Civil War (2024), de Alex Garland

Guerra civil en Estados Unidos. El Frente del Oeste lleva todas las de ganar, y el presidente de los Estados Unidos (¿o habría que decir “Desunidos”?) tiene los días contados, por más que se empeñe en transmitir a través de los medios de comunicación que la victoria final será suya. En tal tesitura un grupo de periodistas de guerra establecidos en Nueva York deciden emprender un peligroso viaje a Washington con el fin de la lograr una entrevista exclusiva con el inquilino de la Casa Blanca. Integran la expedición la mítica fotógrafa Lee Smith, el entrevistador Joel, y el veterano mentor de ambos del New York Times Sammy, a los que se suma una jovencita, Jessie Cullen, gran admiradora del trabajo de Lee y también aspira a convertirse en una gran reportera gráfica.

Película escrita y dirigida por el británico especialista en distopías Alex Garland (Nunca me abandones, Ex Machina), a la que como mínimo hay que reconocer que se estrena en el momento adecuado, con una sociedad estadounidense en año electoral más polarizada que nunca, y en que una segunda guerra civil no parece un escenario imposible. Lo que sí puede decepcionar un tanto es la renuncia a ahondar en las causas de la división que se vive en la actualidad, también en otros puntos del globo, de hecho los bandos que confrontan en el film están completamente desdibujados, hasta el punto de que parece improbable en la actualidad que haya un Frente del Oeste con Texas y California, mientras que las ideas del presidente no se muestran, lo único que parece preocuparle es resistir, o al menos sobrevivir.

De modo que el cínico film acaba reduciéndose a una trama típica de periodismo de guerra, estructurada como una “road movie”, en que acompañamos a los cuatro protagonistas en su descenso a los infiernos, donde se topan con el horror con distintos rostros, ya sea con personajes torturados, asesinatos masivos y fosas comunes. La única idea que asoma, tal vez, es la del racismo, en que unos energúmenos deciden quién es o no “americano”. Pero más allá de eso tenemos una visión de la labor informativa que parece reducirse a documentar lo que ocurre, de modo objetivo, sin juzgar ni dejarse dominar por los sentimientos, aunque luego asome el histerismo cuando se pisotea la dignidad humana, son las paradojas que se sugieren, también en la evolución de la relación de Lee y Jessie, que casi podría considerarse la traslación de lo que hizo Joseph L. Mankiewicz en el ámbito del teatro en Eva al desnudo, a la profesión informativa. Los actores Kirsten Dunst, Wagner Moura, Stephen McKinley Henderson y Cailee Spaeny hacen un trabajo correcto, pero sus personajes no son memorables, ni parece que se pretende que lo sean. Mientras que a Jesse Plemons se le da estupendamente hacer de terrorífico descerebrado.

Garland es un cineasta poderoso, que sabe rodar, y entrega un buen puñado de escenas muy vigorosas, se nota además que ha gozado de un presupuesto generoso. Pero en los primeros compases cae en los clichés del subgénero del periodismo bélico, y cuando estamos en el interior de la Casa Blanca lo que nos ofrece se acerca al videojuego. No sé, tal vez es lo que pretende, burlarse de todo esto, pero a la postre, desconcierta un poco.