El mejor desnudo del mundo

La Venus del espejo, la pintura más escandalosa de Velázquez

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La Venus del espejo, pintada hacia 1650 por Diego Velázquez.

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La Venus del espejo de Diego Velázquez ha sido noticia recientemente no por su indudable calidad estética o pictórica, sino por ser la última "víctima" de los grupos activistas que luchan contra el cambio climático. Dos activistas atacaron la pintura expuesta en la National Gallery de Londres para protestar contra las licencias de exploración petrolera y de gas en Reino Unido propinándole varios martillazos.

Ni siquiera ha sido este el primer atentado contra la pintura, que ya sufrió una agresión previa hace poco más de 100 años. La Venus del espejo es una de las pinturas más singulares de Velázquez –el único desnudo que se conserva del artista– y durante dos siglos fue una obra casi clandestina que cambió de manos diversas veces. ¿Por qué el genio sevillano ejecutó esta rareza en su obra y en el catálogo pictórico de la España católica de la época, que censuraba este tipo de imágenes "indecentes"? ¿Para quién realizó tan "osado" encargo? ¿Quién se esconde tras los rasgos borrosos de la modelo reflejados en el espejo? Su biografía ajetreada ha dotado a La Venus del espejo del halo enigmático que la hace tan atractiva. 

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Bridgeman Pictures / Cordon Press

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Contemplación restringida

En la España del siglo XVII el desnudo femenino era todavía una temática reprobada y poco explorada por los artistas debido a las rígidas convenciones morales impuestas por las autoridades eclesiásticas; su posesión estaba restringida normalmente a los cortesanos más próximos a la familia real. La Venus del espejo se cita por primera vez en el inventario testamental del pintor Domingo Guerra Coronel, en 1651, en el que no se dice que sea de Velázquez y se describe simplemente como "una mujer desnuda". Poco después sería adquirida por Gaspar de Haro y Guzmán, séptimo marqués de Carpio, de una familia muy próxima al rey Felipe IV y conocido libertino y mujeriego.

Símbolo del pecado

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Símbolo del pecado

Estas restricciones a la representación de la figura femenina desnuda eran una herencia todavía del legado moral medieval, que relegó la visión del cuerpo desnudo a un símbolo del pecado y el alejamiento de Dios. Una doctrina reflejada magistralmente por El Bosco en el tríptico El Jardín de las Delicias. Sobre estas líneas, un fragmento en el que aparecen diversos pecadores condenados al infierno, completamente desnudos, es decir desprotegidos, ante la ira de Dios por sus actos execrables en vida.

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Nuevo paradigma

En cambio en Italia, tras el final de la Edad Media los nuevos aires del Humanismo y el Renacimiento transformaron el paradigma artístico y los pintores y escultores volvieron la vista de nuevo a los temas de la antigüedad clásica. De esta manera, proliferaron imágenes de diosas paganas siguiendo modelos antiguos, como las llamadas Venus púdicas, representadas desnudas antes o después de tomar un baño tapando su pubis y sus senos. Sobre estas líneas, la Venus del espejo de Tiziano Vecellio (1555) –expuesta en la National Gallery de Washington– una de la veintena de versiones que el pintor veneciano ejecutó de una obra, hoy desaparecida, que se encontraba en las colecciones reales y que Velázquez sin duda pudo contemplar.

Revolución artística

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Modelo atrevido

Así, los espectadores podían recrearse en la contemplación del desnudo femenino solo si este era el de una divinidad pagana, reconocible por los elementos convencionales que la acompañaban. Pero en 1508, Giorgione fue más allá y prescindió de cualquier excusa para representar una mujer completamente desnuda dormida en un prado. Ningún atributo hace pensar que se trata de una diosa, tan solo su título, Venus dormida. Este modelo sería imitado por otros grandes pintores, entre ellos su discípulo Tiziano, que se inspiraría en él cuando ejecutó su Venus de Urbino.

Una diosa terrenal

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Una diosa terrenal

La Venus del espejo que Diego Velázquez pintó casi dos siglos después de las primeras Venus renacentistas es una genial combinación y reinterpretación de ambos modelos: la mujer se mira en el espejo de su baño/tocador, recostada en un catre, aunque de espaldas, sin mostrar sus órganos sexuales ante el espectador. A inicios del siglo XX The Times la describía como "quizás la mejor pintura de desnudo del mundo".

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Presencia divina

Tan solo se identifica como Venus por el Cupido que sostiene su espejo, hijo de la diosa y personaje que la acompaña en sus representaciones desde la antigüedad. Su pierna izquierda y su rostro parecen apenas esbozados, un recurso deliberado de Velázquez para centrar la atención del espectador en su Venus.

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Influencia italiana

La obra de Velázquez está protagonizada por reyes, infantas, princesas, enanos, sirvientas y atildados nobles vestidos de negro riguroso. ¿Qué le inspiraría a ejecutar este desnudo tan sensual, una verdadera rareza en su obra? No es desdeñable la influencia de los aires artísticos italianos, país que acababa de visitar por segunda vez en 1649 y 1650, donde se empapó de las pinturas y esculturas que mostraban todo tipo de temas mitológicos. No era la primera vez que ocurría, ya que tras un primer viaje a Italia, en 1629, para observar de primera mano las obras de los grandes maestros antiguos y del Renacimiento realizó La fragua de Vulcano, en la que trasladó un episodio mitológico a los talleres de la España del Siglo de Oro.

Una Venus terrenal

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Belleza humana

En una nueva combinación de mitología y cotidianidad, la Venus velazqueña es una figura femenina "maravillosamente grácil, completamente desnuda. Absolutamente natural y absolutamente pura [...] No es Afrodita sino más bien la feminidad en el momento en que pasa del capullo a la flor", como podía leerse en la prensa inglesa en 1906. La modelo de Velázquez es una joven española de piel pálida con brillos nacarados y sus curvas sinuosas están desprovistas de cualquier adorno que tape su desnudez. El pelo castaño que refuerza su imagen como una persona de carne y hueso, ya que entre las características atribuidas tradicionalmente a la diosa estaba la cabellera rubia.

Identidad borrosa

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Identidad borrosa

El rostro reflejado en el espejo es, en primer lugar, un recurso para reforzar la idea de orgullo ante la contemplación de la propia belleza. Pero como personificación del ideal de belleza femenina, la diosa no debía ser una persona reconocible. El reflejo que devuelve el espejo es premeditadamente borroso. Lo justo para hacer notar al espectador que la protagonista se sabe observada y velar la identidad de la retratada. Parece ser que Velázquez pintó la cabeza un poco más de perfil, pero luego cambió de opinión, tal vez pensando que el rostro sería de esa manera demasiado identificable.

Tercera dimensión

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Tercera dimensión

El espejo juega un papel crucial, además, en la composición de la escena. Con su inclusión, Velázquez alarga la profundidad de la pintura, trascendiendo el plano del lienzo, y la dota de un aspecto casi tridimensional. Un recurso que el artista repetiría en su gran obra maestra, Las meninas, en la que el reflejo de los reyes parece introducir al espectador en la habitación.

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Una biografía ajetreada

A finales del siglo XVII, la obra pasaría a la casa de Alba por el matrimonio de la hija del marqués de Carpio con el X Duque de Alba. Un siglo después, Carlos IV obligaría a la familia a vender la obra a su todopoderoso primer ministro, Manuel Godoy, para que formara parte del gabinete reservado del libertino político junto a otras pinturas "impúdicas" como las célebres Maja desnuda –sobre estas líneas– y Maja vestida.

El trasero de Venus

Rokeby Park

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El trasero de Venus

En 1813, la pintura salió de España en circunstancias poco claras, vendida por las autoridades de la ocupación francesa a un marchante inglés y adquirida en Londres por John Morritt, quien la colgó en su casa de Rokeby Park. Morritt se refería a la obra como "mi hermoso cuadro del trasero de Venus de Velázquez sobre la repisa de mi chimenea en la biblioteca. [...] Elevando dicho trasero a una altura considerable las damas pueden desviar sin dificultad sus ojos bajos, y los conocedores roban una mirada como parte del compañía". En 1906 la National Gallery de Londres adquirió la pintura y desde entonces en Rokeby Park cuelga una reproducción, como se aprecia sobre estas líneas.

Atentado político

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Atentado político

El 10 de marzo de 1914, La Venus del espejo sufrió un ataque que conmocionó a la sociedad británica. Mary Richardson, una militante sufragista, atacó la obra con un cuchillo y, tras romper el cristal protector, propinó una serie de tajos sobre la mujer para llamar la atención sobre su causa. El museo permaneció cerrado varios días después de este atentado.

La acuchilladora

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La acuchilladora

Mary Richardson era una militante sufragista de la Unión Sociopolítica de Mujeres (WSPU en inglés) encabezada por Emmeline Pankhurst, una organización especializada en acciones de gran resonancia en los medios. Con su acto, Richardson quería protestar contra el encarcelamiento de su líder: "He tratado de destruir la imagen de la mujer más bella de la historia mitológica como protesta contra el Gobierno por destruir a la señora Pankhurst, que es el personaje más bello de la historia moderna", diría ella. En la imagen sobre estas líneas, Mary Richardson (con traje claro) sale de la sala del tribunal que la condenó a seis meses de cárcel.

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Cicatrices visibles

Afortunadamente para la pintura y para el museo, los daños causados por la militante feminista pudieron ser reparados. Aun así, hoy en día todavía puede apreciarse la reparación de varios de los cortes realizados por Richardson en la espalda y las nalgas de la Venus. Son visibles en forma de finas líneas de tonalidad ligeramente diferente a los colores originales.

A martillazos por el planeta

Just Stop Oil

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A martillazos por el planeta

La acción de Mary Richardson tuvo una réplica 109 años después el lunes 6 de noviembre de 2023, cuando dos militantes de la organización Just Stop Oil golpearon la obra repetidamente y dañaron, al menos el cristal protector. Los dos jóvenes, que dijeron ser herederos de la lucha sufragista para protestar así contra las prospecciones de gas y petróleo en Reino Unido, fueron detenidos por la policía y acusados de "daño criminal". El museo retiró de inmediato la obra para evaluar los posibles daños causados sobre ella.

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