académica una beca de 3.000 dólares para llevar a cabo su primer proyecto de investigación. Es en este momento precisamente que hace aparición en la vida de Holmes la figura de uno de sus profesores, el ingeniero químico Channing Robertson, quien la convence para emplear el dinero en un proyecto en su laboratorio, y con cuya ayuda patentaría un dispositivo portátil capaz de administrar un medicamento, monitorear las variables en la sangre de un paciente y ajustar las dosis necesarias para alcanzar el efecto deseado.

Elizabeth Holmes
Cordon Press / HBO/Courtesy Everett Collection

Fotograma de la película documental: The Inventor: out of blood, que narra la historia de la compañía Theranos fundada por Elizabeth Holmes.

Sin embargo, su carrera académica tendría poco recorrido, y un año después, en 2003, Holmes abandonaría Stanford para fundar la empresa Real-Time Cures en Palo Alto, California, semilla de la futura Theranosdedicada al desarrollo de servicios de pruebas de laboratorio mínimamente invasivas. 

La compañía explotaría solo un año después, cuando en el año 2004 Theranos afirmó haber desarrollado una de prueba de laboratorio capaz de realizar más de 1.000 pruebas diagnósticas tras recolectar tan solo unas pocas gotas de sangre de un paciente: una tecnología que, inspirada en el miedo de la propia Holmes a las agujas, prometía ser capaz de revolucionar como nunca antes la recopilación de datos médicos. 

Autorizada para operar en casi todos los territorios de Estados Unidos, Theranos pronto se convertiría en una poderosa multinacional con más 500 empleados y valorada en más de 9.000 millones de dólares; y para el año para el año 2014, Holmes, quien había abandonado sus estudios antes casi de comenzar con ellos, contaba ya con 18 patentes en Estados Unidos, 66 más en el extranjero y más de un centenar de ellas en evaluación. 

Theranos, de hecho, había atraído la atención de inversores como el magnate mediático Rupert Murdoch, el antiguo secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger, o la compañía Walgreen Codueña de la segunda cadena de farmacias más grande de los Estados Unidos.

Así, con una empresa que parecía casi imparable y el carisma e imagen de una mujer hecha a si misma, Holmes pronto se elevaría como la musa de Silicon Valley. Tal fue el caso que, en 2014, la gurú de la telemedicina se convertiría en la primera mujer en alcanzar una fortuna superior a los 1.000 millones de dólares, situándose en el puesto 110 en la lista Forbes de las 400 personas más ricas de Estados Unidos. 

Sin embargo, la gloria, en ocasiones es efímera, y alcanzada la cima, a finales de 2015, Edison, el principal dispositivo de diagnóstico médico patentado por Theranos, pronto se convertiría en objeto de controversia tras una serie de artículos publicados por varios medios como el The Wall Street Journal o The Washington Post que, dando voz a diversas y severas discrepancias científicas ante los métodos empleados por Theranos, acabarían sembrando la sombra del fraude sobre Holmes y su compañía. 

De hecho, para quienes conocían los mecanismos empleados para las pruebas de diagnóstico, los reactivos empleados, la complejidad de las proteínas de la sangre humana o los complejos detalles técnicos de los procesos de análisis -como la precisión de la velocidad de centrifugación para separar los distintos componentes sanguíneos- la de Elizabeth Holmes se asemejaba, más que a una innovación tecnológica, a la promesa de los vendedores de crece-pelo y otros remedios milagrosos de feria. 

Fue así que una de las investigaciones revelaría que la empresa no había llegado a desarrollar la revolucionaria tecnología que proclamaba y que se valía de equipos convencionales para llevar a cabo la gran mayoría de los análisis que se le encargaban.

Los periódicos habían levantado una liebre sobre la que pronto se abalanzarían la Administración de Alimentos y Medicamentos del Gobiernos de los Estados Unidos -FDA- y la CMS -Centros de Servicios de Medicare y Medicaid-, el regulador federal que supervisa los laboratorios médicos en todo el país, lo que culminó en la obligación por parte de Theranos de someter todos sus dispositivos patentes y tecnología a una revisión por pares. 

El escándalo culminó el 2018 con el cierre de Theranos y en agosto de 2021 dio comienzo un proceso judicial contra Holmes y algunos de sus socios por el cual la estafadora de Silicon Valley fue juzgada en un tribunal federal por 11 cargos de fraude. La sentencia, publicada finalmente en 2022, condenaría a Holmes por 4 cargos de estafa a inversores: 3 cargos de fraude electrónico y un cargo de conspiración para cometer fraude electrónico. El jurado, no obstante, sorprendentemente dictaminaría su inocencia ante los cargos de fraude a los pacientes.

En noviembre de 2022, tras 5 años de dilatación del proceso judicial, la mujer que había sido comparada con Steve Jobs, Mark Zuckerberg o Jeff Bezzos, fue condenada a más de 11 años de prisión y a compensar a sus inversores con más de 452 millones de dólares.

El pasado mes de julio, no obstante, el diario The Guardian denunciaba la reducción silenciosa de la condena de Holmes en dos años bajo premisas no justificadas. Hasta el momento nadie conoce los motivos de dicha reducción o posible trato favorable. Tampoco como el caso de Holmes puede evolucionar ante los tribunales de justicia estadounidense. La situación no puede sino suscitar, al menos, alguno tímidos rumores sobre la influencia de Holmes ante los tribunales. Y es que la pregunta que muchos se están haciendo en estos momentos es: ¿acaso hay algo que no pueda conseguir la mujer que estafó a Silicon Valley?