El Buen Pastor de nuestras vidas | Panorama Calasanz
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Probablemente hemos escuchado en varias ocasiones el Evangelio de Juan y las referencias que se hacen hacia la persona de Jesús como el Buen Pastor, sin embargo, cuando nos adentramos a desgranar cada una de las palabras que conforman el evangelio de este domingo, podemos encontrar un significado profundo que tiene mucho que decir para nuestra vida actual.

El término pastor nos remite inmediatamente a su significado más primigenio que tiene que ver con el oficio de aquellas personas que tienen la función de cuidar de un rebaño, normalmente de ovejas. Partiendo de este significado no es difícil comprender que un pastor vigila, guía, acompaña y protege al rebaño, es por así decirlo, el guardián de la integridad de las ovejas a su cargo.

Cuando vemos nuestro mundo es difícil poder encontrar a personas a las que se les pueda aplicar el término “pastor”. El hedonismo, el consumismo, el individualismo imperan en todas partes, generando guetos, islas de personas y mucha soledad. Qué decir de las personas que por ser autoridades deberían de ejercer la función de cuidado y protección de sus súbditos; esto lo vemos en el triste desempeño de los gobiernos civiles y lideres de las diferentes estructuras sociales.

En este contexto, se alza la voz de Jesús que nos dice que él es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas. Él se presenta como un pastor que conoce profundamente a cada oveja de su rebaño. Cuando escuchamos esas palabras de la boca del Maestro, podemos experimentar un sentimiento de recogimiento y gratitud. Es que es cierto, cuando revisamos nuestra historia y la compaginamos con la historia de salvación, nos damos cuenta de que el Señor siempre ha estado ahí, cuidándonos, dando su vida y dándonos vida. Su vida entera fue para dar la vida a estas pobres ovejas que somos nosotros. Su amor por la humanidad lo llevó al momento culmen que es su pasión, muerte y resurrección. La resurrección misma que celebramos en esta pascua es consecuencia de esa entrega de la vida del Buen Pastor por nosotros, ya que cada una de las palabras y obras en el ministerio de Jesús fue una reiterada donación de su vida para salvarnos de los lobos de la ignorancia, del engaño, del pecado y la muerte.

La salvación que nos trajo Jesús, el Buen Pastor, no solo fue palpable para los discípulos y gente que le rodeaba en ese tiempo. Cada uno de nosotros puede experimentar en su vida lo que dice el salmo 23:

El Señor es mi pastor; nada me falta. En verdes praderas me hace descansar, a las aguas tranquilas me conduce, me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre. Aunque pase por el más oscuro de los valles, no temeré peligro alguno, porque tú, Señor, estás conmigo; tu vara y tu cayado me inspiran confianza

Cuantas veces en nuestra vida no nos hemos sentido agobiados por situaciones difíciles, envestidos por los lobos del miedo, de la incertidumbre por el futuro, de la incomprensión y la tentación del sinsentido de la vida. Cuando nos encontramos en los valles más oscuros y tenebrosos, aparece Jesús el Buen Pastor que nos dice: “Te conozco, escucha mi voz, estoy aquí”; y lo hace de maneras tan sutiles como pueden ser la presencia de un amigo, de un hermano que, con su ayuda, sus palabras o simplemente con su testimonio de vida, hacen presente a Jesús. También encontramos al Buen Pastor en la oración, en los sacramentos de la eucaristía y la reconciliación, en donde de manera profunda nos habla al corazón. Es aquí, en los momentos más sombríos, en que conocemos que Jesús nos conoce, porque sabe lo que necesitamos y nos ayuda, tal vez no como nosotros queremos, sino como mejor nos conviene y según el conocimiento profundo que como Buen Pastor tiene de nosotros.

Por otro lado, el señor Jesús evidenció las estructuras de injusticia de los “pastores” asalariados de su tiempo, y con ello, trazó un camino que podemos seguir los cristianos de la actualidad, un camino que implica imitarle siendo como él, buenos pastores. Si analizamos nuestra realidad veremos que hacen muchísima falta los buenos pastores, de alguna manera todos podemos ser esos pastores que necesita el mundo. Todos tenemos una responsabilidad con las personas que nos rodean, muchas de ellas ávidas de un buen consejo, de una ayuda, de un apoyo.

En este sentido, los que vivimos en un contexto escolapio, orientados por la espiritualidad de San José de Calasanz, podemos darnos cuenta de que tenemos la dicha y la gran responsabilidad de colaborar con el Buen Pastor. Los escolapios religiosos y laicos tenemos la misión de guiar, acompañar y llevar a las verdes praderas del bien a una gran cantidad de niños y jóvenes.

Es un privilegio muy grande ser cooperadores de la Verdad, y para lograr corresponder a ese sublime llamado que nos ha hecho el Señor, no nos queda más que acogernos a la noble mirada de Jesús el Buen Pastor, que nos conoce, y con humildad pedirle que nos dé el don de conocerle nosotros también, y conociéndole a él, podamos conocer al Padre. En suma, le damos gracias al Señor Jesús por ser el Buen Pastor de nuestras vidas, por estar con nosotros en los momentos en que más lo necesitamos, y ser luz en nuestro camino cuando atravesamos las cañadas más oscuras de nuestra existencia. 

21 de abril de 2024 | IV Domingo de Pascua

Jn 10, 11-18: El Buen Pastor da la vida por sus ovejas

En aquel tiempo, dijo Jesús:

«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».

ÓSCAR MÉNDEZ MÉNDEZ

ÓSCAR MÉNDEZ MÉNDEZ

Junior Escolapio

Originario de Xochiojca, Zongolica, Veracruz (México) Junior escolapio de la Provincia de México. Al presente, miembro de la comunidad Noviciado Beatos Mártires Escolapios. Ingeniero en Desarrollo Comunitario, Maestro en Ciencias en Administración y Gestión de Instituciones Educativas y estudiante del 8º semestre de la Licenciatura en Teología. Apasionado por la identidad y cultura de los pueblos originarios, así como el desarrollo social, amate de los libros, aficionado de la historia, geopolítica y las neurociencias. Cree firmemente que el evangelio puede cambiar al mundo y está convencido de que a través de la piedad y las letras se puede construir una sociedad más justa y compasiva según el corazón de Cristo.