Una historia legendaria
Cuando solo tenía 16 años, Louis Vuitton tomó una decisión que no solo cambiaría su propia vida sino también las vidas de sus hijos y generaciones futuras: convertirse en fabricante de baúles.
Cuando solo tenía 16 años, Louis Vuitton tomó una decisión que no solo cambiaría su propia vida sino también las vidas de sus hijos y generaciones futuras: convertirse en fabricante de baúles.
La tradición de Louis Vuitton como fabricante de baúles precedió incluso a la función de la compañía.
En 1837, con sólo 16 años, Louis Vuitton llegó a pie a París y empezó como aprendiz del Sr. Maréchal. En esa época, los coches de caballos, barcos y trenes eran los principales medios de transporte, y las maletas sufrían importantes desgastes. Los viajeros recurrían a los artesanos para empaquetar y proteger sus objetos personales.
Louis Vuitton pronto fue un valioso artesano del taller parisino del Sr. Maréchal. Estos fueron los inicios de su actividad altamente especializada y su ilustre carrera en un sector artesanal que requería grandes aptitudes para diseñar arcones y, después, baúles adaptados a los gustos de los clientes. Al cabo de 17 años, Louis Vuitton abrió su propio taller en 4 Rue Neuve-des-Capucines, cerca de la plaza Vendôme.
Las instalaciones de Asnières, que hacen las veces de residencia familiar y de cuna de la empresa, han sido el símbolo del éxito personal y comercial de la familia Vuitton desde 1859.
En 1886, Georges Vuitton revolucionó los candados de viaje con un ingenioso sistema de cierre que convirtió los baúles de viaje en auténticos cofres del tesoro.
En los años 1900, los viajeros transportaban todas sus pertenencias básicas dentro de armarios y baúles planos que, por desgracia, atraían especialmente a los cacos. Como maestro artesano, Louis Vuitton buscó la fórmula para proteger los bienes de sus clientes durante los viajes.
En 1886, el padre y su hijo Georges, implantaron un sistema de cierre único con dos hebillas de resorte. Tras varios años de evolución, Georges patentó este sistema revolucionario y fue tan eficaz que retó públicamente en un periódico al gran ilusionista americano Harry Houdini a escapar de un baúl con la cerradura Louis Vuitton. Houdini no se prestó al reto, pero la eficacia del cierre es indiscutible. Todavía hoy se utiliza.
La marca solicitó a seis diseñadores que creasen unas piezas originales para conmemorar la lona creada hace más de un siglo: la lona Monogram.
Para conmemorar el centenario de la lona Monogram en 1996, Louis Vuitton invitó a una serie de diseñadores a crear piezas de equipaje únicas. La colección resultante se expuso en las grandes capitales internacionales, acercando el espíritu de innovación y colaboración de la marca a los amantes de las tendencias de todo el planeta.