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El caso de Charlie Cullen es conocido por muchos, sobre todo en Estados Unidos. Y aunque no conozcan los detalles, es probable que hayan escuchado una historia sobre alguien similar: un enfermero que abandona los principios que ha jurado defender y mata a sus pacientes.
Esta familiaridad es lo que la película 'El ángel de la muerte' tiene que superar y, al optar por no ocultar lo que sabemos -que Charlie Cullen es un asesino-, 'El ángel de la muerte' consigue forjar un trasfondo de auténtico suspense que tiene menos que ver con sus víctimas y más con su amistad con Amy Loughren, la mujer que sería su perdición.
Protagonizada por Eddie Redmayne y Jessica Chastain, a 'El ángel de la muerte' no le falta poder de convocatoria. Ambos actores están familiarizados con la interpretación de personas de la vida real y abordan sus papeles con sentido del deber no solo con las personas reales, sino también con la historia en cuestión.
Desde sus primeros pasos encorvados y arrastrando los pies, está claro que Redmayne ha elegido una vena particular para interpretar a Charlie: la del autodesprecio y el relativo anonimato. En este papel, Redmayne hace uso de su particular estilo de actuación, una especie de borreguismo que roza la agresividad.
Le viene bien al personaje, pero también es difícil olvidar a veces que estás viendo al propio Redmayne. Es menos camaleónico que otros actores, pero también es fácil imaginar que el verdadero Charlie Cullen era exactamente como Redmayne lo retrató.
Chastain también es una de esas actrices que destaca en sus papeles, cualidad que hace más difícil dejarse transportar a la historia. Curiosamente, los momentos en los que es más fácil permitirse olvidar a los actores es cuando Redmayne y Chastain comparten escena con una camaradería desenfadada. Puedes sentir cómo se construye la amistad entre ellos, sabiendo al mismo tiempo que solo va a terminar en lágrimas.
'El ángel de la muerte' también evita la típica fórmula de "historia real" de otras películas como 'Spotlight', en la que el descubrimiento y la comprensión de las pruebas forman parte del desarrollo dramático. En 'El ángel de la muerte' las pruebas son directas y relativamente fáciles de entender: no hay que encontrar una aguja en un pajar, ni hay que seguir migas de pan.
Curiosamente, el verdadero villano de 'El ángel de la muerte' es el capitalismo. Los detectives Baldwin y Braun (Nnamdi Asomugha y Noah Emmerich, respectivamente) se enfrentan a las juntas directivas de los hospitales que han encubierto a Cullen una y otra vez, todo para ahorrarse la ruina reputacional y financiera que podría suponer admitir su responsabilidad.
Mientras tanto, Loughren pende de un hilo en su trabajo de enfermera nocturna -y en su vida- para poder recibir asistencia sanitaria y solucionar por fin su insuficiencia cardíaca congestiva.
El apoyo de Cullen a Loughren es sumamente irónico, y quizás una película con una visión más clara podría haber hecho de esta ironía mortal la columna vertebral de su historia. 'El ángel de la muerte' trata de estar a caballo entre el thriller biográfico íntimo y el gran comentario social, pero no lo consigue.
Sin embargo, si te gustan los crímenes reales y disfrutas viendo a los actores actuar, 'El ángel de la muerte' es una película lenta y bien elaborada. Su característica más destacada es el diseño de sonido, que establece un paralelismo entre las prisiones y los hospitales, y el modo en que las juntas directivas de los hospitales se convierten no solo en carceleros, sino también en asesinos.
