El mito de los vampiros: Metafísica del vampirismo
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El mito de los vampiros

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La metafísica del vampirismo

El  mito del vampiro, es hoy día ya un mito pop de la cultura contemporánea, pero sus raíces son muy antiguas y a través de ellas, se señalan algunos de los paradigmas fundamentales de la Tradición Esotérica.

Poco tiene que ver así su esencia, con la de esos vampiros adolescentes, enamoradizos y de vida burguesa, que recientemente hemos podido encontrar en el cine y la literatura menos exigentes.

El mito del vampiro guarda una profundidad que se atisba en el Drácula de Bram Stocker y que merece la pena ser recuperada. Aunque sea brevemente y de manera divulgativa, pero señalando con claridad sus ejes fundamentales. Pues a través de ellos, el vampirismo vuelve a adquirir esa faceta inquietante que a día de hoy mayormente se ha perdido,  y a su vez, se nos indica una ancestral concepción de la vida y la muerte que es en sí misma, una afrenta al Mundo Moderno…

La Tradición esotérica y la teoría de los tres cuerpos

En el pensamiento tradicional el ser humano es entendido como un compuesto conformado por tres cuerpos, jerárquicamente ordenados de menor a mayor y del más denso al más sutil.

El cuerpo elemental o cuerpo físico, el cuerpo astral o cuerpo psíquico, y el cuerpo espiritual o “cuerpo de Luz”. Utilizando la terminología neoplatónica esta triple distinción corresponderá al soma, la psiqué y el nous. En términos divulgativos hablaríamos de la triada “cuerpo-alma-espíritu”.

El cuerpo físico sería el soporte material del sujeto, la parte tangible de nosotros mismos-huesos, músculos, piel, etc- y dotado de forma humana. El cuerpo psíquico, alma o astral, sería el ámbito de la mente, las voliciones, los sentimientos, emociones, pasiones e instintos. Finalmente el cuerpo espiritual sería la parte más elevada y a su vez más profunda del compuesto humano, presencia real de la Trascendencia en nosotros, presencia de lo Inmutable en el centro del Hombre. En el pensamiento oriental se le designa con el término Atman y en el mundo griego estará vinculado a la luz del Logos.

El mito de la Caída y la “Salvación”, como realización espiritual

En la doctrina tradicional a un momento originario y mítico de armonía y equilibrio entre los tres cuerpos, y por ende de armonía y equilibrio con el Principio Supremo o Divinidad, le habría seguido un momento de ruptura y distanciamiento que habría apartado al Hombre de su verdadera Naturaleza y Orden, y le habría provocado la Caída en el universo condicionado de la materia densa y el espacio-tiempo. Quedando su centro espiritual, el Atman, replegado a los niveles más hondos del ser humano. A partir de aquí toda vía auténticamente espiritual, supone un “remontar” dicha Caída originaria. Supone un reconectar y “religar” al Hombre con dicho centro supremo que lleva en su interior, centro que debe ser realizado, reconquistado, y que es presencia real de la dimensión de la Trascendencia, en nosotros mismos.

El papel del Astral como cuerpo intermedio

A decir del pensamiento esotérico, ese cuerpo psíquico, “alma” o astral, ubicado entre la densidad del cuerpo físico, y la sutilidad del cuerpo espiritual, según el tipo de vida que se lleve, puede precisamente “densificarse” e ir quedando ligado a este plano, o “sutilizarse”, y pasar al plano superior y propiamente espiritual. Ni que decir tiene que las llamadas experiencias de “desdoblamiento astral” no serían sino exteriorizaciones de ese ente intermedio o astral, fuera de su suporte material o cuerpo elemental. Del mismo modo al producirse la inevitable corrupción del cuerpo físico y la muerte, el astral, quedará condicionado a dicho cuerpo muerto como quedan las brasas respecto de una hoguera. Es decir, las brasas aún apagado el fuego se mantienen en actividad durante un tiempo, y así le ocurrirá al astral, que seguirá “vivo” también durante un tiempo a pesar de estar ya “desencarnado”. , pudiéndose tan solo evitar dicha posibilidad si en vida el astral ha sido capaz de “descondicionarse” de lo meramente material y abrirse al cuerpo espiritual. Siendo entonces que se “trasciende” y se alcanza por decirlo así, la “Inmortalidad”.

La Magia Negra como rebelión contra la Muerte del Astral

El cuerpo astral, alma o “doble” (como también se le denomina en el pensamiento tradicional), pudiera ser que pretendiera no sufrir la extinción que le corresponde, y tampoco querer evitarla a través de una verdadera realización espiritual. Pudiera ser que se quisiera y por el contrario, una suerte de supervivencia post mortem capaz de alargarse indefinidamente en el tiempo manteniendo a su vez la ligazón al plano material, aún a pesar de la muerte de nuestro cuerpo físico. Esta posibilidad es la que de modo ancestral y a través de complicadas técnicas habría practicado la más genuina magia negra, y el más genuino “satanismo”. Esto es, superar la extinción del astral no realizado espiritualmente, y conseguir por el contrario, perpetuarse a lo largo de los años y los siglos, a costa de la vida de los de los demás…

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El Vampirismo como una forma de Magia Negra

Llegado este punto, parece quedar esclarecido el origen del mito del vampiro. La sangre como fluido vital del cuerpo físico, se convierte en referente simbólico de la energía vital que anima al astral, y el vampiro como “no muerto”, no es otra cosa que el astral desencarnado de quien pretende evitar su propia extinción, a costa de esa energía vital que aún poseen los que no han fallecido. Tras el folclore del vampiro encontramos así la pervivencia popular de un contenido de la más alta magia negra: la pretensión de mediante un ritual que se prepara aún estando en vida, asegurar tras la muerte del cuerpo físico, la posibilidad de que nuestro astral no se extinga. De que incluso conforme consiga “densificarse”  a costa de la “sangre” de sus victimas, pueda llegar a “corporeizarse”.

Se entiende a partir de este punto como las leyendas más antiguas de vampiros, insisten en retratar a éstos como antiguos brujos o magos negros que habrían conseguido vencer a la muerte durante siglos. Del mismo modo se entenderán sus cualidades entre “fantasmales” y “carnales”, que no son sino el reflejo de la situación intermedia de un astral en pretensión de seguir vivo, aún a pesar de la muerte de su cuerpo físico. Lo mismo podrá concluirse de su relación con la sangre y el progresivo debilitamiento de sus victimas, que no será sino el proceso a través del cual la energía vital que sostiene a los vivos (el praná del hinduismo) estaría siendo transferida al vampiro.

El vampirismo se convierte así y a pesar de la corrupción que supone su divulgación folclórica, en una figura principal del corpus doctrinal del más genuino satanismo (entendido éste como rebelión contra las leyes del Espíritu). Configurándose entonces como la afirmación “contra natura” de la supervivencia del alma, que aún negándose a aceptar el Reino del Espíritu, se niega a su vez a aceptar su propia muerte.
Es la vieja lucha de los “titanes” pretendiendo “la Inmortalidad de los Dioses”, sin aceptar a cambio “el camino y vía de los Héroes”. Siendo esta vía de los Héroes, la vía de servicio y entrega que recoge desde siempre la más alta espiritualidad, y la única posible para aquel que en buena lid quiere merecer los Cielos…

Bram Stocker, la Golden Dawn y el conde Drácula

La popularización de la figura del vampiro en la Historia Contemporánea, se la debemos al autor británico Bram Stocker. Éste, a través de su conocido conde Drácula, puso de nuevo las viejas leyendas sobre vampiros, en la corriente general de mitos populares no ya del siglo XIX, sino principalmente y a través del cine, del siglo XX y XXI. En su novela y personaje, recogerá de modo entre indirecto y divulgativo, gran parte de los contenidos doctrinales que hemos manejado en los puntos anteriores, y sus afirmaciones en la novela como “la sangre es vida”, ó “fue un extraordinario alquimista” (refiriéndose al propio Drácula), ó “Drácula es un no muerto”, o “sus poderes metales sobrevivieron a su muerto física”, adquirirán un nuevo matiz y profundidad a luz de lo expuesto anteriormente. Como si utilizando imágenes sencillas y accesibles, se estuviera haciendo referencia a un alto planteamiento ocultista de largo recorrido.  Nada de esto nos debe extrañar, Stocker estuvo vinculado a la Golden Dawn, y ésta fue quizás la sociedad ocultista más importante del siglo XIX seguro en las Islas Británicas, y quizás también en el resto de Europa. Sus miembros recibían sólida formación en tradición esotérica y ocultismo, y estaban al tanto de los pormenores de las artes mágicas, incluidos incluso los relativos a la magia negra. El conocido ocultista Aleister Crowley sería miembro destacado de la Golden Dawn, y otros autores de renombre dentro de la literatura de misterio, también pasarían por sus filas (caso de Arthur Machen).

Siendo así, no puede sino resultar fascinante pensar en como el ocultismo moderno, habrá conseguido colonizar la cultura popular de nuestro tiempo, apelando a las más antiguas formas de magia negra. Las cuales, si bien nos llegan ya de modo residual y adulterado, estarán sin embargo y todavía lo suficientemente vivas como para poder ser leídas entre líneas, y comprender entonces que nos quieren decir mitos tan antiguos, como pueda ser el mito del vampiro….

Y de todo esto hoy día, la “Ciudad Imperial” todavía tiene algo que contarnos… en nuestras rutas por Toledo, siempre por la noche y siempre con auténtica devoción por la tradición mágica de nuestra ciudad, el tema del vampirismo hace parte. Pues la ciudad de Toledo es la única ciudad que sepamos de España, donde durante el Medievo, los altos contenidos ocultistas que subyacen a la leyenda del vampiro, se estudiaron. Y aún más, quedaron recogidos en piedra en sugestivas e inquietantes imágenes que sólo saben ver, quienes saben mirar…

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