Howard Hawks, de los circuitos a los estudios de rodaje

Howard Hawks, de los circuitos a los estudios de rodaje

Cuando surge la figura Howard Hawks, de inmediato se asocia a películas como «La fiera de mi niña», «El sargento York», «Los caballeros las prefieren rubias», «Tierra de Faraones», «Rio Bravo» o «¡Hatari!». Pero hay otra faceta menos conocida: la de piloto de carreras

Howard Hawks , uno de los gigantes de Hollywood, con más de cuarenta películas en su haber P.F.

Santiago de Garnica Cortezo

Valladolid

Cuando surge la figura Howard Hawks, de inmediato se asocia con nombres de películas como «La fiera de mi niña» («Burning up baby», 1936); «El sargento York» («Sergeant York, 1940); «Tener y no tener» («To have and have not», 1944); «Los caballeros las prefieren rubias» («Gentlemen prefer blondes», 1953); «Tierra de Faraones» («Land of Pharaohs, 1955), «Rio Bravo» (1959); ¡Hatari! (1962) …Más de cuarenta películas de diferentes géneros, de la comedia al western pasando por las de acción, y dirigiendo a estrellas como Katharine Hepburn, Humphrey Bogart, Cary Grant, Ginger Rogers, Marylin Monroe, Kirk Douglas, Robert Mitchum, James Caan, Rock Hudson, John Wayne…

Pero hay otra faceta menos conocida que es la de piloto de carreras. Howard Hawks había nacido, en 1896, en el seno de una acaudalada familia de industriales papeleros del Middle West, retirada en la Costa Oeste de los Estados Unidos. Apasionado por el automóvil y las carreras, su abuelo no solo le facilitaría lecciones de pilotaje, sino que también le regaló un coche de carreras.

Se podría pensar en un adolescente caprichoso, pero estaríamos lejos de la realidad. Hawks era, además de un excelente deportista (un muy buen tenista), un apasionado también de la mecánica y un serio estudiante que, en la Universidad de Cornell, obtuvo el título de ingeniero en mecánica.

Acabados sus estudios, se puso al volante de su flamante y caro automóvil de la, entonces, famosa marca americana Mercer, fabricante de deportivos fácilmente adaptables a la competición. Y así el joven Hawks empezó a participar en pruebas de circuito o en carreras de ciudad a ciudad.

Y en estas carreras trabaría amistad con otro nombre famoso en el mundo del celuloide. Hablamos de nada menos que Victor Fleming, el director de la más famosa película de todos los tiempos, «Lo que el viento se llevó» («Gone with de wind», 1939), sin olvidar «El mago de oz» («The Wizard of Oz», 1939) . Fleming, que también procedía de una acomodada familia si bien con menos medios que Hawks, había sido mecánico, especialista y también copiloto. En particular de Charlie Soules, uno de los componentes del famoso equipo Barney Oldfield, que daría fama a la marca Mercedes en los Estados Unidos con el espectacular y potente Blitzen Benz. E, igualmente, Fleming participó en la legendaria Copa Vanderbilt, en California.

Dramatismo al límite en esta escena de «Avidez de tragedia», película rodada en 1932, en el ambiente de las 500 Millas de Indianápolis P.F.

La historia, y sus protagonistas, cuentan que la amistad entre ambos nace de un incidente de carrera. Así Hawks narra: «poco antes de la última vuelta, yo le había empujado fuera de la pista y así podido lograr así la victoria. Tras el final de carrera, Victor ha venido hacia mi coche y pensé que me iba a atacar. Pero, en lugar de eso, me ha dicho tranquilamente que, si bien yo había en esta ocasión aprovechado mis posibilidades, estaba fuera de cuestión que volviera a repetir semejante actuación».

A partir de este encuentro brutal, curiosamente nacería una fuerte amistad entre los dos futuros directores de cine que se mantendrá hasta la muerte de Fleming en 1949. Una valiosa amistad si pensamos en las feroces luchas y envidias que dominaban los estudios de Hollywood. Muestra de ello es que será el propio Fleming quien proporcione su primer trabajo importante en el cine, al convencer a Douglas Fairbanks para que contrate a Hawks como ayudante de dirección en «In Again, Out Again» (1917).

Cartel de «Peligro…Línea 7000», de 1965, con el ambiente de la NASCAR de fondo P.F.

Al contario que Fleming, Hawks si conservó, a lo largo de su vida la pasión por el automovilismo hasta el punto de firmar dos películas como «Avidez de tragedia» («The Crow Roars», 1932) y «Peligro…Línea 7000» («Red Line 7000», 1965).

En «Avidez de tragedia», protagonizada por James Cagney, Hawks conduce en algunas escenas, al estilo de lo que años más tarde haría Steve McQueen en su película «Le Mans». Y recurrirá a varios pilotos de las 500 Millas para rodar escenas de acción en el mismo circuito de Indianápolis, alquilado para la ocasión. Entre ellos varios ganadores de la legendaria prueba como Billy Arnold (1930) y Fred Frame (1932); y Willbur Shaw, que lograría el triunfo en tres ocasiones: 1937, 1939 y 1940. A ellos se suman otros pilotos de renombre en la pista de Indianápolis como Harry Hartz (2º en 1922, 1923 y 1926); «Shorty» Cantlon (2º en 1930); Ralph Hepburn (2º en 1937), o Mel Kenaly, y «Stubby» Subbfield.

Los hermanos Duesenberg, creadores de la famosa marca de la que era cliente Howard Hawks, aportaron consejos técnicos y un sistema de remolcado de coches para los travelling más peligrosos, que podía ser desenganchado a distancia en el momento crítico.

Treinta y tres años después, en 1965, rueda «Peligro…Línea 7000». Ahora el marco no son las carreras de la Indy, sino las de la Serie NASCAR, y en tres circuitos: Daytona, Darlington y Atlanta. Son las historias de amor de unos pilotos con sus correspondientes chicas. Hawks recurre al piloto Larry Frank que monta en su Ford Galaxie unas cámaras para rodar escenas de carreras. Y estará orgulloso de estas escenas si bien la película, en su conjunto, le dejaría muy insatisfecho y con cierta sensación de fracaso.

El camión Chevrolet utilizado en el rodaje de ¡Hatari! P.F.

Y, además de las películas específicas de carreras, los automóviles siempre han tenido un «papel» en sus realizaciones como es el caso del camión Chevrolet utilizado en ¡Hatari!, junto a varios Jeep, con un inolvidable John Wayne sentado en la aleta (el actor confesó que pasó miedo en muchas escenas), o un MG TD rojo que, junto a Cary Grant, Ginger Rogers y Marylin Monroe, se convertiría en verdadero coprotagonista en la película «Me siento rejuvenecer» («Monkey Businees», 1952).

Duesenberg, Packard, Alfa Romeo…

Más allá de las carreras, a Howard Hawks le encantaban los buenos y potentes automóviles. Sería propietario, entre otros, de un Packard 12 cilindros y de varios Duesenberg en los años treinta.

Pero no solo le gustaban las marcas americanas. También le apasionaban los coches italianos, y así adquirió varios Alfa Romeo. En sus habituales estancias en Europa, (a veces por placer y otras por motivos profesionales como el rodaje de «Tierra de Faraones» donde varias secuencias fueron grabadas en el sur de Italia) se le veía al volante de modelos de la casa milanesa como un precioso 6C 2500 Freccia d'Oro de 1950. Y no solo italianos: sería propietario de un precioso coupé Mercedes coupé, adquirido en un viaje a Alemania en los años cincuenta.

Alfa Romeo 6C 2500 Freccia d'Oro de 1950, que perteneció a Howard Hawks P.F.

Por cierto, que, Hawks años más tarde, pensó en comprar este roadster inglés, a la Twentieth Century Fox, propietaria del mismo, pero sería finalmente la actriz Debbie Reynolds quien se hiciera con el coche.

El 26 de diciembre de 1977, en Palm Springs (California), se paraba el corazón de Howard Hawks, un corazón que había empezado a latir prácticamente al tiempo que las manivelas de las cámaras del cinematógrafo y las que arrancaban los motores de los automóviles, daban sus primeros giros.

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