«La ciencia y la vida diaria no pueden y no deberían estar separadas. La ciencia, para mí, ofrece una explicación parcial de la vida. En su mesura, se basa en hechos, la experiencia y la experimentación». - Rosalind Franklin

El oxígeno es esencial para la vida. La mayoría de los organismos vivos lo necesitan para respirar, incluso el fuego necesita oxígeno para arder.

Invisible, neutro al gusto y sin olor, el oxígeno está a nuestro alrededor. Presente desde el momento en que respiramos por primera vez hasta el momento en que exhalamos por última vez, los estudios de ciencias de la tierra datan la aparición del oxígeno en el registro geológico en torno a los 3.500 millones de años.

¿No resulta entonces extraño afirmar que alguien lo descubrió?

Este no es un caso de encontrar algo tirado en un camino y exclamar «¡Oh! ¡Mira lo que he encontrado!» mientras lo promocionas entre tus amigos. De hecho, tras el descubrimiento del oxígeno, hay una mente aguda, que incluso a veces, divagaba sobre hipótesis imposibles.

Gracias al genio de Joseph Priestley, podemos recibir aire suplementario en caso de emergencia, podemos fusionar metal (o cortarlo) y, después de un día duro, podemos disfrutar de una bebida gaseosa, todo sin la persecución y la mofa que ha padecido por parte de la comunidad científica y de la sociedad en general.

Joseph Priestley era un hombre fuera de lo común. Destacado por sus puntos de vista científicos (tanto los legítimos como los desacreditados durante mucho tiempo) y por su tenaz insistencia en el teísmo, así como por su pernicioso deseo de reconciliarlos.

Pero, ¿fue realmente Priestley quien descubrió el oxígeno?

Para responder a esta pregunta, echa un vistazo a este artículo.

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¡Vamos!

Una breve biografía sobre Joseph Priestley

Joseph Priestley nació el 24 de marzo de 1733 en Yorkshire (Reino Unido). Presumiblemente, su madre tuvo dificultades para lidiar con su primogénito, por lo que lo enviaron a vivir con su abuelo cuando solo tenía un año. Tras la muerte de su madre, se le permitió regresar a la casa familiar pero, cuando su padre se volvió a casar, lo enviaron de nuevo fuera, aunque esta vez a casa de su tía.

Rica y sin hijos, la tía Sarah y su esposo lo adoraban. Se dio cuenta del gran intelecto que tenía, así que, para cultivar su genio, buscó la mejor educación posible para él. La tía Sarah quería que ingresara en una orden religiosa.

La religión desempeñó un papel fundamental en la vida de Priestley.

Químicos famosos
Más que nada, Priestley quería ser sacerdote, pero sus experimentos químicos forzaron una revolución en la ciencia. Créditos: Wikipedia

Su familia era separatista; fue adoctrinado en el sistema de creencias calvinista. Sus creencias religiosas le acarrearon ciertos problemas cuando se enfermó gravemente. A los 16 años, creía seriamente que debería convertirse al cristianismo para salvar su alma, pero temía no tener tiempo para experimentar la conversión antes de morir.

Sobrevivió a esa enfermedad, pero sus convicciones religiosas se vieron seriamente afectadas. Se le prohibió convertirse en miembro de pleno derecho de la iglesia y renunció a cualquier idea de unirse al sacerdocio. Sin embargo, como ya estaba muy avanzado en su educación religiosa, continuó esos estudios, aunque con un giro.

El libro que decidió el camino de su vida fue Observations on Man, escrito por David Hartley. Este libro revolucionó el pensamiento de Priestley sobre la religión, la filosofía y la psicología. De hecho, hizo que dedicara su vida a encontrar pruebas científicas de hechos religiosos y morales.

Para lograr este objetivo, cambió de opinión (nuevamente), dedicándose al sacerdocio.

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Algunos apuntes sobre religión, filosofía y política

Para los científicos, cuanto más descubren, menos dependen de la religión para sus creencias. Priestley hizo exactamente lo contrario: se convirtió en científico para «probar» la religión. El único problema era que sus creencias eran inaceptables para los laicos.

Su primera misión, tras graduarse en la Academia Daventry, no fue tan agradable como cabría pensar. Un puesto fronterizo en un pequeño país con una congregación indignada por sus extravagantes ideas religiosas no le sentó para nada bien. Sus feligreses lo detestaban a él y a sus opiniones. Dejaron de ir a la iglesia y de hacer donaciones.

Las cosas se estaban poniendo mal; incluso su tía, que se había comprometido a apoyarlo si se unía al sacerdocio, le retiró su apoyo cuando descubrió que ya no creía en el calvinismo.

Tres años después de la destitución de su primer cargo, consiguió otro. Esta vez, la congregación no le dio tanto valor a sus creencias, o tal vez las escondió mejor. Cualquiera que sea el caso, fue más productivo allí.

Fundó una escuela, algo que había querido hacer durante mucho tiempo, e impartió clases de filosofía natural. Para hacer las lecciones más atractivas, compró un equipo científico y creó un laboratorio un tanto primitivo. Fue allí donde escribió su obra fundamental: Los rudimentos de la gramática inglesa.

Este volumen fue tan eficaz para disociar la gramática inglesa del latín que llamó la atención de los académicos de la Academia Warrington. Pronto le ofrecieron un puesto de profesor allí, y fue entonces cuando las cosas empezaron a prosperar para Joseph.

A diferencia de Rosalind Franklin, quien desempeñó un papel decisivo en la determinación de la estructura helicoidal del ADN y fue prácticamente ignorada durante su vida, Joseph Priestley fue la comidilla de los círculos científicos, religiosos y políticos.

El descubrimiento del oxígeno
Los estudios de Priestley sobre los gases, como el oxígeno, permitieron que la sociedad y la medicina avanzaran. Créditos: Internet Archive Book Images

El trabajo de Priestley: el descubrimiento del oxígeno

Warrington, con su ambiente académico e intelectual, era conocido como la Atenas del Norte. Joseph y su feroz intelecto pronto se encontraron más ocupados y mejor recibidos que nunca.

Dio conferencias sobre anatomía y continuó sus estudios en ciencias naturales. Tras su declaración de que escribiría un libro sobre la historia de la electricidad, sus colegas organizaron reuniones con los mejores hombres del campo. Durante una visita a Benjamin Franklin, se le animó a realizar experimentos.

Ese fue el comienzo de su trabajo experimental.

En 1774, Priestley había publicado varios libros sobre varios temas, desde política hasta teología, filosofía e historia. Y, por supuesto, ciencia. Entonces, cuando se publicó el primer volumen de Experimentos y observaciones sobre diferentes clases de aire, los académicos lo recibieron con entusiasmo...

Algunos pensaron que abordaba cuestiones de física, mientras que otros creían que estaba dirigido a los químicos y otros se sirvieron de él como una advertencia para los políticos sobre los avances científicos.

Independientemente de cómo se recibió, el trabajo describió varios descubrimientos:

  • Óxido nitroso (llamado aire nítrico, en su trabajo).
  • Ácido clorhídrico anhidro (aire ácido marino).
  • Amoniaco (aire alcalino).
  • Óxido nitroso (aire nitroso desflogistizado).
  • Oxígeno (aire desflogisticado).

El aire desflogisticado era completamente nuevo para él pero, como estaba a punto de hacer una gira por Europa, no tuvo tiempo de investigar más.

Mientras estaba en París, repitió el experimento que condujo a ese descubrimiento en presencia del químico francés Antoine Lavoisier, quien realizó más experimentos con este nuevo «aire». De vuelta en Inglaterra, Joseph se dirigió a su laboratorio para seguir con más experimentos.

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Al enfocar los rayos calientes del sol sobre un bloque de óxido de mercurio, sólido a temperatura ambiente, generó una cantidad de este aire, que probó en ratones. Contrariamente a sus expectativas, los ratones no murieron, por lo que tomó algunas bocanadas. No solo descubrió que podía respirar mejor, sino que el nuevo «aire» también favorecía una mejor combustión.

Estos descubrimientos conformaron el segundo volumen de Experimentos y observación sobre el aire, con un prefacio en el que se explicaba el significado que tenían estos descubrimientos para la religión. Siempre metódico en su cronología, registró cada ápice del estudio y cada perplejidad, dejando las implicaciones más profundas de su descubrimiento del oxígeno para el Volumen III de su serie, publicado en 1777.

Laboratorio de Priestley
Priestley abandonó la química y realizó todo tipo de experimentos químicos después de huir a los EE. UU. Créditos: VisualHunt.com

Resulta difícil saber exactamente quién descubrió el oxígeno primero. Tanto Lavoisier como un farmacéutico sueco llamado Carl Scheele podrían reclamar el primer descubrimiento: los registros muestran que Scheele aisló el gas primero, pero publicó después de Priestley. Lavoisier fue el primero en describir el oxígeno como aire purificado, sin mencionar la teoría del flogisto.

Joseph Priestley recibió el mérito por el descubrimiento de Sheele, aparentemente un hecho bastante común en la ciencia, como pudo observar una de las científicas más reconocidas del mundo, Marie Curie.

Los últimos años de vida de Joseph Priestley

Joseph reclamó legítimamente otros descubrimientos, como el de que el oxígeno era vital para la sangre. Lavoisier presentaría más tarde un artículo en la Academia de Ciencias de Francia sobre ese mismo tema; a su trabajo se le atribuye el derrocamiento de la teoría del flogisto.

La teoría del flogisto se basa en la idea de que un elemento similar al fuego, contenido dentro de elementos combustibles, se libera durante la combustión.

Joseph Priestley se aferró a esta teoría a pesar de que durante mucho tiempo no se creyera y quedar totalmente desacreditada tras el trabajo de Lavoisier. Esa torpeza le costó la estima de la comunidad científica.

Él y Lord Shelburne, su mecenas, tuvieron una pelea. Se desconocen las razones, pero las consecuencias sí se saben: ya no era bienvenido en los círculos científicos, académicos, religiosos o filosóficos, y sin más mecenazgo, Priestley no tuvo más remedio que marcharse de la ciudad.

Él y su familia se mudaron a Birmingham, donde vivieron felices durante diez años... antes de tener que huir para salvar sus vidas.

Historia química
Este tipo de descubrimientos han servido de base para nuestros avances.

La insistencia dogmática de Priestley en sus puntos de vista religiosos y políticos no le sentó bien a los laicos, que se revelaron contra él en un aterrador espectáculo de violencia multitudinaria conocido como los disturbios de Priestley. La familia huyó a los Estados Unidos, donde vivió el resto de su vida.

A diferencia de otros químicos famosos y sus descubrimientos, el trabajo de Joseph Priestley es reconocido en varios círculos académicos, entre los que se encuentran sus contribuciones a la gramática inglesa. De hecho, algunos sostienen que es más conocido por su pedagogía que por cualquier logro científico.

Aún así, su tipo de filosofía fue impactante. Muchas de sus ideas aún perduran en la filosofía utilitaria, una doctrina formada por Herbert Spencer y John Stuart Mill, entre otros.

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Jonás

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