Vamos a cantar a los viejos sabios, por Félix de Azúa
THE OBJECTIVE
Félix de Azúa

Vamos a cantar a los viejos sabios

«Jon Juaristi repasa en su libro ‘Ramón Menéndez Pidal. El último liberal unitario’ la vida intelectual del sabio, sin duda uno de los más influyentes del siglo XX»

La peseta cultural
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Vamos a cantar a los viejos sabios

Ramón Menéndez Pidal. | Fundación Ramón Menéndez Pidal

Estoy imitando, mal, un título de James Agee, que dice: Let us now praise famous old men. Era un texto de 1941, hoy día ilegible, pero adornado con unas fotografías de Walker Evans que se han hecho famosas. El sabio antiguo al que me refiero no es tan antiguo porque vivió casi cien años, de 1869 a 1968. Se trata de Ramón Menéndez Pidal (RMP) que nació cuando casi no existía el teléfono y acabó asistiendo al director americano Anthony Mann en la película El Cid (1961). Se conservan bellas fotografías del anciano sabio asesorando sobre las escenas históricas del film, y muy interesado en la rotunda Sofía Loren, ejemplo perfecto de matrona románica. Una genialidad de Mann.

Pero la vida de RMP, con ser interesante, no es el asunto de un libro que acaba de publicarse, Ramón Menéndez Pidal. El último liberal unitario, obra de Jon Juaristi. Lo que le interesa al autor (y a nosotros, claro) es la vida intelectual del sabio, sin duda uno de los más influyentes del siglo XX. Su especialidad fue la historia de la lengua (y en particular los orígenes del español), la filología, y sobre todo el género épico en España y Francia. Todos hemos conocido de jóvenes sus libros ya que, en aquellos años, todos leíamos en un momento u otro Mio Cid y las ediciones más divulgadas, como las de la benemérita colección Austral, eran cosa suya. Supongo que en la actualidad debe de ser más difícil que lo lean porque en algunos lugares arcaicos del país habrá entrado a formar parte de la fachosfera.

«Nuestra sociedad rechaza por completo la alabanza de los viejos sabios y nuevos no hay»

No es fácil explicarse por qué todavía en los años sesenta y setenta del siglo pasado quedaban grandes figuras y eméritos sabios. No es fácil explicarse su ausencia entre nosotros. El caso es que nuestra sociedad rechaza por completo la alabanza de los viejos sabios y nuevos no hay. Corrijamos, los que hay son de ciencias. Aunque quizás fuera mejor decir que son de técnicas.

Lo que interesa a Juaristi (y a nosotros, claro) es la vida intelectual de RMP, su recorrido a lo largo de un siglo entero. Y lo explica con su habitual erudición y excelente prosa a través de cinco figuras que, o bien le influyeron decisivamente, o bien entró en contradicción severa con ellas. Estas son Milá y Fontanals, Menéndez Pelayo, Unamuno, Ortega y Gasset y Benedetto Croce. Con todas y cada una tuvo fascinantes influjos o discusiones sobre asuntos que aún hoy nos atosigan: la nación medieval y  renacentista, la moderna y contemporánea, y la nación y el liberalismo. Nuestro sabio, como dice Juaristi, era un liberal unitario, liberal sí, pero con una idea bastante clara de lo que podía ser una nación.

«El asunto que aún hoy divide a los españoles por naciones y nacionalidades, arranca de la disputa medieval sobre las epopeyas»

Como se deduce de lo anterior, el asunto que aún hoy divide a los españoles por naciones y nacionalidades, arranca de la disputa medieval sobre los cantares de gesta y las epopeyas. Fue el primer momento de lucha entre los españoles que prefieren la vida colectivista y los que la prefieren individualista. Un asunto que aún hoy continúa, cien años más tarde, en muy parecidos términos, especialmente en algunas partes como País Vasco y Cataluña.

Si repasan la bibliografía se percatarán de que apenas hay nada sobre el decurso intelectual de RMP. Dos grandes estudios, uno dirigido por Inés Fernández Ordóñez y otro de J.A. Maravall (¡pero de 1960!), y poco más. Así que esta edición está perfectamente justificada si aún somos capaces de cantar alabanzas a los viejos sabios de antaño.

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