"Avenue Q", la irreverente y desenfadada comedia musical, se estrena en el Gran Teatro Caixabank Príncipe Pío, en un nuevo montaje de Gabriel Olivares y José Felix Romero


Ayer tuvimos ocasión de visitar un nuevo y muy especial espacio escénico en Madrid, cuya asombrosa modernidad y medios no están reñidos con el majestuoso y clásico estilo arquitectónico en que se enmarca, no menos original que el conjunto del lugar. Nos referimos al Gran Teatro Caixabank Príncipe Pío, ubicado en la construcción que albergó la vieja Estación del Norte, cerrada desde 1993. En 2020, apenas unos días antes de aquel inesperado confinamiento de malhadado recuerdo, se inauguró este fabuloso teatro que supo superar las adversas condiciones en que nació y se ha convertido, en sus escasos años de existencia, en todo un referente del ocio madrileño y nacional, gracias a la programación de unos espectáculos de gran formato, dirigidos a un amplio público, entre los que la música y el humor ocupan un destacado protagonismo.

A esta categoría pertenece Avenue Q, la obra que desde el pasado 3 de mayo se representa en este escenario. Nada menos que todo un musical de Broadway con tres premios Tony a sus espaldas, que, desde su estreno en 2003, ha recorrido con éxito numerosos países y se ha expresado en multitud de idiomas, para ofrecer a los más variados públicos, a través de sus personajes y su historia, una desinhibida y descarada visión de la vida, muy realista y cargada de intención, pero con mucho sarcasmo, ironía, cinismo y, sobre todo, un saludable y muy necesario sentido del humor. Estrenada ya en el Nuevo Teatro Apolo de Madrid, en septiembre de 2010, bajo la dirección de David Ottone, esta obra con libreto original de Jeff Whitty y canciones compuestas por Robert López y Jeff Marx ha sido recuperada para la escena española por Gabriel Olivares y José Felix Romero, directores de una nueva adaptación del texto escrita por Dani Alés, bajo la adaptación y dirección musical de Tuti Fernández.

Inspirada en los célebres personajes de aquel lejano Barrio Sésamo, tan popular entre la población infantil de hace cuarenta años, Avenue Q tiene la originalidad de hacer convivir sobre el escenario a humanos y marionetas, en una trama donde estos se confunden de tal modo que el resultado final se convierte en una suerte de humanizada historieta animada. La historia se centra en Felipe (Diego Monzón), un recién graduado universitario que llega a la gran ciudad con la esperanza de cumplir unos sueños que aún no tiene del todo claros, y con escaso dinero para sobrevivir en otro lugar que no sean los humildes apartamentos del edificio donde tendrá que alojarse -situado en la avenida Q-, en el que conocerá al resto de personajes que protagonizan la historia. Allí descubrirá también el amor -nada menos que con la joven monstruo Cati (Lucía Ambrosini)- y entablará amistad con el Niño Prodigio (Alberto Scarlatta), la rumana Mihaela (Mary Capel), Roque (Daniel Orgaz), Dudo (el propio Monzón), Niko o Treky Monster (Jaime Figueroa), si acaso puede llamarse así la relación con este singular monstruo amigo del porno. Otro importante personaje de esta historia de superación, aceptación, aprendizaje y buenos sentimientos es Lucía, la marioneta cabaretera a quien también da vida Mary Capel, que protagonizará algunas de las más procaces y divertidas escenas de una historia que es pura procacidad y diversión. Completan un reparto caracterizado por sus grandes dotes artísticas y su impecable dominio del género -todos ellos han participado con anterioridad en importantes musicales-, los Swings Paula Soto y Ezequiel Rojo.

Uno de los grandes atractivos de este espectáculo, además del excelente trabajo musical e interpretativo del conjunto del elenco -permítasenos destacar, sin menoscabo del resto, la envolvente, poderosa y delicada voz de Lucía Ambrosini, un auténtico bálsamo para el oído; con la que forma un excelente tándem musical Diego Monzón, cuyo acariciador timbre no anda lejos de los atributos de su pareja de escenario-, es la picardía de un contenido que aborda cuestiones tan incómodas y políticamente incorrectas como la homosexualidad, la inmigración, el racismo o la pornografía, desde una perspectiva muy alejada del dogmatismo puritano de todos los colores, y con un lenguaje irreverente, soez incluso, tratado siempre, en cualquier caso, desde una respetuosa complicidad que trata de mirar la realidad con la picarona inocencia de la sencillez y la aceptación de nuestra naturaleza humana.

Gran trabajo el de Anna Tussell como responsable de una escenografía que reproduce fielmente la fachada del edificio donde transcurre la mayor parte de la historia, diseñada de tal modo que permite una ductilidad adaptable a los diferentes espacios y situaciones que surgen a lo largo de la trama, apoyada en la iluminación de Ezequiel Nobili, y responsable asimismo, junto con Asier Sancho, del diseño de unas marionetas que son parte indispensable del espectáculo.

Es, en definitiva, Avenue Q una comedia musical con todos los ingredientes para convertirse en un nuevo acontecimiento escénico de la temporada, y los suficientes atractivos como para hacer disfrutar al público -preferiblemente mayor de dieciséis años y con la mente abierta, como advierten sus responsables- que se acerque a las funciones que se ofrecerán todos los fines de semana, de viernes a domingo, hasta el 30 de junio, en el Gran Teatro Caixabank Príncipe Pío. Un espectáculo más que recomendable, en el que sin duda disfrutarán; y probablemente, como también es su intención, les incitará a reflexionar sobre lo visto tras apagarse las luces de la sala.

José Luis González Subías


Fotografías: Nelson Pará

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