Live Is Life: La gran aventura (2021), de Dani de la Torre

1985. A Rodri le acosan unos chicos de su instituto madrileño, pero por suerte acaba el curso, así que viajará en coche con sus padres y su hermana al pueblo gallego donde viven sus abuelos, donde se reencontrará con sus amiguetes de toda la vida. Como el padre de uno de ellos está en coma tras sufrir un accidente laboral, el grupete decide ir en bicicleta en busca de una flor mágica que crece en lo alto de una montaña durante la noche de San Juan, y que según la leyenda puede hacer que se cumplan los deseos.

Con sus dos largometrajes, El desconocido y La sombra de la ley, y la serie La Unidad, Dani de la Torre ha demostrado una potencia visual inusitada en el cine español. Por una vez se sale del thriller para rodar un film nostálgico donde parece haberse implicado a fondo, por su origen gallego, y porque retrata a chicos de la edad que él mismo tendría durante los años en que triunfaba la canción emblemática de la banda austriaca Opus que da título al film. Abundan los elementos nostálgicos, o sea que por la pantalla aparecen helados de entonces, cromos de fútbol, teléfonos antiguos, o programas como “Un, dos, tres”, que reunían a toda la familia frente al televisor.

Pocos directores españoles saldrían airosos de un film que remite a Cuenta conmigo, y a algunas producciones ochenteras de Steven Spielberg. Pero De la Torre sale airoso de las secuencias de persecuciones o peleas, que suelen desentonar en las producciones patrias. Por otro lado, su inseparable colaborador Josu Inchaustegui, director de fotografía, filma unas inspiradoras secuencias que explotan la riqueza natural de las localizaciones.

Impulsó el proyecto el guionista, Albert Espinosa, que funde dos textos suyos, “Retazos” y “El libro de los secretos”. El libretista de Planta 4ª y Pulseras rojas logra una vez más que sus chavales se comporten y hablen como tales, y aunque su trabajo tiene un tono positivo, no oculta realidades duras del momento que retrata, como el bullying escolar, o los estragos que causó el narcotráfico en Galicia. Aborda temas como la amistad, la asunción de responsabilidades en una época de la vida en la que se deja atrás la infancia, el primer amor, la rebeldía y la necesidad de mantener la esperanza cuando sobreviene una enfermedad terminal. El film no funcionaría sin el asombroso trabajo del debutante en el largometraje Adrián Baena, al frente de un reparto juvenil desconocido a su altura.