Sebastián Cristóforo: por qué volvió de Europa a Peñarol, el manejo del dinero y el plan después de retirarse - EL PAÍS Uruguay

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ENTREVISTA

Sebastián Cristóforo: por qué volvió de Europa a Peñarol, el manejo del dinero y el plan después de retirarse

El mediocampista de Peñarol atraviesa un gran presente: en tres meses suma casi la misma cantidad de minutos jugados que en toda la temporada pasada.

Sebastián Cristóforo ante la marca de Sosa.
Sebastián Cristóforo ante la marca de Sosa.
Foto: Estefanía Leal.

Por Diego Domínguez
No es el futbolista más rápido. Tampoco el más habilidoso. Ni siquiera uno de los más altos o el más fuerte en el cabezazo dentro del plantel de Peñarol.Pero sí, a sus 29 años y después de romperse dos veces los ligamentos cruzados en Europa, Sebastián Cristóforo se logró recomponer y sacar a flote sus principales cualidades futbolísticas para hoy funcionar como el tractor del equipo en la mitad de la cancha.

Es de hablar poco. En general, lo hace más sobre el césped que delante de los micrófonos. Sin embargo, ayer fue él mismo quien se mostró predispuesto a conversar, y así se lo comunicó a Diego Pérez, el jefe de prensa del club. “Estoy falto de ritmo. Hace tiempo que no hablo”, le confiesa a Ovación entre risas.

Con nueve meses consumados desde su vuelta a Uruguay, el mediocampista --que viste la camiseta número 5- sigue teniendo muchas similitudes con aquel joven de 19 años que emigró a España sombreado por la incertidumbre. Es aún fanático de comer asado con los amigos (aunque no toma alcohol), disfruta como nunca las charlas de fútbol con su abuelo y conserva ese rasgo competitivo que lo lleva a pelearse con su hermano por un partido de PlayStation.

Cree que haber pegado la vuelta le hizo bien. Y al menos en números parece tener razón: en tres meses del año ya sumó casi la misma cantidad de minutos (1.020) que en toda la temporada pasada (1.155) entre Cartagena y Peñarol. “Vine porque este era el momento; cerró todo por todos lados. (...) Hubo propuestas de otros lados. Estuve muchos años en Europa, me acostumbré y me gustó, pero también me tiraba mucho estar acá, volver y poder jugar de nuevo en el cuadro del que salí. Eso era lo que más quería en ese momento y estoy loco de la vida por haber venido”, dice.

El equipo está primero, a cinco puntos de ventaja de sus escoltas en el Torneo Apertura, y él feliz. Es, a día de hoy, uno de los nombres puestos en el once titular de Alfredo Arias, con 10 presencias de 12 posibles.

Sebastián Cristóforo en el partido entre Liverpool y Peñarol en Belvedere.
Sebastián Cristóforo en el partido entre Liverpool y Peñarol en Belvedere.
Foto: Juan Manuel Ramos.

A 10 años de su primer despegue de Uruguay, se encontró con un país bien distinto al de su partida. Incluso, notó un cambio sustancial en la manera de entrenar de una década a la otra: “Me fui muy chico y en el medio cambió mucha cosa: construcciones, apartamentos, lugares. Hasta el entrenamiento, que ahora es mucho más profesional. Se ha mejorado mucho en todo y eso está buenísimo”.

En tantos años, no solo se trastocaron sus costumbres -cuando no tenés el día a día de Uruguay, más lo extrañás y lo querés-, sino también su metodología de juego. “Acá creo que hay menos tiempo para pensar. Es mucho más intenso y, por momentos, entreverado. Tenés que tomar decisiones rápidas porque, para mí, es más agresivo el tema de la marca”.

De Santa Rosa a Sevilla

Sebastián Cristóforo
Archivo El País

Yo no sabía hacer nada de lo más mínimo: ni pagar una cuenta, la luz, cocinarme o hacer las compras.

Cristóforo partió del baby de Unión Santa Rosa (en Shangrilá) al primer mundo con una sola escala: Peñarol.

Puso los ojos en él Fabián Coito, entonces entrenador de juveniles en el club, que lo vio jugando en la Liga Interbalnearia y esa misma noche se contactó con su mamá. “Me gustó desde el primer momento por su capacidad para asociarse, jugar, conectar defensa y ataque, pese a que era baby fútbol. Lo vi siempre en movimiento, activo, y muy poco caminando”.

A partir de que desembarcó en Peñarol, pasó todo muy rápido para Cristóforo, que no tuvo tiempo de nada: debutó con la edad de un juvenil (17) en el primer equipo, que en ese mismo semestre llegó a la final de la Copa Libertadores. Luego, en el amanecer del 2012, convirtió su primer gol en el estreno clásico contra Nacional y, cuando quiso acordar, tuvo que armar las valijas y subirse a un avión con su madre y un representante para, de pronto, comenzar a ganar miles y miles de dólares en el Sevilla.

“Fue una forma de crecer. Pasé de vivir con mi familia a vivir solo y fue todo nuevo. Tenés que aprender todos los quehaceres, que antes no tenías idea que existían, conocer la ciudad, saber a dónde ir. Yo no sabía hacer nada de lo más mínimo: ni pagar una cuenta, la luz, cocinarme o hacer las compras. Sí podía ayudar en casa a mi madre con algo, pero hasta que no tuve la necesidad de hacerlo no me dí cuenta. Salir tan joven a un pais extranjero y lejos de tu familia, al final, te hace resolver esas cosas solo, porque es una nueva forma de vivir”, señala.

Sebastián Cristóforo. Foto: EFE

“Hasta no irte y valorar dónde estabas, no te das cuenta. Con el paso del tiempo, cuando te vas, valorás dónde estuviste, pero en el día a día lo ves normal, como algo cotidiano. Ni siquiera lo llegás a disfrutar”, recuerda Cristóforo, que vivió los primeros dos meses acompañado de su madre y luego pasó por Fiorentina, Getafe, Eibar, Girona y Cartagena.

Estaría bueno tener una materia que te enseñe las reglas básicas del dinero

La adaptación a Europa: el Sevilla

Sebastián Cristóforo en Sevilla-Basilea. Foto: EFE
LAURENT GILLIERON

Durante los primeros tiempos en Sevilla, donde ganó tres Europa League, iba y venía de la mano con el grupete de argentinos que jugaban en el equipo, caso Diego Perotti y Nicolás Pareja. Junto a ellos y al colombiano Carlos Bacca, a quien le alquilaba la casa, consiguió soltarse en poco tiempo. Conoció enseguida los puntos clave de la ciudad y aprendió a administrar el dinero que llegaba en cantidades sustancialmente mayores a las de Peñarol: “Estaría bueno tener una materia o algo que te enseñe para que te den las reglas básicas del dinero, de cómo funciona, de qué se puede hacer. La carrera del jugador es muy corta y son pocos años donde podés hacer una diferencia e invertir en algo. Es bueno tener una base”, sugiere ante una consulta de Ovación relacionada a la educación financiera.

Dentro de los aprendizajes, el hombre que hoy es un todoterreno adentro de la cancha, también aprovechó para dotarse en la cocina, tal vez uno de los rubros en los que más flaquea. En plena pandemia europea, se animó a sacar sus primeras pizzas y tortillas de papas.

Hombre de los amigos

Sebastián Cristóforo en el festejo de Sevilla. Foto: Reuters
MARCELO DEL POZO

El día que deje (la carrera), me gustaría volver a jugar con mis amigos.

Hay quienes dicen -en especial personas cercanas a Cristóforo- que a día de hoy es un jugador que “no destaca en nada”, pero a la vez “hace bien todo” en Peñarol. La polifuncionalidad, que se desnuda por sí sola cuando se lo ve tirándose al piso al recuperar una pelota para, a los pocos minutos, ofrecer claridad en una salida defensiva del equipo, también era un don común de su niñez. Y lo fue durante muchos años.

Y es que, además de jugar al fútbol, el pequeño Sebastián era, también, un apasionado por el hándbol. Tanto así que se recuerda como un “metedor”, más aguerrido que talentoso, al que le daban órdenes los más experimentados. “Me divertí mucho en esa época de mi vida. Jugaba en la cancha, después pasé a golero y veía a compañeros, que eran buenos, que te decían ‘ponete acá’ o ‘allá’ porque uno no entendía nada. Ahora varios (Facundo Liston, Rodrigo Botejara) están en la selección”.

El deporte, sumado a la competencia con Federico -su hermano, quien hoy es futbolista del Club Sportivo San Lorenzo (Paraguay)- hicieron a Cristóforo ser un profesional desde muy chico. Fue siempre, de todas formas, un amigo más dentro del grupo de amigos, aunque contadas veces pudo disfrutar a la par con ellos. Por eso, el día de mañana, sueña: “El día que deje (la carrera), me gustaría volver a jugar con mis amigos”.

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