Track listing
- A1 Lulu's Back in Town 3:03
- A2 When the Sun Comes Out 3:19
- A3 I Love to Watch the Moonlight 2:49
- A4 Fascinating Rhythm 2:27
- A5 The Blues 3:32
- A6 The Carioca 3:17
- B1 The Lady Is a Tramp 2:52
- B2 I Like to Recognize the Tune 3:13
- B3 Keeping Myself for You 3:42
- B4 Lullaby of Birdland 4:52
- B5 When April Comes Again 2:57
- B6 Sing for Your Supper 2:22
- Total length: 38:25
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6 Issues
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Mel Tormé With the Marty Paich Dek-tette [p] 33 rpm, Mono
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Mel Tormé With the Marty Paich Dek-tette 33 rpm, Mono
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Lulu's Back in Town Remastered
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Mel Tormé With the Marty Paich Dek-tette Remastered
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Mel Tormé With the Marty Paich Dek-tette Remastered, Streaming
2 Reviews
Gotta get my old tuxedo pressed, gotta sew a button on my vest,
'cause tonight I've gotta look my best, Lulu's back in town.
Gotta get a half a buck somewhere, gotta shine my shoes and slick my hair,
gotta get myself a boutonniere, Lulu's back in town.
(Lulu's Back In Town, de Harry Warren y Al Dubin)
Confieso que siempre me han fascinado esas obras (discos, libros, películas.....) creadas en la fabulosa década de mi nacimiento en el pasado siglo. Y no es ciertamente por creerse uno el centro del universo ¡ni mucho menos! pero hay algo de extraño, de misterioso, de inexpresable, en relacionar el momento de haber llegado a este mundo con las creaciones que luego, más tarde, con los años, dan sentido a tu vida en una especie de vuelta circular, cuyo significado apenas se alcanza a comprender al cabo de mucho tiempo.
Y es que resulta abrumadora la relación de obras maestras creadas en los años cincuenta. Tan sólo en 1956, encontramos álbumes como "Steamin'", "Workin'", "Relaxin'" y "Cookin'", del primer quinteto de Miles Davis; "Brilliant Corners", de Thelonious Monk; "The Tatum Group Masterpieces", de Art Tatum y Ben Webster; "Songs For Swingin' Lovers", de Frank Sinatra; "After Midnight", de Nat "King" Cole; "Tragic Songs Of Life", de The Louvin Brothers; "Elvis Presley", de Elvis Presley; "Je Me Suis Fait Tout Petit", de Georges Brassens; "The Swingin' Guitar of Tal Farlow", de Tal Farlow.... y algunas docenas más.
Y películas como "The Searchers" de John Ford; "Written On The Wind", de Douglas Sirk; "The Killing", de Stanley Kubrick; "Calabuch", de Luis García Berlanga; "Invasion Of Body Snatchers", de Don Siegel; "Beyond Of Reasonable Doubt", de Fritz Lang..... Y libros como "Áspero mundo", de Ángel González; "Con el viento solano", de Ignacio Aldecoa; "El arco y la lira", de Octavio Paz; "Novela de Ferrara", de Giorgio Bassani; "Final del juego", de Julio Cortázar.... En fin, algo deslumbrante y maravilloso, intemporal y eterno.
El caso es que aquel 20 de enero de 1956, cuando yo tenía apenas catorce días de vida, entraban en un estudio de Los Ángeles, Mel Tormé y los diez músicos que formaban el Marty Paich Dektette para grabar la que sería una de las obras maestras indiscutibles de la carrera del cantante. La relación de estos tipos quita literalmente el hipo. Agárrense: Pete Candoli y Don Fagerquist, a la trompeta; Bob Enevoldsen, al trombón; Bud Shank, al saxo alto, Bob Cooper alternando con Jack Montrose, al saxo tenor; Jack DuLong, al saxo barítono; Vince DeRosa alternado con John Cave French, al corno, Albert Pollen, a la tuba, Red Mitchell, al contrabajo; Mel Lewis, a la batería. Y el innovador Marty Paich, como pianista y orquestador. Un grupo de una calidad envidiable y una frescura insuperable. Unos verdaderos estilistas.
Lo que esta gente hace con los doce temas que componen el álbum, hay que escucharlo para creerlo. ¡Qué suavidad, qué elegancia, qué swing, que hermosura! Pocos cantantes han tenido más clase que Tormé. Desde sus inicios - siendo todavía un adolescente - en la orquesta de Chico Marx, pasando por su estadía con Artie Shaw, la creación en los cuarenta de los Mel-Tones, que revolucionó la composición y esencia de los conjuntos vocales, hasta sus grabaciones con George Shearing, la carrera de "The Velvet Fog" ha sido ejemplar en su honestidad, equilibrio, calidad y resultados. Pero sin duda, su cumbre, y de paso una de las cimas de la historia del jazz vocal, la alcanzó con sus grabaciones de la segunda mitad de los cincuenta y primeros sesenta con Marty Paich ¡Esos "Tormé" (1958) y "Swings Shubert Alley" (1960)!
Hay que rendirse incondicionalmente ante la precisión del fraseo, la impecable dicción y el sentido del ritmo de Tormé, que con toda justicia ha sido, junto a Sinatra y Bennett, uno de esos cantantes especialmente apreciados por los músicos, que veían en ellos a unos auténticos pares, que utilizaban la voz como un instrumento al servicio de la melodía con una indiscutible maestría y con un conocimiento total de los arreglos, la colocación de la frase, las pausas y los silencios. De eso pueden dar fe ¡y cómo! gente del calibre de Nelson Riddle, Gordon Jenkins, Billy May, Bill Evans, Ralph Sharon, Stan Getz, Antonio Carlos Jobim....... y varias decenas más.
Escuchemos con especial atención ese magistral "Lulús Back In Town", asociada perennemente con el eternamente joven Thomas "Fats" Waller, o la suavidad crepuscular de "When The Sun Comes Out" ¿Y qué decir del trepidante "Fascinating Rhythm", el tema de Gershwin, que parece tocado a la manera de Ellington pero sin Ellington? Y ya que estamos con el más grande, Duke, otra lección de contención y entendimiento de un tema lo encontramos en "The Blues", perteneciente a aquel fantástico "Black, Brown And Beige". Finaliza la cara A, con un swingeante "The Carioca", con un tremendo Lewis y un magnífico solo de Enevoldsen.
Y damos la vuelta al disco, y vemos que la cara B contiene una mini-suite (tres temas) de Richard Rodgers y Lorenz Hart, entre ellos un "The Lady Is A Tramp", despojado de la picardía sinatriana para darle la marcha de una locomotora, la del Shanghai Express por ejemplo. Le sigue un sedoso "I Like To Recognise The Tune", que te lleva en volandas al Algonquin o el Plaza neoyorquinos, con un dry martini en la mano. Y ya que hablamos del mítico cóctel, habría que subrayar que sus características son muy similares a las de Tormé, con esa cartesiana combinación de fantasía y rigor, que lo convierte en un trozo de cielo a nuestro alcance. Véase en caso de duda, el tratamiento de "Keepin' Myself For You". Puro satén.
También escuchamos como el endiablado Mitchell va marcando un "Lullaby Of Birland" de ensueño, con una demostración de scat - coda a "Blue Moon" incluida - a lo Ella Fitzgerald, tan solo al alcance de los más grandes, y con unos sensacionales Fagerquist y Candoli. Y ya en la recta final, aún hay espacio para "When April Comes Again", otra lección de buen gusto, de caricia para los oídos y el alma, antes de despedirse con una nueva muestra de swing, "Sing For You Supper", el último tema incluido de los maravillosos Rodgers y Hart.
Este álbum proporciona goce asegurado en repetidas escuchas. No cansa, no se agota, sabe a poco, porque atesora esa, ya casi perdida, cualidad de la brevedad y la esencia. Como un cuento de Julio Ramón Ribeyro o Truman Capote, como un poema de Dylan Thomas o Pedro Salinas, como un haiku japonés, como un preludio de Claude Debussy o Maurice Ravel, como un lieder de Franz Schubert o Hugo Wolf...... puedes volver a disfrutarlo una y otra vez, encontrando siempre matices, detalles, notas, no advertidos en ocasiones precedentes. Es en suma, un muy buen compañero para esas noches en que llegas cansado y te apetece tomar una copa relajado, sentado en tu sillón favorito y te dices: ¡qué bien vendría ahora escuchar al bueno de Mel Tormé! Con la ventaja de apostar a ganador. Bien mirado tampoco tiene mucho mérito. O sí.
'cause tonight I've gotta look my best, Lulu's back in town.
Gotta get a half a buck somewhere, gotta shine my shoes and slick my hair,
gotta get myself a boutonniere, Lulu's back in town.
(Lulu's Back In Town, de Harry Warren y Al Dubin)
Confieso que siempre me han fascinado esas obras (discos, libros, películas.....) creadas en la fabulosa década de mi nacimiento en el pasado siglo. Y no es ciertamente por creerse uno el centro del universo ¡ni mucho menos! pero hay algo de extraño, de misterioso, de inexpresable, en relacionar el momento de haber llegado a este mundo con las creaciones que luego, más tarde, con los años, dan sentido a tu vida en una especie de vuelta circular, cuyo significado apenas se alcanza a comprender al cabo de mucho tiempo.
Y es que resulta abrumadora la relación de obras maestras creadas en los años cincuenta. Tan sólo en 1956, encontramos álbumes como "Steamin'", "Workin'", "Relaxin'" y "Cookin'", del primer quinteto de Miles Davis; "Brilliant Corners", de Thelonious Monk; "The Tatum Group Masterpieces", de Art Tatum y Ben Webster; "Songs For Swingin' Lovers", de Frank Sinatra; "After Midnight", de Nat "King" Cole; "Tragic Songs Of Life", de The Louvin Brothers; "Elvis Presley", de Elvis Presley; "Je Me Suis Fait Tout Petit", de Georges Brassens; "The Swingin' Guitar of Tal Farlow", de Tal Farlow.... y algunas docenas más.
Y películas como "The Searchers" de John Ford; "Written On The Wind", de Douglas Sirk; "The Killing", de Stanley Kubrick; "Calabuch", de Luis García Berlanga; "Invasion Of Body Snatchers", de Don Siegel; "Beyond Of Reasonable Doubt", de Fritz Lang..... Y libros como "Áspero mundo", de Ángel González; "Con el viento solano", de Ignacio Aldecoa; "El arco y la lira", de Octavio Paz; "Novela de Ferrara", de Giorgio Bassani; "Final del juego", de Julio Cortázar.... En fin, algo deslumbrante y maravilloso, intemporal y eterno.
El caso es que aquel 20 de enero de 1956, cuando yo tenía apenas catorce días de vida, entraban en un estudio de Los Ángeles, Mel Tormé y los diez músicos que formaban el Marty Paich Dektette para grabar la que sería una de las obras maestras indiscutibles de la carrera del cantante. La relación de estos tipos quita literalmente el hipo. Agárrense: Pete Candoli y Don Fagerquist, a la trompeta; Bob Enevoldsen, al trombón; Bud Shank, al saxo alto, Bob Cooper alternando con Jack Montrose, al saxo tenor; Jack DuLong, al saxo barítono; Vince DeRosa alternado con John Cave French, al corno, Albert Pollen, a la tuba, Red Mitchell, al contrabajo; Mel Lewis, a la batería. Y el innovador Marty Paich, como pianista y orquestador. Un grupo de una calidad envidiable y una frescura insuperable. Unos verdaderos estilistas.
Lo que esta gente hace con los doce temas que componen el álbum, hay que escucharlo para creerlo. ¡Qué suavidad, qué elegancia, qué swing, que hermosura! Pocos cantantes han tenido más clase que Tormé. Desde sus inicios - siendo todavía un adolescente - en la orquesta de Chico Marx, pasando por su estadía con Artie Shaw, la creación en los cuarenta de los Mel-Tones, que revolucionó la composición y esencia de los conjuntos vocales, hasta sus grabaciones con George Shearing, la carrera de "The Velvet Fog" ha sido ejemplar en su honestidad, equilibrio, calidad y resultados. Pero sin duda, su cumbre, y de paso una de las cimas de la historia del jazz vocal, la alcanzó con sus grabaciones de la segunda mitad de los cincuenta y primeros sesenta con Marty Paich ¡Esos "Tormé" (1958) y "Swings Shubert Alley" (1960)!
Hay que rendirse incondicionalmente ante la precisión del fraseo, la impecable dicción y el sentido del ritmo de Tormé, que con toda justicia ha sido, junto a Sinatra y Bennett, uno de esos cantantes especialmente apreciados por los músicos, que veían en ellos a unos auténticos pares, que utilizaban la voz como un instrumento al servicio de la melodía con una indiscutible maestría y con un conocimiento total de los arreglos, la colocación de la frase, las pausas y los silencios. De eso pueden dar fe ¡y cómo! gente del calibre de Nelson Riddle, Gordon Jenkins, Billy May, Bill Evans, Ralph Sharon, Stan Getz, Antonio Carlos Jobim....... y varias decenas más.
Escuchemos con especial atención ese magistral "Lulús Back In Town", asociada perennemente con el eternamente joven Thomas "Fats" Waller, o la suavidad crepuscular de "When The Sun Comes Out" ¿Y qué decir del trepidante "Fascinating Rhythm", el tema de Gershwin, que parece tocado a la manera de Ellington pero sin Ellington? Y ya que estamos con el más grande, Duke, otra lección de contención y entendimiento de un tema lo encontramos en "The Blues", perteneciente a aquel fantástico "Black, Brown And Beige". Finaliza la cara A, con un swingeante "The Carioca", con un tremendo Lewis y un magnífico solo de Enevoldsen.
Y damos la vuelta al disco, y vemos que la cara B contiene una mini-suite (tres temas) de Richard Rodgers y Lorenz Hart, entre ellos un "The Lady Is A Tramp", despojado de la picardía sinatriana para darle la marcha de una locomotora, la del Shanghai Express por ejemplo. Le sigue un sedoso "I Like To Recognise The Tune", que te lleva en volandas al Algonquin o el Plaza neoyorquinos, con un dry martini en la mano. Y ya que hablamos del mítico cóctel, habría que subrayar que sus características son muy similares a las de Tormé, con esa cartesiana combinación de fantasía y rigor, que lo convierte en un trozo de cielo a nuestro alcance. Véase en caso de duda, el tratamiento de "Keepin' Myself For You". Puro satén.
También escuchamos como el endiablado Mitchell va marcando un "Lullaby Of Birland" de ensueño, con una demostración de scat - coda a "Blue Moon" incluida - a lo Ella Fitzgerald, tan solo al alcance de los más grandes, y con unos sensacionales Fagerquist y Candoli. Y ya en la recta final, aún hay espacio para "When April Comes Again", otra lección de buen gusto, de caricia para los oídos y el alma, antes de despedirse con una nueva muestra de swing, "Sing For You Supper", el último tema incluido de los maravillosos Rodgers y Hart.
Este álbum proporciona goce asegurado en repetidas escuchas. No cansa, no se agota, sabe a poco, porque atesora esa, ya casi perdida, cualidad de la brevedad y la esencia. Como un cuento de Julio Ramón Ribeyro o Truman Capote, como un poema de Dylan Thomas o Pedro Salinas, como un haiku japonés, como un preludio de Claude Debussy o Maurice Ravel, como un lieder de Franz Schubert o Hugo Wolf...... puedes volver a disfrutarlo una y otra vez, encontrando siempre matices, detalles, notas, no advertidos en ocasiones precedentes. Es en suma, un muy buen compañero para esas noches en que llegas cansado y te apetece tomar una copa relajado, sentado en tu sillón favorito y te dices: ¡qué bien vendría ahora escuchar al bueno de Mel Tormé! Con la ventaja de apostar a ganador. Bien mirado tampoco tiene mucho mérito. O sí.
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Stunning, a classic for the ages
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R2 75732 CD (1999)
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