Qué ver en Hondarribia, el pueblo medieval más bonito de Guipúzcoa

Medieval y marinera

Qué ver en Hondarribia, el pueblo medieval más bonito de Guipúzcoa

Con sus calles adoquinadas y coloridos balcones repletos de flores, es una de las postales urbanas más hermosas de la costa guipuzcoana.

En su libro de viajes Los Pirineos, Victor Hugo describió Hondarribia como “la silueta de un pueblo de oro, con campanario agudo, al fondo de un golfo azul, en una extensión inmensa”. Años después, Pio Baroja dijo que la ciudad era “una mezcla arcaica y moderna” y situó allí a algunos de sus personajes. Durante aquel tiempo, el pueblo amurallado fue uno de los enclaves preferidos de la burguesía vasca y, siglos antes, una localidad estratégica situada en la frontera con Francia por la que pasaron monarcas como Juana de Castilla o Isabel de Valois. 

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Hondarribia, una excursión perfecta desde San Sebastián

Actualmente, Hondarribia, situada a poco más de 20 kilómetros de San Sebastián, es una de las ciudades más visitadas de la costa guipuzcoana, no solo por su importancia histórica, perceptible aún en los edificios antiguos y las murallas que rodean el casco viejo, sino también por haberse consolidado como una de las postales más bellas de Euskadi, a propósito de sus coloridas e incansablemente fotografiadas casas de pescadores.

 

Hondarribia
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Un casco antiguo amurallado

La mejor manera de adentrarse en el corazón de Hondarribia es cruzando la Puerta de Santa María, uno de los dos accesos al interior de las murallas medievales de la ciudad. Frente al portón de piedra caliza traída del monte Jaizkibel, un “Hatxero” (el soldado que abría paso a las tropas) da la bienvenida a los visitantes, invitándoles a cruzar el umbral sobre el que se encuentra el escudo de la ciudad, del año 1694.

 

Una vez dentro, Hondarribia se despliega a lo largo de la calle principal o Kale Nagusia, un pasaje de suelo adoquinado del que parten todas las callejuelas que conforman la ciudad. Avanzando a través de esta calle se pueden contemplar algunos de los edificios históricos más importantes, como la Casa Consistorial de estilo barroco, la Casa Ladrón de Guevara de ladrillo azul vitrificado, la Casa Iriarte con su particular entramado de madera, el Palacio Zuloaga o la Casa Casadevante, donde se firmó la tregua después de que las tropas del rey Luis XIII de Francia sitiara la ciudad durante la Guerra de los Treinta Años.

 

 

En Kale Nagusia se alza la grandiosa Iglesia de Santa María de la Asunción y del Manzano, un templo de estilo gótico con elementos renacentistas que se construyó entre los siglos XV y XVI sobre un tramo de la muralla medieval. También está el Palacio Egiluz, conocido popularmente como “Casa de Juana la Loca” ya que, según cuenta la leyenda, allí se alojaron la futura reina de Castilla y Felipe el Hermoso durante su viaje de Flandes a Castilla, antes de ser proclamados príncipes herederos. 

 

Perdiéndose entre las angostas calles del centro histórico se descubren tiendas de artesanías, pequeñas galerías de arte, restaurantes, tabernas, plazas como la antiquísima Plaza del Obispo o la hermosa y reciente Plaza de Guipúzcoa, construida en el siglo XX siguiendo la arquitectura vasca tradicional. Sin embargo, la imagen más codiciada de Hondarribia se percibe desde la Plaza de Armas, desde donde los visitantes pueden contemplar tanto el antiguo Castillo de Carlos V, convertido en el Parador de Hondarribia, como las preciosas casas de coloridos balcones de madera y flores de la calle San Nikolas. 

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La Marina, entre pintxos y casas de pescadores

Bajando desde la Plaza de Armas a la parte inferior de la ciudad, con las vistas de la bahía Txingudi de fondo, pronto se llega a la Marina, el centro neurálgico de Hondarribia. En este antiguo barrio de pescadores todavía se conservan las casas tradicionales de paredes blancas y balcones, ventanas y contraventanas pintadas de rojo, verde y azul. Se dice que, antiguamente, los pescadores utilizaban la pintura sobrante de los barcos para avivar las fachadas de sus casas, detalle por el cual el barrio de la Marina ha sido catalogado como Monumento Histórico Artístico

 

Paseando por las calles Santiago y San Pedro, se percibe el alegre y bullicioso ambiente de la Marina, cuyas amplias vías repletas de tiendas, bares y restaurantes en los que degustar los mejores pintxos y el pescado de la bahía, contrastan con la calma del casco histórico. Recorriendo la Marina en seguida se atisba el puerto de Hondarribia, ubicado en la desembocadura del río Bidasoa, desde donde se alcanza a ver Hendaya, situada al otro lado de la frontera con Francia. 

 

Después de andar por el muelle, curiosear los barcos desde la distancia y bordear el paseo marítimo se pueden tomar dos direcciones: o bien avanzar hasta llegar a la playa de Hondarribia, o bien realizar un trayecto de apenas diez minutos en barco para cruzar al otro lado del río y adentrarse en la vecina localidad Francesa. 

Pitxhos
D.R.

dónde comer en HONDARRIBIA

Si hay una postal conocida de la localidad -con permiso del alarde que se celebra en septiembre- es la de las fachadas de colores de las casas de la calle San Pedro, una de las más populares de bares y pintxos de Hondarribia.

Un par de recomendaciones para quienes quieran empezar sobre seguro: el bar Sardara y su famoso pintxo Barbalada (en la imagen) a base de bacalao en tres texturas que hace unos años le valió el premio al mejor de Euskadi; y los picantes de Ignacio Taberna, otro de esos bares que todo el mundo conoce y frecuenta por allí.

La oferta gastronómica para quienes busquen algo más serio es realmente amplia. Estamos en el País Vasco y ya se sabe que aquí no se bromea con lo de comer. Además del restaurante Mahasti, si se le hace caso a Michelin hay que pasar por el restaurante Alameda, distinguido con una Estrella y con menú degustación a partir de 115 euros.

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Mirando a Francia

Pasar un día en Hondarribia es la oportunidad ideal para aventurarse a descubrir Hendaya o, por lo menos, acercarse a su playa o seguir hasta la playa Les Deux-Jumeaux. Estar al otro lado del puerto también permite disfrutar de una de las mejores vistas de Hondarribia, cuyos cimientos medievales se construyeron sobre la colina en la que aún resiste la antigua muralla con la intención de tener una amplia perspectiva que les permitiera detectar quién llegaba del mar y quién venía de la frontera francesa. 

 

A pocos kilómetros a pie del puerto, se encuentra la famosa Isla de los Faisanes, un islote fluvial cuya soberanía comparten Francia y España, turnándose la administración cada seis meses, excepto en el día conmemorativo en el que la isla pertenece a ambos. Este peculiar enclave de gran importancia histórica fue el escenario en el que se celebró la boda entre María Teresa de Austria (hija del rey Felipe IV de España y la princesa Isabel de Francia) y Luis XIV de Francia, el 9 de junio de 1660. 

 

El pintor Diego Velázquez, quien previamente había retratado a María Teresa de Austria cuando esta tenía 15 años, estuvo presente en el acontecimiento. Después de haber escalado en la corte de Felipe IV, llegando a ocupar el cargo de aposentador real, Velázquez recibió la tarea de levantar el pabellón construido en la Isla de los Faisanes en el que Francia y España firmaron  la Paz de los Pirineos, además de supervisar la organización del evento que sellaría el acuerdo: el matrimonio entre la infanta y Luis XIV. Agotado después de pasar tres meses en Guipúzcoa al frente del complejo tratado, el genio andaluz regresó a Madrid y murió al poco tiempo. 

Jaizkibel
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A pies del monte Jaizkibel

Otra opción para completar el día en Hondarribia es lanzarse a explorar el maravilloso monte Jaizkibel, considerado el más hermoso de Guipúzcoa. Esta preciosa montaña de 543 metros sobre el mar es el segundo monte costero más alto de España, después de Vixía da Herbeira en A Coruña, y tiene unos espectaculares acantilados de hasta 240 metros que caen hasta tocar las aguas.

Al estar situado al lado de Hondarribia, Jaizkibel es un lugar lleno de vida: desde primera hora de la mañana se puede ver a los senderistas, ciclistas, excursionistas y viajeros que se adentran en sus caminos y bosques. Además, el paraje contiene obras de ingeniería civil y militar como el Santuario de Guadalupe, las cinco torres de la última Guerra Carlista y dos fuertes militares que bien merecen una visita. 

Quienes llegan a la cima de la montaña se pueden deleitar con una incomparable panorámica del golfo de Vizcaya, divisando la bahía de Txingudi, Hondarribia, las vecinas Hendaya e Irún y el resto de la costa francesa. Por el contrario, los que decidan bajar a los pies del monte descubrirán algunas de las mejores playas de piedra de la zona, como la Playa de los Frailes, o las Bañeras del Jaizkibel, unas pozas de agua dulce a pocos metros de las olas ideales para darse un baño refrescante para finalizar el viaje.