Críticas de Civil War (2024) - FilmAffinity
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Civil War

Acción. Bélico. Drama. Thriller En un futuro cercano, donde América está sumida en una cruenta guerra civil, un equipo de periodistas y fotógrafos de guerra emprenderá un viaje por carretera en dirección a Washington DC. Su misión: llegar antes de que las fuerzas rebeldes asalten la Casa Blanca y arrebaten el control al presidente de Estados Unidos.
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Críticas 103
Críticas ordenadas por utilidad
19 de abril de 2024
43 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras su combo de ‘Devs’ y ‘Men’, Alex Garland confirma que parece haber vislumbrado el presente con ‘Civil War’, que cuenta con un reparto espectacular, entre los que destacan Kirsten Dunst, Jesse Plemons, Wagner Moura, Cailee Spaeny, Stephen McKinley Henderson, Sonoya Mizuno, y Nick Offerman como el Presidente de los Estados Unidos de esta ucronía a las puertas que planea ya como el título más taquillero de la compañía indie.

Después de anunciar que quiere retirarse de la dirección, Alex Garland ofrece su trabajo más impresionante, que retrata un presente distorsionado, pero no demasiado distante, con una lucidez que ya está creando grietas en la comunidad cinéfila estadounidense. Tomando la dinámica de una road movie bélica, el director de ‘Men’ llena su último trabajo de imágenes indelebles, con un tono que vacila entre la ciencia ficción “dentro de dos días” que planteaba ‘Hijos de los hombres’ y el George A. Romero más nihilista.

Un potente examen de una nación en decadencia con los clásicos compases de un viaje a la oscuridad de ‘Apocalipse Now’, aquí a través de los ojos neutrales del periodismo, lo que evoca una ficción llena de ideas subversivas que van desde la necesidad de la libertad de información, sea cual sea el signo, a la filosofía sobre la desensibilización a la violencia, el rubbernecking en las redes y la deshumanización de occidente. Entre ‘Territorio comanche’ y ‘Nightcrawler’, la libertad de prensa emerge sobre ideologías y posiciones.

Garland sigue los pasos de la ficción especulativa de una nueva Guerra Civil tras la sátira de Joe Dante ‘The Second Civil War’ (1997), que aunque fuera una caricatura tenía bastante filo, tenía su lectura pesimista de la insensibilidad americana, por lo que aquí se equilibra el tremendismo con cierta comedia negra sutil, poniendo nada menos que a Ron Swanson como Presidente, aunque aquí los signos son confusos, y la rebelión planteada no es la misma que en 1861, haciendo los motivos más crípticos, pese a dejar claras las tendencias en los personajes que van encontrando en el camino.

Con una Kirsten Dunst imperial, el guion plantea un clásico juego de intercambio de dinámica entre dos personajes, aquí Cailee Spaeny quedando absorta por el poder del objetivo. El grupo parece un reflejo del que nos encontrábamos en ’28 días después’, con la que no solo comparte un mismo tono casi apocalíptico, sino también ciertas decisiones argumentales, e incluso sensibilidad opresiva, es como si fuera un capítulo intermedio sin zombies, quizá el ensayo para ’28 años después’ que está a punto de escribir para Danny Boyle.

No es baladí el aspecto zombie, puesto que su estructura, temas y hasta detalles de la trama son como ‘Diary of the dead’ sin los muertos vivientes, donde George A. Romero tomaba el Katrina como ejemplo para cuestionar la "realidad" través de la cámara, la ética y el narcisismo de observador en el nacimiento de las redes sociales de vídeo, pero que también tenía tensos encuentros con militares o la guardia nacional en la carretera, o un tramo final que hace imposible no pensar que Garland sigue revisando el cine del americano, que ya comprimía en su epopeya de infectados.

Imposible por ello tampoco no pensar en ‘La noche de los muertos vivientes’ y su escalamiento mínimo de las verdaderas tensiones de la Norteamérica dividida, donde el factor racial brotaba en sus diapositivas finales de la misma forma en la que Garland recoge ciertas imágenes a modo de documento de ciencia ficción, que hace eco con hechos casi distópicos que hemos vivido anteayer en tiempo real, y que llega a la mimesis en las últimas instantáneas cargadas de amargor y poder evocativo de una cultura del meme ávida de retirar la humanidad al contrario.

Garland apenas debe modificar retratos recientes para dotar a su ficción de un poder discursivo que no necesita aditivos, posiciones políticas, texto o intenciones más allá que la representación de una realidad que se revela por sí sola y se refleja de forma grotesca en pantalla. Desde los ataques al capitolio a Charlottesville, la huella del presente se desparrama como un rastro de sangre en el reflejo de la pared de la democracia más perfecta en el mundo occidental.

La fuerza y realidad de las imágenes de ‘Civil War’ es tal que en su imaginación de la EE.UU militarizada recrea lo que está pasando en Texas casi en tiempo real, con una representación aterradora de la actividad de las tropas en la frontera que se hace cada vez más opresiva. Porque en el fondo, hay una película de terror en cada escena de asedio, donde además de violencia descarnada e imaginería macabra a lo ‘Ven y mira’ (1985).

La deshumanización se torna un apocalipsis tangible que hiela la sangre, desde Abu Ghraib a los ataques de Colorado o las iglesias negras de Louisiana. Y bajo su cubierta nihilista, la película esconde un gran espectáculo híbrido de cine fantástico y bélico, en el que las grandes set pieces de acción están al servicio de la construcción de un conflicto imaginario que no deja atrás la violencia ausente en blockbuster actual, aunque se nos muestre de forma oblicua, lo que precisamente le da un poder a las imágenes que sugiere e invita a despertar a la situación realmente irreal que forma parte del día a día de los USA.

En su recepción, la abyecta utilización de la neutralidad de ‘Civil War’ va a sacar caretas de todo tipo. La principal, la de pensar que va de bandos y una guerra en la que hay que posicionarse, y no sobre la necesidad de poder informar en cualquier circunstancia sobre lo que tienes ante tus narices sin miedo a ser señalado o a buscar justificaciones más allá del trabajo en crudo, por lo que Garland ha hablado de allí, quizá sin querer hablando de otros lugares, convirtiendo su canto del cisne en el mejor acompañamiento para ‘20 días en Mariúpol’ posible, mientras recuerda a la UE que lo que está ocurriendo con los medios en la franja de Gaza es intolerable.

Puntuación: 8 sobre 10.
Echedey Rueda
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22 de abril de 2024
27 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre es el guión. Siempre.Y es lo que falla aquí: Personajes que actúan sin motivaciones claras y episodios aislados que acaban convirtiéndose en un relleno.

La película tira a la basura todo el material que podría tener interés: clarificar la política de alianzas del conflicto, presiones de los medios de comunicación a sus periodistas "empotrados", rivalidad con otros periodistas de otros medios...

Al final tenemos a unos individuos recorriendo estados pasando por pueblos y peleando en "microactuaciones" con soldados en un país con cerca de 350 millones de habitantes. Ni una sóla trinchera, ni un sólo batallón, acaso algunos helicópteros aislados...

Los personajes son detestables y estereotipados: la periodista quemada insensible, la fotógrafa advenediza, el viejo a punto de retirarse...y actúan de manera inverosímil: exponiéndose en medio de tiroteos o utilizando un revelador de negativos en la época de la fotografía y el video digital.

Película con "hype" que, como era de esperar, es un completo despropósito.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Trecet
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27 de abril de 2024
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buenas, amigos, esta película lo tiene todo:
- Repertorio de tópicos.
- Personajes de cartón piedra: no son personas, son tipos narrativos, como el bufón del tetaro renacentista...
- Esfuerzos pretenciosos, que quedan muy muy cutres y que, como sucede con toda pretenciosidad, denotan falta de profundidad, así como la necesidad de compensarla.
- Sobrecompensación: dado que nadie se traga ni los personajes ni la acción histórica hay que compensar con escenas innecesariamente sanguinolentas o violentas, que pretenden rellenar la falta de realidad.
- Dosis de moralina: el mensaje, la tesis, es muy burda, muy maniquea, reveladora de una gran necedad (venga, que no se nota nada que esto va de señalar a Trump, que, claro, tenía que disolver el FBI -lol-).
- Cupo de la correccción política made in USA: como no, personajes racial o culturalmente metidos con calzador (por un momento pensé que era made in china)
-Nula originalidad: por dios, que hasta la bso era una emulación de la del videojuego The Last of Us
-Trama histórica afantasmada: sí, hombre sí, los cuatro sureños trumpistas ganando al ejército más poderoso del mundo (habrá que suponer que gracias a la Asociación Nacional del Rifle). Y los otros a bazocazos en pleno Washington DC contra sus propios monumentos...
- Trolas, trolas: la caracterización de los personajes, su forma de actuar ante tales circunstancias, sus decisiones... Pero si son como encefalogramas planos...
Madre mía, como está el nivel, amigos.
Alberto
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25 de abril de 2024
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
No deja de ser esa vieja sci-fi que toma el pulso al presente y radiografía los miedos de una época. Si en otro tiempo fueron los rusos, el comunismo o la amenaza nuclear, ahora es el desmembramiento y fin de la nación americana misma, causado por el odio y la división interna aunque sin entrar mucho en detalles, lo cual incrementa el mal rollo a la vez que hace el conflicto un poco más “universal”, por mucho que las particularidades de EEUU no sean las nuestras ni las de nadie y surjan las tentaciones de pensar en un “qué pasaría” aplicado a otros países.

Se atreve a dejar un poco por los suelos ese imaginario yanki edulcorado con el que nos han atiborrado desde siempre, con Washington, el presidente, la casa blanca… pero aquí el ambiente es más propio de la caída de Berlín que otra cosa, una sensación de apocalipsis, de final de una época y caída de un imperio, que haría llorar como a una niña a Roland Emmerich, a lo largo de un tramo final apoteósico, de una crudeza estética pero sobre todo moral que hasta hace daño y da pena verlo. Lo cual no quita que la película tenga un punto de elegancia visual, de estilización (secuencia casi onírica del incendio), pese al efecto sonoro apabullante de los tiros, recurriendo al montaje y a las canciones con una intención irónica de distanciamiento.

Al final lo que queda es una mirada desengañada, una espiral de muertes y de odio en la que los motivos reales, políticos, ideológicos, quedan enterrados en medio de la confrontación y la pura supervivencia. Y una idea bien clara; lo que venga después no va a ser mucho mejor.

Sobre todo es una película sobre el fotoperiodismo de guerra, sobre el que se plantea un legado que es cíclico, tanto como los conflictos armados, un relevo generacional que sólo se consuma mediante la violencia. Puede ser algo necesario y valiente, un simple trabajo sucio, simple testimonio objetivo, o bien una forma de morbo gratuito. Quienes lo realizan son adictos al riesgo, o tan sólo gente que ha tenido que dejar todo tipo de escrúpulos al margen y hacer callo emocionalmente hablando (si es que esto es humanamente posible o merece siquiera la pena), a la caza de esa imagen icónica que pasará a la posteridad.

La labor de Garland como director se mimetiza con esto, contaminan su propia escritura visual (como dirían en la Caimán) esas instantáneas con un punto “meta”. Además es buen guionista y tira del esquema road movie, siempre eficaz, presentando y matizando a los personajes sin prisas, su evolución, con lo bélico como simple trasfondo de sus andanzas; los perros viejos de vuelta de todo, o bien quienes empiezan a abrirse al mundo, su belleza y su terror, pero mostrando incluso esa extrañeza del conflicto, con todo cayendo y dando paso una gozosa fiesta o dislate colectivo que también forma parte del absurdo y de lo terrible, quizá porque se parece a una respuesta o modo de asimilarlo.

Y es que por mucho dinero que haya, no deja de ser un film de A24 y eso significa que tenemos a alguien joven que es el auténtico protagonista, que experimenta una progresiva deshumanización conforme se adentra en la pesadilla... y sin embargo esto no le destruye; al contrario, le hace encontrar su propia fuerza, un significado a su vida (en un momento dado se verbaliza), por espantoso que pudiera ser. Un concepto bastante genérico, con la riqueza de lo moralmente ambiguo, que con variaciones sirve como base argumental de casi todas las propuestas de la productora, y esta no es una excepción.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Don Hantonio Manué
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26 de abril de 2024
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alex Garland es un autor con una obra muy interesante a sus espaldas (en particular, Ex Machina y DEVS), y eso me hacía tener muchas expectativas sobre esta película. Además, debido a su tema, poseía un enorme potencial, de fuerte resonancia con la actualidad, vista la situación actual ya no solo en EEUU sino en muchos otros países del mundo. Bien, pues a la porra todo ese potencial. La película no solo me parece floja, sino irritante debido a numerosas decisiones de guion.

La primera y más lamentable es la decisión consciente del autor de evitar toda explicación del trasfondo de esta guerra. No sabemos qué la causó, no sabemos qué ideas defiende cada bando (curiosamente, para confundir más al espectador a este respecto, los dos estados asociados en la peli son, políticamente, el ying y el yang en el mundo real), no sabemos qué pretende el presidente, más allá de alguna ligera pincelada que insinúa que es un tanto dictatorial. Estando así las cosas, ya cuesta implicarse mucho en esta guerra. Pero en fin, el tema de fondo parece ser que las guerras son malas (que también hay que decirlo, vaya perogrullada), y para eso los motivos del conflicto dan igual, ¿no?

Pues no, porque la obra hace aguas por más sitios. Los cuatro protagonistas nunca llegan a estar bien definidos, y sus comportamientos van de lo abofeteable a lo incomprensible pasando por lo incongruente, con la única excepción del hombre mayor, de lo poco salvable de la peli. Kirsten Dunst es una actriz excelente, pero aquí tiene muy mal material de base, y solo logra transmitir una vaga sensación de pesadumbre y cinismo (mención aparte merece su repentino ataque de terror cuando se adentran en el capitolio, ¿se ha vuelto una floja de repente o qué?). Su compi parece tomarse todo a coña, no sé si muy consciente de la gravedad de la situación, hasta que decide tener un súbito ataque de nervios cuando ocurre cierto suceso, reacción que inexplicablemente no se repite cuando esta circunstancia vuelve a suceder. La peor sin duda en la reportera novata, que parte de la comprensible inocencia inicial hasta su repentina e injustificada transformación final en aguerrida fotógrafa de guerra (mientras la pobre Dunst hace el cambio inverso). Por no hablar de lo inverosímil y gratuito que resulta que haga fotos con cámara analógica provista de carretes en b/n, y avance en medio de una devastadora guerra civil cargando con un equipo portátil de revelado de fotos. Pero, en medio, los cuatro protagonizan una escena que merece párrafo aparte.

Hace un rato comentaba que los personajes (¿y la propia peli, con sus uso de cancioncitas incongruentemente animadas?) no parecen tomarse muy en serio la guerra en la que están metidos. Bien, pues la escena cumbre a este respecto ocurre cuando la chavala y un reportero asiático que parece un mochilero fumeta deciden intercambiarse de coche en una escena ridícula e incoherente con el contexto. Dejando de lado lo estúpido de la escena, es obvio que es un recurso de guión para separar a la chica de "mamá Kirsten", y efectivamente a renglón seguido tienen lugar las consecuencias de la estupidez de los personajes, solo salvados por cierta intervención de un tercero en una escena digna de peli estilo Fast & Furious (nada en contra de esas pelis, pero ¿quizás una escena así sobra en un supuesto drama serio sobre lo horrible que es una guerra?).

Hipócritamente, los personajes, en varios momentos, hablan con desdén de las personas que han decidido "hacer como si esa guerra no existiera". Y digo hipócritamente porque ellos mismos actúan por el puro interés de obtener la mejor foto posible, de manera completamente despegada y amoral. Ellos sí están "interesados" en la guerra, pero no porque esta les horrorice, sino porque les da la posibilidad de sacar "fotazas". ¿En serio les da esto derecho a adoptar esa pose de superioridad moral?

Pero, finalmente, qué más da, si el propio director parece tratar esta guerra como el mero telón de fondo de un videojuego en el que se avanza por fases. Según llegamos al clímax, las escenas bélicas son cada vez más de cartón piedra, con soldados pegando tiros y haciendo cosas (¿a qué viene ese tubo de luz para una habitación perfectamente ilumimada?) sin ton ni son ni ningún sentido de la progresión narrativa. El "momentazo" final, no haré spoilers, es completamente gratuito, y encima viene acompañado de un cliché dramático mil veces visto en, de nuevo, decenas de pelis de acción y superhéroes.

Y hala, un último diálogo gratuito y vacío de contenido con el presidente, y dentro canción tontita y despreocupada. Espero que Alex Garland no siga por aquí o lo perderemos del todo.
Hugo
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