Tomás Rufo dejó una tarde importante ayer en Las Ventas en la sexta de San Isidro. El diestro de Pepino cortó una oreja al tercero de la tarde tras una faena de entrega y temple. No pudo cortar otro premio en el sexto que le abriera la Puerta Grande, pero tendrá una nueva oportunidad el próximo jueves 23 de mayo con la corrida del Puerto de San Lorenzo.
Entre el encierro, el tercero fue el de más categoría embistiendo a pesar de que su falta de fuerzas le lastraba en los momentos claves de la serie. Con clase y siempre con el pitón de adentro, el de Victoriano del Río buscó por abajo la templada faena de Tomás Rufo, que sacó su raza en un inicio por abajo de rodillas sometiendo mucho al toro. Una exigencia a la que el astado respondió perdiendo las manos en las distancias cortas justo antes del remate de las series. Midió el toledano el metraje de las series, sin renunciar a la ligazón, siempre quedándose en el sitio con toreo serio, muy asentado de plantas y templado. Cuando ya el toro marcaba su falta de fondo y el de Pepino estaba entregado, llegó la voltereta ante la falta de pujanza del astado que se quedó dormido en mitad del viaje. Salió Rufo enrabietado, para ligar tres naturales que terminaron con la faena in crescendo. Tras media estocada en buen sitio, todo hizo que el público pidiera la oreja que fue concedida.
Con el sexto, tan grande como alejado de la armonía, rondando los 600 kilos sin estar lleno ni rematado, buscó Tomás Rufo el fondo y la entrega de un toro cuyas embestidas no llegaban hasta el final por sus propias hechuras. Siempre en el límite de pararse, lo llevó muy tapado el toledano, con un toque fuerte como embroque, para tirar de las embestida. Sin embargo, no tuvo el fondo de ganadería brava y respondió viniéndose a menos cuando tuvo que aparecer la entrega.