Crítica | Snatch. Cerdos y diamantes (2000): Ritchie en estado puro | Revista Cintilatio

Snatch. Cerdos y diamantes
Ritchie en estado puro

País: Reino Unido
Año: 2000
Dirección: Guy Ritchie
Guion: Guy Ritchie
Título original: Snatch
Género: Comedia
Productora: Ska Films, Columbia Pictures
Fotografía: Tim Maurice-Jones
Edición: Jon Harris
Música: John Murphy
Reparto: Jason Statham, Stephen Graham, Brad Pitt, Alan Ford, Vinnie Jones, Rade Šerbedžija, Dennis Farina, Benicio del Toro, Mike Reid, Ade, Robbie Gee, Lennie James, Ewen Bremner
Duración: 104 minutos

País: Reino Unido
Año: 2000
Dirección: Guy Ritchie
Guion: Guy Ritchie
Título original: Snatch
Género: Comedia
Productora: Ska Films, Columbia Pictures
Fotografía: Tim Maurice-Jones
Edición: Jon Harris
Música: John Murphy
Reparto: Jason Statham, Stephen Graham, Brad Pitt, Alan Ford, Vinnie Jones, Rade Šerbedžija, Dennis Farina, Benicio del Toro, Mike Reid, Ade, Robbie Gee, Lennie James, Ewen Bremner
Duración: 104 minutos

Recuperamos una de las obras más relevantes del británico Guy Ritchie, en la que diamantes, boxeo clandestino, mafiosos y toda una galería de coloridos personajes se citan en territorio inglés.

El debate de dónde están los límites del humor ha ido cobrando fuerza los últimos años. En tiempos de máscaras de anonimato y pieles finas como alas de mariposa, todo es susceptible de ser considerado hiriente, ofensivo o reprochable. No pretendemos ser quienes trazan la línea de lo tolerable, pero es evidente que en muchos casos gran parte de la viabilidad de un juego de palabras o una broma depende del momento y el lugar. Esto es, unido a la idiosincrasia de la población, lo que delimita lo que podríamos denominar el «humor regional» de un territorio. Si simplemente la versión de un doblaje ya genera cismas entre España y Latinoamérica pretender exportar cintas como Torrente (Santiago Segura, 1998), que requiere conocer a la sociedad española para comprender su sátira, sugiere una odisea. Pero si existe un país que ha puesto una marca de agua a su humor, ese es Reino Unido. El país anglosajón tiene una larga tradición de humoristas, desde clásicos como los Monty Python o Rowan Atkinson a los actuales Ricky Gervais, Simon Pegg o Jimmy Carr. Caracterizados por su brusquedad y la acidez con la que manejan el sarcasmo han conseguido exportar fórmulas como The Office (Ricky Gervais, Stephen Merchant, 2001) o Shameless (Paul Abbott, 2004) al mundo entero.

La exportación del humor británico en el ultimo par de décadas es incomprensible sin el nombre de Guy Ritchie. Sin ánimo de menospreciar a todo un Edgar Wright que ha conseguido desarrollar un estilo reconocible desde los primeros compases de sus obras, es innegable que el director que hoy nos ocupa ha logrado una impronta personal al nivel de pocos. Muchas veces comparado con Tarantino, Ritchie lleva años combinando la comedia negra de las islas con enrevesadas historias del mundo del hampa, con Jason Statham o el exfutbolista Vinnie Jones como actores fetiche. Tras su debut en la industria con Lock & Stock (1998) llegaría la película que hoy cumple su vigésimo aniversario, Snatch. Cerdos y diamantes (2000). Siguiendo la misma fórmula que en su ópera prima, el director de Hatfield va presentando una sucesión de variopintos personajes que, de forma caótica, ven sus vidas entrelazadas en torno al robo de un diamante.

Benicio del Toro es Franky, un ladrón de diamantes a sueldo de su jefe Avi (Dennis Farina). Camino a la entrega de su última sustracción, es víctima de su ludopatía y es engañado para apostar en un combate de boxeo clandestino del que no saldrá bien parado. Cuando descubre que todo se trata de una trampa, Avi contrata a Tony Dientes de Bala (Vinnie Jones) para recuperar su mercancía y ajusticiar a los que han intentado jugársela. Mientras tanto, un promotor de boxeo conocido como El Turco (Jason Statham) ve como un «tinker» caracterizado por Brad Pitt noquea a su cliente estrella, haciendo que salten chispas con Ladrillo (Alan Ford), el jefe criminal local. Ritchie, director de orquesta, es el encargado de que todas estas historias se crucen y confluyan en un único relato.

Ritchie juega con la cámara para dejar toda crudeza fuera de encuadre para permitir que la mente del espectador complete la secuencia.

Si Lock & Stock sentó las bases del estilo de Ritchie, Snatch sirvió para afianzarlas. Dicen que las comparaciones son odiosas, pero como comentamos previamente el cine del británico bebe del cine de Tarantino, entre otros, para ilustrar las violentas escenas del mundo de la mafia inglesa. Sin embargo, Ritchie juega con la cámara para dejar toda crudeza fuera de encuadre para permitir que la mente del espectador complete la secuencia. Pero si hemos comenzado la crítica hablando del humor británico es por algo, puesto que consigue rebajar lo miserable y despiadado de sus oscuros personajes con diálogos repletos de ironía. Siendo un reincidente en el género es evidente que Ritchie se siente cómodo mostrándonos a tipos duros sin nada que perder y dispuestos a todo. En este reparto coral, que a menudo recuerda más a una ronda de reconocimiento, hallamos a un espectacular Brad Pitt en su papel de Mickey O’Neil. La dedicación del estadounidense a la hora de encarnar al excéntrico nómada irlandés es admirable, llegando a adaptar su dicción al complicado deje del grupo étnico. Nos gustaría destacar también a Rade Šerbedžija en un papel que, aunque estereotipado, cumple a la perfección. Puede haber disparidad de opiniones, pero Snatch podría ser el máximo exponente del estilo Ritchie. Acción a raudales, un ritmo trepidante y el inconfundible humor desde el otro lado del Canal de la Mancha. Veinte años más tarde, el paso del tiempo no ha hecho mella en las aventuras de los Statham, Jones, Pitt y compañía, y sigue haciéndose disfrutable y entretenida.

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