San Juan XXIII - InfoVaticana

San Juan XXIII

Imagen de Juan XXIII
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Hoy celebramos la memoria del Papa Bueno, Juan XXIII, canonizado por el Papa Francisco el 27 de Abril de 2014 en Roma.

Angelo Giuseppe Roncalli nació y fue bautizado el día 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, diócesis y provincia de Bérgamo (Italia). Fue el cuarto de catorce hermanos. Su familia vivía del trabajo de los campos, cultivados en régimen de aparcería.

La vida familiar era de tipo patriarcal: dos hermanos con sus respectivas familias vivían bajo un mismo techo guiados por el barba (tío) Zaverio, anciano soltero que gobernaba con sabiduría el trabajo y la marcha de la gran familia. Al tío Zaverio, padrino de bautismo, atribuirá Angelo Roncalli su primera y fundamental formación religiosa: ”Él dio a su ahijado, sin intención de convertirlo en sacerdote, todo cuanto pudría servir con la máxima edificación y eficacia a la preparación no de un simple sacerdote, sino de un Obispo y de un Papa, como la Providencia había querido y decidido” Así escribirá de él el Papa Juan en 1959. El clima religioso de la familia y la fervorosa vida parroquial, guiada por el párroco don Francesco Rebuzzini, fueron la primera -y fundamental- escuela de vida cristiana, que marcá la fisionomía espiritual de Angelo Roncalli.

Recibió la confirmación y la primera comunión en 1889 y, en 1892, ingresó en el Seminario de Bérgamo, donde estudió hasta el segundo ano de teología y donde empezó a redactar los apuntes espirituales que escribiría hasta el fin de sus días y que han sido recogidos en el Diario del alma. Aquí empezó su practica de la dirección espiritual asidua. El 1 de marzo de 1896 don Luigi Isacchi, director espiritual del Seminario de Bérgamo, lo admitió en la Orden Franciscana Seglar, cuya Regla profesó el 23 de mayo de 1897.

De 1901 a 1905 fue alumno del Pontificio Seminario Romano, gracias a una beca de la diócesis de Bérgamo. En este tiempo hizo, ademas, un año de servicio militar. Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1904, en Santa María in Monte Santo, de Piazza del Popolo, en Roma. En 1905 fue nombrado secretario del nuevo Obispo de Bérgamo, Mons. Giacomo Maria Radini Tedeschi. Desempeñó este cargo hasta 1914, acompañando al Obispo en las visitas pastorales y colaborando en múltiples iniciativas pastorales: Sínodo, reacción del Boletín diocesano, peregrinaciones, obras sociales. A la vez era profesor de historia, patrología y apologética en el Seminario, asistente de la Acción Católica femenina, colaborador en el diario católico de Bérgamo y predicador muy solicitado por su elocuencia elegante, profunda y eficaz.

Aquellos años fueron, además, el tiempo de un profundo encuentro espiritual con los grandes pastores: san Carlos Borromeo (de quien publicó las Actas de la visita apostólica realizada a la diócesis de Bérgamo en 1575) y san Francisco de Sales. Fueron los años del gran aliento pastoral, aprendido viviendo junto a ”su” Obispo Mons. Radini Tedeschi. ”Él sí que era digno de ser Papa”, anotará Juan XXIII en su diario. Tras la muerte del Obispo, en 1914, don Angelo prosiguió su ministerio sacerdotal dedicado a la docencia en el Seminario y a varias ramas de la pastoral, sobre todo asociativa.

En 1915, cuando Italia entró en guerra, fue llamado como sargento sanitario y nombrado capellán militar de los soldados heridos que regresaban del frente. Al final de la guerra abrió la ”Casa del Estudiante” y trabajó en la pastoral de estudiantes.

En 1919 fue nombrado Director espiritual del Seminario. En 1921 empezó la segunda parte de la vida de don Angelo Roncalli, dedicada al servicio de la Santa Sede. Llamado a Roma por Benedicto XV como Presidente de Italia del Consejo Central de las Obras Pontificias para la Propagación de la Fe, recorrió muchas diócesis de Italia organizando Círculos de Misiones. En 1925 Pio XI lo nombró Visitador Apostólico para Bulgaria y lo elevó al episcopado con el título de Areopoli. Su lema episcopal, programa que le acompañó durante toda la vida, era: ”Oboedientia et pax”.

Marchó a Bulgaria tras ser ordenado Obispo el 19 de marzo de 1925 en Roma. Nombrado Delegado Apostólico, permaneció en Bulgaria hasta 1935. Visitó las comunidades católicas y tejió relaciones respetuosas con las otras comunidades cristianas. Actuó con caritativa solicitud aliviando los sufrimientos causados por el terremoto de 1928. Sobrellevó en silencio las incomprensiones y dificultades de un ministerio marcado por la marginalidad. Afinó su confianza y entrega en Jesús crucificado.

En 1935 fue nombrado Delegado Apostólico en Turquía y Grecia. Era un vasto campo de trabajo. La Iglesia católica tenía una presencia activa en muchos ámbitos de la joven república, que se estaba renovando y organizando. Mons. Angelo trabajó con intensidad al servicio de los católicos y se destacó por su dialogo y talante respetuoso con el mundo ortodoxo y con el mundo musulmán. Al estallar la II Guerra Mundial se hallaba en Grecia, que fue devastada por los combates. Procuró dar noticias sobre los prisioneros de guerra y salvó a muchos hebreos con el ”Visado de tránsito” de la Delegación Apostólica. En diciembre de 1944 Pio XII le nombró Nuncio Apostólico en París.

Durante los últimos meses de la guerra y los primeros de paz ayudó a lo prisioneros de guerra y trabajó en la normalización de la vida eclesiástica de Francia. Visitó los grandes santuarios franceses y participó en las fiestas populares y en las manifestaciones religiosas más significativas. Fue un observador atento, prudente y lleno de confianza en las nuevas iniciativas pastorales del episcopado y del clero de Francia. Se distinguió siempre por su búsqueda de la sencillez evangélica, incluso en los asuntos diplomáticos más intrincados. Procuró ser sacerdote en todas las situaciones. Lo animaba una piedad sincera que se transformaba todos los días en prolongado tiempo de oración y de meditación. En 1953 fue creado Cardenal y enviado a Venecia como Patriarca. Le lleno de alegría poder dedicar sus últimos años al ministerio directo pastoral, deseo que lo acompañó a lo largo de toda su vida sacerdotal. Y fue un pastor sabio y emprendedor, a ejemplo de los santos pastores a quienes siempre había venerado, a ejemplo de san Lorenzo Giustiniani, primer patriarca de Venecia. Al tiempo que avanzaba su edad, aumentaba su confianza en el Señor, entregado a una laboriosidad pastoral activa, emprendedora y gozosa.

A la muerte de Pio XII, fue elegido Papa el 28 de octubre de 1958, con el nombre de Juan XXIII. Su pontificado, que duró menos de cinco años, lo presentó al mundo como una auténtica imagen del Buen Pastor. Manso y atento, emprendedor y valiente, sencillo y activo practicó cristianamente las obras corporales y espirituales de misericordia, visitando a los encarcelados y a los enfermos, recibiendo a hombres de todas las naciones y credos y cultivando un exquisito sentimiento de paternidad hacia todos. Su magisterio, sobre todo sus encíclicas Pacem in terris y Mater et magistra, fue muy apreciado.

Convocó el Sínodo Romano, instituyó una Comisión para la revisión del Código de Derecho Canónico y convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II. Visitó muchas parroquias de su diócesis de Roma, sobre todo las de los barrios nuevos. La gente vio en él un rayo de la bondad de Dios y lo llamó ”el Papa de la bondad” Lo sostenía un profundo espíritu de oración. Su persona, iniciadora de una gran renovación en la Iglesia, irradiaba la paz propia de quien confía siempre en el Señor. Falleció el 3 de junio de 1963, por la tarde, en un profundo espíritu de abandono en Jesús, deseoso de su abrazo y rodeado de la oración cordial del mundo, que parecía haberse parado para recogerse en tomo a él y respirar con él el amor del Padre.

Fue beatificado por Juan Pablo II el 3 de septiembre de 2000. Su fiesta litúrgica quedó fijada el 11 de octubre, día de la apertura del Concilio Vaticano II.

En la homilía Juan Pablo II lo recordó así: ”Contemplamos hoy en la gloria del Señor a otro Pontífice, Juan XXIII, el Papa que conmovió al mundo por la afabilidad de su trato, que reflejaba la singular bondad de su corazón. Los designios divinos han querido que esta beatificación uniera a dos Papas que vivieron en épocas históricas muy diferentes, pero que están unidos, más allá de las apariencias, por muchas semejanzas en el plano humano y espiritual. Es muy conocida la profunda veneración que el Papa Juan XXIII sentía por Pío IX, cuya beatificación deseaba. Durante un retiro espiritual, en 1959, escribió en su Diario: “Pienso siempre en Pío IX, de santa y gloriosa memoria, e, imitándolo en sus sacrificios, quisiera ser digno de celebrar su canonización” (Diario del alma, p. 560)”

”Ha quedado en el recuerdo de todos la imagen del rostro sonriente del Papa Juan y de sus brazos abiertos para abrazar al mundo entero. ¡Cuántas personas han sido conquistadas por la sencillez de su corazón, unida a una amplia experiencia de hombres y cosas! Ciertamente la ráfaga de novedad que aportó no se refería a la doctrina, sino más bien al modo de exponerla; era nuevo su modo de hablar y actuar, y era nueva la simpatía con que se acercaba a las personas comunes y a los poderosos de la tierra. Con ese espíritu convocó el concilio ecuménico Vaticano II, con el que inició una nueva página en la historia de la Iglesia: los cristianos se sintieron llamados a anunciar el Evangelio con renovada valentía y con mayor atención a los “signos” de los tiempos”.

”Realmente, el Concilio fue una intuición profética de este anciano Pontífice, que inauguró, entre muchas dificultades, un tiempo de esperanza para los cristianos y para la humanidad”.

”En los últimos momentos de su existencia terrena, confió a la Iglesia su testamento: “Lo que más vale en la vida es Jesucristo bendito, su santa Iglesia, su Evangelio, la verdad y la bondad”. También nosotros queremos recoger hoy este testamento, a la vez que damos gracias a Dios por habérnoslo dado como Pastor”.

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Comentarios
17 comentarios en “San Juan XXIII
  1. No dudo de su santidad personal.
    Sí-¡y mucho!-de sus luces…
    Invito a cotejar las expectativas que desgrana en el documento de convocación del Concilio,…,con los tristísimos frutos recolectados tras él.
    ¡Patético!Y él no supo ver lo que iba a salir de aquella caja de Pandora que tan alegre e imprudentemente abrió…
    Ramblas,Cardenal Pasquino.

  2. Un santo a la altura de las necesidades de la Iglesia en el siglo XX y una bendición divina en momentos tan duros para la Verdad, la Belleza y el Bien anegados por intereses políticos, de los que tanto nos está costando librarnos.

  3. Hombre creo recordar que fue San Juan XIII quien tras leer el secreto de Fátima dijo aquello de «esto no es para nuestro tiempo», es decir ¡la Virgen no puede estar refiriéndose a nosotros! En Garabandal la Virgen volvió a recordar que los eclesiásticos iban por muy camino, arrastraban las almas al infierno y se daba cada vez menos importancia a la Misa. ¿Porqué se da daba cada vez menos importancia a la Misa? ¿Qué estaba sucediendo en aquel entonces con la Misa? Y si «entonces» se le daba «menos» importancia a la Misa es que antes se le daba más. ¿Cual podría ser la diferencia? Ciertamente Juan XXIII no pudo prever las consecuencias de las fuerzas que desataba. Pero fue Juan XXIII responsable del infame pacto de Metz. Y más grave que los castigos anunciados son las advertencias sobre un «mal Concilio» que no sabemos a qué pueda estar refiriéndose. Lo que sí sabemos es que el tercer secreto del Cardenal Sodano es falso simplemente fijándonos en sus contradicciones internas.

  4. Todo muy bonito, sí, pero era liberal. A pesar de las advertencias de no convocar concilio, por negligencia lo convocó, pq no estaba de acuerdo con los profetas de calamidades y la calamidad llegó. Terminó la primera sesion del concilio con los documentos preparatorios eliminados y a continuación murió sin saber que iban a abolir la misa de Trento. Si en vez de eso hubiese publicado el tercer secreto en 1960 tal y como quería la Virgen en fatima porque en 1960 se iba a entender mejor, nos habríamos ahorrado mucha destruccion. Por lo visto en 1960 ibamos a entender mejor que a Juan Pablo II lo iban a intentar matar en el 82. Mucha coherencia. La papolatria impide razonar

    1. Totalmente de acuerdo, Uno. Juan XXIII no hizo sus deberes como papa. Abrió innecesariamente una caja de pandora, que además se la quitaron de las manos al poco de iniciar el Concilio los que mangonearon. Y la Virgen le había puesto tarea seria para 1960: consagrar Rusia claramente y publicar íntegro el tercer secreto. Y no cumplió, irresponsablemente. Encima sabiendo, como se sabe, que la ausencia de condena del comunismo estaba previamente pactada antes de convocar el Concilio.

      Ya solamente ésto, saltarse a la torera los pedidos del Cielo, desdice de una santidad, tanto privada como pública (no debería haber diferencia, que sería hipocresía), así como desdice del acierto de su beatificación y canonización. Además, el papa realmente bueno es el que con Amor hace sus deberes.

  5. «Estoy preocupado por las confidencias de la Virgen a la pequeña Lucía de Fátima. Esta persistencia de Nuestra Señora ante el peligro que amenaza la Iglesia, es una advertecia divina contra el suicidio que representaría la alteración de la fe en su liturgia, su teología y su alma. »
    –San Pio XII, el profeta de calamidades para Juan XXIII–

  6. Estoy de acuerdo con la mayoría de los comentarios. Convocó el concilio sin hacer un estudio previo, como si un día se hubiera levantado y ante el aburrimiento se dijera: convoquemos un concilio. Y así salió.

    Creo que la canonización de alguien es un acto de infalibilidad del Papa. Es decir, que el papa afirma que la persona está en el Cielo y en efecto, lo está.

    Pero hay muchos que están el Cielo, cada día van miles o por lo menos cientos, la misericordia de Dios es infinita y al final la gente se salva. Por tanto no tiene ningún problema admitir que Juan XXIII está en el cielo. El problema es otro.

    Al canonizar a alguien se nos dice que debemos imitar su vida, que es un ejemplo para todos. Y ese es el problema, que viendo lo que hizo y lo que no hizo, no es un ejemplo demasiado bueno para los católicos.

  7. Lo que asegura nuestro Papa Benedicto XVI sobre San Juan XXII:

    La gracia de Dios estaba preparando una estación comprometedora y prometedora para la Iglesia y para la sociedad, y encontró en la docilidad al Espíritu Santo, que caracterizó toda la vida de Juan XXIII, la tierra buena para hacer germinar la concordia, la esperanza, la unidad y la paz, para el bien de toda la humanidad.

    El Papa Juan XXIII presentó la fe en Cristo y la pertenencia a la Iglesia, madre y maestra, como garantía de fecundo testimonio cristiano en el mundo. Así, en las fuertes contraposiciones de su tiempo, el Papa Juan XXIII fue hombre y pastor de paz, que supo abrir en Oriente y en Occidente horizontes inesperados de fraternidad entre los cristianos y de diálogo con todos.

  8. Prosigue nuestro amado Papa Benedicto XVI:

    Un don verdaderamente especial que Dios regaló a la Iglesia con Juan XXIII fue el concilio ecuménico Vaticano II, que él decidió, preparó e inició. Todos estamos comprometidos en acoger de manera adecuada ese don, meditando en sus enseñanzas y traduciendo en la vida sus indicaciones prácticas.

  9. Solodiarrea, gracias por dejar las cosas más que claras. Y recuerdo a esos sectarios que en los años 80 decían que el Papa Juan XXIII era masón y había muerto solo, abandonado. Siendo aún niños cuando las oíamos en la secta prelatura, esas barbaridades recuerdan mucho a las que aquí se dicen. Injurias, difamaciones, calumnias y el Demonio contento con esta página.

  10. Y Benedicto XVI tambien decía: el Vaticano II ha sido nuestro ANTI SYLLABUS.
    Para los catetos, el Syllabus es el compendio de los errores modernos condenados por el verdadero magisterio de la Iglesia, que se sucedió en el tiempo en todo momento y en todo lugar y siempre igual, ergo es magisterio infalible y ademas porque CONDENA, y lo que un Papa condena, va a misa, y es infalible. San Pio IX condenó con el Syllabus la caja de pandora que Juan XXIII iba a abrir sin darse cuenta o quizas dandose cuenta. Lo importante es que cuando Juan XXIII estaba agonizando, lo que decia era: QUE PAREN EL CONCILIO. Porque los documentos catolicos que queria el papa Juan no son los documentos ambiguos que puso Pablo VI.
    Si a Juan XXIII lo acusaron de mason en su momento y a Pablo VI de comunista es sencillamaente porque estaban empeñados en llegar a la paz con el enemigo. Y si los veian reunirse con el enemigo, lo normal es q aparezcan las habladurías. No quieres difamacion, no des pie a q te difamen

  11. El demonio lo que está contento es con tanta papolatría y tanta falta de visión y criterio propio. Por desgracia ahora también en la prelatura.

    Benedicto XVI, como Juan XXIII, es una excepcional persona. Y también se equivoca, como cualquiera de nosotros, con la diferencia que hace al sabio: sabe rectificar. Ejemplo: cuando se desdijo de que el mensaje de Fátima ya estaba cumplido del todo.

    Y el papa, como el estadista y el político, es persona pública con mayor responsabilidad en sus decisiones para el mundo que nosotros, y debe ser enjuiciado por Dios y por la Historia sin leyendas rosas. Y la santidad, en justicia, va unida al cumplimiento responsable de sus funciones, por encima de consideraciones de carácter.

  12. El procedimiento de canonizacion moderno es una autentica chapuza, con lo que se pone en duda su infabilidad. Lo primero es que no es dogma de fe definido sino q es magisterio ordinario infalible, y lo segundo es q los teologos decian q las canonizaciones son infalibles, no porque lo diga el criterio del Papa, eso es papolatría actual, sino porque el procedimiento era impecable, y sobre ese procedimiento el Papa juzgaba. Por eso, la canonizacion con el procedimiento tradicional es infalible, y el Papa no yerra. Si el procedimiento es una mamarrachada, el Papa sí que puede errar.

  13. El milagro que atribuyen a Pablo VI: una mujer va al medico y le dicen q el niño va a nacer mal, la mujer reza a Pablo VI no se sabe por qué, le hacen otro analisis y el niño resulta de que estaba bien. Milagro.
    Esto es un cachondeo, y pretenden q sea infalible. Los milagros son otra cosa y la infabilidad tambien es otra cosa. Papolatria pura.

  14. Yo he presenciado un milagro de S Juan XXIII: a un enfermo terminal, al que los médicos le daban unos días de vida, le puse una reliquia de S Juan XXIII (uno de sus hijos me dijo: “déjate de tonterías” y se trataba de una familia en la que había dos monjas y un sacerdote). El enfermo se recuperó y vivió más de doce años más, muriendo a los ochenta y pico años.

  15. TODOS los Papas del Concilio canonizados. Incluido Juan Bta. Montini que sí que tenía fama y no de santidad precisamente. Sin la «reforma» de los procesos que se debe, si no me equivoco, a Juan Pablo II, nada de esto hubiera sido posible y no se hubiera dejado este lastre monumental a la Iglesia de tragar con semejante disparate. Miren, yo digo lo que Chesterton: cuando entro en la Iglesia me quito el sombrero pero no la cabeza. Así que de celebrar a «San» Juan XXIII, nada de nada

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