“Estos hechos siempre están ligados a climas sociales. No es un tipo suelto: hay una cantidad de sectores que piensan estas cosas, y que ahora se sienten validados”, analiza la histórica activista lesbiana María Luisa Peralta, sobre el ataque con una bomba molotov perpetrado por un hombre contra cuatro mujeres lesbiana en un hotel familiar del barrio de Barracas, que provocó la muerte por quemaduras de tres de ellas, mientras la cuarta permanece internadas con quemaduras en una mano y la cara. Cuando dice “piensan estas cosas”, Peralta se refiere a “prejuicios lesbofóbicos”. Pero sobre todo, advierte que la brutal agresión hay que relacionarla con “un contexto de propagación de intolerancias, y de discursos crueles, de odio y de indiferencia en general, desde el Gobierno” y en un momento histórico donde “hay sectores que somos construidos como chivos expiatorios del malestar social”. “Pasa en todas las crisis económicas: somos las personas LGBT, las trabajadoras sexuales, los varones adolescentes de clases populares, los migrantes especialmente racializados, históricamente latinoamericanos, ahora también africanos, y la gente en situación de calle”, alerta.

Peralta es bióloga. Comenzó su activismo en 1996 en Lesbianas a la Vista y luego integró diversas organizaciones. Ahora forma parte del colectivo Sexo y Revolución, el programa de memorias políticas feministas y sexogenéricas del Centro de Documentación e Investigación de la Culturas de Izquierdas, donde tienen biblioteca y archivo físico, que resguarda documentación, folletería, fanzines y libros de reconocidas activistas feministas como Sara Torres, Hilda Rais, María Elena Oddone, Ilse Fuskova y de militantes de la Comunidad Homosexual Argentina, y cuenta además con un sitio que se llama América lee, donde están escaneadas página por página publicaciones periódicas de la izquierda en general e incluye un programa con publicaciones feministas y LGBT.

Además integra la ONG feminista “Akãhatã, desde donde se dedica a hacer incidencia en derechos sexuales ante organismos multilaterales como la OEA y la ONU. Por esa razón sigue hace tiempo el recorrido “antiderechos” de personajes hoy muy cercanos al presidente Javier Milei como Agustín Laje y Nicolás Márquez, que además es su biógrafo. “Creo que no hay que darles espacios en los medios”, considera, en una extensa entrevista con Página 12.

--¿El ataque a las mujeres lesbianas fue un hecho aislado? ¿Cómo hay que analizarlo?

--Este tipo de hechos nunca son aislados. Hay un problema con hablar todo el tiempo del odio, y es que tiende a favorecer que se piensen que son hechos aislados o que son personas individuales, tapadas de prejuicio, resentimiento, que desbordan y actúan. Un poco como se hablaba hace unos años de los crímenes pasionales en relación a los femicidios. Estos hechos siempre están ligados a climas sociales. No es un tipo suelto: hay una cantidad de sectores que piensan estas cosas, que ahora se sienten validados. Estas violencias suceden contra nosotras repetidamente. Fíjate que no es tan distinto del ataque contra Highi. Higui sobrevivió pero podría no haber sobrevivido. Hay un fondo social de violencia, de estigma, de prejuicio contra las lesbianas o contra las personas LGBT en general. Son hechos que suceden sobre todo en ciertos momentos políticos. Eso es muy importante, porque se da en un contexto de propagación de intolerancias, y de discursos crueles, de odio y de indiferencia, en general, desde el Gobierno.

--¿Hay que pensarlo como un crimen de odio?

--Hay un prejuicio lesbofóbico que lleva a actuar y conduce a esta violencia extrema. Me importa mucho usar esta terminología que utiliza la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, de la violencia por prejuicio, porque pone el énfasis en los motivos del perpetrador y no tanto en discutir la identidad. Alguno puede decir: pero si tiene un hijo capaz que no es tan lesbiana. No importa mucho si la gente es realmente lesbiana o parece lesbiana. Lo que importa es que el que agrede, lo hace porque él considera que son lesbianas. Y cuando me preguntabas si era un hecho aislado, también pensando en lo micro, hay una historia previa siempre. No es que de la nada alguien decide prenderle fuego a otras personas. Hay un historial en ese conventillo de hostigamientos, de agresión, de insultos, de otras formas menos extremas de violencia contra ellas por ser lesbianas, que otras personas también vieron. Llegás al momento de la violencia extrema pero antes tenés esa indiferencia de toda la gente que vio lo que pasaba y que no lo detuvo, que consideró que no era para tanto, que estas lesbianas se lo buscan... Esa indiferencia y esa cuestión del no te metás también va habilitando la escalada. En lo que tiene que ver con el perpetrador, capaz que sí lo podés pensar como un crimen de odio, pero tenés también todo eso otro que le da un contexto, que lo habilita, que no impide que se llegue hasta ese estadio.

–-Justo sucedió tres días después de una entrevista a Nicolás Márquez, donde el vocero de la ultraderecha hizo declaraciones repudiables en torno de la la homosexualidad, como una conducta insana y autodestructiva... ¿Cómo le cayeron esas definiciones?

--Es muy interesante pensarlo justamente, de nuevo, también a Márquez, no como un hecho aislado, sino a Márquez como parte del contexto argentino. Hace las mismas maniobras que Milei: los dos aturden a los interlocutores con un bombardeo de datos, de los cuales no te están dando referencias. ¿Dónde están validados? ¿Viene de un journal con referato? No, no vienen de ahí. Esa es una táctica que los actores antigénero-antiderechos usan en todos lados, en distintos países, pero también en las instancias multilaterales internacionales: tirar datos que no vienen refrendados de buenas fuentes. Es un bombardeo y una apropiación de un discurso pseudocientífico. Digo pseudocientífico porque justamente no se están ateniendo a un procedimiento científico en relación a los datos. Por otro lado, es muy ofensivo, es muy chocante que tengas a este tipo diciendo la homosexualidad es algo insano, es algo autodestructivo. Pero eso no es lo más grave de lo que dijo. Y acá también está la cuestión de la enorme falta de formación en feminismo y en perspectiva LGBT que tienen muchos periodistas, porque lo más grave de lo que dijo Márquez es que estaba muy mal que el Estado avalara o respaldara estas conductas insanas y autodestructivas. Y acá lo importante es cuando él mete la cuestión del Estado. Porque Márquez es parte del universo de Milei, del mismo sector dominante. Y Milei viene desde su campaña electoral poniendo todo su énfasis en la casta. Es una cosa no definida, difusa y que va asociada a un Estado que ellos presentan como prebendario, derrochador. Entonces, lo más grave de todo no es que Márquez diga que somos insanos, es que en esa maniobra retórica inscribe a las personas LGBT y a las políticas que han tenido que ver con reconocimiento de derechos o con intentos de reparación de exclusiones estructurales, es decir, las inscribe dentro de ese fantasma que arman de la casta y del Estado que malgasta, que ellos vienen a poner en orden, a reformar, a que no se gaste la de ellos, como dicen. Y tampoco es novedoso, porque ya pasó durante el macrismo. También este es el otro problema de poner solo el foco en Milei.

--¿A qué se refiere?

--Cuando gana Macri, también se quiso instalar esa idea de que el kirchnerismo se aprovecha del Estado. Durante el kirchnerismo hubo un discurso y unas políticas de reconocimiento de derechos, no solo a las personas LGBT, pero también a nosotrxs, y de ampliación de esos derechos. Para el macrismo, las personas LGBT fueron un grupo privilegiado, que injustamente recibieron prebendas de parte del kirchnerismo. Y ya tuvimos ataques contra las personas LGBT en ese tiempo por eso mismo, porque aparece ahí como ese backlash, ese contragolpe. Entonces ahora es lo mismo: Márquez nos inscribe en ese aparato de la casta y del Estado que derrocha. Eso también alienta las violencias contra nosotrxs. Estos discursos tienen una finalidad y sirven a unas políticas. Estamos en medio de un contexto en Argentina con un Gobierno que está destrozando el Estado en sus funciones de garantizar y proveer derechos sociales, culturales, económicos y ambientales: las funciones del Estado de reproducción de la vida. Ellos dejan el Estado solo para la reproducción del capital y represión. En ese contexto de desguace, de un montón de gente que ha perdido el empleo, de venirse abajo su nivel de vida por la inflación, por los precios, por el nivel de consumo que se desploma, hay mucha bronca social. Estos discursos favorecen en causar que esa bronca vaya hacia abajo. Históricamente, hay sectores que somos construidos como chivos expiatorios del malestar social. Pasa en todas las crisis económicas: somos las personas LGBT, las trabajadoras sexuales, los varones adolescentes de clases populares, los migrantes especialmente racializados, históricamente latinoamericanos, ahora también africanos, y la gente en situación de calle. Siempre somos construidos como parte de los culpables. En la campaña por las PASO Milei no hablaba nada de sexualidades y género. Eso vino después. Y esto le sirve no sólo al Gobierno, le sirve al conjunto de las clases dominantes y a los sectores que se benefician de estas políticas y a los partidos políticos aliados de La Libertad Avanza.

--¿Qué responsabilidad le adjudica al macrismo?

--El macrismo también tiene que ver con el ataque a las mujeres lesbiana. No dejemos de lado que sucedió en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde hace 20 años que la gobierna el PRO. Es una ciudad que está en emergencia habitacional. Eso quiere decir que tenés un montón de gente que vive de manera precaria en la calle, en conventillos, en pensiones, en alquileres muy malos, con un montón, además, de viviendas vacías. Y eso sigue siendo así porque están prendidos en la especulación inmobiliaria. Tenés además este empobrecimiento general de las grandes mayorías, la derogación de la Ley de Alquileres, etc. Entonces, estas mujeres, en ese conventillo, con un historial de hostigamiento, ¿cuántas chances tenían de irse a otro lado? Muy pocas.

--La entrevista a Márquez generó un debate en redes sociales y medios en torno a si darle o no aire a ese tipo de discursos. ¿Es política e informativamente relevante entrevistarlo dado que es asesor presidencial y biógrafo de Milei?

--Yo creo que no hay que darles espacio. O sea, una cosa es decir, no los podés censurar: eso está bien. Pero si sos la persona que está al frente de un medio o de un programa informativo, tenés una responsabilidad. Vos estás eligiendo a quien entrevistar o no, y eso no es lo mismo que censurar. Y me parece que hay algunos periodistas que consideran que puede ser rentable, incluso desde el escándalo, y que les sirve para decir, “yo soy muy plural”. Y no es cierto que los confrontan.

--Tanto Márquez como Agustín Laje tienen un largo historial a nivel regional...

--Efectivamente, ahora para mucha gente, Márquez aparece referenciado como biógrafo o asesor presidencial pero tiene una historia muy anterior a Milei. Márquez y Laje son parte de fundaciones sostenidas por la ultraderecha regional e internacional y vienen trabajando antes de que Milei fuera un panelista de la televisión. Tienen una larga historia en ser propagandistas de la ultraderecha, acá y en otros lugares, porque además los llevan de gira a otros países de la región. Entonces, no es uno cualquiera que se puso a hacer la biografía de Milei. Son voces que tienen donde expresarse.

--¿Qué impacto cree que puede tener socialmente la descalificación recurrente que han hecho Miley y otros referentes de LLA sobre las personas homosexuales?

--Hay que distinguir mucho entre lo que ha sido en América Latina y España, la historia del concepto libertario que ha estado asociado al anarquismo, y el término norteamericano libertarian, que es lo que es esta gente, que busca la ausencia total del Estado, evadir impuestos, una ideología de la insolidaridad social, un desentenderse del otro, un ultraindividualismo, y son además las milicias racistas que abogan por la libre portación de armas, igual que los Bolsonaro en Brasil, igual que estuvo diciendo Milei en la campaña. Son ideologías de exterminio de los otros: todos los demás son vistos como algo que te estorba, que te compite por recursos, que te impide hacer negocios. Cuando (Diana) Mondino nos llama a las personas LGBT mugrientos o piojosos, no es muy distinto de cuando dice que los chinos son todos iguales. Es un nivel de brutalidad, de desprecio, de violencia. Así como nos atacan a nosotrxs, atacan a las personas de clase popular, a los pobres, en palabra y en acto, dejando sin comida a los comedores populares. Pensemos lo que han dicho integrantes de LLA sobre las personas con discapacidad. Hay mucho de un supremacismo blanco, heterosexista, capacitista, de clase alta, y de desprecio que contribuye a generar una ruptura de los lazos sociales. Están atacando consensos históricos sobre Derechos Humanos en sentido amplio, sobre Memoria, Verdad y Justicia, pero también sobre el derecho humano a comer, a tener la salud pública, a la escuela pública, esos también son derechos humanos. No es simplemente un desborde emocional: son discursos que abonan generar un cambio social y cultural para facilitar la instalación de un programa político y económico.