Leandro Fernández de Moratín | biografía, obras y trascendencia - Candela Vizcaíno

Leandro Fernández de Moratín | biografía, obras y trascendencia

Leandro Fernández de Moratín

Leandro Fernández de Moratín

Candela Vizcaíno

 

Conocido por su comedia El sí de las niñas (estrenada en 1806), Leandro Fernández de Moratín (también llamado Moratín El Joven) fue capaz de poner en escena obras siguiendo los preceptos y las características de la literatura neoclásica. Antes de proseguir hay que anotar que el panorama literario del siglo XVIII y parte del XIX en España vivió en constante pugna con las nuevas ideas ilustradas (seguidas por una élite culta) y la degradación teatral que continuaba empeñada con modelos obsoletos. En este conflicto intelectual se enfrascaron literatos e intelectuales que no supieron hacerse entender por un público que demandaba los mismos temas, enredos y juegos de artificios de antaño, pero ya sin el talento de un Lope de Vega. Pues bien y resumiendo mucho, a pesar de la escasez de los títulos llevados a la escena, Leandro Fernández de Moratín supo poner sobre las tablas comedias novedosas que tuvieron el favor del espectador.  

Biografía de Leandro Fernández de Moratín 

Hijo de Nicolás Fernández de Moratín (Moratín el Viejo), nació en Madrid en 1760. De naturaleza enfermiza y quebradiza, recibió educación particular en casa (algo común en la época). Todo ello contribuyó a generar un carácter tímido y retraído dado al estudio, la investigación y los placeres de la escritura. Con tan solo diecinueve años se presenta (bajo pseudónimo) al concurso de la Academia Española con su romance La toma de Granada por los Reyes Católicos llevándose el premio y venciendo a su padre, quien murió un año más tarde. Tras esta pérdida, para poder mantenerse, trabajó como joyero sin dejar nunca la escritura. 

Las relaciones que, en vida, cultivó su padre le abrió a Moratín El Joven más de una puerta. Así, en 1786 es contratado por el conde de Cabarrús como secretario en misión diplomática a París. Además, un año más tarde, publicó La derrota de los pedantes, una sátira del agrado del todopoderoso conde de Floridablanca que logró para el escritor una pensión sobre el arzobispado de Burgos. Otra puerta hacia personas influyentes fue abierta por Forner quien le puso en contacto con el privado real, Godoy. Gracias al valido, pudo llevar a escena sus comedias y además se le concedió una generosa pensión que le permitió vivir sin estrecheces.  

La importancia de los viajes por Europa en la biografía de Leandro Fernández de Moratín

En 1792 estaba de nuevo en Francia asistiendo a los horrores de la Revolución que ensangrentaba París con la guillotina y las cabezas colocadas en picas. Todo ello impactó profundamente en el ánimo de Leandro Fernández de Moratín quien, horrorizado, huyó a Londres para recorrerse, más tarde, parte de Europa: Bélgica, Alemania, Suiza e Italia. No regresó a España hasta 1797 donde se le concedió el puesto de Secretario de Interpretación de Lenguas.  

La vida de intelectual de nuestro escritor sufrió un nuevo sobresalto en 1808 con la caída de Godoy y la llegada de los franceses. Se le ha achacado abrazar al invasor extranjero. Aún así, sus biógrafos solo anotan que aceptó el nombramiento de Bibliotecario Mayor y que no cumplió otra función. Llegados a este punto hay que anotar que, como otros intelectuales de su tiempo, Leandro Fernández de Moratín se movía entre ser fiel a la patria y el afán de progreso. La decadencia española llegó a tal punto de crisis económica, cultural y aislamiento que fueron mayoría las voces que abogaban por una apertura hacia Europa, en ese momento abanderada por Francia y sus virtudes cívicas (aunque esto supusiera pasar por la guillotina a las élites anteriores). En estas contradicciones tuvieron que moverse todos aquellos que, de alguna manera u otra, abogaban por un avance cultural que veían reflejados en los franceses. 

Al regreso del infame (podemos permitirnos el juicio) Fernando VII, fue sometido a un juicio de depuración que, aunque no llegó a mayores, le encaminó al exilio voluntario. Bajo el amparo de Manuel Silvela (que recogería todos sus escritos a su muerte), se dirigió hacia un nuevo exilio voluntario. Esta vez el destino sería Burdeos donde su amigo había fundado un colegio para españoles que posteriormente trasladó a París. Leandro Fernández de Moratín acompañó a Silvela tanto en Burdeos como en la capital francesa donde falleció en 1828. Sus restos fueron repatriados en 1853 y, tras algunos movimientos, reposan en la Panteón de Hombres Ilustres. 

El carácter de Leandro Fernández de Moratín que influyó en su obra 

1.- En las cartas publicadas póstumamente se transparenta una persona sencilla, tímida, retraída y sin miedo a la soledad personal. De hecho permaneció soltero y no se le conoció amores de ningún tipo. 

2.- Este temperamento pausado y equilibrado estaba acorde con la cultura del Neoclasicismo que priorizaba la razón, la prudencia, la templanza y la serenidad. 

3.- No era persona de polémicas o de entrar en debates estériles tan comunes en la historia de la literatura española. De hecho, cuando fue elegido para ocupar un cargo en la Junta de Reforma del Teatro dimitió al poco tiempo ya que no quería entrar en controversias y confrontaciones con el director de la institución. 

4.- Podemos definir a Leandro Fernández de Moratín como un ilustrado liberal que, desde sus textos, luchaba tanto contra la superstición que asolaba España como contra el fanatismo tan presente en el carácter español. Sus comedias, además, dejan transparentar un feminista moderado que, de alguna manera u otra, ridiculiza e ironiza sobre las imposiciones familiares a la hora de elegir marido por parte de las jóvenes. 

5.- Con toda probabilidad se debatía entre dos horrores. Por un lado, la Inquisición que rechazaba constantemente sus textos con excusas variopintas. Y, por el otro lado, los hechos sangrientos de la revolución. Entre los dos frentes no sabía (como tantos otros intelectuales de la época) donde quedarse. A pesar de esto, podemos intuir, por la decisión de pasar sus últimos años en Francia, que no estaba conforme con la vuelta absolutista de Fernando VII.  

Obras de Leandro Fernández de Moratín  

Aunque no se prodigó con la poesía, sin embargo un par de ejemplos de los mejores poemas del Neoclasicismo salieron de su pluma. 

Obras en prosa de Leandro Fernández de Moratín 

1.- La derrota de los pedantes (1789), obra satírica en prosa que ironiza sobre los intelectuales de salón y malos escritores de la corte. 

2.- Apuntaciones sueltas sobre Inglaterra, publicada en el volumen de las Obras póstumas en 1867 con sus impresiones de Londres y la vida inglesa. 

3.- Viaje a Italia, publicada en el mismo volumen. 

4.- Epistolario con más de 300 cartas recogidas en el anterior título y donde da rienda suelta a sus más sinceros sentimientos y pareceres con total libertad. De estas cartas (y de las obras en prosa), Julián Marías en “España y Europa en Moratín” nos dice: 

Ahí vemos lo que la prosa española pudo ser, lo que tenía que haber sido y no fue. Si hubiera pasado por esas formas, se hubiera ahorrado medio siglo de amaneramiento, de dengues, de tópicos, de afectación, de insinceridad, en suma.

Obras de teatro de Leandro Fernández de Moratín  

De su producción para las tablas se ha llegado a decir que salvó al teatro neoclásico de muerte. Propuso comedias del gusto del público que seguían los modelos literarios del Neoclasicismo español aceptando los preceptos de la Poética de Luzán. Y lo hizo llevando ante el espectador temas, formas y títulos que eran de su agrado sin incurrir en los tópicos en los que había degenerado el caducado teatro de enredo o de capa y espada. Para el teatro Leandro Fernández de Moratín escribió lo siguiente: 

1.- El viejo y la niña (1790), comedia representada gracias a la intercesión de Godoy en el Teatro del Príncipe. La obra llevaba escrita desde 1786 pero chocó con la censura varias veces. Fue un éxito, ya que estuvo en cartel más de diez días. Está escrita en tres actos y en verso. Y la trama es muy sencilla. La joven Isabel (enamorada del joven Juan) es obligada por su tutor a un matrimonio de conveniencia con un viejo celoso. Lo más cruel de la trama es que la muchacha es manipulada una y otra vez. Primero es su tutor, quien la convence de que Juan no la ama y luego por el ya marido quien se da cuenta de la pasión de los jóvenes y manipula para romperla. De resultas, Juan marcha a América e Isabel, rota de dolor, decide ingresar en un convento.  

2.- La comedia nueva (1792) es una sátira sobre el teatro dramático inverosímil que era favorito del público de la época.  

3.- El Barón (compuesto en 1787) en dos actos y en verso. Fue plagiada en diversas ocasiones ya que el texto circuló en copias manuscritas mientras Leandro Fernández de Moratín viajaba por Europa. Aunque fue objeto de controversias e, incluso, de una auténtica conspiración, se representó en 1803.  

4.- La mojigata de 1791 también fue objeto de plagio. En ella se relatan hechos cómicos en un corto espacio de tiempo. La protagonista es doña Clara que, en unas cuantas horas, olvida sus amores de juventud y le roba el novio a su prima doña Inés.  

5.- El sí de las niñas es la obra de Leandro Fernández de Moratín por la que ha pasado al canon. Fue estrenada en 1806 en el Teatro de la Cruz. Estuvo en cartel casi un mes, tanto gustó al público de la época. La acción transcurre en un único emplazamiento y en unas cuantas horas. Paquita, una joven inocente recién salida de un convento, es obligada por su madre a contraer matrimonio con el viejo don Diego. Sin embargo, la muchacha está enamorada de don Carlos, sobrino de este y cuya pasión es correspondida. Estos hechos llegan a oídos del futuro esposo que, conmovido por los sentimientos de ambos jóvenes, autoriza la boda y renuncia a Paquita.  

Aunque Leandro Fernández de Moratín gozó de reconocimiento literario en vida es esta última obra, El sí de las niñas, la que lo ha introducido en los libros de historia literaria. En ella pone los fundamentos del teatro neoclásico con una sola obra cerrando, a la par, una etapa artística. Porque los modelos del Romanticismo se impondrían inmediatamente para cuajar con acierto desigual en España. 

Por Candela Vizcaíno | Doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla. 

 

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