¿Quién fue Oona O’Neill? La dama detrás de Candilejas de Charles Chaplin

¿Quién fue Oona O’Neill? La dama detrás de Candilejas de Charles Chaplin

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De ser abandonada por su padre, el dramaturgo Eugene O’Neill, a iniciar una carrera de actriz que después abandonaría para casarse con Charlie Chaplin, quién le superaba con 36 años de edad. Su vida estuvo marcada por su papel como esposa devota de Chaplin, madre de 8 hijos, y su retirada de sus aspiraciones como actriz.

Pero ¿Cuál es la historia de Oona? 

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Oona O’Neill nació en las Bermudas, el 14 de mayo de 1925. Su padre era el famoso dramaturgo Eugene O’Neill, laureado con el Premio Nobel de Literatura. Este hombre de imponente bigote era muy reconocido, sin embargo, no toleraba la presencia de niños, llegando a afirmar en alguna ocasión que «sus hijos son sus personajes». Trágicamente, Oona fue abandonada por su padre a la temprana edad de dos años, cuando su padre decidió abandonar a la familia para continuar su relación con la actriz Carlotta Monterey, una experiencia que la dejó marcada de por vida. La figura de Eugene O’Neill, aunque prominente en el mundo literario, se reveló ausente en la vida de Oona, contribuyendo a forjar el carácter de esta mujer única desde sus primeros años.

Eugene O’Neill demostraba ser hábil en el arte de dejar una marca duradera en las personas cercanas a él. Su hijo, Eugene O’Neill Jr., un destacado especialista en Letras Clásicas de Yale, decidió quitarse la vida a la edad de cuarenta años, sumiéndose en una tragedia personal.

Shane, otro de los hijos de O’Neill, también sucumbió a sus demonios, luchando contra la adicción a la heroína, y compartiendo un destino trágico al perder la vida de manera similar.

La sombra de la tragedia y la carga emocional provenientes del entorno familiar influyeron profundamente en la vida y las experiencias de quienes llevaban el apellido O’Neill.

Durante los siguientes cuatro años, Oona O’Neill no tuvo contacto con su padre. Mientras tanto, su madre, Agnes Bolton, se sumió en la depresión y el alcohol, prestando poca atención a Oona hasta que, a los trece años de edad, Oona se había convertido en niña de cabello, y sonrisa deslumbrantes que prefiguraban la belleza, que exhibiría a los dieciocho. 

Agnes, quedó impactada al ver la transformación de su hija. Al escucharla hablar con la naturalidad, y desenvoltura propia de cualquier adolescente. Pues, su hija se había convertido en una joven atractiva, con cabello negro largo y rizado.

Oona quería conseguir solo una cosa, y eso era ser actriz. 

Su sueño de ser actriz.

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Es por eso que empezó a mostrarse en lugares públicos. Iniciando por hacer su entrada casual en un club nocturno de Nueva York unos años después, donde los hombres quedaron boquiabiertos, con la mandíbula literalmente en el suelo, al ver a Oona. La noticia se propagó rápidamente: ella era la hija de Eugene O’Neill, una pequeña diosa que dejaba una impresión imborrable a cada paso que daba.

Oona empezó a asistir de forma continua al Stork Club, uno de los lugares más renombrados de la época. Allí, atrajo la atención de figuras notables como Truman Capote, quien brindó con ella y sus amigas bajo el lema «¡Scotch Fitzgerald!».

En cierto sentido, su generación fue pionera al no buscar «hombres para toda la vida», sino preferir relaciones casuales, marcando así un preludio a la primera ola feminista que se desarrollaría en los años 60.

Llegó a conocer a Jerry Salinger.

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En esa época, Oona O’Neill se encontró con un joven alto, tostado y de modales gentiles. Este joven se llamaba Jerry Salinger y, con el paso de los años, se convertiría en un referente o gurú de su generación con la publicación de su obra maestra «El guardián entre el centeno». La conexión entre Oona y Salinger marcó un encuentro entre dos personalidades interesantes de la época, cada uno con su propia influencia en la cultura y la sociedad de aquel entonces.

La disparidad entre Oona O’Neill y Jerry Salinger era abismal. Salinger, antes de su reclusión voluntaria en una cabaña de Cornish, despreciaba profundamente el mundo de frivolidad en el que Oona se movía con tanta comodidad. Para ella, ese ambiente de apariencia, tragos y charla ligera era su hábitat natural. A pesar de sus diferencias, sus caminos se cruzaron, creando un contraste fascinante entre dos personalidades que, de alguna manera, representaban extremos opuestos de la sociedad y la cultura de la época.

Oona O’Neill se exhibía públicamente porque su anhelo mas profundo era convertirse en actriz, y esta exposición acabó siendo fructífera para ella. En 1942, fue elegida «debutante del año», una distinción equivalente a la contemporánea «chica del verano», y sus fotografías aparecían con regularidad en la sección de sociedad de los periódicos, consolidando su presencia en la escena pública.

Salinger le comunicó a una amiga que Oona estaba completamente enamorada de sí misma, de manera similar a cómo él se amaba a sí mismo: «Oh, qué dos romances tan hermosos», concluía en su carta.

En las biografías posteriores de Salinger, su relación con Oona se aborda con sutileza. Se sostiene que, como mínimo, fue una relación muy respetuosa. Se encontraban en clubes, paseaban juntos, y eso parece haber sido todo.

A lo largo de su vida, Salinger mostró una clara debilidad por la juventud, incluso por la infancia, y es lógico suponer que fue eso, la ingenuidad, la chispa y el encanto de Oona, lo que lo cautivó.

Pero Oona, veía a Salinger como un escritor, y eso era todo. Aunque él aún no había publicado nada significativo (en esa época, logró vender su primer cuento al New Yorker), había algo en él que claramente indicaba que sería alguien importante.

Salinger, por su parte, se estaba tomando en serio su carrera cuando estalló la guerra. Se alistó en el Ejército y, siendo aceptado. Participó en el desembarco de Normandía, desempeñándose en tareas de interrogatorio y contraespionaje, una experiencia que lo marcó de por vida.

En medio de la locura de la guerra, Salinger comprendió que amaba a Oona como a ninguna otra cosa en este mundo. Le escribía continuamente, cartas de hasta doce carillas de longitud. Sin embargo, un día, sin explicaciones, abrió el periódico y se enteró de que Oona se había casado con Charles Chaplin. Para empeorar las cosas, la niña de sus sueños protagonizaba anuncios en los periódicos dedicados a los soldados que estaban luchando en el frente.

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Pero… ¿Cómo conoció a Chaplin?

Oona O’Neill, destacada por codearse con personas de la alta sociedad, recibió cortejos de admiradores prominentes como Truman Capote, además de mantener un romance con el escritor Salinger. 

Cuando contaba con la edad de 16 años, ya había tomado la firme decisión de embarcarse en una carrera como actriz.

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Buscó activamente oportunidades en la industria del entretenimiento al conseguir un agente, quien intentó persuadir a Charlie Chaplin para que le ofreciera un papel en una de sus películas. Este período marcó el inicio de su incursión en el mundo del cine.

El encuentro con Chaplin fue organizado por el agente de Oona.

En 1942, en un momento en que Charlie Chaplin ya era una leyenda viviente de Hollywood, aunque, la vida personal del exitoso actor no estaba exenta de complicaciones, con tres divorcios a sus espaldas.

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A pesar de su renombre, era conocido en la industria por su atracción hacia mujeres jóvenes, como evidenciaban sus dos primeros matrimonios con mujeres jóvenes (de tan solo 16 años). Fue durante este período que Chaplin cruzó caminos con la joven y hermosa Oona O’Neill.

Oona se había mudado a Hollywood en busca de oportunidades como actriz, y allí conoció a Chaplin, quien estaba buscando protagonista para una de sus películas. 

Chaplin en su autobiografía, relató: «Me dijo que su cliente era Oona O’Neill, la hija del renombrado dramaturgo Eugene O’Neill. Aunque no estaba familiarizado con las obras de O’Neill, que parecían serias, me formé una imagen bastante sombría de cómo sería su hija. Llegué temprano y, al entrar en el salón, avisté a una joven sentada sola junto al fuego.

Me presenté, suponiendo correctamente que era la señorita O’Neill. Respondió con una sonrisa. En contraste con mi preconcepción, me di cuenta de que era una belleza radiante, con un encanto sutil y una dulzura muy atractiva».

Después de esa reunión de trabajo, Chaplin la contrató y comenzaron a encontrarse con más frecuencia. Jugaron al tenis, compartieron meriendas y cenas, a menudo en compañía de la madre de Oona como protectora de Oona. Cuando ella enfermó de gripe, Chaplin la invitó a quedarse en su casa (en habitaciones separadas). Además, según las propias palabras de Chaplin, su mal humor se desvaneció tan pronto como vio la sonrisa de Oona. Ambos se enamoraron, y lo que resultó ser más importante, el sentimiento fue mutuo. Aunque existía una diferencia de 36 años de edad entre ellos, Oona y Chaplin parecían no prestar atención a esta brecha.

Chaplin quedó fascinado no solo por la belleza de Oona, sino también por su inteligencia y personalidad.

Pronto quedó claro que estaban enamorándose a pesar de la considerable diferencia de 36 años entre ellos. La noticia sorprendió al público no solo por la impactante disparidad de edades, sino también porque el hombre mayor era nada menos que Charlie Chaplin.

Se ha llegado a decir, que cuando Charlie Chaplin decidió casarse con Oona, 30 años menor.

Él le dijo: “Cásate conmigo para enseñarte a vivir y enseñarme a morir”

A lo que la joven Oona respondió, “no Charlie, me casaré contigo para que me enseñes a madurar, y te enseñaré a ser joven hasta el final”.

Esto ha hecho suponer que fue allí cuando compuso la canción CANDILEJAS, una canción que tiene una estrofa que dice algo como esto: “Tú llegaste a mi cuando me voy, eres luz de abril yo tarde gris», una estrofa que fue dedicada a su esposa Oona.

Chaplin quien contaba con 53 años de edad, esperó pacientemente a que Oona de 17 años, cumpliera dieciocho años para formalizar su unión matrimonial. Desde ese momento, Charles Chaplin y Oona O’Neill no se separarían nunca más. 

Sin embargo, la decisión de casarse con Chaplin llevó a que el padre de Oona, Eugene O’Neill, enterado de la boda de su hija, no volviera a dirigirle la palabra.

Oona tenía el permiso de su madre para casarse con Chaplin, pero cuando su padre Eugene O’Neill, quien siempre había brillado por su ausencia, cuando supo de la boda, escribió muy indignado a su hija, reprochándole su decisión. Antes de esto, el único momento previo en el que había mostrado algo de interés por su vida había sido en el momento en que fue nombrada debutante del año, después también hizo ciertos avisos de publicidad; le había escrito acusándole de ser una frívola que procuraba aprovecharse de su popularidad.

Adicional a esto, a pesar de las dudas de muchas personas y los rumores circulantes, ni las miradas de reojo ni las amenazas del padre de Oona, que incluso incluían la posibilidad de desheredarla, y dejar de dirigirle la palabra, detuvieron a esta pareja.

El 16 de junio de 1943, Oona y Chaplin se casaron. La noticia del matrimonio impactó dolorosamente a Salinger, quien, en ese momento estaba en el frente, y aún esperaba proponerle matrimonio a Oona a su regreso. Pocas personas podrían haber anticipado que este matrimonio duraría 34 años.

Después de la boda, Oona abandonó sus aspiraciones de convertirse en actriz y optó por dedicarse por completo a su familia. Chaplin, en varias ocasiones, afirmó que Oona encarnaba la figura de la esposa ideal y que se consideraba afortunado de tenerla. Expresó con sus propias palabras: “Estaba muy feliz: finalmente, tenía a mi lado a una verdadera esposa, no una mujer que quería hacer la carrera. Es cierto, estaba seguro de que Oona podría convertirse en una gran actriz cómica con un excelente y sutil sentido del humor. Pero no quería compartirla con nadie”.  ¿Crees que es correcto que una mujer abandone sus sueños para convertirse en esposa y madre?, ¿o es que acaso ya es una decisión personal de cada mujer?, ¿será que Oona era feliz al renunciar su sueño de ser actriz?. 

En fin, sea como sea, este comportamiento no debe ser normalizado en una cultura con una sociedad libre.

Su exilio en Suiza.

En la década de 1930, el FBI comenzó a recopilar información para el expediente de Charlie Chaplin con la intención de expulsarlo del país. El actor estaba siendo investigado por supuestas actividades antiamericanas y era considerado un comunista clandestino. Todo esto antes de su matrimonio con Oona.

En 1952, mientras Chaplin se encontraba en Londres para presentar su nueva película «Candilejas», se enteró de que le habían prohibido la entrada a los Estados Unidos. 

Mientras esto ocurría, Oona había quedado embarazada de su primer hijo, y luego vinieron el segundo, el tercero y el cuarto.

Cuando llevaba al quinto en el vientre, el senador Joseph McCarthy, que estaba adquiriendo cada vez más poder en la política estadounidense, acusó a Chaplin de comunista, violador y otros cargos infundados. Ante esta amenaza, la pareja se vio obligada a exiliarse rápidamente en Suiza.

Puso en riesgo su libertad. 

Ella tuvo un papel clave en la vida del famoso cineasta durante la época de la caza de brujas del senador McCarthy y la Comisión de Actividades Antiestadounidenses.

Ella tuvo un papel clave en la vida del famoso cineasta durante la época de la caza de brujas del senador McCarthy y la Comisión de Actividades Antiestadounidenses. En el contexto de la Guerra Fría y el temor al comunismo, Chaplin, que simpatizaba con ideas izquierdistas, fue acusado de ser un comunista y enfrentó problemas legales en los Estados Unidos.

En ese momento, la fortuna familiar estaba en los Estados Unidos, resguardada en una caja fuerte y varias cuentas bancarias. Oona O’Neill, en solidaridad con su esposo, ayudó a trasladar todas las pertenencias familiares a Europa y, posteriormente, rechazó la ciudadanía estadounidense.

Decidida a proteger a su esposo y a su familia, tomó medidas extremas. Sacó el dinero de Chaplin de los Estados Unidos y lo llevó a Suiza, transportándolo de manera clandestina bajo un gigantesco abrigo de visón que ella misma llevaba. Este acto arriesgado y audaz demostró la lealtad y la determinación de Oona en salvaguardar a su esposo de las consecuencias de las acusaciones políticas. La pareja se estableció en Suiza, lejos de las tensiones políticas estadounidenses.

Oona no regresaría a los Estados Unidos hasta 1967, cuando visitó a su madre gravemente enferma, que fallecería poco después. En su Autobiografía, Chaplin recordó con ternura y tristeza que durante ese tiempo descubrió las primeras canas en el cabello de su esposa, a quien siempre había visto como una niña. Un hecho relatado por el actor, que bien, puede ser interpretado como negativo por la mayoría.

Después de establecerse en Suiza, la familia Chaplin encontró un hogar acogedor cerca de Lausana. Aunque raramente abandonaban su residencia, recibían numerosas visitas de amigos y otros artistas. En 1972, Charlie Chaplin y Oona viajaron a los Estados Unidos para asistir a la ceremonia de entrega del Óscar honorario a Chaplin. Este viaje marcó un regreso a la tierra natal de Chaplin después de años de ausencia.

El exilio, fue un episodio que marcó un cambio significativo en la vida de la pareja, ya que decidieron establecerse en Suiza. Aunque esta medida los alejó de Hollywood y de la industria cinematográfica estadounidense, permitió que la familia Chaplin viviera lejos de las tensiones políticas y las acusaciones en su contra. Oona, fiel a su compromiso con Chaplin, optó por permanecer a su lado y apoyarlo en todas las decisiones que tomaron durante esos difíciles momentos.

A pesar de vivir lejos de Hollywood, Chaplin continuó trabajando en el mundo del cine. Ahora rodaba sus películas en el Reino Unido, escribiendo guiones, dirigiendo filmes y actuando en algunas de ellas. Sus contribuciones al cine le valieron el reconocimiento y el título de caballero por parte de la reina Isabel II. En consecuencia, Oona Chaplin fue elevada al título de Lady Oona Chaplin.

A lo largo de los años, la pareja demostró una fuerte conexión y compromiso, enfrentando juntos los desafíos y las adversidades. Su vida en Suiza proporcionó un ambiente tranquilo y alejado de la agitación mediática que caracterizó gran parte de la carrera de Chaplin en los Estados Unidos.

La función de Oona en la vida matrimonial con Chaplin, contrasta significativamente con la imagen que proyectó al mundo durante su juventud.

Se convirtió en lo que se podría describir como una «esposa devota» o también considerado por otras personas “esposa sumisa”, dedicada a vivir prácticamente embarazada, sirviendo a los caprichos de su marido y cuidando de sus hijos.

Pues, ella se convirtió en un apéndice del genio de Chaplin, dispuesta a acompañarlo en los homenajes que, con el paso del tiempo, no dejaron de llegar, como cuando la Academia de Hollywood le otorgó un Oscar especial por su destacada trayectoria.

La pareja Chaplin tuvo un total de ocho hijos, y Oona dio a luz a su hijo menor cuando Charlie Chaplin ya tenía 73 años. Amigos de la familia afirmaron que en su hogar siempre reinaba un ambiente de tranquilidad, y los padres hacían todo lo posible por respaldar las iniciativas de los niños sin obligarlos a seguir un camino en contra de su voluntad.

Aunque se centró en su hogar y sus hijos, Oona también pasó tiempo en los estudios si Chaplin trabajaba. Se dice que él a menudo consultaba a su esposa para conocer su opinión sobre sus ideas.

Asimismo, actuó como suplente de la actriz primordial Claire Bloom en Limelight, en el momento en que hubo que volver a filmar una escena después de que terminó la filmación. 

Como se pueden dar cuenta, hay diferentes versiones o interpretaciones, en cuanto a que si Oona era una esposa sumisa o simplemente ella eligió que su vida fuera de esa manera por decisión propia, lo que es más probable, teniendo en cuenta que Chaplin llegó a decir: 

«Después de nuestro matrimonio, Oona me reveló que no tenía aspiraciones de convertirse en actriz, ya sea en cine o teatro, lo cual me complació, ya que finalmente tenía una esposa y no una actriz ambiciosa. He reflexionado con frecuencia sobre cómo el cine perdió a una excelente actriz, dado el gran sentido del humor de Oona. Parecía completamente feliz desempeñando su papel de madre y esposa. Después de una infancia con un padre ausente y una personalidad tan fuerte como la de Eugene O’Neill, llegó a considerar que su relación conmigo daba sentido a su vida. Sus dos hermanos, Eugene y Shane, lamentablemente, terminaron quitándose la vida, incapaces de superar la sombra de un padre depresivo, con una visión sombría del mundo que los había ignorado. Es posible que ella sintiera, que, gracias a nuestra unión, se había librado de ese destino que parecía ser una maldición familiar.» 

La partida de Chaplin.

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Los hijos de Chaplin y Oona se convirtieron en personas creativas, muchos de ellos con vínculos en el mundo del cine. Eugene, uno de sus hijos, trabajó como director de la ópera de Ginebra, filmó documentales y actualmente es el presidente del Festival Internacional de Cine de Comedia en Vevey, Suiza. Sydney, otro de sus hijos, incursionó como actor por un tiempo y luego eligió la profesión de productor de cine. Geraldine, la hija mayor, se destacó como actriz y sigue apareciendo en películas.

Su hija llamada Oona, continuó con la tradición y se convirtió en actriz, siendo conocida por su papel como Talisa, la esposa de Robb Stark, en la serie «Juego de Tronos».

A lo largo de su vida, Oona estuvo rodeada de personajes intensos, algunos de los más interesantes de su tiempo. Sin embargo, su luz brilló en público durante esos dos años en los que fue «la chica del momento» para la sociedad chic neoyorquina, para luego desaparecer para siempre, al decidir casarse. Su existencia puede compararse con el paso fugaz de un cometa de extrema belleza, que dejó a todos momentáneamente deslumbrados y luego se desvaneció en la oscuridad.

O talvez Oona era feliz de aquella manera, algo que nunca lo sabremos con certeza.

En fin, Oona llegó a tener 8 hijos con Charlie Chaplin, quien falleció mientras dormía en su casa a la edad de 88 años. 

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Tras la muerte de Chaplin, Oona, pasó un período de desolación, aunque rodeada por sus hijos y nietos. Al no lograr superar la muerte de su esposo, se sumergió en el alcohol, tuvo algunos amantes ocasionales, en su mayoría más jóvenes que ella, y gradualmente se apagó hasta fallecer a causa de un cáncer de páncreas. 

Después de la muerte de su esposo, Oona se trasladó a Nueva York por un breve periodo, pero posteriormente regresó a Suiza y vivió en la misma casa hasta su fallecimiento a la edad de 66 años, el 27 de septiembre de 1991, 14 años después de la muerte de su esposo.