Biografia de Otón II

Otón II

(?, 955 - Roma, 983) Rey de Alemania (961-983) y Emperador del Sacro Imperio Romano Germ�nico (973-983). Conocido por el sobrenombre de el Rojo, bajo su reinado se ampli� la autoridad regia, pero su derrota contra los musulmanes de Tarento supuso que gran parte de su obra se desmoronase.

Perteneciente a la dinast�a de Sajonia, Ot�n II fue hijo del emperador Ot�n I y de su segunda esposa, Adelaida. Durante la vida de su padre fue asociado al trono y coronado en dos ocasiones: la primera en Aquisgr�n en mayo de 961; la segunda en Roma en Navidad de 967, de manos del papa Juan XIII. En 962 fue consagrado rey de Lombard�a. A la muerte de Ot�n I en 973, Ot�n II fue universalmente reconocido como su sucesor. En abril de 972 cas� en Roma con la princesa griega Te�fano (Teofania), hija de Romano II, con quien tuvo un solo hijo, Ot�n, que le sucedi�, y una hija, Matilde, que fue abadesa de Quedlimburgo.


Coronaci�n de Ot�n II y Te�fano

Durante sus siete primeros a�os de gobierno dedic� sus esfuerzos a ampliar su autoridad sobre Baviera y Lorena. En Baviera, Enrique II el Pendenciero disfrutaba de una amplia autoridad y adem�s pod�a contar con amplios apoyos en Suabia, gracias al matrimonio de su hermana Eduvigis con el duque Burchardo de Suabia. El mismo a�o del ascenso de Ot�n II muri� Burchardo y el emperador, para contrarrestar la influencia de la dinast�a b�vara, nombr� duque a Ot�n, hijo del anterior duque, Liudolfo. Poco despu�s design� duque de Carintia a Ot�n, nieto de Ot�n I el Grande (igual que Ot�n de Suabia).

Enrique de Baviera se rebel� contra el favoritismo mostrado por el emperador hacia el hijo de Liudolfo y consigui� el apoyo de su primo Enrique, hijo del duque Berthold de Baviera; de Boleslao II de Bohemia y de Meszko II de Polonia. Se fragu� una conspiraci�n cuyo objetivo era la deposici�n de Ot�n II y la entronizaci�n de Enrique el Pendenciero, pero el emperador les llam� a su presencia y los mand� encarcelar (975).

Con las manos libres, Ot�n II prepar� en oto�o de 975 una campa�a contra Boleslao de Bohemia para castigar su participaci�n en la conspiraci�n. Pero entonces le llegaron noticias de que un ej�rcito de daneses, bajo Harald Bluetooth, hab�a cruzado la frontera y hostigaba tras el Elba. El emperador march� contra los invasores y les hizo retroceder tras las fronteras, pero no pudo entrar en Dinamarca, donde un formidable ej�rcito estaba preparado. De cualquier manera, Harald se rindi� y ofreci� su tesoro al emperador a cambio de la paz, pero Ot�n rehus�; la paz s�lo se firm� cuando Ot�n hubo conseguido la promesa de un tributo y la garant�a de llevarse al hijo de Harald como reh�n.

En 976 Enrique el Pendenciero escap� de su prisi�n en Ingelheim y volvi� a rebelarse. Hasta que el emperador pudo acudir a Baviera, dos hermanos de la casa de Babenberg, Leopoldo y Berthold, lo contuvieron, pero cuando Ot�n entr� en el ducado, Enrique huy� a Bohemia. Como represalia, en la asamblea de Ratisbona de julio de 976, Ot�n desposey� de su ducado a Enrique y lo entreg� a Ot�n de Suabia, si bien la Baviera que recibi� Ot�n no coincid�a con los territorios gobernados anteriormente por el Pendenciero y el rey se reserv� el control de la Iglesia en el ducado.


Ot�n II

Ot�n II retom� la campa�a contra Boleslao de Bohemia en 977 y alcanz� importantes victorias, a pesar de que el cuerpo de ej�rcito bajo el mando de su sobrino, el duque Ot�n, fue derrotado. Boleslao present� sumisi�n e hizo homenaje al emperador en 978. La campa�a subsiguiente lanzada contra Meszko de Polonia logr� los mismos resultados en 979.

Pero mientras Ot�n II hab�a estado luchando contra sus enemigos orientales, una nueva conjura creci� en Baviera. Enrique el Pendenciero se hab�a aliado con Enrique de Carintia y del obispo Enrique de Augsburgo y se hab�a apoderado de Passau. Ot�n II cerc� la ciudad por medio de un puente de barcas y logr� su rendici�n en septiembre de 977. Los conspiradores fueron juzgados en las Cortes de Pascua de 978, celebradas en Magdeburgo. Los dos duques fueron desterrados y el obispo qued� bajo la custodia del abad de Werden.

Las continuas guerras civiles ocurridas en el ducado de Baviera dieron al traste con su tradicional posici�n de independencia y con su dinast�a condal. El ducado se integr� en el sistema nacional preconizado por Ot�n I, pero la elevaci�n a de los dos Otones, nietos del dicho Ot�n I, caus� que la emperatriz Adelaida abandonase la corte y se trasladase a su Borgo�a natal, convirti�ndose en opositora a la pol�tica imperial.

Ot�n II y Lorena

Desde el principio de su gobierno, Lorena se hab�a manifestado como una fuente de problemas para Ot�n II. La Baja Lorena hab�a ca�do en la �rbita real despu�s de la muerte en Italia del duque Godofredo. En enero de 974 los hermanos Reginardo y Lamberto, hijos del depuesto duque Lamberto de Hainault, hicieron un intento de recuperar el patrimonio paterno y fortificaron la ciudad de Boussu, en el r�o Haine. Ot�n II entr� en Lorena y se apoder� de la fortaleza, pero dej� escapar a los dos hermanos, que dos a�os despu�s volvieron a encabezar una revuelta, ayudados esta vez por Carlos, hermano del rey Lotario de Francia, y por Ot�n, hijo del conde de Vermandois.

El emperador envi� al condado de Hainault a Godofredo de Verd�n, que logr� sofocar la revuelta. Pero en 977 Ot�n II consinti� en entregar el condado a los hijos de Reginardo y nombr� a Carlos duque de la Baja Lorena. Parece ser que las relaciones entre Carlos y su hermano Lotario no eran buenas y que el nombramiento de Carlos por parte de Ot�n II respondi� a la necesidad de ganar un aliado en caso de enfrentamiento con el rey de Francia.

Sus precauciones no eran infundadas, porque Lotario de Francia us� el nombramiento de su hermano como excusa para presentar sus reclamaciones sobre Lorena, apoyadas tambi�n en su matrimonio con Emma, hija de Lotario II de Italia y de la emperatriz Adelaida, que hab�a sido su primera esposa. Con un fabuloso ej�rcito, el rey de los francos occidentales march� hacia Aquisgr�n, donde Ot�n se encontraba con su esposa. Cuando el emperador supo de la noticia no la crey� y s�lo cuando el ej�rcito de Lotario se encontraba frente a los muros de la antigua capital carolingia, Ot�n huy� hacia Colonia y Aquisgr�n fue saqueada.

Despu�s Lotario volvi� a sus dominios y Ot�n reuni� un ej�rcito de 60.000 hombres, con el que en octubre de 978 cruz� la frontera. Asol� el se�or�o de Attigny y, pasando por Reims y Soissons, lleg� al Montmartre, sobre Par�s. Se abstuvo de asediar la ciudad, fuertemente defendida y se conform� con arrasar los alrededores, tomando despu�s la retirada hacia Alemania, durante la cual fue perseguido por las tropas de Lotario. Hasta 980 el rey de Francia estuvo ocupado con problemas en Flandes, pero finalmente accedi� a celebrar una entrevista con Ot�n II en Margut, en la que renunci� a cualquier reclamaci�n sobre la Lorena.

Fracaso en Italia y final del reinado

Con la autoridad imperial suficientemente restaurada en Alemania y en el exterior, Ot�n II pudo iniciar una campa�a para restaurar la autoridad alemana en Italia, fuertemente da�ada por la insurrecci�n romana. Otro de los motivos que le llevaron a Italia fue el reconciliarse con su madre, Adelaida, a la que pretend�a dar voz de nuevo en los asuntos de gobierno. En noviembre de 980 cruz� los Alpes junto con su esposa, su hijo y su sobrino, Ot�n de Suabia.

Se entrevist� en R�vena con el papa Benedicto VII, expulsado de Roma por Crescencio, hijo de Teodora. Cuando �ste supo que los imperiales se acercaban a Roma, se refugi� en un convento y profes� monje. Ot�n II estableci� su campamento fuera de la ciudad y recibi� el homenaje del duque de Francia (y m�s tarde rey), Hugo Capeto, y del duque Eudes de Borgo�a. En aquella asamblea se acord� la conquista de Apulia y la expulsi�n de los sarracenos del sur de Italia.

Las ambiciones imperialistas de Ot�n II sobre toda Italia caus� la uni�n de los poderes �rabe y bizantino, que en 981 se rebelaron contra la presi�n alemana, dando lugar a la guerra. El emperador se apoder� de N�poles, Bari y Tarento, pero en 13 de julio de 982 su ej�rcito cay� en una emboscada y fue masacrado cerca de Capo Colonne, en las inmediaciones de Cotrona. El monarca logr� escapar en un nav�o griego que lo transport� hasta Rossano.

Las consecuencias de la derrota fueron graves. Adem�s de la rendici�n de Apulia y Calabria, el prestigio imperial se desmoron� en Italia. El efecto se extendi� hacia las tribus del norte y los turbulentos eslavos del este, que poco tiempo despu�s se levantar�an en armas, echando por tierra los avances cristianizadores que hab�an supuesto las anteriores victorias de Ot�n II. Los acontecimientos de Italia, combinados con la muerte de Ot�n de Suabia y Baviera el mismo a�o que el emperador (983) causaron la ruina del partido representado por los descendientes de Ot�n el Grande y marcaron el ascenso del partido encabezado por la emperatriz Adelaida.

En 983 el emperador reuni� una dieta en Verona, en la que hizo reconocer como sucesor a su hijo Ot�n III, de tres a�os de edad, al que despu�s envi� al norte para que fuese coronado. Aquel mismo a�o regres� a Roma, donde influy� en la elecci�n como papa del obispo Pedro de Pav�a, que rein� como Juan XIV.

Su �ltimo acto pol�tico fue un intento para poner bajo la sujecci�n imperial el poder de Venecia; el emperador se entrevist� en Verona con Esteban Caloprini, rival de los Morosini, que le ofreci� vasallaje si le ayudaba a proclamarse dux en Venencia. Enferm� de malaria en la Ciudad Eterna. Seg�n la cr�nica, fue consciente de que iba a morir y, no sin haber tomado una sobredosis de medicinas, reparti� sus tesoros entre la Iglesia Romana, su madre, su hermana y sus compa�eros de armas.

C�mo citar este art�culo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].