Irene Guerrero, historia de una superación en España

Irene Guerrero, historia de una superación

La centrocampista española disputa su primer Mundial tras una carrera deportiva marcada por la superación de sus padres.

FIFA

Resiliencia es la palabra que Irene Guerrero lleva grabada en su mente desde que viviera de primera mano la historia de unos padres, ambos postrados en silla de ruedas, que le mostraron la capacidad sobrehumana que podía emerger de una única intención. La sevillana deseaba jugar al fútbol prácticamente desde que nació, pero sobre todo soñaba con vestir la camiseta del Betis y de la selección española en un Mundial. Con 26 años, es una de las capitanas de España en la Copa Mundial Femenina de Fútbol. La historia de Irene (Sevilla, 1996) es la de una niña que absorbió la influencia de sus padres, Jesús y Ana, jugadores de baloncesto en silla de ruedas. “Cuando ella juega al fútbol, pienso en las buenas piernas que le he dado”, decía su madre. Tanto ella como su padre, que falleció en 2019, fueron fuente de inspiración para una futbolista humilde, que con mucha constancia se ha hecho un hueco entre las mejores jugadoras de España, siendo una de las capitanas de ‘La Roja’ en Australia y Nueva Zelanda 2023.

Precisamente esta historia de superación familiar es la que lleva inscrita la actual jugadora del Atlético de Madrid en su ADN. Cuando pudo debutar en primera división con solo 15 años, en el Sevilla, decidió cambiar de barrio y vestir los colores del equipo de su corazón, el Betis, que acababa de crear su sección femenina. Vestir la blanquiverde y jugar en el estadio Benito Villamarín fueron los dos primeros grandes títulos para la sevillana.

“Yo soy Irene Guerrero”“Yo soy Irene Guerrero”

Para llegar a la capitanía del Real Betis Balompié con solo 21 años tuvo que tirar de responsabilidad y apoyo externo, especialmente esa influencia de los padres, que le inculcaron el orgullo por el club andaluz desde que con apenas unos meses, en la guardería, empezara a dar patadas a un balón acompañada de su perro. Poco después, pese al empeño de su madre de llevarla a sevillanas, Irene se rebeló con la pelota. Encontró la complicidad de la profesora mientras se iba una hora a jugar, hasta que ésta habló con su madre: Irene debía ir a fútbol con libertad. Entonces la joven todavía vestía botines del mercadillo, pero empezaba a vislumbrar la posibilidad de calzarse unas botas de fútbol reales. Estando en su casa, descansando para ir al día siguiente al colegio, su padre le dijo que bajara al bar porque había alguien que le quería ver.

Era muy bética pero muy pequeña. Cuando esa persona se presentó, le dijo “soy Rafael Gordillo”, a lo que ella echó la mano y dijo “y yo soy Irene Guerrero”. Estaba conociendo de una manera muy inocente a una de las leyendas del club andaluz y del Real Madrid. Le dio una pelota de papel, dio unos toques, y pidió que al día siguiente fuese a la escuela del club sevillano.

Su padre fue quien le enseñó la importancia de pelear por su sueño. Así lo manifestó Irene Guerrero en sus redes sociales en el cumpleaños de su progenitor, fallecido en 2019. "Me preparaste para muchas cosas en la vida pero nunca para aprender a vivir sin tenerte en ella. Jamás imaginé que llegaría a cumplir sueños y que no estarías a mi lado para compartirlos conmigo, quien estuvo a mi lado desde el primer día y siempre me enseñó el significado de la resiliencia como estilo de vida pero sobre todo a ser feliz con lo que se tiene y no dejar de luchar nunca por lo que se quiere".

La humildad de una nueva capitana La humildad de una nueva capitana

Irene Guerrero disfruta el primer Mundial de su carrera futbolística como una pieza fundamental en la plantilla de Jorge Vilda. Jugadora polivalente en el centro del campo, trabajadora, humilde y jugadora de equipo, el seleccionador ve en ella una pieza versátil que utilizar en diferentes momentos del evento. Durante la ausencia de las tres anteriores capitanas en la previa a esta cita internacional, Irene Guerrero ha asumido parte de la capitanía junto a sus compañeras Ivana Andrés y Esther González. “Si llevo una mochila de piedras, ellos me quitan la responsabilidad”, decía Irene Guerrero sobre sus padres. Ahora es su madre quien arrastra esa presión, pero la responsabilidad del sueño es compartida. “Es gracias a mi familia, pero sobre todo a la persona que me ayuda desde arriba, en el que pienso cada día, y el que me ayuda a cumplir un sueño”. El ‘Bichito’, como le llamaba su padre, está lista para un nuevo punto de inflexión en su carrera.