ATHENAEUM PONTIFICIUM REGINA APOSTOLORUM
Facultad de Filosofía
Profesor: Armin Schwibach
Alumno: Ignacio María Rubio, L.C.
Número de matrícula: 00010319
Febrero 2017
Breve análisis de las implicaciones del pensamiento kantiano
en una lectura de la Kritik der praktischen Vernunft y Die
Religion innerhalb der Grenzen der bloßen Vernunft
La propuesta de la filosofía trascendental “práctica” kantiana, junto con su
propuesta de comprensión de la religión, no son baladíes en el conjunto de su obra.
Más bien podríamos considerarlas el culmen al cual quiere llegar, y en el cual
confluye su pensamiento en un conjunto. El resultado más palpable de la Kritik
der reinen Vernunft, fue una constatación de los límites del saber humano, para
reducir al máximo el error estructural de la razón teorética cuando conoce; y por
otro lado la afirmación de que objetos “metafísicos” como el alma, el mundo y
Dios no podían ser propios de conocimiento científico-racional (susceptible de
experiencia posible). Pero lo que la razón pura, sometida a una fuerte crítica, no
alcanza, será campo de la razón práctica que presentará el camino para llegar a los
conceptos de Dios (Gott), libertad (Freiheit) e inmortalidad (Unsterblichkeit) de
forma fundada y necesaria1.
Los intereses de la razón práctica son por tanto diversos. Kant quiere liberar
al sujeto de condicionamientos externos y “fenoménicos” para hacerle realmente
1
KpV, Vorrede, S.5. (La edición que utilizo y de la cual saco la numeración y las páginas
en todo el trabajo es: I. KANT, Kritik der praktischen Vernunft, Verlag von Felix Meiner,
Leipzig 1944. Seguiré la abreviatura clásica e indicaré la posición según la división de la
obra por el mismo Kant, y el número de página de la edición).
2
autónomo: siguiendo los dictados de la razón actúa con real libertad y sin
condicionamiento de elementos externos2. La pregunta a responder no es ya sobre
lo que puedo conocer, o lo que es, sino lo que “debe ser”: ¿qué debo hacer? La
gran diferencia con respecto a la KrV, está indicada en la Vorrede de esta nueva
crítica: la primera crítica concluía que la razón teorética sólo es fecunda si en cierto
modo no es totalmente “pura”, sino que llega a la síntesis de entendimiento y
campo de la experiencia. La sola “razón teorética pura” será sometida a un fuerte
método de crítica trascendental. En ámbito de razón práctica, la que debe ser
duramente criticada es ¡toda aquella que no sea pura! Por ello el título de esta
segunda gran obra kantiana no es “Kritik der reinen praktischen Vernunft” sino
“Kritik der praktischen Vernunft”3. El motivo es que, como expresa
elocuentemente el Card. André Leonard, “la moral no habla en indicativo, sino en
imperativo“4. No estamos tratando de lo que es, fruto de experiencia o de
conocimiento de la realidad a posteriori, sino de lo que “debe ser”. La ley moral,
la norma ética… no vienen marcadas por las cosas o la experiencia, sino que son
totalmente “a priori” (previas a toda experiencia). Hacerlas depender de la
experiencia sería, según Kant, una grandísima contradicción. Es la razón la que
legisla a priori5; la razón pura es la única que puede ser auténticamente “práctica”6.
La siguiente consecuencia de esta base es el tan conocido “imperativo
categórico” kantiano7: de la gran contradicción en que se caería fundando la moral
2
Cfr. KpV, Erster Teil, I Buch, 1. Hauptstück, §8, Lehrsatz IV (S. 39).
KpV, Vorrede, S.3-6.
4
A. LEONARD, Pensamiento contemporáneo y fe en Jesucristo (un discernimiento
intelectual cristiano), Ediciones Encuentro, Madrid 1985, p.158
5
Esta base de su doctrina ya había sido fuertemente fundada y justificada en su primera
crítica: Cfr. KrV, B.XVI.
6
Cfr. KpV, Erster Teil, I Buch, 1. Hauptstück II (S.65): Die objektive Realität eines reinen
Willens oder, welches einerlei ist, einer reinen praktischen Vernunft ist im moralischen
Gesetze a priori gleichsam durch ein Faktum gegeben, denn so kann man eine
Willensbestimmung nennen, die unvermeidlich ist, ob sie gleich nicht auf empirischen
Prinzipien beruht. (La marcación en negrita es mía, para resaltar la idea).
7
Cfr. KpV, Erster Teil, I Buch, 1. Hauptstück, §7 (S. 38): Das moralische Gesetz ist daher
bei jenen ein Imperativ, der kategorisch gebietet, weil das Gesetz unbedingt ist; das
Verhältnis eines solchen Willens zu diesem Gesetze ist Abhängigkeit, unter dem Namen
der Verbindlichkeit, welche Nötigung, obzwar durch bloße Vernunft und deren objektives
3
3
empíricamente (en la experiencia), se concluye que la forma moral de actuación es
la que sigue sólo y únicamente a la razón “por amor de la razón”. Cualquier otro
motivo sensible, de utilitarismo o interés, etc. haría el acto quedar fuera del orden
moral8, o lo haría incluso inmoral. El acto que respeta el dictado de la razón es
aquel que podemos llamar con todo derecho “moral”. La formulación del principio
kantiano es de una fuerza alarmante: Handle so, daß die Maxime deines Willens
jederzeit zugleich als Prinzip einer allgemeinen Gestzgebung gelten könne (“Obra
de tal manera que la máxima de tu voluntad valga a su vez en todo momento como
principio de una ley universal”)9. La racionalidad es la que dota de universalidad
un actuar así. La razón pura me da de este modo el único criterio completamente
formal para conocer con total seguridad la recta moral de mi actuar: si puedo
verdaderamente decir y querer que lo que hago sea extensible a toda persona y
situación; que sea ley universal.
La moral kantiana pretende así tener una fuente de seguridad que está en la
razón y dirige todo mi consiguiente actuar “a posteriori”. Mi voluntad marcada por
el pecado original y por ello por el principio del mal10, será así sometida al dictado
universal de la razón. Esta misma razón que en el campo teorético era totalmente
incapaz de hacer más que elucubraciones metafísicas abstractas (sin valor
científico), es aquí el único fundamento seguro de moralidad.
Gesetz zu einer Handlung bedeutet, die darum Pflicht heißt, weil eine pathologisch
affizierte (obgleich dadurch nicht bestimmte, mithin auch immer freie) Willkür einen
Wunsch bei sich führt, der aus subjektiven Ursachen entspringt, daher auch dem reinen
objektiven Bestimmungsgrunde oft entgegen sein kann und also eines Widerstandes der
praktischen Vernunft, der ein innerer, aber intellektueller Zwang genannt werden kann
als moralischer Nötigung bedarf. En este fragmento se encuentra sin duda uno de los
núcleos fundamentales del pensamiento kantiano.
8
Queda claro el rechazo de todo tipo de moral “heterónoma”, en favor de esta moral
“autónoma” que está presentando.
9
Cfr. KpV, Erster Teil, I Buch, 1. Hauptstück, §7 (S. 36) Viene intitulado como
„Grundgesetz der reinen praktischen Vernunft“.
10
Hacemos aquí ya alusión a un tema que será desarrollado ampliamente en su otra obra:
Die Religion innerhalb der Grenzen der blossen Vernunft; especialmente: Erstes Stück
(B.3 – 67).
4
Basándose en esta legalidad propia de la razón práctica, Kant pasará a
formular los tres postulados metafísicos necesarios e íntimamente ligados a la
ética. Son correspondientes con las tres ideas metafísicas de la razón pura que ya
había formulado en su KrV11. La característica fundamental de estos postulados
es que, como proposiciones teóricas, no pueden ser demostradas por la razón pura
pero son necesariamente verdaderas para la razón práctica. Sin ellos el imperativo
de la razón práctica sería incoherente con su fin intencional a priori: el objeto de
la voluntad (ein Zweck als Objekt des Willens) determinada por este mismo
imperativo. Este objeto es el höchste Gut12.
El primero de estos postulados es la libertad. En el ámbito de la razón
teorética pura no podemos probar que somos libres (podemos “pensarlo”
metafísicamente… pero no conocerlo con certeza, demostrativamente). En
cambio, la ley moral nace de la necesidad de que seamos libres13. Es esta una forma
genial de abordar el tema por parte del profesor de Königsberg. La determinación
de mi actuar siguiendo el orden de la razón, es lo que constituye o funda en última
instancia mi libertad: la razón práctica exige que yo sea libre. Hoy en día esta
mentalidad sería un escándalo, pero Kant afirma con toda seguridad que es la ley
moral, como evidencia primordial de mi razón práctica, la que postula mi libertad.
La coherencia de la razón consigo misma exige que mi libertad sea real14. Esta
relación “recíproca” de libertad como condición de la ley moral, y la ley moral
como condición por la cual somos conscientes de nuestra libertad viene explicada
por Kant en una nota al pie de página de su Vorrede:
(…) wenn ich jetzt die Freiheit die Bedingung des moralischen Gesetzes nenne
und in der Abhandlung nachher behaupte, dass das moralische Gesetz die
Bedingung sei, unter der wir uns allererst der Freiheit bewusst werden können, so
will ich nur erinnern, dass die Freiheit allerdings die ratio essendi des moralischen
Gesetzes, das moralische Gesetz aber di ratio cognoscendi der Freiheit sei. Denn
11
Cfr. KrV, B.XXX
Cfr. KpV, Erster Teil, II Buch, 2. Hauptstück, VII, (S. 154).
13
Cfr. KpV, Erster Teil, I Buch, 1. Hauptstück, §6. Anmerkung (S. 34): Freiheit und
unbedingtes praktisches Gesetz wiesen also wechselsweise aufeinander zurück.
14
Cfr. A.LEONARD, Pensamiento contemporáneo y fe en Jesucristo (un discernimiento
intelectual cristiano), Ediciones Encuentro, Madrid 1985, p. 160.
12
5
wäre nicht das moralische Gesetz in unserer Vernunft eher deutlich gedacht, so
würden wir uns niemals berechtigt halten, so etwas, als Freiheit ist (ob diese
gleich sich nicht widerspricht), anzunehmen. Wäre aber keine Freiheit, so würde
das moralische Gesetz in uns gar nicht anzutreffen sein15.
El segundo postulado es el de la inmortalidad del alma, que se sigue de la
exigencia de la razón práctica pura que me pide llegar a la santidad: la perfecta
coherencia de mi actuar con la ley moral de la razón. Pero como no es posible que
esto sea alanzado en vida, dada la inmersión en la realidad sensible y el principio
de maldad inscrito en la naturaleza del hombre por el pecado original16, debe ser
necesariamente postulada la inmortalidad de mi alma para que llegue a alcanzar
esta perfecta armonización de la santidad en un continuo progreso (ad infinitum)17.
Este progreso moral indefinido exigido por la razón práctica sólo es posible si mi
personalidad racional persiste también indefinidamente en el ser:
„Dieser unendliche Progressus ist aber nur unter Voraussetzung einer ins
Unendliche fortdauernde Existenz und Persönlichkeit desselben vernünftigen
Wesens (welche man die Unsterblichkeit der Seele nennt) möglich“18.
La existencia de Dios había sido también una de las ideas de la razón
teorética pura, que Kant había calificado como objeto que no es de experiencia
posible. La razón práctica pura, en cambio, llega mucho más allá: es una exigencia
racional que el hombre tiene necesidad de la felicidad para alcanzar su plenitud
propia19. Se hará digno de esta felicidad a través de su actuar virtuoso, que le
15
Cfr. KpV, Vorrede (S.4. Fußnote).
El radikal Böse del que trata en profundidad la obra de Kant, Die Religion innerhalb
der Grenzen der bloßen Vernunft, en su primera parte: „Von der Einwohnung des bösen
Prinzips neben dem guten, oder über das radikale Böse in der menschlichen Natur“.
17
Cfr. KpV, Erster Teil, II Buch, 2. Hauptstück, IV (S. 140-141).
18
KpV, Erster Teil, II Buch, 2. Hauptstück, IV, (S. 141).
19
KpV, Erster Teil, I Buch, 1. Hauptstück, Anmerkung II. (S. 28) Cfr.: Glücklich zu sein,
ist notwendig das Verlangen jedes vernünftigen, aber endlichen Wesens und also ein
unvermeidlicher Bestimmungsgrund seines Begehrungsvermögens. Denn die
Zufriedenheit mit seinem ganzem Dasein ist nicht etwa ein ursprünglicher Besitz und
eines Seligkeit, welche ein Bewusstsein seiner unabhängigen Selbstgenügsamkeit
voraussetzen würde, sondern ein durch seine endliche Natur selbst ihm aufgedrungenes
Problem, weil es bedürftig ist. Estas afirmaciones, expresadas casi textualmente igual, se
16
6
impondrá el cumplimiento del deber que su razón le dicta20. El deseo de la razón
se dirige al sumo bien, que es a fin de cuentas la correspondencia entre virtud y
felicidad (merecida por la virtud). La constatación de que en esta vida, y en las
circunstancias finitas, esta armonía de felicidad y virtud no se puede realizar
completamente -incluso muchas veces no se realiza de ninguna manera-, y siendo
una exigencia racional, llevan a la razón práctica a postular la existencia de un
Dios, que sea garante de esta armonía que nos permite acceder al bien supremo
(höchste Gut):
(…) der jener Sittlichkeit angemessenen Glückseligkeit, ebenso uneigennützig
wie vorher aus bloßer unparteiischer Vernunft, nämlich auf die Voraussetzung
des Daseins einer dieser Wirkung adäquaten Ursache führen, d.i. die Existenz
Gottes als zur Möglichkeit des höchsten Guts (welches Objekt unseres Willens
mit der moralischen Gesetzgebung der reinen Vernunft notwendig verbunden ist)
notwendig gehörig postulieren21.
Aquello a lo que guía una vivencia perfecta de la ley moral-racional es a lo
que Kant llama el “Reino de dios en la tierra”, con una religión filosóficamente
considerada22 (constituida y manifestada en una iglesia23) y la moral extendida a
una sociedad ética perfecta (pues la ética no puede ser sólo individual)24.
Toda esta visión kantiana, que después de una lectura de sus dos críticas
principales está bastante delineada, tiene fuertes implicaciones antropológicas. Las
influencias a nivel metafísico y gnoseológico se han ido evidenciando. Las
pueden encontrar también en Die Religion innerhalb der Grenzen der bloßen Vernunft,
Vorrede, (Fußnote, B. XI).
20
KpV, Erster Teil, II Buch, 2. Hauptstück, V. (S.149) Cfr.: Daher ist auch die Moral
nicht eigentlich die Lehre, wie wir uns glücklich machen, sondern wie wir der
Glückseligkeit würdig werden sollen.
21
KpV, Erster Teil, II Buch, 2. Hauptstück, V, (S. 143).
22
Así intitula la tercera parte de su obra sobre la religión, Die Religion innerhalb der
Grenzen der bloßen Vernunft: Der Philosophischen Religionslehre.
23
La natura breve de este escrito me impide profundizar más aquí en la presentación que
Kant hace de esta temática de religión-iglesia en su obra sobre la Religión en los límites
de la razón.
24
Cfr. I. KANT, Die Religion innerhalb der Grenzen der bloßen Vernunft, Felix Meiner
Verlag, Hamburg 2003, Drittes Stück: Der Sieg des guten Prinzips über das böse und die
Gründgung eines Reichs Gottes auf Erden, B. 127. ff. (S. 124).
7
antropológicas no son menos revolucionarias: el orden de la naturaleza está
profundamente marcado por la legalidad del espíritu humano (racional). Esta
evidencia se acentúa aún más cuando damos el paso al plano ético y social. El
coronamiento de la obra crítica es de un cariz marcadamente ético. He aquí una
muestra más de la profunda “revolución copernicana” llevada adelante por el
profesor prusiano: la moral que clásicamente estuvo fundada sobre la metafísica
(el hombre actúa bien en consonancia con un orden de realidad que le es presentado
por la metafísica), es ahora autorreferencial: se funda sobre el imperativo
categórico de la propia razón. No se basa más en una metafísica, sino que la moral
será la que posibilite que una cierta metafísica tenga algo de campo y sea postulada.
En el fondo se encuentra un complejo intercambio jerárquico en la fundación que
da sentido a toda la realidad humana: ya no es el ser el que funda y determina en
última estancia el sentido del actuar humano. Es el hombre ético quien da sentido
a la realidad de su actuar.
De una lectura analizada de la obra kantiana, podemos sacar algunas
conclusiones:
-
Se da una primacía de la dimensión ético-moral en la consideración de Dios y
de la religión. La exigencia de un Absoluto no es necesaria para que el
conocimiento propiamente teorético se complete, pues su ámbito son los
fenómenos sensibles (aquello que es susceptible de una posible experiencia).
Dios sobrepasa esta esfera y no es “cosificable”. Consecuencia de esto es la
tendencia a una mayor atención al recto obrar, que al recto pensar: la razón
práctica tiene una primacía frente a la razón teorética. No basta con conocer, se
debe obrar con justicia para alcanzar la plenitud de la santidad y felicidad a la
que estamos llamados, que buscamos y a la que estamos inclinados25.
25
I. KANT, Die Religion innerhalb der Grenzen der bloßen Vernunft, Felix Meiner Verlag,
Hamburg 2003, B. XI (S.7): Eigene Glückseligkeit ist der subjektive Endzweck
vernünftiger Weltwesen (…).
8
-
El problema de esta postura está en su exageración: dar una primacía a la virtud
por encima del conocimiento podría presentar un cierto enriquecimiento. Pero
exagerar este aspecto podría llevar a esconder a Dios detrás de un moralismo.
La correspondencia de la consumación de la felicidad humana con la existencia
de Dios tienen una relación indudable. Pero es sólo parcial; no es “la
constitución” de la misma existencia de Dios; este es otro extremo en el que se
puede llegar a caer.
-
En esta postura que emerge del pensamiento kantiano se esconde, latente, un
peligro: el encerrar la religión – convertida en moral – y la existencia de Dios
en un puro sistema ético racional26, disuelven la verdad de la revelación
cristiana, que se convierte sólo en un pretexto para una visión del mundo que
después podría prescindir de esta revelación misma. Al querer unir la religión
cristiana y la razón pura práctica, Kant reduce la religión a moralismo
racionalista, quedando esta razón en el centro en lugar del Dios (Persona)
cristiano que pasa a ser simple garantía exigida por la racionalidad.
-
La exclusión de un posible conocimiento especulativo de Dios, que en el
pensamiento de Kant se debe a la identificación del saber humano con el saber
científico (que no alcanza a Dios, como objeto de la razón pura no susceptible
de una experiencia posible), lleva a una falta de base de toda metafísica que no
se dé en un ámbito ético. Toda teología, toda religiosidad tendrá que darse en
el ámbito de la moral.
Con la intención de alejar el peligro de una
“cosificación” reduccionista de Dios, que lo haga dominable por un saber
26
En cualquier caso esta moral fundada en la razón es una postura mucho más sólida y
humana que la positivista-nihilista que llega a surgir de una mentalidad empirista o
sensualista. La moral será reducida a contrato social basado en el temor al otro y la
religión a restricción psicológica. Oscar WILDE expresa esta mentalidad – existente aún
hoy, en cierto modo – en una de sus frases lapidarias de Dorian Gray: “El terror a la
sociedad que es la base de la moral, el terror a Dios, que es el secreto de la religión...
Estas dos cosas son las que nos gobiernan” (en El retrato de Dorian Gray, ed. Libresa,
Quito 20072, p. 122).
9
científico –humano y demasiado humano…-, cae en un peligro más sutil: un
moralismo universal que acaba subordinando Dios al hombre de otra forma, a
través de su dinamismo ético y el cumplimiento de una moral.
La revolución copernicana kantiana, es una revisión del pensamiento
filosófico en todas sus dimensiones, con un notable acento sobre la importancia
del sujeto y una correspondiente visión antropológica que sustituye en el panorama
cultural a una metafísica decadente. Naturalmente esto tiene muchas ganancias
para el pensamiento y el saber humanos, como hemos evidenciado más arriba. Pero
también tiene y puede provocar implicaciones erróneas, que se irán manifestando
en su posteridad hasta nuestros días: el antropocentrismo ha llegado a extremos
que Kant jamás habría sospechado, relegando a Dios a un plano de la “esfera
religiosa privada”, en el mejor de los casos. Con respecto a Dios, la indiferencia,
el desprecio y la total ignorancia son cada vez más comunes.
Es necesaria una nueva reflexión en torno a estos temas, una búsqueda de
la armonía entre filosofía y fe, entre religión y ética. Un alargamiento de la razón
que nos lleve a una visión integral y no a un reduccionismo. Contra la caída en una
reducción de Dios a un “dios de los filósofos”, y de la religión a una moral
racionalista, nos previene con su habitual y magnífica claridad Josef Ratzinger.
Quiero concluir este trabajo con una de sus frases más emblemáticas, con la que
comienza su Encíclica “Deus Caritas est”:
Am Anfang des Christseins steht nicht ein ethischer Entschluss oder eine große
Idee, sondern die Begegnung mit einem Ereignis, mit einer Person, die unserem
Leben einen neuen Horizont und damit seine entscheidende Richtung gibt27.
J. RATZINGER – BENEDIKT XVI, (Carta Enciclica) Deus Caritas est, Liberia Editrice
Vaticana, Città del Vaticano, 25 dicembre 2005. También se puede encontrar una
reflexión de Ratzinger al respecto en su obra Einfürung in das Christentum, en el tercer
capítulo que intitula “Der Gott des Glaubens und der Gott der Philosophen” (Cfr. J.
RATZINGER, Einführung in das Christentum, Deutscher Taschenbuch Verlach, München
19722, besonders S.97-98).
27