Le Rosey, la exclusiva escuela suiza donde estudian los herederos de la realeza y del mundo empresarial internacional | El Economista
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Le Rosey, la exclusiva escuela suiza donde estudian los herederos de la realeza y del mundo empresarial internacional

El internado suizo Le Rosey es el preferido por la élite global, por ello es conocido como “el centro académico con más poder económico por metro cuadrado”.

El selecto internado suizo Le Rosey rechaza a 3 de cada 4 aspirantes.

El selecto internado suizo Le Rosey rechaza a 3 de cada 4 aspirantes.

El instituto suizo Le Rosey es el semillero de la alta sociedad, pues se dedica a recibir a los herederos de la realeza y del mundo empresarial internacional. Fue fundado en 1880 por Paul-Émile Carnal en Rolle, cerca de Ginebra, en donde solía estar el castillo del Rosey en el siglo XIV, no solo es uno de los internados más antiguos de Suiza, sino también uno de los más prestigiosos y caros.

Por sus aulas han pasado alumnos notables, entre ellos los reyes Balduino y Alberto II de Bélgica, el rey Juan Carlos de España, Guillermo de Luxemburgo, el príncipe Rainiero III de Mónaco o el príncipe Eduardo duque de Kent (primo de la reina Isabel II). Hasta el día de hoy, el colegio recibe a chicos de entre 7 y 18 años, jóvenes de clase social alta, reyes sin reino que se crían juntos alejados de sus padres e incluso llegan a compartir habitaciones.

El "Colegio de los reyes" funciona en las antiguas instalaciones del castillo Rosey.

Algunos de sus representantes ilustres fueron el príncipe Karim al-Husayni –conocido como el Aga Khan IV–, Farouk de Egipto, el Sha Reza de Irán o Emmanuel Filiberto de Saboya además del príncipe Dasho Igyen Jigme Wangchuck de Bután y generaciones de familias célebres como los Niarchos, Getty, Rothschild o Rockefeller.

Lo cierto es que el tiempo no parece haber cambiado en Le Rosey, donde las lecciones comienzan apenas terminado el desayuno, los alumnos practican deportes, toman clases de arte y viven todo tipo de experiencias a lo largo del día para terminar a tiempo e irse a dormir temprano, “algo que no lograrían si esto no fuera un internado”, destacan en el instituto.

Vista aérea del instituto suizo Le Rosey.

Su prestigio es tal que la disputa por una vacante supera ampliamente a otros lugares. La institución tiene una capacidad de 400 estudiantes y solo hay disponibles 100 plazas al año. El solo hecho de participar del proceso de selección está valuado en 2,300 euros y se calcula que más de 110,000 euros el curso. Con todo, tres de cada cuatro aspirantes son rechazados.

Acostumbrados a lidiar con la elite internacional, en Le Rosey advierten que no son bienvenidos quienes deseen “presumir de la riqueza y el prestigio de los padres”, y que no hay conexiones ni donaciones que valgan. “Incluso el estudiante más brillante y mejor calificado con las ‘mejores conexiones’ puede no ser admitido si no hay espacio”, destacan en su brochure institucional.

No admiten privilegios. “Sabemos lo difícil que es para los padres aceptar el concepto de ‘una regla para todos’, pero es esencial para el equilibrio y para crear sentido de igualdad. Cada ‘pedido especial’ parece inofensivo, pero multiplicado por decenas de familias, hace que la vida comunitaria sea imposible de gestionar”, advierten.

El príncipe Karim (hoy conocido como Aga Khan IV) en 1953 en el internado suizo a donde asistió junto al duque de Kent y al rey Juan Carlos de España.

Lejos de los estereotipos, el internado advierte que no tolerará chicos problemáticos, “niños mimados acostumbrados a salirse con la suya”. La disciplina y el orden rigen en este, uno de los colegios privados más exclusivos del mundo. Entienden que los roseans provienen “de familias privilegiadas” y esperan que “comprendan que el beneficio conlleva una gran responsabilidad”.

El colegio no revela las identidades de sus alumnos, pero se sabe que por sus aulas han pasado desde el nieto de Winston Churchill hasta hijos de artistas como Elizabeth Taylor, sir Roger Moore o Alain Delon. “Hay 50 nacionalidades en Le Rosey. Por suerte, hubo una vacante y mi hijo Alain-Fabien fue aceptado in extremis. Ser Alain Delon no ayudó, allí quien seas les da igual”, confirmó el actor.

A finales de los 60, Audrey Hepburn encontró en Le Rosey la tranquilidad que buscaba. Roma, la ciudad donde vivía con su hijo mayor Sean –de su primer marido, Mel Ferrer– se había vuelto peligrosa, así que lo envió al internado en Suiza, donde pensó que estaría más seguro. “Me dijo: ‘Puedes quedarte con nosotros y tener un guardaespaldas, o puedes ir a Suiza y tener una vida normal’. Yo tenía 13 años. Fui a Le Rosey y a los 17 obtuve mi bachillerato francés”, relató Sean

También fue alumno otro célebre Sean [Lennon, hijo de John Lennon y de Yoko Ono], así como John Casablancas [fundador de la agencia de modelos Elite], su hijo Julian Casablancas, el líder de la banda de rock The Strokes (en Le Rosey conoció a Albert Hammond Jr.), y el fallecido Dodi Al Fayed, heredero de la cadena Harrods y última pareja de Lady Di.

Las hermanas Miller, Pia, Marie-Chantal y Alexandra, hijas del magnate dueño de las tiendas Duty Free y exalumnas de Le Rosey.

En 1975, el instituto admitió a mujeres por primera vez, el campus La Combe, con cuatro casas privadas, pasó a ser parte de Le Rosey. Las millonarias hermanas Miller (quienes luego serían conocidas como Pía Getty, la princesa Alexandra von Fürstenerg y Marie Chantal de Grecia, casada con Pablo de Grecia) son algunas de sus exalumnas. También Tatiana Santo Domingo, nieta del magnate colombiano Julio Mario Santo Domingo y actualmente casada con Andrea Casiraghi, el hijo mayor de Carolina de Mónaco.

En el campus, los alumnos pueden vestir casual (sin denim, ropa ostentosa, ni pieles), no se admiten tinturas para el pelo, tatuajes visibles, tampoco gorras ni camisetas sin cuello. El maquillaje está vedado, a excepción de los mayores, a quienes se les permite un sutil y elegante “maquillaje no distinguible”.

Modales y clases de esquí

En Le Rosey saben que el día de mañana a sus alumnos les espera, sino un trono, estar al mando de una compañía multinacional. Con roseans de 64 países y 31 lenguas maternas, fomentan la diversidad y el espíritu de comunidad en los chicos. Para evitar mayorías, además, intentan que no haya más de un 10% de alumnos de cada país al mismo tiempo.

En la institución han visto avanzar la economía del mundo a la par de sus estudiantes, con la llegada de griegos, italianos y estadounidenses en los ‘60, árabes en los ‘70, estudiantes asiáticos en los ‘80 y rusos en los ‘90. Muy pocos latinoamericanos, como el empresario Francisco Soldati (h), hermano de Santiago Soldati y muy amigo del rey Juan Carlos de España, que fue uno de sus exalumnos argentinos. También Josefina Vargas Llosa, nieta del escritor peruano Mario Vargas Llosa.

Generaciones de "roseans", se formaron en Le Rosey. Las actividades y reglas de convivencia se mantuvieron con los años.

Conocido como “el centro académico con más poder económico por metro cuadrado”, Le Rosey es una de las instituciones educativas más prestigiosas del mundo con educación bilingüe (con francés o inglés), aunque por sus pasillos se llegan a escuchar hasta 60 idiomas.

El arte y los deportes también son protagonistas. La escuela posee una impresionante colección de cuadros, con obras de artistas como Picasso, Warhol y Chagall, y los alumnos tienen, además de la cursada habitual, actividades en la piscina, canchas de tenis o campo de golf, clases de equitación, de vuelo, o cuidado del invernadero. También se destacan las actividades extracurriculares, como viajes y experiencias por el mundo, donde hacen voluntariado.

Las tradiciones deportivas se mantienen con el paso de las generaciones.

Si de algo pueden jactarse los roseans es de ser expertos esquiadores y es que, desde 1917, de enero a marzo, las clases se mudan de Rolle al campus a la estación de esquí de Gstaad. El duque de Kent, por ejemplo, fue capitán de esquí de regimiento en los campeonatos del ejército.

Todo suma a la hora de educar futuros líderes, incluso la cena, a la que asisten con blazer y corbata. La comida es preparada por chefs, y como en una familia, son los mismos roseans quienes se turnan para servir a sus compañeros. Acompañados por profesores, se aseguran de comer “con la espalda recta y con las manos, pero no los codos, sobre la mesa, llevando el alimento a la boca y no acercando la cabeza al plato”, como dicta su código de convivencia. También cuidan sus modales: “La puerta siempre se mantiene abierta para dejar pasar a la persona que sigue”.

Durante el invierno, el campus se muda a la estación invernal de Gstaad.

Red de contactos real

El nexo entre exalumnos de todas las generaciones se mantiene con el paso del tiempo, como en el caso del rey Juan Carlos y el Aga Khan, una amistad que empezó en la infancia y duraría toda la vida.

Por entonces, Juan Carlos no tenía futuro “real” y era conocido simplemente como “Juanito”, mientras que el príncipe Karim al-Yussayni era hijo del príncipe Alí [casado con la actriz Rita Hayworth] y nieto del líder de los musulmanes. Pocos imaginaron que, al morir su abuelo, en su testamento saltearía a su padre y lo nombraría Aga Khan IV, líder religioso de los musulmanes ismaelitas y el 49º imán con solo 21 años. Actualmente, es uno los 10 miembros de la realeza más ricos del mundo, según Forbes.

El tradicional internado suizo abrió sus puertas a las mujeres en 1975.

Fue el Aga Khan quien acudió en ayuda del rey Juan Carlos en sus momentos más turbulentos y cuidó de los Borbón proporcionando dinero, sus propiedades e influencia. Es más: también ayudó a la infanta Cristina que, aun en medio de las acusaciones por corrupción, trabajó para la multinacional AKDN Aga Khan Development Network y se mudó a Ginebra bajo su ala. Lo que se dice lealtad entre roseans.

De Le Rosey al Aga Khan no solo le quedaron amistades, sino también amores. El imán estuvo a punto de comprometerse con la catalana Silvia Casablancas (hermana de su compañero de clase, Fernando Casablancas, abuelo del líder de The Strokes) a quien conoció en una de las escapadas grupales del internado.

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