MADRID
Historia

Ruta por el Madrid nazi: "Al pasear por el centro te lo encontrabas lleno de banderas con esv�sticas; hoy ser�a de locos"

Visitas tur�sticas guiadas recorren los lugares donde el r�gimen de Hitler dej� su impronta en la capital durante la d�cada de 1940

Desfile militar en la Gran V�a de Madrid en 1943.
Desfile militar en la Gran V�a de Madrid en 1943.E.M.
Actualizado

Nazis en Madrid, precio: 10 euros. �Pago por adelantado en mano o a trav�s de Bizum�. Se trata de una singular visita tur�stica que recorre uno de los episodios m�s desconocidos de la historia de la capital. A diferencia de Par�s, �msterdam, Praga o Budapest, donde la menci�n a la invasi�n nazi forma parte de cualquier tour, en Madrid resulta m�s sorprendente, ya que la capital de Espa�a nunca fue ocupada por el Tercer Reich. Sin embargo, entre 1940 y 1945 la presencia de esv�sticas, banderas y tipos con uniformes de Hugo Boss form� parte de su paisaje urbano.

A la hora de llegar a la cita, a la altura del n�mero 58 del paseo de la Castellana a las 11 de la ma�ana, un joven de treinta y tantos a�os, entusiasta de la historia y ataviado con un iPad, pasa lista entre quienes se han apuntado al tour de cerca de dos horas que concluir� en Col�n.

Si paseabas por el centro entre 1943 y 1945, te encontrabas un mont�n de banderas con esv�sticas, aunque hoy nos parezca una cosa de locos�, cuenta a GRANMADRID el profesor de la universidad de Maastricht, Pablo del Hierro, autor del libro Madrid, Metr�polis (Neo)Fascista.

En este sentido, el experto enumera una serie de enclaves importantes relacionados con el nazismo como Horcher, restaurante que originariamente se encontraba en Berl�n pero que abri� una franquicia en Espa�a como parte de la influencia expansionista alemana, la sede del Deutsche Bank, la embajada del Tercer Reich -la m�s grande y lujosa de la capital en aquella �poca en el n�mero 20 del Paseo de la Castellana- o la Casa de Alemania, situada en la planta baja del edificio de la Secretar�a General del Movimiento, en la calle Alcal� n�mero 44, entre otros ejemplos.

Una presencia para nada casual. �Estaba todo muy cerca, en una zona que era la favorita para pasear de los madrile�os, el principal pasatiempo de la posguerra, que hac�a que se viera mucho Alemania y que se vieran muchas banderas nazis�, resume. �Fue un trabajo muy importante de los servicios de informaci�n�.

Banca de m�sica militar alemana durante un concierto en Las Ventas.
Banca de m�sica militar alemana durante un concierto en Las Ventas.

Una inmensa maquinaria de propaganda en la que llegaron a estar destinadas m�s de 500 personas bajo el mando de Hans Lazar, que para los nazis ten�a el objetivo de afianzar y consolidar la posici�n de sus servicios de inteligencia en la capital. Un juego de esp�as con una atm�sfera digna de John le Carr� que el periodista de EL MUNDO Alberto Rojas relata en su novela Sangre de Lobos.

Del Hierro tambi�n destaca la importancia de la labor de la Alemania nazi en Madrid en el plano pol�tico, en el que los esfuerzos de Berl�n buscaban que: �el r�gimen de Franco se convierta en un r�gimen lo m�s parecido al nazi y que fuera complaciente con la pol�tica exterior alemana�, asegura. �Por otro lado�, prosigue, la abundante legaci�n alemana en la capital tambi�n tuvo una gran importancia �en el plano econ�mico para afianzar la posici�n de las empresas alemanas y la industria alemana, especialmente en lo relativo al hierro y el wolframio�, esenciales para la producci�n de los Panzer en la zona del Ruhr y Checoslovaquia.

Para ello, en Madrid: �los nazis empleaban sobre todo lo que en ciencia pol�tica se llama poder blando�. Prueba de ello tambi�n son los eventos de car�cter cultural como la exposici�n de Arquitectura Nazi de 1942 en el Retiro que hab�a organizado el propio Albert Speer, en el que �estaban metidos todos los servicios de informaci�n e inteligencia�. Al final, resume del Hierro, �se busca que se imite el modelo de la ciudad alemana del Tercer Reich y afianzar la influencia cultural alemana en Espa�a y posicionar a las �lites espa�olas de manera m�s receptiva hacia Berl�n en competici�n con Londres o Par�s�.

Himmler pasa revista a falangistas durante una visita al Auxilio Social.
Himmler pasa revista a falangistas durante una visita al Auxilio Social.

A medida que avanza el recorrido por el centro de la ciudad, el gu�a utiliza su tableta como una ventana al pasado entre el Madrid de 2024 y el Madrid de hace 80 a�os: durante la d�cada de 1940, cuando en el Colegio Alem�n o en la embajada germana pod�a observarse un devenir de personas vestidas con trajes de Hugo Boss y botas de ca�a alta.

A diferencia de las grandes capitales europeas que sufrieron el yugo de la ocupaci�n nazi, donde la impronta hist�rica y la barbarie de este r�gimen criminal forma parte de cualquier visita tur�stica y en las que incluso existen multitud de tours espec�ficos, en Madrid la huella fue m�s sutil. Aun as�, el gu�a ofrece una experiencia seria, rigurosa y veraz en la que ni se ocultan, ni se blanquea al fascismo o al nazismo.

La impronta nazi en Madrid dej� tambi�n instant�neas asombrosas: una corrida de toros en honor a Himmler con un enorme cartel rojo decorado por un yugo con flechas, la efigie de un toro bravo y una enorme esv�stica en cuya programaci�n figuraban los matadores Marcial Lalanda -al que se obsequi� con un retrato de Hitler-, Rafael Ortega Gallito y Pepe Lu�s V�zquez. Un espect�culo de tauromaquia durante el que el n�mero 2 del Tercer Reich -que antes de jerarca nazi hab�a sido gestor de una granja de pollos- acab� descompuesto (algunos historiadores hablan de desmayo y otros dicen que simplemente vomit�) y disgustado al presenciar un espect�culo que calific� de �cruel�.

Adem�s, en el citado albero de las Ventas tambi�n se celebraron conciertos de m�sica de la banda del ej�rcito alem�n, cuyas instant�neas muestran un enorme despliegue de esv�sticas en el palco y en la arena y durante el que los soldados se encontraban ataviados con uniformes de gala y sus m�ticos cascos Stahlhelm.

Con la derrota total de Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial, la impresionante maquinaria de propaganda nazi en Madrid ces�. Sin embargo, la capital se convirti� en refugio de muchos altos cargos alemanes, donde montaron negocios o vivieron pl�cidamente como socialit�s durante las d�cadas de los 50 y los 60 gracias a la protecci�n estatal.

Las visitas tur�sticas deben reservarse con antelaci�n y cuestan 10 euros.
Las visitas tur�sticas deben reservarse con antelaci�n y cuestan 10 euros.

De este modo, fueron posibles escenas como la siguiente: Un hombre de 1,94 de envergadura y rostro sonriente se sienta alegremente ante un caf� junto a la Gran V�a de Madrid. Se trata del mismo tipo que rescat� a Mussolini en 1943 por �rdenes de Hitler en la Operaci�n Roble o la Operaci�n Greif en las Ardenas, que le vali� el apodo de �el hombre m�s peligroso de Europa�.

Sin embargo, se deja fotografiar charlando un ni�o que vende barquillos mientras esgrime una sonrisa que acent�a su Schmiss, una cicatriz fruto del d�cimo mensur -combates de esgrima a cara descubierta- que disput� en su hermandad universitaria en Viena, de la que siempre se sinti� muy orgulloso. Su oficina en la vecina calle Montera era p�blica y se dejaba fotografiar coqueteando en un caf� con Ilse L�thje, su tercera esposa y sobrina de Hjalmar Schacht, ministro de finanzas de Hitler, o compartiendo risas con Charlton Heston durante el rodaje de una pel�cula.

Otto Skorzeny y Charlton Heston vestido de Julio Cesar, durante el rodaje de una pel�cula en Madrid
Otto Skorzeny y Charlton Heston vestido de Julio Cesar, durante el rodaje de una pel�cula en Madrid

Sin embargo, hay casos �mucho m�s sangrantes como el de L�on Degrelle�, cuenta del Hierro. Condenado a muerte en B�lgica, goz� de la protecci�n del r�gimen de Franco gracias a las simpat�as que ten�a entre jerarcas como Carrero Blanco.

Tras llegar a Espa�a durante un aterrizaje forzoso en el avi�n de Albert Speer, fue escondido en un piso del barrio de Salamanca durante dos a�os por el falangista Narciso Perales y, tras una temporada en Andaluc�a, del Hierro cuenta que �se mud� a la calle Santa Engracia, en una casa al lado de la de Skorzeny�. Unas simpat�as pol�ticas que hicieron que fueran �muy buenos amigos�, llegando Degrelle a montar negocios de tintorer�as en Madrid.