Crítica a texto completo / RHTM 2.0-2.1

FICHA TÉCNICA



Título obra Violinista en el tejado

Autoría Joseph Stein

Dirección Manolo F�bregas

Elenco Manolo F�bregas, Guillermo Orea, Bertha Moss, Armando Arreola, Alonso Casta�o, Juli�n de Meriche, Raquel Olmedo, Carmelita Molina

Coreografía Fernando Azevedo

Música Ruiz Armengol

Productores Manolo F�bregas




Cómo citar Solana, Rafael. "Violinista en el tejado de Stein, dirige Manolo F�bregas". Siempre!, 1970. Reseña Histórica del Teatro en México 2.0-2.1. Sistema de información de la crítica teatral, <criticateatral2021.org>



TRANSCRIPCIÓN CON FORMATO

Siempre!   |   11 de marzo de 1970

Columna Teatro

Violinista en el tejado de Stein, dirige Manolo F�bregas

Rafael Solana

Se estaba reservando Manolo F�bregas, para reaparecer como actor, hasta que encontrase un papel lo suficientemente estelar como para hacer notar su grandeza, y, como empresario, a que surgiese una obra may�scula, de esas que tienen mucha direcci�n, mucha gente, mucha ropa, escenarios, movimiento, algo grande. Y ha encontrado ya todo, el personaje y la obra; de manera que se ha echado a navegar, con viento en popa, en una producci�n que suponemos ha de durarle todo el a�o, y con la que tal vez pueda superar la marca de cinco y medio millones de pesos de entradas que alcanz� con El hombre de la Mancha.

Violinista en el tejado, que es la nueva obra que Manolo nos presenta, tal como en Nueva York, en Londres o en Par�s (a crear algo original prefiere Manolo generalmente reproducir lo que se hace en las grandes capitales) no alcanza, como comedia musical, la perfecci�n, la calidad literaria, la belleza musical, la agilidad, de Mi bella dama, que sigue siendo el non plus ultra de las comedias musicales, y que Manolo mismo nos present� aqu� con esplendor inolvidable; pero quienes hayan admirado Hello, Dolly, o El hombre de la Mancha, encontrar�n que en nada desmerece de esas grandes producciones. La obra de Stein peca tal vez de no pocas obviedades; sus di�logos suelen ser triviales, sus chistes, conocidos; agradecemos que en el episodio del quid pro quo de la venta de la vaca y la petici�n de mano de la hija no se haya insistido mucho, porque eso es un sketch que aqu� es ya archisabid�simo; pero con los incidentes no muy originales de su pieza ha hecho el autor una obra amable, que se va deslizando con suavidad, y a la que s�lo encontramos como defecto, en caso de serlo, cierta disparidad entre los dos actos en que se la divide (parec�a m�s l�gico y m�s equilibrado partirla en tres) porque el primero y m�s largo resulta en todos sentidos m�s ameno, movido y brillante que el segundo, sobre el que domina un tinte de tristeza, de melancol�a.

La direcci�n es soberbia, y, si no por idearla (pues est� copiada) hemos de felicitar a Manolo por realizarla; hay algunos momentos en que est� tan bien movida la escena, llena de gente, que se siente verdadera satisfacci�n de ver evolucionar con exactitud a tantos actores y bailarines sin confundirse ni entrechocarse; el reparto es enorme, y no faltan en �l las estrellas, casi siempre en papeles que no las necesitaban; as�, por ejemplo, para solamente un par de escenas no muy largas cada una, hay all� talentos de la categor�a de un Guillermo Orea o una Bertha Moss, que, por supuesto, hacen verdaderas creaciones de esas escenas breves; tambi�n est�n estupendos Armando Arreola, Alonso Casta�o, Juli�n de Meriche. Deliberadamente estamos escribiendo esta nota sin ver el programa de lujo que nos regal� Fela, para s�lo citar, de las 100 personas que hay all�, a las que se hayan quedado en nuestra memoria; otra de ellas, que nos pareci� deliciosa, encantadora y brillant�sima, es la cubana Raquel Olmedo, linda y �gil, graciosa, y buena cantante; si no temi�ramos ofender su largo curr�culo (pero s�lo la recordamos en �Ah, qu� mujeres!) la propondr�amos como la revelaci�n del a�o, ya que para nosotros lo fue. Y magn�fica y triunfal hemos encontrado una vez m�s a la siempre admirable Carmelita Molina, que es el segundo personaje de la obra, y que se hace grata al p�blico en todo momento.

Manolo es la estrella absoluta, hasta olvidando que es el productor, el director y el due�o de la casa. Canta, y no mal, baila, lo suficiente, se ha caracterizado excelentemente, y tiene una actuaci�n llena de intenci�n y de buen humor, o de resignada tristeza cuando eso pide su escena. Para que no se nos fuese a olvidar que es la estrell�sima recurre a dos expedientes: el ya casi olvidado de tener un reflector que le siga en todo momento, hasta en las escenas m�s oscuras, y el de quedarse s�lo en escena cuando se abre por segunda vez el tel�n, despu�s de permitir en la primera (y en la tercera, y en las que siguen) que toda la compa��a comparta con �l los aplausos.

Un espect�culo grande, y al que poco falt� para ser grandioso, es Violinista en el tejado, con Ruiz Armengol al frente de la orquesta, con Azevedo a la cabeza de los bailarines, con escenas, como el baile de las botellas, o el de la fiesta de la boda, o el de la taberna, que son comedia musical de primer orden y que traen a M�xico un tipo de espect�culo que gusta mucho en Londres o en Nueva York, y que nuestra ciudad no tendr�a si no los trajese, y lo presentase con este esplendor y este lujo, Manolo F�bregas, a quien cada noche el p�blico sepulta bajo el peso de las triples ovaciones que ampliamente se ganan el actor, el director y el productor, a todos los cuales aqu� felicitamos efusivamente.