Silent Night (2021), de Camille Griffin

Varios amigos, con sus hijos y sus parejas se dan cita en una gran casa de campo, aislada en la campiña inglesa. Se disponen a vivir una reunión navideña, con diversión, cena, bailes, anécdotas del pasado, etc., pero hay algo entre ellos que les tiene nerviosos, muy nerviosos. Y es que una amenaza desconocida puede arruinarles la noche.

No acaba de funcionar esta especie de comedia negra –opera prima de la directora y guionista Camille Griffin– que juega con el tema de la reunión navideña de amigos con el fin de la civilización como telón de fondo apocalíptico. Está claro que en esa inquietante premisa estriba todo el meollo de Silent Night, pero, conocido ese planteamiento –el fin del mundo es inminente–, el desarrollo del guión se limita a llegar hasta el final, mientras que el espectador espera en vano que haya algo más en la trama que ese único derrotero, alguna clave o conflicto que enriquezca de cualquier manera la situación. Sin embargo, lamentablemente, apenas hay leves puntos de giro y si los hay –ese chaval que se niega a morir, la mujer embarazada– no pesan en realidad demasiado.

Y aunque se puede decir que la película cuenta con una cuidada fotografía y una ambientación nocturna que atrapa, hay que otro grave problema de fondo en Silent Night: no encuentra el tono: ¿comedia negra?, ¿drama?, ¿ajuste de cuentas?, ¿terror? La ambigüedad impera en todos los comportamientos (un poco histéricos en general) y entre bienvenidas, discusiones, bailes, cenas, recuerdos frívolos y sexuales del pasado, desavenencias entre parejas, etc. no se acaba nunca de entrar en la tragedia que se supone que están viviendo los personajes. Y el reparto coral tampoco hace un favor. La dispersión es notable y el peso individual es mínimo, de modo que sus destinos pierden importancia en la mente del espectador, casi ni nos va ni nos viene. Lo cual es una verdadera pena porque se desaprovecha demasiado a la sonriente Keira Knightley, el seriote Matthew Goode y a la frívola y descocada Annabelle Wallis. Sólo acaba destacando entre ellos el chaval Roman Griffin Davis (Jojo Rabbit), a la sazón hijo de la directora.