La herida de la humillación: cómo superar el dolor que produce ⋆ Psicoveritas
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¿Qué es una humillación y cómo surge la herida de la humillación?

Una humillación es un acto en el que verbal o físicamente se ofende a alguien, bien en privado o públicamente. Esta ofensa puede ir dirigida a una persona o grupo de personas por su sexo, su educación, su cultura, su dignidad, su origen racial, su religión, su economía, etc. Es decir, por cualquier motivo que le ridiculice o genere un daño en su orgullo o en su sentido del yo.

La humillación genera un sentimiento de vergüenza, que según sea la intensidad y la repetición a la exposición de la humillación, creará la herida de la humillación, es decir, este sentimiento de humillación y vergüenza quedará grabado en la psique de quien lo sufre.

La herida de humillación es una de las cinco heridas emocionales que no nos permiten desarrollar relaciones de amor sanas con los demás o con nuestra pareja. Humillar quiere decir rebajar, reprimir y denigrar la autoestima de alguien a través de palabras o actos. 

El trauma de la humillación está relacionado con el mundo físico y psíquico: ser, tener y hacer, y se  desarrolla cuando el niño empieza a tener autonomía sobre su cuerpo, cuando aprende  a comer, a ir al aseo solo, a decir sus primeras palabras, cuando llama a su mamá o papá para que mire un logro, etc.  

Cuando un niño muestra algo que hace con alegría y orgullo a sus padres o figuras referenciales, por ejemplo, “¡mira cómo salto!” “sube los brazos para que su papá le cojan” o enseña con orgullo un dibujo lleno de garabatos y lo que recibe de sus padres es desaprobación, una crítica, una burla o un desprecio, empieza a generarse la herida de la humillación, herida que daña y deteriora su autoestima presente y futura.

Es muy frecuente que los padres, con buena intención se ríen y se burlen de los logros de sus hijos con el ánimo de hacer una gracia o de motivarlos a hacerlo mejor. Por ejemplo: “¡pues vaya salto que has hecho! eso es de bebés!”, o “¡ba,ba, ba, a ver si aprendes a hablar como un niño mayor!” Estos comentarios irían acompañados de un tono ridiculizante.

Estos niños y niñas suelen desarrollar una personalidad dependiente y están dispuestos a hacer cualquier cosa para sentirse útiles y efectivos, lo que ayuda a agravar aún más sus heridas, ya que su propia autopercepción depende de cómo los demás los perciban y valoren.

Las personas que fueron humilladas de niños tienen problemas para expresarse de adultos, son expertas en la autocrítica. Se perciben más pequeños, menos importantes, menos dignos, menos valiosos o menos capaces de lo que realmente son. Tienden a olvidar sus propias necesidades para complacer a los demás y ganarse su amor, aprobación y respeto. 

Tipos de humillación y la humillación de pareja

¿Qué situaciones o comportamientos pueden humillar a una persona?

Muchas personas utilizan la humillación o el desprecio en sus relaciones, ya sea con el cónyuge, con los hijos o con otros componentes de la familia. Lo peor es que no siempre se dan cuenta del daño que hacen y, parece que el uso de gestos tan despectivos está proliferando en nuestra sociedad en la educación de los niños. 

Hay muchas maneras de hacer que una persona se sienta menospreciada, humillada y avergonzada. Algunas son muy evidentes, como insultar a alguien, diciéndole que no vale nada, que no puede hacer nada bien o que es un perdedor. En cambio, otros no son tan claros. Si le dices a tu hijo una frase aparentemente inocente como “Deja de hacer ruido”, puede que no haya problema, pero si la frase va acompañada de un gesto de desprecio, el niño será muy consciente de ello, por lo que quizás tenga una mala reacción como por ejemplo tirar al suelo lo que se supone que debe hacer ruido. 

Esta situación, tal vez te pueda parecer exagerada y fuera de lugar, pero realmente, ¿Qué ha pasado? Después de ver un gesto despectivo, el niño se siente humillado y avergonzado. Ese gesto hace referencia a la desaprobación de su conducta, a algo que el niño ha hecho, en definitiva, a él mismo, por lo que es posible que la interpretación de dicho gesto sea: «No te amo porque no eres lo suficientemente bueno”, lo que le provocará vergüenza y esta fue sustituida por la rabia.

La vergüenza es un sentimiento de humillación que surge con la percepción de que actuamos de manera incorrecta o indecorosa, es una emoción muy desagradable e insoportable que no podemos sentirla por mucho tiempo, ya que hacemos algo de inmediato para deshacernos de esta emoción, como huir, olvidar lo que pasó o desencadenar otra emoción como la tristeza o la rabia.

Ante una situación de humillación, la respuesta puede ser muy diferente en función de la autoestima que se tenga. Si esta es buena, si hay una adecuada y fuerte construcción del yo, la persona a la que va dirigida la humillación se enfrentará a la situación y el sentimiento que se generará será de rabia; si la autoestima es baja, la persona a la que va dirigida si tendrá un sentimiento de vergüenza y se alejará de la situación.

En las relaciones de pareja, a veces ocurre que uno de los dos humilla al otro constantemente, necesita hacerlo para sentirse bien, son personas con una autoestima tan baja que necesitan someter, humillar y avergonzar a la pareja para sentirse por encima. Esto genera relaciones de pareja muy perversas en las que el humillado se mete en un pozo profundo de dolor y sentimiento de incapacidad y culpa de la que le es muy difícil salir.

¿Por qué una humillación causa tanto dolor?

¿Cómo puede afectar a una persona el ser humillada en varias ocasiones?

Según varios estudios, la herida de humillación genera una actividad cerebral mucho más acelerada e intensa que la alegría, más negativa que la rabia, y, además, las áreas cerebrales relacionadas con el dolor se activan. 

A pesar de que se ha visto en las investigaciones que los halagos provocan alegría, el sentimiento de humillación es mucho más intenso que estos sentimientos placenteros. Pero lo más sorprendente fue que se observó que no podía competir con la rabia. Los insultos hacen que muchos participantes se enojen o se sientan resentidos, pero la humillación tiene una connotación más negativa.

Además, esta herida causa tanto dolor porque no nos afecta únicamente en el ámbito psicológico, también nos puede llevar a una serie de síntomas y problemas somáticos como:

  • Dolor de espalda y de hombro debido a la excesiva carga. La parte superior de la espalda está relacionada con el plano emocional y la parte inferior con el plano material.
  • VergüenzaAlgunos problemas respiratorios, y problemas en los miembros inferiores y superiores como varices, fracturas y esguinces debido al miedo a no poder moverte y esto atrae problemas físicos que te impiden la movilidad.
  • Dolor de garganta, anginas, laringitis porque estás bloqueando lo que quieres decir y lo que quieres preguntar.
  • La posibilidad de desarrollar problemas de tiroides está asociada a la dificultad para reconocer y expresar los deseos.
  • No escuchar tus necesidades hace que la piel se irrite.
  • Problemas pancreáticos como diabetes y niveles bajos de azúcar en la sangre.
  • Y finalmente problemas cardíacos causados ​​por no quererse lo suficiente.

 

El masoquista: cuando has sufrido por humillación

¿Por qué las personas adoptan un papel masoquista?

Las personas que han crecido y experimentado humillaciones constantes, pueden llegar a ser masoquistas, en el sentido de que buscan situaciones en las que les humillen, para ellos es lo conocido, y han aprendido y grabado en su inconsciente que no tienen derecho a nada que no sea el dolor.

Son esas personas que nos cuentan lo mal que lo están pasando y lo que nos transmiten es el gozo del sufrimiento, parece que se regodean en esas situaciones y no son capaces de frenarlas o eliminarlas de su vida.

La máscara de la herida de la humillación es la del masoquismo (emocional y espiritual). Un masoquista es el tipo de persona que encuentra placer y satisfacción en el dolor. La mayoría de las veces, el dolor y la humillación se persiguen sin saberlo. 

Debido a su necesidad de cuidar a los demás, crean situaciones en las que se olvidan de sí mismos, priorizan tanto a los demás que muchas veces lo que provocan es que se aprovechen de ellos.

Estas son las características principales. Al igual que con otras heridas, ten en cuenta que no es necesario tener todos estos rasgos que mencionaré a continuación. Pero cuantos más haya, más profunda será la herida:

  •         Se castigan a sí mismos y se exponen a situaciones humillantes frente a los demás.
  •         Tienden a privarse de todo lo que desean, porque se culpan a sí mismos por quererlo. 
  •         Cuando están enojados, a menudo tienden a humillar a los demás para desahogar su ira. 
  •         Están desconectados de sus necesidades.
  •         Si alguien no está contento con ellos, se culpan a sí mismos. 
  •         Usan las compras o la comida para satisfacer sus antojos. 
  •         No se preocupan por ellos mismos, los demás siempre son más importantes. 
  •         Hacen por los demás lo que no hacen por sí mismos. 
  •         No se gustan a sí mismos ni física ni emocionalmente. Pueden tener problemas en su vida sexual. 
  •         Necesitan ser necesitados, razón por la cual intentan resolver los problemas de todos los demás. 
  •         No son quienes son, primero porque no se conocen y luego porque no se consideran dignos de ser ellos mismos. 
  •         Aman las cosas bonitas, pero piensan que no las merecen. 
  •         Se sienten muy culpables por dentro y por ello se castigan haciendo sacrificios y esfuerzos por el bien de todos. 
  •         Tienen mucho miedo a las opiniones y juicios de los demás. 
  •         Su mayor anhelo es la libertad, pero al mismo tiempo es lo que más les asusta, porque piensan que cuando sean libres, harán cosas más humillantes. 
  •         Las relaciones con los progenitores son complejas. Quieren complacerles en todo y ven eso como una carga y una gran responsabilidad.

 

Cómo superar la herida de la humillación

¿Es posible superar la herida de la humillación?

Sí, por suerte, como las demás heridas, se puede curar. Para ello, es necesario recordar las experiencias traumáticas para liberar el sentimiento atrapado. Esfuércese por la autocomprensión, la aceptación, el perdón de sí mismo y de los demás, y por mejorar su autoestima. No siempre es fácil, porque hay mucho dolor en esos recuerdos, por lo que muchas veces se necesita ayuda profesional para guiarnos en el proceso.  

Esta herida se cura liberando la pesada carga que lleva la persona humillada. Lo hace perdonando a quienes le hicieron daño, haciendo las paces con el pasado para empezar a valorar quién es realmente, y como adulto, la única persona de la que es responsable. 

La crianza respetuosa, empática y afectuosa, y saber poner límites pueden disminuir las posibilidades de que nuestros hijos sufran las consecuencias de la humillación en la infancia y la edad adulta.

 

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