El 2 de mayo de 1559, John Knox, una de las figuras más destacadas de la Reforma Protestante en Escocia, regresó a su país natal después de pasar varios años en el continente europeo, donde estudió y escribió intensamente.
Su regreso no fue solo un retorno a su hogar, sino el comienzo de una de las fases más activas y decisivas de la Reforma en Escocia.
Durante su estancia en el continente, Knox se había sumergido en el pensamiento reformista, interactuando con figuras clave de la Reforma como Juan Calvino en Ginebra, lo que profundizó su convicción en las doctrinas protestantes y de las doctrinas de la gracia soberana.
Esas experiencias fueron fundamentales para formar su visión teológica y su enfoque pastoral, que luego implementaría en Escocia.
A su regreso, Escocia estaba bajo una intensa disputa religiosa y política. La autoridad de la Iglesia católica romana estaba siendo cuestionada, y había un creciente descontento con la gestión de la iglesia establecida.
Knox se posicionó rápidamente como un líder de la causa reformista, utilizando su formidable habilidad como predicador y escritor para movilizar a la población hacia el cambio religioso.
Knox apoyó y fue uno de los principales impulsores de la redacción del “Primer Libro de Disciplina”, que buscaba reestructurar la iglesia escocesa conforme a los principios protestantes.
Este documento no solo delineaba una nueva organización eclesiástica, sino que también proponía reformas en la educación, la asistencia social y la administración de justicia, reflejando la visión integral de la Reforma que Knox había adoptado de Calvino.
Uno de los momentos más significativos en la carrera de Knox ocurrió ese mismo año, cuando lideró un grupo de protestantes en la deposición y expulsión de los sacerdotes y obispos católicos en Perth, un evento que marcaría el inicio de la Reforma oficial en Escocia. Esto precipitó una serie de eventos que llevarían al establecimiento del protestantismo como la fe principal del reino.
La influencia de Knox en la Reforma escocesa fue tan profunda que ayudó a sentar las bases para la Iglesia de Escocia, que seguiría una orientación claramente presbiteriana, distinta de otras formas de gobernanza eclesiástica protestante en Europa.
Su legado también incluye su impacto en la política escocesa, al promover la idea de que la autoridad de los reyes está subordinada a la voluntad de Dios como se expresa en la Biblia, una doctrina que tendría implicaciones de largo alcance en la teología y la política europeas.
Por lo tanto, el regreso de John Knox a Escocia no solo fue significativo por su papel en la transformación religiosa del país, sino también por su influencia en el desarrollo del pensamiento político y social en la era moderna.
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