"Anastasia" y la magia detrás de su vestuario
miércoles, mayo 29, 2024
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    125 looks en escena y más detalles del vestuario de «Anastasia»

    Una oda a la moda europea de los años 20…

    Con una corta pero maravillosa temporada «Anastasia, el Musical de Broadway» ha conquistado al teatro Telcel con una puesta en escena excepcional para toda la familia, en la que además de cada diálogo y canción interpretada con orquesta en vivo, el vestuario funge un papel excepcional.

    Se trata de una verdadera pasarela de la moda europea de principios del siglo XX, la cual requirió una ardua labor de investigación y creatividad, que creó la diseñadora Lina Cho, quien dio vida a 125 trajes que reproducen todo el esplendor de la Rusia Zarista.

    Además de las penurias del San Petersburgo bolchevique, para después continuar con el desparpajo y elegancia de los alegres años 20 parisinos, logrando así, más de 800 piezas forman su propuesta artística.

    El vestuario de «Anastasia, el Musical de Broadway»

    La magia en México se desprende del trabajo de un grupo de 10 profesionales, quienes trabajan en el mantenimiento y limpieza de cada prenda para el montaje, que además de ser un deleite para los oídos y el corazón, también lo es para la vista.

    Son 125 trajes en escena con más de cinco piezas para completar cada uno, 80 pelucas y más de 100 pares de zapatos. La mayoría de la ropa está elaborada con telas importadas de Alemania, el Reino Unido y Rusia.

    Sobre ello, Geneviève Petitpierre, Supervisora de Diseño de Vestuario de la producción mexicana, afirmó: «Existen 125 trajes durante toda la obra, pero cada vestuario se compone de diferentes piezas».

    «Por ejemplo: el personaje de Dimitri usa pantalón, camisa, chaleco, suéter, saco, gorra, guantes, botas, etcétera… estamos hablando de 7 u 8 elementos por personaje, entonces son más de 800 piezas las que vemos en escena».

    Hay una gran variedad de algodones, casimires de lana, lanas gruesas, brocados de seda y terciopelos. Por su parte, la gama de encajes y bordados muy elaborados es casi incontable, algunos fueron hechos a mano y, abunda la pedrería y los artículos de fantasía, así como materiales que imitan pieles de animales.

    Mientras que las pelucas juegan un papel muy importante, ya que durante toda la obra se usan alrededor de cinco pelucas por persona. En total hay 80 que todos los días son peinadas.

    La elegancia de la dinastía Romanov

    Tomando en cuenta la gran variedad de texturas, los vestidos con diferentes capas, tienen una riqueza y un peso escénico único. De acuerdo a Geneviève Petitpierre: «Los atuendos de las hermanas Romanov, no sólo tienen brocados. Las mangas, el corsé y la falda, poseen un diseño específico, nada se repite».

    «No olvidemos que los Romanov en su época de esplendor hacían alarde de su posición, como lo muestra el vestido de la Zarina que estaba bordado con diamantes y perlas reales. Nosotros usamos pedrería Swarovski original«.

    Cada uno de los diseños es producto de una minuciosa examinación en fotografías históricas, libros de historia y arte, tomando en cuenta que se trata de un hecho real. Sin embargo, los problemas se dieron al trasladar esas imágenes a la escena.

    Geneviève aclaró que en las fuentes históricas los personajes sólo están posando, en cambio en el escenario, tienen que bailar y desplazarse al ritmo de la obra, por lo tanto «se requería de materiales y diseños que permitieran el movimiento. Tenía que ser funcional. Situación que Lina Cho solucionó al hacer prendas más amplias y con más pliegues».

    Lo anterior, también pensados en que por momentos la dinastía Rumanov jugaba un papel tangible y fantasmal: «Para marcar la diferencia, Lina Cho creó un vestuario de aspecto Imperial«.

    «Pero cuando se vuelven espíritus, entra en juego la iluminación de Donald Holder, para que los colores como los lilas tengan un efecto brumoso y así marcar los cambios entre realidad, sueños y apariciones«.

    San Petersburgo y los uniformes militares

    En el caso de las escenas en San Petersburgo, cada traje conlleva alrededor de cuatro o cinco tipos de lanas texturizadas que el equipo de vestuaristas pinta y matiza para dar el efecto de ropa usada.

    A pesar de que en escena se ven como prendas que la gente se encuentra en la calle, la realidad es que todo tiene una gran calidad. Son telas de primer nivel, lanas alemanas e inglesas.

    En cuanto los uniformes de los militares, Linda Cho hizo un trabajo de recopilación histórica que se alineara perfectamente con la época, todo nace de la vestimenta alemana, pero que después se despliega para crear su propio diseño.

    En éstos, claramente predomina el verde militar para destacar el pensamiento de «todos somos iguales». Aquí la única diferencia son las medallas y los grados que tenía cada militar.

    Del cine a la puesta en escena

    El vestuario de la obra también tiene algunas referencias de la película. Al tanto, Geneviève recordó una anécdota de Linda Cho: «Para la escena donde se presenta por primera vez Anastasia con la gran Duquesa, Linda había diseñado un vestido rosa, muy parecido al vestido azul rey que tenemos actualmente».

    «Y los fans de la cinta pidieron el vestido azul, pues antes del estreno en Broadway, el musical les fue presentado en una función de prueba. Linda Cho escuchó las peticiones y rediseñó el vestido junto con una serie de nuevas adaptaciones».

    La extravagancia de los años 20

    Con la misma intención de escuchar a los fans, Linda Cho exploró en las tendencias de los años 20, «romantizó estos diseños para hacerlos más atractivos visualmente en comparación de los originales de esa época».

    «Y aunque parece que todos los vestuarios de la escena de París son iguales, en realidad no lo son, al juntarlos se vuelve una explosión de colores, como los juegos artificiales en la Torre Eiffel de la escena del primer acto”.

    Por ejemplo, en el Club Nivá, lugar que frecuentaban los aristócratas rusos en París, se representan los alegres años locos. Los inmigrantes rusos de la alta sociedad se divertían con champagne y lucían las joyas que habían logrado rescatar.

    Geneviève Petitpierre puntualizó que para aquella escena «se crearon trajes con flecos, tiaras, pieles y accesorios como cigarrillos largos; los uniformes de los meseros son muy llamativos; todas las telas de esta escena vinieron de Rusia y fueron hechas de forma artesanal».

    «Asimismo, los géneros de la indumentaria de las sirvientas de los Romanov con sus tocados gigantes se mandaron a bordar exclusivamente para la obra, un trabajo minucioso con carácter arqueológico», señaló.

    Dentro de esa genialidad se puede ver cómo en ese número los colores rojos predominan en los meseros, mientras que los invitados llevan colores fiusha y beige.

    «Todo con la intensión de que resalte la Condesa Lily que viste de amarillo. Aquí las pelucas juegan un papel importante pues hay cabelleras coloridas«. Cabe mencionar que en esa época se empezaban a usar los tintes y aquí lo podemos corroborar.

    Un desfile de indumentaria

    En cuanto a la escena de los asistentes rusos en el ballet, Geneviève mencionó: «El vestido de la duquesa es sumamente espectacular, los hombres visten unas camisas de frack con una pechonera rígida que los hace lucir impecables. Las alforzas, que son difíciles de planchar son desarmables, se quitan y se ponen con imanes».

    El vestuario en «Anastasia, el Musical de Broadway» es el resultado del esfuerzo y trabajo en equipo, cuya misión es «mantener la calidad muy arriba para que todo se vea como el primer día», gracias a eso, la magia es posible.

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