Utopía y Praxis Latinoamericana
ISSN: 1315-5216
utopraxis@luz.ve
Universidad del Zulia
Venezuela
GANDLER, Stefan
Teoría crítica y materialismo hoy: Alfred Schmidt y la filosofía marxista en México
Utopía y Praxis Latinoamericana, vol. 18, núm. 61, abril-junio, 2013, pp. 25-36
Universidad del Zulia
Maracaibo, Venezuela
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ESTUDIOS
UTOPÍA Y PRAXIS LATINOAMERICANA ~ AÑO 18. Nº 61 (ABRIL-JUNIO, 2013) PP. 25 - 36
REVISTA INTERNACIONAL DE FILOSOFÍA IBEROAMERICANA Y TEORÍA SOCIAL
ISSN 1315-5216 ~ CESA – FACES – UNIVERSIDADDEL ZULIA. MARACAIBO-VENEZUELA
Teoría crítica y materialismo hoy:
Alfred Schmidt y la filosofía marxista en México
Critical Theory and Materialism Today:
Alfred Schmidt and Marxist Philosophy in Mexico
Stefan GANDLER
Universidad Autónoma de Querétaro,
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, México.
RESUMEN
ABSTRACT
Alfred Schmidt y Adolfo Sánchez Vázquez
tienen en común que parten de Marx sin caer en el
dogmatismo. Schmidt es uno de los alumnos y colaboradores más importantes de Horkheimer, Adorno, y Marcuse, muy probablemente el más relevante entre los aún vivos al inicio del siglo XXI, no solamente por su gran seriedad filosófica, sino también
porque en esta tradición teórica es el que más conocimiento directo tiene de la obra de Marx. Para él
como para Sánchez Vázquez –él filósofo marxista
no dogmático hispanoparlante–, una de las cuestiones filosóficas fundamentales es la de la relación
entre el idealismo y el materialismo (premarxiano) y
la del carácter, al fin y al cabo materialista, de una interpretación de Marx orientada a la praxis.
Palabras clave: Praxis, epistemología materialista,
marxismo crítico, teoría crítica.
Alfred Schmidt and Adolfo Sánchez
Vázquez have in common that both begin with Marx
without falling into dogmatism. Schmidt is one of the
most important students and collaborators of
Horkheimer, Adorno and Marcuse, very probably
the most relevant among those still living at the beginning of the XXIst century, not only because of his
great philosophical seriousness, but also because,
in this theoretical tradition, he has the most direct
knowledge of Marx’s work. For him, as for Sánchez
Vázquez, the non-dogmatic Marxist philosopher in
the Spanish speaking world, one of the fundamental
philosophical questions is that of the relationship between idealism and (pre-Marxian) materialism and
of the character, in the end materialist, of an interpretation of Marx oriented toward praxis.
Keywords: Praxis, materialistic epistemology, critical Marxism, critical theory.
Recibido: 05-02-2013 F Aceptado: 16-04-2013
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Teoría crítica y materialismo hoy: Alfred Schmidt y la filosofía marxista en México
PRESENTACIÓN
Escribimos el siguiente texto con el doble afán de honrar, por un lado, a dos profesores universitarios eméritos, ambos filósofos materialistas, y fallecidos en los últimos dos años, por otro lado,
para rescatar y comparar algunas de sus aportaciones conceptuales centrales en el actual debate de
la teoría marxista. Al dedicarnos en lo siguiente al análisis de sus pensamientos, daremos especial
énfasis a sus tempranas obras sobre Karl Marx, que ambos presentaron originalmente como tesis de
doctorado en los años sesenta del siglo veinte. Aunque Adolfo Sánchez Vázquez (Algeciras, Cádiz
1915 – México, D.F. 2011) pertenece a otra generación que Alfred Schmidt (Berlin 1931 – Frankfurt/M. 2012), ambos impactaron –cada uno en su contexto geográfico, civilizatorio y lingüístico
(Schmidt en Frankfurt/Alemania y Sánchez Vázquez en México, a donde llegó como exiliado en
1939) – de manera decisiva en el pensamiento teórico del movimiento estudiantil de los años sesenta y setenta. Al mismo tiempo, los dos fueron forjados por el contexto intelectual y político de aquellos
años posteriores a la Revolución Cubana, que estaban marcados por la búsqueda de un socialismo
con rostro humano (Dub ek) y de una correspondiente teoría social anti-capitalista, sin embargo no
pro-estalinista.
Aunque los tiempos actuales, en una gran parte del mundo, están bajo el signo del crecimiento más o menos paulatino de ideologías chauvinistas, belicistas, racistas y derrotistas ante la posibilidad y necesidad de superar cuanto antes la, por el momento, reinante forma de reproducción, estamos de todos modos ante la inevitable e imponente necesidad de pensar las limitaciones y contradicciones de esta forma económica y social. El análisis comparativo de las dos obras filosóficas mencionadas, pretende ser un aporte a este pensar, dejar atrás la fe ciega en las ideologías hoy dominantes
y sólo en apariencia permanentes.
ALFRED SCHMIDT Y ADOLFO SÁNCHEZ VÁZQUEZ
A. Schmidt y Sánchez Vázquez tienen, a pesar de varias diferencias importantes, en común
que parten de una interpretación de Marx y del marxismo sin caer en el dogmatismo predominante
hasta los años ochenta del siglo XX. En lo siguiente vamos a concentrarnos, en lo referente a la tradición de la Teoría Crítica a uno de los seguidores, alumnos y colaboradores más importantes de Horkheimer, Adorno, Marcuse, Benjamin y Neumann, muy probablemente el más relevante entre los hoy
en día vivos: Alfred Schmidt. A parte de la gran seriedad con la cual ha desarrollado sus trabajos,
Schmidt es el autor de esta tradición teórica que más conocimiento directo tiene de la obra de Marx.
Para Adolfo Sánchez Vázquez, como también para los autores de la Teoría Crítica, una de las
cuestiones filosóficas fundamentales es la de la relación entre el idealismo y el materialismo (premarxiano) y la del carácter, al fin y al cabo materialista, de una interpretación de Marx orientada a la
praxis1. Estas problemáticas teóricas tenían y tienen consecuencias de largo alcance por cuanto dan
origen a que una filosofía y una teoría marxista crítica hayan de atreverse a caminar sobre una cuerda floja permanentemente, una cuerda floja conceptual a la que esta tendencia filosófica debe, en
1
Compárese: “El hecho de que el punto de partida del materialismo dialéctico sea de carácter específicamente epistemológico, se debe a que Marx y Engels aceptan la crítica que Hegel hace a Kant sin poder aceptar al mismo tiempo su base
especulativa. Con Hegel afirman la posibilidad de conocer la esencia de los fenómenos, con Kant (sin referirse ciertamente a la Crítica de la razón pura) insisten en la no-identidad de forma y materia, sujeto y objeto del conocimiento. Se
llega así -si bien sin expresarlo abiertamente- a una reedición materialista de la problemática de la constitución.”
(SCHMIDT, A (1969). “Einleitung”, In: Alfred Schmidt (ed.), Beiträge zur marxistischen Erkenntnistheorie, Frankfurt am
Main, Edition Suhrkamp, pp. 10-11).
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buena medida, su encanto y su importancia, pero que, a la vez, es un motivo filosófico interno para
que esta corriente teórica no goce de muchas simpatías en el actual contexto político.
Pensadores o actores burgueses se complacían en lanzar a esa corriente la sospecha de que
estaba aliada a oscuras fuerzas de la Unión Soviética, reproche que todavía encuentra adeptos después del fin del experimento del socialismo real. Entre los teóricos o activistas marxistas, por el contrario, esa corriente teórica, conocida como marxismo occidental, despertó siempre la sospecha de
que podía contener un reblandecimiento ‘burgués’ de la crítica marxista a las relaciones capitalistas
de producción y de la sociedad burguesa reinantes. Con el fin de la Unión Soviética, también han desaparecido de la faz de la tierra la mayoría de los marxistas dogmáticos. Los antiguos marxistas dogmáticos se desatan ahora, en su mayoría, en improperios, recordando de repente que siempre fueron buenos demócratas burgueses e incansables anticomunistas contra toda persistencia de una
formación teórica marxista, y afirman con alivio que, por lo menos, algo se ha mantenido estable en
su pensamiento: el rechazo a una interpretación no dogmática de Marx.
Esta primera manera de evitar una auto reflexión sobre las propias debilidades teóricas en un
momento anterior (al proyectar los propios defectos de la interpretación de Marx sobre otros que
siempre fueron sospechosos), se complementa con una segunda. Algunos marxistas antiguamente
dogmáticos, están ahora convencidos de haber sido siempre marxistas críticos, no dogmáticos. Mediante esta reconstrucción de su propia historia teórica evitan, a su manera, la autocrítica pendiente.
El filósofo de Frankfurt, Alfred Schmidt, es uno de los teóricos que, ya mucho antes del fin de la
Unión Soviética, trabajaba en una interpretación de Marx autónoma y no dogmática frente a sus filósofos de Estado y, después del final del experimento del socialismo real no quiere que caiga en el olvido su propia producción filosófica de aquella época2. En vista de que Alfred Schmidt ha hecho aportaciones decisivas a la discusión filosófica no dogmática del marxismo, sobre todo en el terreno de la
teoría del conocimiento, resulta provechoso contrastar algunas de sus reflexiones con la filosofía de
Sánchez Vázquez.
PRAXIS Y CONOCIMIENTO
En lo que concierne a la relación entre praxis y conocimiento, Sánchez Vázquez desarrolla en
su Filosofía de la praxis: “la intervención de la praxis en el proceso de conocimiento lleva a superar la
antítesis entre idealismo y materialismo”, es decir, la antítesis “entre la concepción del conocimiento
como conocimiento de objetos producidos o creados por la conciencia y la concepción que ve en él
una mera reproducción ideal de objetos en sí”3. Es preciso rebasar ambas posiciones: no se puede
perseverar ni en una teoría idealista del conocimiento ni en “una teoría realista como la del materialismo tradicional, que no es sino un desenvolvimiento del punto de vista del realismo ingenuo”4.
Sánchez Vázquez señala en este lugar que distintos intérpretes de Marx extraen diferentes
conclusiones de la introducción del concepto de praxis al problema del conocimiento, mencionando
al respecto tres posiciones:
2
Alfred Schmidt manifestó hace unos años que seguía defendiendo lo afirmado en su libro El concepto de naturaleza en
Marx. Aludiendo evidentemente al trato que dio Max Horkheimer a sus propios escritos anteriores después de haber regresado a Frankfurt en 1947 del exilio en Estados Unidos, Schmidt dijo que él no encerraría en el sótano sus anteriores
escritos (comunicación personal, c. 1993).
3
SÁNCHEZ VÁZQUEZ, A (1980). Filosofía de la praxis. 2ª ed., corregida y aumentada, México, Grijalbo, Teoría y Praxis,
núm. 55. p. 153.
4
Ibíd., p.183.
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1ª Posición: “[...] el hecho de que la praxis sea un factor en nuestro conocimiento no significa
que no conozcamos cosas en sí”.
2ª Posición: “[...] la aceptación de este papel decisivo de la praxis entraña que no conocemos lo
que las cosas son en sí mismas, al margen de su relación con el hombre, sino cosas humanizadas
por la praxis e integradas, gracias a ella, en un mundo humano (punto de vista de Gramsci)”.
3ª Posición: “[...] se sostiene acertadamente que sin la praxis como creación de la realidad humana-social no es posible el conocimiento de la realidad misma (posición de K. Kosík)”5.
La diferencia entre las posiciones 2ª y 3ª no es inmediatamente obvia. A partir del conjunto de
la Filosofía de la praxis es posible esbozar a grandes rasgos la diferencia entre las tres, así como la
valoración aportada por Sánchez Vázquez. Mientras que la posición 1ª reconoce, aunque subestima, la relevancia epistemológica de la praxis humana, la posición 2ª va en sentido opuesto y da a la
praxis humana una importancia tal que, fuera de su influencia, ya no existe ninguna realidad6. La tercera posición aprecia, al igual que la segunda, la relevancia epistemológica de la praxis como insustituible, pero, contrariamente a la posición 2ª, no hace de esto una afirmación ontológica y, por tanto,
tiene en común con la posición 1ª el reconocimiento de la primacía del objeto.
Alfred Schmidt sostiene, al igual que su contemporáneo hispano-mexicano, la tercera de las
tres posiciones mencionadas. Mientras que Sánchez Vázquez reconoce la primacía de la materia,
pero insiste en que la realidad exterior sólo es reconocible para los seres humanos en tanto ellos ya
hayan entrado en una relación práctica con ella, Alfred Schmidt formula una idea similar pero en tres
variantes diferentes. El ser material, que existe, sin duda, independientemente de los sujetos humanos, sólo “adquiere significado” en una primera formulación, ontológica si se quiere, después de
haber pasado por la praxis humana:
Por cierto que el ser material, como infinidad extensiva e intensiva, precede a toda figura de la
praxis histórica. Pero en cuanto adquiere significado para los hombres, ya no es más que aquel
ser material abstracto que debe ser puesto como un primero en sentido genético por una teoría
materialista, sino que es un elemento derivado, algo apropiado mediante el trabajo social7.
En una segunda formulación, el autor de Frankfurt dice, además, que la existencia de la objetividad material natural, precursora de la praxis humana, sólo llega a ser “pronunciable” cuando se ha
vuelto objeto de la praxis humana, por lo menos parcialmente:
El sujeto social, a través de cuyo filtro pasa toda la objetividad, es y sigue siendo componente
suyo. Por mucho que el hombre, “cosa natural con conciencia propia”, traspase la inmediatez
de la “materia natural” encontrada al llegar en cada caso, al transformarla anticipando idealmente sus metas, no se rompe por ello la cohesión natural. Frente a ella (también en esto sigue
5
Ibíd., pp. 153-154.
6
Esta postura de Gramsci es caracterizada, en otro lugar, por Sánchez Vázquez con las palabras del propio Gramsci
como “inmanentismo absoluto”, “historicismo absoluto” y “humanismo” (SÁNCHEZ VÁZQUEZ, A (1980). Op. cit., 56).
7
SCHMIDT, A (1983). El concepto de naturaleza en Marx. Trad. Julia M. T. Ferrari de Prieto y Eduardo Prieto. México, Siglo XXI, 1983, cuarta edición (primera edición: 1976), p. 222. Schmidt igualmente formula en otro lugar: “Como todo materialismo, el materialismo dialéctico reconoce también que las leyes y formas de movimiento de la naturaleza externa
existen independientemente y fuera de cualquier conciencia. Este en-sí sólo resulta empero relevante en la medida en
que se vuelve un para-nosotros, es decir, en cuanto la naturaleza se incluye en los fines humanos sociales” (Ibíd., p. 54,
cursivas de S.G.).
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Marx la “lógica” de Hegel) el quehacer orientado a un fin sólo puede imponerse si se engrana
con astucia en el desarrollo de las leyes propias de la materia. El hecho de que existan “de por
sí”, independientes de toda praxis (y de sus implicaciones teóricas) es, desde luego, pronunciable sólo en la medida en que el mundo objetivo se haya convertido en uno “para nosotros”8.
Esta segunda formulación capta la problemática en el plano filosófico-lingüístico. En ella, al
igual que en la primera, está englobada la problemática más amplia de que una materialidad exterior
al campo de influencia inmediato de la praxis humana sólo puede ser aprehendido por los sujetos en
contraposición a la materia ya formada por la praxis. Esto llega hasta el punto de que el mismo término de ‘lo intocado’ de la naturaleza externa sólo puede ser creado por seres humanos que ya practican un dominio masivo sobre la naturaleza y, por tanto, saben lo que significa no dejar precisamente
intacta la naturaleza, sino ‘tocarla’ con violencia. “Aun los objetos que todavía no han caído en el ámbito de la intervención humana dependen del hombre en la medida de que su ser intocado sólo se
puede formular con relación al ser humano”9.
Schmidt da una razón de por qué en este contexto no recurre a la relación cognoscitiva entre
sujeto y objeto, a la que Sánchez Vázquez se refiere ante todo.
La cuestión de la unidad y la diferencia entre sujeto y objeto pierde su carácter supratemporal,
limitadamente ‘cognoscitivo’; demuestra ser la unidad y diferencia (determinada en forma distinta en cada caso) de historia y naturaleza. Ambas se penetran entre sí, desde luego sin volverse idénticas; siempre tienen los hombres la experiencia de una ‘naturaleza histórica’ y de
una ‘historia natural’10.
En otro pasaje, el filósofo inserto en la tradición de la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt,
señala que la añoranza romántica por la ‘bella naturaleza de Dios’ se forma históricamente en el preciso momento en que en determinada nación o región el desarrollo industrial, con el consiguiente dominio sobre la naturaleza por medio de la gran maquinaria, ha alcanzado cierta extensión, al igual
que la destrucción de la naturaleza. Así fue como a unos señores burgueses de las ciudades industriales inglesas de los albores del capitalismo, vestidos con camisa a cuadros, se les ocurrió la idea
de escalar las cimas de los Alpes, anhelo que declararon irresistible11. La población nativa sólo pudo
8
SCHMIDT, A (1973) “Praxis”, In: Hermann Krings, Hans Michael Baumgartner y Christoph Wild (eds.), (1973) Handbuch
Philosophischer Grundbegriffe, edición de estudio, tomo 4, München, Kösel, p.1117 (cursivas de S.G.).
9
Ibídem. En el plano lingüístico se observa esta circunstancia ante todo también en la creación literaria. En ella, la naturaleza virgen es descubierta en el instante mismo en que su conquista definitiva aparece en el orden del día. Así, el poeta
inglés Percy Bysshe Shelley describe en 1816 el Mont Blanc, en su poema del mismo nombre, como “Remote, serene,
and inaccessible” después de que, en los veinte años transcurridos desde la primera ascensión en 1786, su cima fuera
pisada otras cinco veces por grupos de escaladores (SHELLEY, PB (1989). “Mont Blanc, Lines written in the vale of
Chamouni”. En: Mary Wollstonecraft Shelley, History of a Six Weeks’ Tour, Londres, Hookham, 1817. Reimpresión en
facsímil: Oxford, Woodstock, 1989, línea 97.)
10
Ibídem. Schmidt se refiere aquí a: MARX, K & ENGELS, F (1953). Die Deutsche Ideologie, Berlín, p. 43.
11
Las primeras ascensiones a altas montañas, sobre todo de los Alpes, son un buen ejemplo de la relación entre naturaleza externa virgen o materialidad por un lado y subjetividad o praxis por el otro. La idea de una naturaleza virgen tiene, a
partir de determinado instante de su tangibilidad potencial, imaginable, una increíble fuerza de atracción y, así, la intangibilidad, que desde el principio de su imaginación está vinculada a la tangibilidad potencial, se convierte en algo ya tocado. La primera alta montaña en ser escalada por los seres humanos según el registro histórico, es el Mont Blanc, el
más alto de Europa. Esta primera gran ascensión alpina tiene lugar tres años antes de la Revolución Francesa. No es
sólo el desarrollo industrial, sino además el ideológico, el que provoca y hace posible tal anhelo por alcanzar lo aparentemente inalcanzable de la naturaleza externa. Los primeros en ascender al Mont Blanc, el guía Jaques Balmat y el doc-
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asombrarse de semejante trajín. Su distancia de la naturaleza exterior al ser humano no era tan
grande como para hacerla objeto de apetencia o percibirla siquiera como tal.
En una tercera formulación –del tipo de la filosofía de la conciencia– el mundo material, en su
forma de movimiento regular, no necesitado del sujeto en sí, sólo es ‘reconocible’ o ‘asegurable’
mentalmente en cuanto que ya haya sido objeto de la praxis humana. Esta tercera formulación, evidentemente, se aproxima a la de Adolfo Sánchez Vázquez:
Lo dialéctico del materialismo marxista no consiste en que se niegue a la materia toda legalidad y
movimiento propio sino en la comprensión de que sólo a través de la praxis mediadora pueden los
hombres reconocer y emplear teléticamente las formas de movimiento de la materia12.
En otro pasaje, Alfred Schmidt formula una idea similar al describir la relación del “materialismo en general” con el “materialismo dialéctico”:
El materialismo en general significa: las leyes de la naturaleza subsisten independientemente y fuera de la conciencia y la voluntad de los hombres. El materialismo dialéctico significa: los hombres
sólo pueden asegurarse de estas legalidades a través de las formas de su proceso laboral13.
En el momento de la actividad productiva, los seres humanos chocan con las líneas fronterizas
de la transformabilidad de la materia y, así, reconocen su regularidad. Sólo reconociendo esa regularidad pueden, a su vez, modificar las barreras de la naturaleza donde su contenido objetivo lo haga posible. El doble movimiento de la praxis a la teoría y de la teoría a la praxis, señalado por Adolfo Sánchez
Vázquez, también es visible en las consideraciones de Alfred Schmidt. Con referencia a las reflexiones
de Marx y Hegel sobre los “contenidos teléticos perseguidos en el trabajo”, resaltando la praxis productiva, Schmidt plantea esta idea: “El saber anticipador presupone igualmente una conducta práctica ya
cumplida, de la cual surge, como también constituye a su vez el presupuesto de toda conducta”14.
Ahora bien, para los dos autores aquí consultados, es de gran importancia insistir en que esta
dependencia recíproca entre praxis y conocimiento no pone a ambas lisa y llanamente en el mismo
nivel. La relación de mutua dependencia no lleva a una suspensión de la primacía de la materia frente al sujeto y su capacidad de conocimiento y decisión. Pero, a la vez, en el materialismo marxiano
esta “prioridad de la naturaleza externa” no es estática sino mediada15: “La naturaleza es para Marx
un momento de la praxis humana y al mismo tiempo la totalidad de lo que existe”16.
tor en medicina Michel Paccard, si bien eran habitantes de Chamonix, acudieron al llamado del especialista en ciencias
naturales, Horace Bénédict de Saussure, quien había ofrecido un premio por la ascensión al Mont Blanc. Un año después, el propio De Saussure alcanzó la cima con dieciocho cargadores en el curso de varios días. Equipado con diversos instrumentos de medición, una mesa y una silla, pasó allí cuatro horas y media, y practicó, entre otros, unos ensayos
higrométricos como los del punto de ebullición del agua y tomó nota de los efectos que causaba en su propio cuerpo la
elevada altura. (Compárese: SAUSSURE, HB de (1979). Premières ascensions au Mont Blanc: 1774-1787. París, F.
Maspero.
12
SCHMIDT, A (1983). Op. cit., p. 111. Cursivas SG.
13
Ibíd., p. 112. Cursivas de SG.
14
Ibíd., pp. 114-115.
15
“Como en el caso de Feuerbach, también Marx habla de la ‘prioridad de la naturaleza externa’. Sin embargo, formula
una reserva crítica: que toda prioridad sólo puede serlo dentro de la mediación” (SCHMIDT, A (1983). Op. cit., p. 22).
Alfred Schmidt cita aquí a Marx, in: MARX, K & ENGELS, F (1953). Op. cit. p. 44.
16
SCHMIDT, A (1983). Op. cit., p. 23.
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Estas reflexiones son mucho más que una sutileza filosófica. El camino sobre la cuerda floja
que una filosofía de la praxis ha de realizar, según dijimos al inicio, es parafraseado por Alfred
Schmidt de la siguiente forma:
Estas consideraciones son menos triviales de lo que parece; pues si el concepto de praxis se
tensa en exceso a la manera de Fichte (como en la época temprana de Lukács, que transforma
el materialismo histórico en un franco idealismo “generador” con ropaje sociológico), pierde su
filo para volverse concepto de mera contemplación. Pues la “actividad pura y absoluta que no
sea sino actividad” va a parar a fin de cuentas a la “ilusión del ‘pensamiento puro’”17.
Sobre esta argumentación se puede comentar lo siguiente: esta ilusión del pensamiento puro
y la actividad pura conduce en la praxis política a la presunción de que los procesos ideales determinan los procesos materiales. Para juzgar una política determinada, en esta lógica sólo se examinan
las estrategias de argumentación de los agentes y de sus seguidores en busca de concordancia interna del razonamiento (por ejemplo, en su argumentación moral), en lugar de preguntarse por los
motivos reales de esa política. En consecuencia, los efectos de esa política no son considerados y
valorados como tales, sino siempre respecto a si fueron deseados o no.
En la discusión teórica del marxismo, a la vez, el concepto de praxis es indispensable para poder hacer frente a las tendencias objetivistas tanto de la izquierda reformista como de la stalinista. A
pesar de las considerables diferencias teóricas, un importante paralelismo entre la izquierda revisionista y la dogmática consiste en que ambas suelen (o solían) concebir la transición al socialismo
como un proceso ineludible. La posición reformista parte de que esa transición se realizará mediante
un tránsito, lo más suave posible, por el capitalismo y una paulatina transformación (sólo acelerable
mediante reformas) de las estructuras capitalistas en socialistas. Los ortodoxos, en cambio, invocan
la concepción de que habrá de llegarse a una ruptura radical en determinado momento. A pesar de
esa diferencia, tienen algo en común: ambas tendencias no temen a nada tanto como a la rebelión
espontánea de los oprimidos y explotados más allá de las estructuras de partido y organización que
les están dadas.
Pero otorgar a la praxis en la teoría un punto tan central como lo hacen Adolfo Sánchez Vázquez y Alfred Schmidt en sus respectivas indagaciones filosóficas, pone radicalmente en duda estas
concepciones objetivistas de política e historia. En el concepto de praxis, fundamental para la teoría
marxista, está contenido un factor de rebeldía contra todos aquellos que, desde el escritorio, desde
la central del Partido o desde la patria del proletariado quieren dirigir las actividades de los rebeldes
de todos los países. Puesto que el concepto de praxis ya contiene en sí la mediación de teoría y actividad y, hablando más en general, de sujeto y objeto, y puesto que la separación tajante de ambas
(contenida en la concepción de conducir a las masas a través del Partido) lleva a un completo absurdo con base en reflexiones teóricas, este concepto se resiste al autoritarismo tanto de reformistas
como de ortodoxos. Puesto que ambas corrientes, frente a la espontánea rebeldía de las masas,
gustan de presentar el argumento de que éstas carecen de conocimientos teóricos y de preparación,
a fin de volver a acaudillarlas, la filosofía de la praxis, que en un terreno altamente teórico alega a favor de la praxis, es un aguijón no tan fácil de sacar. Se enfrenta a los cuadros (que pretenden ser superiores a las masas en lo teórico) en su terreno reivindicado como propio. Pero esto no es, en modo
alguno, tomar partido sin más ni más por la actuación espontánea no reflexionada, por el practicismo
17
SCHMIDT, A (1973). Op. cit., p.1117. Schmidt cita aquí según: MARX, K & ENGELS, F (1953). Op. cit.. pp. 452-453.
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y contra la teoría. Tanto a Adolfo Sánchez Vázquez como a Alfred Schmidt, les interesa más bien demostrar en sus interpretaciones de Marx que el teoricismo (y la terca obstinación en la propia preparación teórica frente a aquellos que no la tienen formalmente) no está necesariamente más próximo
al conocimiento teórico que la praxis en el pleno sentido de la palabra18. Así, debe entenderse que
Schmidt, al igual que Sánchez Vázquez, insista en que la “praxis histórica [...] es en sí ‘más teórica’
que la teoría”19.
Estas referencias a la izquierda reformista y a la ortodoxa podrán parecer demasiado anacrónicas a más de una lectora o lector. Realmente lo son a primera vista, dado que la izquierda ‘ortodoxa’ ha quedado en nada a partir de 1989 y la izquierda reformista se ha transformado paralelamente
en un andamiaje político que, si bien tiene bajo su control varios gobiernos de Europa –y últimamente
de América Latina–, en el mejor de los casos, ya no tiene en común con el propio proyecto original
más que el nombre. Mientras al principio del siglo, y en parte incluso en los primeros años posteriores
a la Segunda Guerra Mundial, los partidos socialdemócratas de Europa conceptualizaron la necesidad y la posibilidad de una transición al socialismo -y reformismo no significaba para ellos poner en
duda esa meta sino sólo el camino hacia ella frente a la posición marxiana clásica–, hoy las cosas
son muy distintas. Cuando llegan a impulsarse reformas, ya no es como alternativa a la revolución
socialista, sino como el medio más seguro de garantizar la persistencia del capitalismo, al tratar de
mitigar las consecuencias de sus más absurdas contradicciones con medidas que bien podrían provenir de conservadores ilustrados20.
MATERIALISMO E IDEALISMO
A pesar de todo, estas reflexiones siguen siendo de gran importancia cuando se nos plantea
hoy, con una urgencia no disminuida, el problema de la relación entre teoría y actividad, de subjetividad y relaciones objetivas, de cuadros y base del Partido. Hasta hoy sigue siendo válido que acentuar la significación de la praxis no significa tomar partido lisa y llanamente por la subjetividad frente a
la importancia de las relaciones objetivas. En el concepto crítico filosófico de la praxis, interesa más
bien concebir la relación dialéctica entre estas dos instancias, que solamente se puede contraponer
de manera tan sencilla a nivel terminológico, y entender su importancia. Así, debe seguirse la reflexión de Alfred Schmidt cuando señala que el objetivismo liso y llano y el simple subjetivismo de ninguna manera deben identificarse como contrarios inequívocos, sino que, en determinadas ideologías o formas de acción política, ambos suelen coexistir. Respecto al problema de la relación entre
praxis y conocimiento, al ser un problema filosófico central también para Sánchez Vázquez, Schmidt
observa:
18
Bertolt Brecht expresa una idea parecida cuando en los Diálogos de refugiados, el personaje del intelectual confiesa al
personaje del proletario: “[...] pienso siempre en el filósofo Hegel. He sacado algunas de sus obras de la biblioteca para
no irle a usted a la zaga, filosóficamente hablando.” (BRECH, B (1994) Diálogos de refugiados. Trad. Solar, J. d.
BRECH, B (1994). Narrativa completa. Tomo 7. Madrid, Alianza Editorial, p, 88, cursivas de S.G.) De todos modos, esto
sólo debe entenderse negativamente, es decir, como crítica irónica al teoricismo y no como banal culto al proletario.
Como alusión al simultáneo desdén por las capacidades conceptuales de la clase obrera, chapuceramente elogiada,
que halla su expresión en la sustitución de los clásicos por los libros de texto por parte del partido comunista, el personaje del proletario agrega poco después, volviendo a referirse a Hegel: “Nos dieron extractos de sus obras. En él, como en
los cangrejos, hay que atenerse a los extractos.” (Ibíd., p. 91.)
19
SCHMIDT, A (1983). Op. cit., p. 223.
20
Esta no es una suposición maliciosa, sino sólo un resumen de los más recientes programas de partido y gobierno de la
socialdemocracia europea. Apenas habría hoy un socialdemócrata que siguiera poniendo en tela de juicio la interpretación de estos programas como procapitalistas.
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En el terreno de la praxis concebida se pone de relieve la mala abstracción de un sujeto “carente de mundo”, puramente mental, al igual que la de un mundo “carente de sujeto”, existente en
sí. La praxis como realización efectiva enseña lo vacías que son las alternativas determinadas
fijamente “en la teoría del conocimiento” o en algún invariable punto de vista21.
Así pues, siguiendo tanto a Sánchez Vázquez como a Alfred Schmidt, puede decirse que en la
postura acrítica de la izquierda dogmática, así como de la reformista, se descubre una peculiar combinación de materialismo mecánico e idealismo. Esto no significa que los defensores de esas posiciones lo tengan realmente en claro. Precisamente en la combinación no concebida (o incluso inconsciente) de esas dos tradiciones filosóficas está enterrado el problema teórico22. La aportación
de Marx (y así regresamos a la interpretación hecha por Sánchez Vázquez de las Tesis sobre Feuerbach) consistió en confrontar de manera crítica, es decir, con reflexión, las aportaciones epistemológicas del materialismo mecánico con las del idealismo, para así alcanzar el concepto desarrollado de
praxis. Schmidt subraya que, para Marx,
dadas las ineludibles tareas históricas de la humanidad, ya no se trata de argumentar, desde
principios superiores del ser y del conocimiento (para lo cual poco importa si se les da una interpretación espiritual o material), sino de partir de la “materialidad” –materialidad que es todo,
menos ontológica– de las relaciones vitales del hombre, que “son prácticas desde un principio,
quiero decir, relaciones fundamentadas por la acción”: relaciones de producción y de clase23.
Hay una diferencia entre la interpretación de la obra de Marx de Sánchez Vázquez y la de
Schmidt que queremos mencionar aquí; se expresa claramente en las respectivas investigaciones
sobre el concepto de praxis. Mientras el segundo comprende la praxis humana como prioritariamente económica, el primero, en cambio, cuando llega a abordar formas especiales de praxis, menciona
en particular a la política y la artística. Esta diferencia va acompañada de la diversa ubicación del
centro de gravedad por ambos autores en su lectura de Marx. Mientras Sánchez Vázquez se apoya
principalmente en los escritos juveniles de Marx, dándole no mucha importancia a El capital, Alfred
Schmidt parte de la observación “de que Marx no se muestra de ninguna manera más filósofo cuando se sirve del tradicional lenguaje académico de los filósofos.” Por eso, en su libro acerca del
concepto de naturaleza en Marx, advierte de entrada que
tomaremos [i.e. Schmidt] aquí en consideración, en una medida mucho más amplia que la habitual en las interpretaciones filosóficas de Marx, los escritos político-económicos del periodo
intermedio y maduro de Marx, ante todo el “Rohentwurf” [Grundrisse (borrador)] de “El capital”,
21
SCHMIDT, A (1973). Op. cit., p. 1115.
22
Compárese al respecto. “Marx no ‘combina’ (lo que sería eclecticismo puro) motivos de reflexión de origen idealista y
materialista, sino que dirige la idea (matizada de diversas maneras desde Kant hasta Hegel) de que todo lo inmediato es
ya mediado, contra su formulación hasta entonces idealista” (SCHMIDT, A (1969). Op. cit., p. 11).
23
Ibídem. Schmidt cita aquí de: MARX, K (1982). Notas Marginales al ‘Tratado de Economía Política’ de Adolph Wagner.
Trad. Cast., de Blanco, F. México, Siglo XXI, Cuadernos de Pasado y Presente, núm. 97, p. 40. Schmidt continúa aquí
refiriéndose a Mao: “Éstas reflejan en cada caso no sólo la medida en que la sociedad ha alcanzado un verdadero poder
sobre la naturaleza, sino que determinan el qué y el cómo del conocimiento humano, del horizonte general en el que se
mueve”.
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Stefan GANDLER
Teoría crítica y materialismo hoy: Alfred Schmidt y la filosofía marxista en México
que es extraordinariamente importante para comprender la relación existente entre Hegel y
Marx, y que hasta ahora casi no ha sido utilizado24.
Aunque, en su teoría estética Sánchez Vázquez ciertamente se refiere, en algunas ocasiones, a los escritos político-económicos del Marx intermedio y maduro, sobre todo al Rohentwurf (los
Grundrisse) de El capital25, en sus textos sobre la filosofía de la praxis se centra sobre todo en los escritos juveniles de Marx. Esta orientación, sin embargo, no se debe relacionar directamente con el
“equivocado intento tantas veces realizado hoy, de reducir el pensamiento propiamente filosófico de
Marx a lo dicho en estos textos, particularmente a la antropología de los Manuscritos parisinos”26.
Ocurre más bien que Sánchez Vázquez comparte esta crítica formulada por Alfred Schmidt en
relación con la época de génesis de su libro sobre el concepto de naturaleza:
En estos años, décadas de los 40 y 50, el joven Marx ante la mirada sorprendida de los marxistas, se convierte en propiedad casi privada del pensamiento burgués [...], se buscaba desvalorizar al Marx de la madurez en nombre del joven Marx, y, en este sentido, las interpretaciones y
críticas se convertían por diversos caminos en armas ideológicas e incluso políticas. La transformación del joven Marx en el verdadero Marx [...] afectaba no sólo a los Manuscritos sino a
sus relaciones con la obra de madurez y a su lugar dentro del proceso de formación y constitución del pensamiento de Marx27.
Deslindándose con vehemencia del marxismo de Althusser, Sánchez Vázquez insiste en que
la obra marxiana es indivisible. Si en sus análisis filosóficos sobre el concepto de praxis se basa principalmente en el Marx joven e intermedio, no lo hace necesariamente porque considere ahí a Marx
como ‘más filosófico’, sino porque el tema de la praxis política y creativa está más en primer plano
que en la crítica a la economía política, en la que, ante todo, está en discusión la forma de praxis reproductiva, que sostiene el mundo de los humanos. Esta posición privilegiada que la praxis creativa y
sobre todo la político-revolucionaria ocupa en la Filosofía de la praxis de Sánchez Vázquez frente a
otras formas de praxis, debe entenderse más por la historia de su propia vida que por reflexiones internas de pura teoría. Si se ocupa de Marx, ello se debe ante todo a su actividad política de la
temprana juventud.
El cambio de país, impuesto por motivos políticos (que también afectó a Sánchez Vázquez)
da como resultado una presencia permanente, casi ineludible, de lo político (sobre todo en relación a
su país de origen) en la vida cotidiana de los exiliados. Quiéranlo o no, las consecuencias de su propia praxis política desempeñan en la vida de los exiliados un papel determinante y, para el propio ajetreo de la vida cotidiana, pueden ser más imperiosas que las que surgen directamente de la praxis reproductiva. Estas últimas, por el contrario, determinan la vida cotidiana de los individuos que nunca
se vieron obligados a cambiar de país por motivos políticos, más que la (propia) praxis política y sus
consecuencias. Por eso no constituye un asunto de pura motivación teórica interna, sino procedente
24
SCHMIDT, A (1983). Op. cit., pp.12-13.
25
Véase a SÁNCHEZ VÁZQUEZ, A (1986). Las ideas estéticas de Marx. Ensayos de estética marxista. México, Era, 14ª
reimpresión (1ª ed. 1965), pp. 222-227.
26
SCHMIDT, A (1983). Op. cit., p. 12.
27
SÁNCHEZ VÁZQUEZ, A (1982). Filosofía y economía en el joven Marx. Los Manuscritos de 1844. México, Grijalbo, p.
227.
Utopía y Praxis Latinoamericana. Año 18, No. 61 (2013), pp. 25 - 36
35
de la misma praxis política, el hecho de que Sánchez Vázquez, en el análisis filosófico, se vuelva
más hacia la praxis política que hacia la reproductiva28.
Este resultado de la reflexión acerca de por qué Sánchez Vázquez, pese a su insistencia en
contra de Althusser sobre la unidad de la obra marxiana, deja fuera, en su Filosofía de la praxis, casi
por completo las posteriores contribuciones marxianas, parece encajar armoniosamente, por así decirlo, en el contexto de una reflexión cuyo objeto principal es la relación bilateral entre praxis y
conocimiento.
Sin embargo, queda una duda, y es más que de carácter metódico. ¿No se llegó a esta conclusión con demasiada rapidez: de la praxis a la teoría? ¿Acaso no es uno de los resultados importantes de la interpretación de Sánchez Vázquez de la undécima Tesis sobre Feuerbach, cuando formula sobre ella “se trata de transformar sobre la base de una interpretación”29, el que esta frase, la
más conocida de todas las de Marx, pierde su indiscutible significado si se enuncia con demasiada
precipitación? La respuesta encontrada, ¿no reduce la filosofía a un pensamiento que depende demasiado directamente de la vida cotidiana, sólo que es más sistemático? Si bien es desde luego
agradable que un texto parezca justificarse a sí mismo con rapidez, se impone la cautela para no
hundirse en una banal autoafirmación. De no hacerse así, a la teoría le iría como a la propaganda política, que conoce la verdad sólo como un medio: “[...] la propaganda altera la verdad en cuanto la
pone en su boca”30.
Hay otro lugar donde Sánchez Vázquez entra más de cerca en el Marx de la madurez, y es en
su primer libro sobre Las ideas estéticas de Marx. Pero lo peculiar es que, en sus escritos posteriores, prácticamente ya no vuelve a mencionar El capital ni los Grundrisse. ¿Cuáles pueden haber sido
los motivos de ese cambio? La argumentación expuesta, que proviene de la historia de su vida, puede desde luego explicar la diferente ubicación del centro de gravedad para Schmidt y Sánchez Vázquez al escoger las formas de praxis investigadas, pero difícilmente ayuda a hacer concebible un
cambio teórico más de veinticinco años después del inicio del exilio. Así pues, entremos algo más de
cerca en los aspectos teóricos internos de esta problemática. El propio Sánchez Vázquez valora su
libro Las ideas estéticas de Marx como la primera expresión de cierta magnitud de su ruptura con el
marxismo dogmático. En particular, le interesa cuestionar una relación inmediata de dependencia
entre los desarrollos artísticos y los de índole social:
[...] la historia del arte y de la literatura demuestra que los cambios de sensibilidad estética no surgen espontáneamente, y de ahí la persistencia de criterios y valores estéticos que entran en contradicción con los cambios profundos que se operan ya, en otros campos, de la vida humana31.
28
Brecht ve igualmente una relación directa entre la emigración y la forma de crear la teoría: “La mejor escuela de dialéctica es la emigración. Los dialécticos más agudos son los refugiados. Son refugiados porque se han producido cambios y
ellos solamente estudian los cambios. De los menores indicios deducen los máximos acontecimientos, siempre que
tengan buen juicio. Cuando triunfan sus adversarios, ellos calculan cuánto ha costado la victoria y tienen buen ojo para
las contradicciones” (BRECHT, B (1994). Op. cit., pp. 91-92).
29
SÁNCHEZ VÁZQUEZ, A (1980). Op. cit., p. 166.
30
HORKHEIMER, M & ADORNO, TW (1994). Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos. Trad. Cast., de Sánchez, J.J., Madrid, Trotta, p. 300.
31
SÁNCHEZ VÁZQUEZ, A (1986). Las ideas estéticas de Marx. Ensayos de estética marxista, México, Era, 14ª reimpresión (1ª ed. 1965), p. 227.
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Teoría crítica y materialismo hoy: Alfred Schmidt y la filosofía marxista en México
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Con esto, se plantea la necesidad de un desarrollo independiente –revolucionario– del arte,
incluso en una sociedad que apenas había realizado una revolución, como la de Cuba en los años
sesentas del siglo XX. “La nueva sensibilidad, el nuevo público, la nueva actitud estética tiene que
ser creada; no es fruto de un proceso espontáneo”32.
CONCLUSIONES
Terminamos aquí, no sin subrayar la gran importancia de los esbozos filosóficos de Alfred
Schmidt y Adolfo Sánchez Vázquez para el debate socio teórico actual. Ambo abrieron, comenzando en los tempranos años sesenta del siglo XX, de manera distinta y en lugares geográficos y lingüísticos diferentes, una reflexión teórica. Esta estaba diametralmente opuesta al, hoy dominante, silencio filosófico ante los resultados letales de la forma de reproducción capitalista, que crecen hacia el
cielo. Estaba ubicada, al mismo tiempo, más allá de la reducción del materialismo Marxiano a una
determinación dogmática (que se reduce a una mejor descripción) de las actuales tendencias desubjetivizantes, inherentes a esta forma social. Este dogmatismo “marxista” ha malentendido, más
de una vez, estas tendencias destructivas como una supuesta tendencia “progresista” hacia la
objetivización generalizada.
La muerte de estos dos filósofos es una profunda interrupción y una gran pérdida para el intento, que no tiene fin, de seguir desarrollando la reflexión crítica materialista-filosófica a pesar de
todo y de conceptualizarla dentro de las condiciones de los siglos XX y XXI.
32
Ibídem.