La arquitectura persa islámica parece escapar al influjo de la gravedad. En la mezquita del Shah, se pasa directamente de un espacio cubierto y completo en sí mismo a otro a la intemperie. Pero nunca hay sensación de encierro y el escenario arquitectónico que nos rodea es siempre perfecto.
Isfahán es una de las ciudades más bellas e interesantes del mundo y su plaza Naghsh-i Jahan, una de las más humanas que se pueden conocer. Probablemente, porque fue la capital del imperio selyúcida y safávida o porque tiene edificios musulmanes, cristianos, judíos y zoroastristas. Da igual, lo que importa es que, una vez que se ve, es inevitable volver. De Isfahán dicen que tiene los comerciantes más hábiles, que es conservadora, que ama la familia y que posee las mejores facultades de ingeniería y arquitectura del país.