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Dirección: Woody Allen
Reparto: Jon Lovitz, Michael Rapaport, Tony Darrow, Tracey Ullman, Woody Allen, Hugh Grant, Elaine May
Título en V.O: Small Time Crooks
Nacionalidad: USA Año: 2000 Duración: 94 Género: Comedia Color o en B/N: Color Guión: Woody Allen Fotografía: Zhao Fei
Sinopsis: Ray Winkler (Woody Allen) tiene un sueño: ser rico. Tiene un pasado: es un ex presidiario. Tiene una mujer: Frenchy (Tracey Ullman), que lo mantiene a raya. Y tiene un plan: robar un banco. Para hacerlo, además de compinches (Tony Darrow, Michael Rapaport y Jon Lovitz), necesita una tapadera: una pastelería le servirá de camuflaje ideal para sus delictivas operaciones. Si se suman todos estos factores, el producto final tiene un solo resultado posible: el fracaso. Pero contra todo pronóstico, la pastelería es una mina, y convierte a los aspirantes a ladrones en nuevos ricos. Así, los Winkler necesitan adaptar sus modales a los de la nueva elite a la que ahora pertenecen; un estirado británico (Hugh Grant) será su cicerone en las altas esferas de la sociedad.

Crítica

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Sin salir del ecosistema de su querido Manhattan, Woody Allen vuelve, película tras película, sobre personajes y situaciones muy similares pero siempre dotadas de un punto de inflexión ocurrente y original. "Granujas de medio pelo" comienza como un remake de "Rufufú", mucho más afortunado que el de Louis Malle en "Crackers", para desembocar en una screwball commedy en la que una pareja de nuevos ricos pretende introducirse en la sofisticada aristocracia cultural neoyorquina. Ambos registros se mueven en órbitas no muy lejanas del universo de Allen y el cineasta añade su inconfundible sello personal.Su personaje, el eterno individuo histérico, mezquino y misógino, pretende salir de la miseria con el atraco a un banco perpetrado mediante un artesanal túnel excavado desde un establecimiento cercano, que resulta ser una pastelería. El azar invierte el destino del plan, pero la rueda de la fortuna sonríe igualmente a este gris ciudadano que, en compañía de su mujer, se ve súbitamente introducido en las más altas esferas de los negocios y del arte. Allen sabe perfectamente de qué mundo está hablando y no duda en caricaturizarlo desde el mal gusto expresado a través de los dorados y ornamentos que decoran su apartamento o de las nociones de arte y modales que el personaje de Hugh Grant, peculiar Pigmalión, imparte a la esposa del protagonista, interpretada por la estrella televisiva Tracey Ullman.Hay una cierta asimetría entre las dos partes del film. La primera es hilarante, desenfadada y dotada de unos gags ejecutados con la milimétrica precisión que exige el non sense del burlesque. Contiene diálogos impagables, normalmente a costa de la cada vez más feroz misoginia de Allen, y situaciones tan previsibles como excelentemente resueltas. La segunda mitad de Granujas de medio pelo no resulta tan brillante pero no es menos mordaz. El cineasta capaz de admirar la entrañable comedia de Monicelli se convierte ahora en un documentalista de su propio entorno y le basta con observar unos determinados hábitos sociales para que ellos mismos se autoretraten. Que el protagonista de Granujas de medio pelo prefiera asistir a un partido de béisbol antes que acompañar a su mujer en una visita a un museo es una definición de principios casi tan categórica como la de aquel primerizo Woody Allen que afirmaba que solo creía en el amor y en la muerte. >>Para amantes de Woody Allen y de las galletas caseras. Lo mejor: las didácticas lecciones de economía de mercado en clave de humor.Lo peor: el excesivo contraste entre la primera y la segunda parte del film.