Elisa, la hermana lista de Napoleón

Elisa, la hermana lista de Napoleón

Era la más inteligente de las Bonaparte. El Gran Corso confió en ella para dejarla a cargo del gobierno de algunos de sus dominios. Pero, como él, también Elisa tenía un fuerte carácter que les conducía al enfrentamiento.

Horizontal

Retrato de Elisa Bonaparte ya como Gran Duquesa de Toscana.

Elisa Bonaparte Hermana de Napoleón

El 3 de enero de 1777 nació la cuarta de las hijas del matrimonio formado por Carlo Bonaparte, un acomodado abogado corso, y María Letizia Ramolino. La llamaron Ana María, aunque pasaría a la historia con el nombre de Elisa.

Fue una mujer inteligente, culta, dotada de una gran intuición política que su hermano Napoleón quiso aprovechar. Demostró su talento cuando Napoleón le asignó el gobierno de Lucca, de Piombino y, posteriormente, del Gran Ducado de Toscana, aunque este último le trajo más penas que glorias.

La caída del Imperio fue también el fin de su gobierno. Refugiada en Trieste, en 1815, tras la huida de Napoleón de la isla de Elba, Elisa fue arrestada y recluida en la fortaleza de Brünn, en Austria, si bien tras Waterloo se le permitió reunirse con su esposo y regresar a Trieste.

Allí pasó sus últimos años volcada en sus intereses artísticos y culturales. El fin de las responsabilidades de gobierno le permitió desempeñar de nuevo su papel de mecenas, esta vez mediante el patrocinio de diversas excavaciones arqueológicas en la zona.

La mayor de las hermanas Bonaparte siempre destacó por su inteligencia y su afición al estudio.

Pero el 7 de agosto de 1820, un cáncer acabó con su vida cuando solo contaba 43 años de edad. Te explicamos los aspectos más importantes de la figura de Elisa, "la hermana lista" de Napoleón:

Cambio de nombre

Sus padres le pusieron Ana María, como a sus anteriores tres hermanas, que habían fallecido al poco de nacer. Pero fue Luciano, su hermano, quien, ante el temor de que tal nombre no deparara nada bueno para la pequeña, quiso llamarla Elisa.

Horizontal

La Maison royale de Saint-Louis fue donde se formó la joven Elisa.

TERCEROS

Una mujer formada

Si de las tres jóvenes Bonaparte Paulina era la belleza y Carolina la ambición, Elisa era, sin duda, la inteligencia. La mayor de las hermanas Bonaparte siempre destacó por su brillantez y su afición al estudio.

Su padre logró que Elisa obtuviera una beca de estudios con la que ingresar en la Maison royale de Saint-Louis, un internado para jóvenes de origen noble pero con escasos recursos. Estudiar allí le abría la posibilidad de ejercer posteriormente como institutriz o maestra, y, de esta forma, aportar un sueldo más a las maltrechas arcas familiares. No se equivocaba.

Madame Baciocchi

En Marsella conoció a Felice Pasquale Baciocchi, un militar miembro de una empobrecida estirpe de Córcega que servía a las órdenes de Napoleón. Fue la primera vez que Elisa contrarió a su hermano.

Si Luciano confiaba en el talento artístico e intelectual de su hermana Elisa, Napoleón lo hacía en cuanto a su intuición política.

Bonaparte tenía serias dudas sobre el futuro de la pareja. Baciocchi no compartía el fervor revolucionario y era profundamente religioso. El tiempo demostró que las reticencias de Napoleón eran infundadas. Elisa y Baciocchi formaron una pareja bien avenida de la que nacieron cinco hijos.

Vertical

Felice Pasquale Baciocchi, el militar con el que se casó Elisa.

TERCEROS

Una completa estadista

Si Luciano confiaba en el talento artístico e intelectual de su hermana Elisa, Napoleón lo hacía en cuanto a su intuición política. Así lo demostró cuando, en marzo de 1805, tras la ocupación del antiguo principado de Piombino, le confió su gobierno.

En junio del mismo año, se anexionó al territorio la antigua república de Lucca. Se proclamó así el principado de Piombino y Lucca, bajo la autoridad de Elisa y con Baciocchi como príncipe titular, si bien este dejó el gobierno en manos de su esposa. A partir de este momento, Elisa se hizo con las riendas del poder, demostrando una aguda perspicacia política.

Reformista ilustrada

Elisa llevó a cabo una acendrada defensa del progreso y del imperio de la razón, al tiempo que su talante revolucionario se manifestó en forma de medidas sociales, como la implantación de consultas médicas gratuitas para los más necesitados o una profunda reforma de la enseñanza. En 1806 nacionalizó los bienes del clero y clausuró todos los conventos y monasterios, a excepción de los que ejercían como centros hospitalarios o de enseñanza.

La relación entre Elisa y Napoleón fue cada vez más tirante: el Gran Corso se empeñaba en recordar a Elisa en todo momento que de él emanaba su poder.

También fundó varias instituciones dedicadas a financiar nuevos descubrimientos técnicos e industriales para aumentar la productividad del territorio. Para administrar su joven estado, Elisa supo rodearse de ministros de su confianza y sobradamente competentes.

Horizontal

Elisa Bonaparte junto a una de sus hijas.

TERCEROS

Amante de las artes

Jamás olvidó su interés por el arte y la cultura, en especial cuando, un año después de hacerse con el gobierno, Napoleón añadió al principado la provincia de Massa-Carrara. La princesa supo aprovechar sus célebres canteras de mármol, origen del panteón de Agripa, la columna Trajana o algunas de las mejores obras de Miguel Ángel, para aumentar su fama de mecenas.

Para ello, se volcó en revitalizar la ya existente Academia de Bellas Artes de la ciudad, invitando a sus aulas a algunos de los más prestigiosos escultores de la época y creando las becas Elisienne para artistas noveles, que financiaba con los impuestos obtenidos de la explotación del mármol.

A malas con Napoleón…

La relación entre Elisa y Napoleón era cada vez más tirante. El Gran Corso parecía empeñado en recordar a Elisa en todo momento que de él emanaba su poder. No importaba dónde ni cómo. Así, en 1810, cuando ella viajó a París con ocasión de la boda del emperador con María Luisa de Austria, Napoleón la increpó en público para reclamarle las rentas de Massa y Carrara. La amenazó con retirarle el dominio de las canteras si se negaba a entregar las cantidades, sin atender a que la gran duquesa argüía una temporal escasez de fondos que le impedía cumplir con sus obligaciones fiscales.

Este texto se basa en un artículo publicado en el número 582 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...