Masters París-Bercy 2018: Khachanov, un gigante con ‘patines’ | Deportes | EL PAÍS
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TENIS

Khachanov, un gigante con ‘patines’

El joven ruso, campeón en París-Bercy, destaca por su movilidad pese a su 1,98. Interrumpió la marcha triunfal de Djokovic en el último trimestre y se aproxima a la zona noble con un juego muy completo

Khachanov posa con el trofeo de París-Bercy el pasado domingo.
Khachanov posa con el trofeo de París-Bercy el pasado domingo.GONZALO FUENTES (REUTERS)

Karen Khachanov (Moscú, 22 años), ganador el pasado domingo de su primer Masters 1000 en París-Bercy, conduce al engaño. Cuando asoma, su corpachón y su 1,98 de altura invitan a pensar en el enésimo bombardero de gatillo fácil y patrón de juego básico, de mente quebradiza. Lo del gatillo es cierto, pero el resto no. El ruso, lector de novela clásica romana y jugador de ajedrez, posee la derecha demoledora tan característica de la nueva hornada de tenistas, pero a la vez ofrece unas prestaciones magníficas en los peloteos y una movilidad de piernas que muchos rivales más bajos (y teóricamente más ágiles) le comprarían sin la menor duda.

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Desde hace tiempo viene avisando Khachanov. Hasta ahora su cosecha era menor –tres títulos de bajo relieve en Moscú, Marsella y Chengdu–, pero en París-Bercy corroboró las sospechas de un nutrido número de especialistas: el joven no es solo una cuestión de futuro, sino también de presente. En la final del torneo interrumpió la fabulosa secuencia de victorias de Novak Djokovic (22 desde el pasado 10 de agosto) e ingresó en el reducido club de adversarios que han sido capaces de tumbar al serbio en una final sobre pista dura: Roger Federer, Rafael Nadal, Andy Murray, Stan Wawrinka y ahora también él, primer ruso que gana un Masters 1000 desde que lo hiciera Nikolay Davydenko (Shanghái 2009).

Admirador de su compatriota Marat Safin, ganador de dos Grand Slams y exnúmero uno, Khachanov progresa escalonadamente hacia su referente y otro de sus espejos, el argentino Juan Martín del Potro. De ambos admira, más allá de su poder con el servicio y la derecha, su capacidad para procesar e interpretar los intercambios de largo recorrido. En estos no solo no se arruga sino que muchas veces gobierna, de modo que su porvenir pinta de fantástica manera en un momento en el que el circuito demanda nuevos vientos y un relevo que se resiste en exceso.

“Marat fue mi referente”, introducía el domingo en la sala de conferencias de Bercy, “pero si debo elegir a uno y copiarle algunas cosas es a Delpo. Con Marat [38 años] no compartí tiempo en el circuito y con Juan Martín [30] sí”, amplió el pegador de Moscú, hijo de dos médicos, instalado ya en el puesto 11 del ranking y uno de los tres tenistas que han alzado su primer 1000 este año junto a Del Potro y John Isner. Asentado en Barcelona, ciudad que le conquistó, estuvo hace un tiempo bajo las coordenadas del español Galo Blanco y obligó a mudarse allí a su preparador actual, el croata Vedran Martic.

A diferencia de otros jóvenes de su quinta, de mente frágil y una tendencia a la dispersión muy generalizada, no se ha dejado ir y ha mantenido una progresión que cobró fuerza en el tapete de Bercy, donde firmó un torneo redondo: Isner, Zverev, Thiem y Djokovic, las víctimas de su empuje. Cuatro top-10 consecutivos a la lona. Khachanov ha sido, junto al segundo (Madrid), el único tenista emergente que ha sido capaz de darle un mordisco este año a la tarta del Masters 1000, acaparada en gran medida por Nadal (3) y Djokovic (2), y las adhesiones de Del Potro (1) Isner y la de él.

Viene avisando Khachanov, un gigante sobre patines que es mucho más de lo que aparenta: derecha, sí; saque, sí. Todo potencia. Y cabeza... también.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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