• 21 directoras olvidadas de la historia del cine que deberías conocer.

Las grandes mujeres que hay detrás de los grandes hombres, parafraseando la popular frase, solo son mujeres a las que el sistema patriarcal no les dejó brillar por sí mismas. Mujeres que, como es el caso de Polly Platt, nunca recibieron el mérito que les correspondía. ¿Sería tan buena ‘La última película’, una de las películas más aclamadas del Nuevo Hollywood de los 70, sin sus múltiples aportaciones y su colaboración estrecha con su por aquel entonces marido Peter Bogdanovich? ¿Hubiese brillado tanto James L. Brooks como director en los 80 sin su ayuda? ¿Hubiesen sido tan prometedoras las carreras de Cameron Crowe o Wes Anderson sin su figura de mentora? ¿Habría existido ‘Los Simpsons’ de no ser por su genial ojo para captar el potencial y el talento?

El reputado podcast ‘You must remember this’ de Karina Longworth ha dedicado este verano una serie de diez episodios a la vida y carrera de Polly Platt, a través de sus memorias jamás publicadas, ‘It was worth it’, pero también de las declaraciones de sus hijas Antonia y Sashy, compañeros de trabajo, amigos y demás personas que la conocieron. Platt pensaba que esas historias que escribió antes de su muerte en 2011, a los 72 años de edad, no interesaban a nadie, que eran solo experiencias personales y cotilleos, pero todo lo contrario: no solo dejan constancia de sus contribuciones rara vez acreditadas y su imponente carrera a contracorriente en Hollywood, sino que también nos ayuda a dibujar la situación de las mujeres creativas en aquella época, especialmente en los años del tan aplaudido (y preocupantemente masculinizado) Nuevo Hollywood.

Antes de participar en películas icónicas como ‘¿Qué me pasa, doctor?’, ‘Ha nacido una estrella’, ‘La fuerza del cariño’, ‘Las brujas de Eastwick’ o ‘Al filo de la noticia’, Platt vivió una vida intensa: un padre ausente por la Segunda Guerra Mundial, una madre con tendencias suicidas, una familia de la que encargarse, un alcoholismo incipiente desde la adolescencia, un embarazo que acabó en adopción, un primer marido que murió prematuramente en un accidente, un aprendizaje sobre el cine entre las películas de John Ford y una visita furtiva a un rodaje de Sam Peckinpah… A los 20 años, ya había superado adicciones, dado a luz, quedado viuda y declarado amante incondicional del séptimo arte.

Y su vida como una de las mejores directoras de arte de Hollywood (además de guionista, productora y un largo etcétera de funciones que no pueden etiquetarse) aún estaba por comenzar.

peter bogdanovich y polly platt
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A la sombra de Peter Bogdanovich

Polly Platt conoció a un crítico con aspiraciones a cineasta llamado Peter Bogdanovich en el Nueva York de principios de los 60. “Me gustó inmediatamente”, recuerda en sus memorias. “Era todo lo que quería: fuerte, arrogante, idealista, serio sobre su trabajo, talentoso y encantador”, escribe, describiendo cómo, en el momento de su primera cita, habló sin parar de que le acababan de publicar un libro sobre Orson Welles. Curiosamente, no demasiados años después, cuando la pareja ya casada vivía en Los Angeles persiguiendo su sueño en Hollywood, el director de ‘Ciudadano Kane’ y otros tantos grandes directores de los años 30 y 40 les invitaban a cenar a sus mansiones y a asistir a sus fiestas. Y es que la pareja fue uno de los tándems creativos más potentes y fructíferos de la época, aunque, hoy día, solo le recordemos a él como uno de los nombres más destacados del Nuevo Hollywood.

Sin embargo, ateniéndose a los hechos, puede afirmarse que Bogdanovich no habría llegado a donde lo hizo sin Platt. Para empezar, ella encendió la mecha para conocer a Welles, Lang, Ford, Hawks y compañía cuando entabló amistad con un editor de la revista Esquire, que les encargó una serie de perfiles sobre cineastas legendarios. Entrevistas y piezas que ambos realizaron, pero que solo firmó su marido. La cuestión del ‘crédito’ es una de las más polémicas de la historia de Polly Platt, y quizás una de las que más se arrepintió la productora en la última etapa de su carrera. Esos artículos les abrieron las puertas de los círculos más influyentes de la ciudad. Y no las desaprovecharon.

Hay algunas anécdotas de aquellos encuentros que hablan por sí solas del ecosistema de la industria. Una noche, la pareja cenaba con Howard Hawks y su jovencísima novia, que no paraba de acaparar las miradas de los hombres de la mesa. Cuando se ausentó un momento para ir al baño, Hawks se inclinó para acercarse a Peter y le dijo: “Ese es el tipo de mujer con la que tienes que salir para triunfar aquí”. Polly estaba sentada entre ambos. “Era como si no existiera”, recuerda en sus memorias. Aunque tardó unos años, Peter acabó por hacer caso a uno de sus ídolos y empezó una aventura con la jovencísima actriz Cybill Shepherd, por la que acabaría abandonando a su mujer y sus dos hijas.

film director peter bogdanovich with actress cybill shepherd photographed in may 1974 just prior to the release of daisy miller photo by jack mitchellgetty images
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Esa ruptura se produjo durante el rodaje de la que es probablemente la principal película por la que se recuerda a Peter Bogdanovich: ‘La última película’. Un proyecto al que dio comienzo Polly proponiendo adaptar el libro de Larry McMurtry, quien ejercería de guionista y que asegura en declaraciones exclusivas para el podcast: “No le encontré [a Bogdanovich] muy conectado con la historia y no creo que lo hubiese podido llevar adelante por sí mismo; Polly estaba en una mejor posición para hacer la historia”. Y, en cierta manera, se puede decir que ella quien hizo gran parte del proyecto: como directora de arte (el único crédito oficial que recibió en la película) escogió todas las localizaciones y construyó los sets, pero además fue la responsable de vestuario, maquillaje y peluquería (porque no había presupuesto para contratar a más gente) y adoptó labores de productora. Y hay más: convenció a Bogdanovich de que la película tenía que ser en blanco y negro, decidió que tendría un tono realista en lugar de idealizado y despegó la historia de su tiempo para hacerla atemporal. “Nadie estaba tan comprometido con la película como Polly”, asegura Longworth. Y gran parte de todo este proceso lo vivió mientras estaba embarazada de su segunda hija, viendo cómo su marido se alejaba más y más de ella y peinando y maquillando cada día a la mujer con la que la estaba engañando.

Pero aquí hay que entender algo sobre Platt, que explica muchas cosas: para ella, lo importante siempre parecía ser el triunfo de la película, sin importarle el drama personal que estaba viviendo o el crédito que fuese a recibir sobre el papel. Pero como dice Peter Biskind en ‘Moteros tranquilos, toros salvajes’, un libro de referencia sobre las grandes experiencias cinematográficas (y los mejores cotilleos) de la década del Nuevo Hollywood: “Platt, detrás de unas gafas de sol ovaladas con cristales azules, se sentaba a su lado detrás de la cámara. Discutían cada toma. Más tarde algunas personas, incluido Ben Johnson, dijeron por lo bajo que ella dirigió la película tanto como él”. El escritor se hace eco de todos esos rumores que apuntaban a que Platt hizo las funciones de co-directora, productora y mucho más.

Como decíamos, Shepherd fue una de las protagonistas del filme, y fue desarrollando una relación secreta con el director. Así lo recuerda Polly en sus memorias:

“Fue durante los ensayos para la película que me di cuenta por primera vez de que mi marido se estaba enamorando de Cybill. Es difícil saber por qué lo supe, solo lo sabía. La forma en que ella le miraba, la forma en que él la miraba a ella, no había duda para mí. ¿Qué iba a hacer? ¿Montar una escena? Era una profesional, y no quería montar una escena, no quería perjudicar la película que sentía que era tan mía como de Peter. Dormía en mi cama cada noche, así que sabía que no estaba en la de ella. Pero me sentí fea y vieja. Acababa de dar a luz a Sashy y no estaba muy bien en el tema del sexo. Por Dios, aún estaba sangrando por el segundo parto. Hice como que no pasaba nada. Pensé: el único drama que tiene que haber aquí es el de delante de las cámaras”.

Y así fue cómo aguantó todo el rodaje estoicamente aunque el 'affaire' de su marido era ya un secreto a voces entre el equipo. Quizás el momento más revelador que relata la productora en sus memorias es cuando Peter le dijo, mientras iban en el coche: “No sé si quiero seguir teniendo esposa e hijas”. Esta solo fue la culminación de todo un ascenso de Bogdanovich en Hollywood, una nueva vida en la que parece que quería vivir como sus grandes ídolos, con mujeres jóvenes y hermosas en sus brazos y sin las responsabilidades de la paternidad que había adquirido. Pero sus hijas no desaparecieron porque él quisiese una vida renovada: las tuvo que cuidar casi enteramente su exmujer. Y eso creó en Polly conflictos entre la vida personal y la profesional (la paradoja de la conciliación, utopía llena de sacrificios especialmente para las mujeres) que nunca acabarían de sanar del todo.

Después de ‘La última película’, y aún entre la reconciliación y el divorcio, Platt y Bogdanovich volvieron a trabajar juntos en dos películas más: ‘¿Qué me pasa, doctor?’ con Barbra Streisand y ‘Luna de papel’. Ambos grandes éxitos de crítica y público, y la segunda ganadora de varios premios Oscars. Pero el director nunca volvió a brillar tanto como en aquellos años. De ahí que muchos piensen que el cineasta se quedó cojo sin su más estrecha colaboradora. Tras el fracaso estrepitoso de ‘At long last love’ en 1975, escribe Biskind: “Circulaba el rumor de que Platt había sido siempre la eminencia gris; se decía que, sin ella, Peter Bogdanovich no era nada. Además, Peter sospechaba que Polly alimentaba ese rumor. “Polly quiso dar la impresión de que había sido ella quien me había inventado”, dice Bogdanovich. “Y eso se lo tragó un montón de gente a la que le molestaba que las cosas me fueran tan bien, personas que la ayudaron a progresar en su carrera”.

Se percibe rencor en las declaraciones del director, que siempre ha minimizado las contribuciones de Platt, pero lo cierto es que Polly Platt nunca se ha reivindicado tanto a sí misma como lo hicieron decenas de compañeros que trabajaron con ella. Sus méritos y el retrato que hacen de ella quienes la conocieron hablan por sí solos. Aun así, pese a no volver a brillar tanto como en los 70, Bogdanovich fue encumbrado al panteón de los autores del Nuevo Hollywood (una posición vitalicia, al parecer), mientras su exmujer siguió siendo la clave del éxito de algunas de las grandes películas de los 80 y 90.

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Una fuerza creativa en un Hollywood sexista

Con la historia de Polly Platt, muchos se han preguntado algo lógico: ¿por qué volvió a trabajar hasta dos veces con el hombre que la había engañado? Y su respuesta, que no está del todo clara, hay que ponerla en el contexto que le corresponde, tanto personal como profesional. Hollywood nunca ha sido un lugar muy acogedor para las mujeres que aspiran a puestos de liderazgo creativo, pero especialmente era así en la época en la que Platt desarrolló su carrera. La realidad que nos encontramos es que las grandes producciones o películas de mayor proyección comercial y atención crítica fueron en los 70 de dominancia masculina bajo el paraguas del movimiento conocido como el Nuevo Hollywood. Aunque mujeres notables como Barbara Loden, Elaine May o Joan Mickin Silver también hicieron películas en la época, la narrativa histórica confeccionada por los críticos las dejó fuera. “Reconocer a estas mujeres suponía enfrentar su ausencia en un Hollywood dominado por hombres y cuestionar la noción popular sostenida por muchos en la industria de que las mujeres no estaban hechas para el trabajo de dirección”, escribe Maya Montañez en ‘Liberating Hollywood’, en el que documenta a las mujeres cineastas que trabajaron en el cine norteamericano de aquel momento.

En sus propias memorias, Platt reconoce algunas dificultades para establecerse en la industria después de romper su relación profesional con Peter Bogdanovich: pasó de tener todo tipo de influencia en el proceso creativo (porque su exmarido confiaba en su criterio y ambos creaban las películas mano a mano) a tener que luchar por hacer valer su opinión frente a todo tipo de directores, que consideraba “arrogantes y narcisistas” por naturaleza. Por suerte, pudo hacerse un nombre mientras gozaba de la “protección” de Bogdanovich (en el sentido de que una mujer casada en un tándem creativo tenía muchas más posibilidades de trabajar con seguridad que una mujer soltera intentando defender sus ideas ante el sistema patriarcal y paternalista que regía la industria) y así que, cuando llegó el divorcio y la ruptura de sus colaboraciones, ya tenía un cierto colchón sobre el que seguir trabajando y creciendo como creativa. Es así como las mujeres más destacadas de aquellos años, como Toby Rafelson (exmujer de Bob Rafelson), pudieron gozar del poder necesario para llevar adelante sus proyectos, aunque siempre con obstáculos. Así era la triste realidad de las mujeres en el Hollywood de los 70.

Platt se encontró de frente con esa misma realidad cuando pidió entrar en el gremio de directores de arte (Hollywood's Art Director's Guild), una condición irrenunciable si quería trabajar legalmente en la industria (no ser miembro y trabajar del oficio podría suponer una multa, o directamente un impedimento para ser contratada). El presidente de la asociación en aquel entonces, Gene Allen, le dijo que jamás entraría porque solo era “la esposa”. ¿Una exageración de las memorias de Polly? No: en el podcast recuperan documentos de dominio público donde se documentan las comunicaciones entre ambos, y, en uno de ellos, con fecha de 24 de junio de 1971, Allen la describe como: “Polly Platt, ‘a wife of’ art director”. Vaya, diciendo implícitamente que no trabajaría de no ser por su marido. En el mismo documento, Allen se dirige a la compañía de Bogdanovich diciendo que “de ninguna manera entraría” en el gremio, “porque las mujeres no están cualificadas”. Longworth lo comenta así: “En 1971, no tantas mujeres reclamaban ese tipo de reconocimiento en el lugar de trabajo, no en Hollywood, y muchos hombres las tachaban de desubicadas”. Aun así, Platt luchó durante seis meses para entrar en el gremio, y no sería hasta el éxito de ‘La última película’ en taquilla que lo conseguiría. En enero de 1972 se convirtió en la primera mujer en ser aceptada en la organización, algo que le permitiría seguir desarrollando su carrera.

Como podemos ver, aquello era una jungla. Y quizás así se entiende mejor que, cuando Bogdanovich le pidió ayuda para sacar adelante una película protagonizada por una superestrella del momento como Barbra Streisand, Platt pudiese dejar a un lado sus asuntos personales. Al fin y al cabo, el trabajo es el trabajo. Aunque, claro, eso fue imposible. Durante ese rodaje, ambos volvieron a mantener relaciones sexuales (el roce hace el cariño), dándole falsas esperanzas de que su matrimonio podría salvarse. ‘Luna de papel’ fue la última película en la que trabajaron juntos, y ahí fue ella quien tuvo un ‘affaire’ con un miembro del equipo, desatando la ira de su exmarido y sufriendo el doble rasero de todos sus compañeros.

A partir de ahí, Polly Platt buscó su propio camino, con dos hijas a su cargo, una trayectoria notable en el cine y una reputación como mujer de opiniones fuertes y gran ojo para obtener el éxito. Colaboró con Orson Welles en ‘El otro lado del viento’ (película inacabada que el mismo Bogdanovich, que era también el protagonista, acabaría con Netflix en 2018), fue acosada por Robert Altman durante la producción de la película ‘Nashville’ y causó una gran controversia con el filme que co-escribió con el francés Louis Malle, ‘La pequeña (Pretty Baby)’. Y eso que los 80 aún estaban a la vuelta de la esquina.

al filo de la noticia
Gracie Films

Un legado digno de reconocimiento

En ‘Al filo de la noticia’, Holly Hunter interpreta a una audaz productora televisiva que exhibe su liderazgo, capacidad de decisión y sentido de equipo en las noticias diarias, mientras de paso se ve envuelta en un triángulo amoroso con su mejor amigo (Albert Brooks) y un recién llegado presentador (William Hurt). La película, entre el retrato periodístico y la comedia romántica, fue un éxito absoluto. Pero quienes conocieron a Polly Platt saben que hay ciertos aspectos que comparte con su electrizante protagonista, y que seguramente inspiraron al director James L. Brooks para darle vida. Con ella comparte ese talento innato para llevar los proyectos adelante, para correr a contrarreloj para que todo esté a punto en el set de rodaje y utilizar su visión creativa para que el trabajo de todos (especialmente, del hombre sobre el que caen los focos: en la película, el presentador; en la vida real, el director del filme de turno) luzca en el resultado final.

Precisamente, Brooks se convertiría en los años 80 en un compañero imprescindible para Platt y su jefe en la productora Gracie Films, donde trabajó en algunas de sus películas más importantes como productora y directora de arte. Aunque, como habremos aprendido de sus experiencias pasadas, raramente era solo una de esas dos cosas, sino que su huella en cada película en la que trabajaba iba más allá (aunque los créditos nunca estuvieron de su parte). Su primera colaboración con el cineasta fue, en términos de reconocimiento en la industria, su película más exitosa: ‘La fuerza del cariño’, que le valió su primera y única nominación al Oscar por el Mejor Diseño de Producción. No lo ganó (y encima dijeron mal su nombre: Eleanor Powell leyó ‘MOLLY Platt’), pero ese reconocimiento de Hollywood marcó un momento brillante de su carrera una década después de su tormentoso divorcio de Peter Bogdanovich.

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Ron Galella//Getty Images

Su unión con Brooks la llevaría a trabajar con dos directores debutantes para los que sería casi una mentora, además de su productora: Cameron Crowe, con quien trabajó en ‘Say anything’, y Wes Anderson, por el que apostaría con ímpetu para sacar adelante su ópera prima, ‘Bottle Rocket (Ladrón que roba a ladrón)’, la última en la que Platt trabajó en Hollywood en 1996. Además, incluso podría ser la instigadora detrás de ‘Los Simpsons’. "Vivía en un pequeño edificio de apartamentos junto a los estudios Paramount [en 1986], y recibí una llamada de Polly Platt”, recordaba Matt Groening, creador de la legendaria serie, en The Hollywood Reporter. “Le había dado mi trabajo a Jim Brooks y dijo que le encantaba; siempre fue una gran defensora de ‘Los Simpson’”, continuaba. Desde luego, no se le puede atribuir a la productora el mérito de dar vida a la serie, pero al menos sí de allanar el camino para que pudiese llevarse a cabo bajo la producción de Brooks. Esta anécdota solo demuestra algo que, a estas alturas, ya tendríamos que tener claro: Platt tenía un ojo increíble para el talento.

Tras una increíble vida personal y profesional llena de altibajos, la única pregunta que queda en el aire sobre ella, y que quizás hubiese supuesto un punto de inflexión para salir de las sombras de cara al público, es por qué nunca se lanzó a dirigir ella misma. Hubo intentos. Primero, con ‘La guerra de los Rose’, en la que tuvo su primera experiencia amarga por la mala relación con el guionista, en un proyecto que finalmente dirigió Danny DeVito. Años más tarde, Jerry Bruckheimer y Don Simpson quisieron contratarla como directora de una película de ciencia ficción sobre inteligencia artificial, pero finalmente quedó en nada porque no vieron viable la poca expresividad del robot que se encontraba en el centro de la historia. Esa vez fue lo más cerca que estuvo de dar el salto a la dirección, pero los obstáculos que debía superar para conseguirlo (separarse más de sus hijas, batallar con hombres que no la respetaban...) en ambos casos fueron demasiado. Además, como aseguran algunas de sus amigas que la recuerdan en el podcast de Longworth, no tenía la confianza necesaria en sí misma para hacerlo, aunque conocimiento y creatividad le sobraba por todos los costados. “Uno de los motivos que siempre menciono cuando me preguntan por qué no me convertí en directora”, escribió Platt, “es porque nunca encontré a nadie como yo, una productora dispuesta a apoyar y guardar las espaldas del director”.

Aun así, ¿podría considerársela autora de algunas de las películas en las que trabajó? Según el estudioso Aaron Hunter, Doctor en Cine por la Universidad de Belfast y especializado en la cuestión de la 'autoría' y las mujeres en el medio, así es. Y lo demuestra en un pequeño video ensayo que reivindica la relevancia de las aportaciones de Platt:

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No, Polly Platt nunca dirigió una película, pero, como vemos, fue la clave del éxito para muchas. Su historia es emocionante, trágica e inspiradora. Sus compañeros, como dejó constancia el reportaje de The Hollywood Reporter tras su muerte en 2011, la recuerdan como una mujer brutalmente honesta e increíblemente talentosa. “La persona más multitalentosa que he conocido nunca”, como diría el cineasta Roger Corman, con el que trabajó en los años 60, cuando todavía estaba empezando. Su carrera es una de muchas que han quedado enterradas bajo las luces artificiales del ‘autor’, una de esas mujeres que tuvo que sobrevivir en las sombras de la industria mientras construía una reputación a base de trabajo, compromiso y pasión. Lidió con la pérdida, el divorcio, la maternidad y el alcoholismo sin dejar de vigilar cada detalle de las producciones en las que participó. Hoy no la recordamos, pero, desde luego, deberíamos.

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Mireia Mullor

Mireia es experta en cine y series en la revista FOTOGRAMAS, donde escribe sobre todo tipo de estrenos de películas y series de Netflix, HBO Max y más. Su ídolo es Agnès Varda y le apasiona el cine de autor, pero también está al día de todas las noticias de Marvel, Disney, Star Wars y otras franquicias, y tiene debilidad por el anime japonés; un perfil polifacético que también ha demostrado en cabeceras como ESQUIRE y ELLE.

En sus siete años en FOTOGRAMAS ha conseguido hacerse un hueco como redactora y especialista SEO en la web, y también colabora y forma parte del cuadro crítico de la edición impresa. Ha tenido la oportunidad de entrevistar a estrellas de la talla de Ryan Gosling, Jake Gyllenhaal, Zendaya y Kristen Stewart (aunque la que más ilusión le hizo sigue siendo Jane Campion), cubrir grandes eventos como los Oscars y asistir a festivales como los de San Sebastián, Londres, Sevilla y Venecia (en el que ha ejercido de jurado FIPRESCI). Además, ha participado en campañas de contenidos patrocinados con el equipo de Hearst Magazines España, y tiene cierta experiencia en departamentos de comunicación y como programadora a través del Kingston International Film Festival de Londres.

Mireia es graduada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y empezó su carrera como periodista cinematográfica en medios online como la revista Insertos y Cine Divergente, entre otros. En 2023 se publica su primer libro, 'Biblioteca Studio Ghibli: Nicky, la aprendiz de bruja' (Editorial Héroes de Papel), un ensayo en profundidad sobre la película de Hayao Miyazaki de 1989.