Los grandes museos del mundo reúnen una colección de obras tan grande que muchas veces actúan como galaxias llenas de estrellas en las que la más brillante no deja ver a las otras. De igual forma, joyas verdaderamente excepcionales de la historia del Arte corren el peligro de pasar desapercibidas ante la desmesurada atención que concentran La Mona Lisa, Las Meninas o los frisos del Partenón en el Louvre, el Prado o el Museo Británico, respectivamente.
El extensísimo catálogo de estas instituciones puede abrumar al visitante, que nunca tendrá suficiente tiempo para dedicar la atención que merecen auténticas obras maestras que abarrotan sus pasillos y paredes. En este artículo te presentamos algunas de estas obras en las que, más allá del fetiche de cada museo, merece la pena detenerse.