Pinocho (2022)

Italia, en Entreguerras. Devastado por la pérdida de su pequeño, el anciano Gepetto elabora una marioneta con forma de niño, a la que el duende del bosque insufla vida.

Guillermo del Toro debuta como director de animación con esta adaptación en stop-motion de la obra de Carlo Collodi, que firma junto a Mark Gustafson, responsable de producciones televisivas. Se han cuidado los muñecos, diseñados por The Jim Henson Company, que dirige Lisa Henson, hija del fundador, y se aprovecha una emotiva banda sonora de Alexandre Desplat, que ya había colaborado con el mexicano.

Se ha situado la acción durante el ascenso del fascismo italiano, en la línea de las películas del mexicano El espinazo del diablo y El laberinto del fauno, que daba una visión sombría del bando nacional en la Guerra Civil Española, no faltan monstruos que recuerdan a los de otras de sus películas, un tono siniestro, y una visión de la iglesia no muy positiva –aunque tampoco carga las tintas en el personaje de un sacerdote–. Pero tiene ideas resultonas y resulta interesante su tratamiento de temas como la fugacidad de la vida humana, o las relaciones paterno-filiales.