Número 9 (2009)

Un futuro apocalíptico, en que la humanidad ha logrado su autodestrucción. En este paisaje desolado cobra vida un curioso muñeco de trapo, con un número 9 a la espalda. Él era parte, junto a otros ochos seres semejantes, del misterioso trabajo de un científico. Éste desarrollaba sus investigaciones en un contexto en que sus colegas confiaron todo, al progreso y las máquinas, con nefastos resultados. La pregunta que se plantea es: ¿Quedará todavía una chispa del genio humano en estas asombrosas criaturas?

En 2005 el joven licenciado en arquitectura Shane Acker deslumbró a propios y extraños con un corto de animación, 9, con el que logró incluso la nominación al Oscar. Entre los admiradores que le salieron se contaban Tim Burton y Timur Bekmambetov, que decidieron respaldar una prolongación de los temas allí apuntados con la producción de un largo, este Número 9, con la inestimable colaboración de la guionista Pamela Pettler (La novia cadáver, Monster House), decisiva en el desarrollo de los personajes. El resultado es una imaginativa cinta animada de ciencia ficción, con una estética a lo Terminator, que advierte de los excesos de la ciencia, cuando deja a un lado lo que constituye al hombre como hombre; un tema ya apuntado en la también animada WALL·E. Por otro lado, en ese insuflar vida a unos muñecos está presente un tema muy burtoniano, el mito prometeico de Frankenstein, donde la criatura resulta más humana que su creador: piénsese sobre todo en Eduardo Manostijeras.

Sorprende el diseño de los nueve personajes, el cuidado en las texturas de los materiales de que están hechos, y los rasgos de sus personalidades. De algún modo se ha intentado aunar en los nueve lo bueno y lo malo que hay en cada persona: valentía, temores, fuerza, erudición, obsesión, filiación, fraternidad, maternidad... Incluso Número 1, el líder al que se presenta con rasgos paraepiscopales, y que sólo confía en sí mismo hasta el punto de guardar para él ciertos secretos, acaba encontrando la oportunidad de redimirse.