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Dirección: Darren Aronofsky
Reparto: Hugh Jackman, Rachel Weisz, Ellen Burstyn, Mark Margolis, Stephen McHattie, Cliff Curtis, Sean Patrick Thomas, Donna Murphy, Ethan Suplee
Título en V.O: The Fountain
Nacionalidad: USA Año: 2006 Fecha de estreno: 23-04-2007 Duración: 96 Género: Fantástica Color o en B/N: Color Guión: Darren Aronofsky Fotografía: Matthew Libatique Música: Clint Mansell
Sinopsis: Tomás (Hugh Jackman), un conquistador de la España del siglo XVI, busca la Fuente de la Eterna Juventud para salvar a su reina (Rachel Weisz); Tommy (jackman), un científico de nuestros tiempos, trata de curar a su esposa Isabel (Weisz), que se muere de cáncer; y Tom (Jackman) un astronauta del Siglo XXVI, viaja por el espacio para volver a reunirse con su amor perdido (Weisz). Estas son las tres historias que componen el último film de Darren Aronofsky, una historia de amor y ciencia-ficción cuya acción transcurre a lo largo de 17 siglos. Fecha de estreno: 27 de abril de 2007.

Crítica

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La polémica del mes.
A favor. **** por David Broc.
Ante la actual escasez de directores valientes y románticos, en el sentido más metafórico de la palabra, el discurso de Darren Aronofsky es más que necesario para seguir confiando en esos autores capaces de sacrificarlo todo en pos de una idea. Y sobre todo después de ver La fuente de la vida, película-río en que el cineasta norteamericano propone su errático pero fascinante cajón de sastre de influencias, referencias y objetivos sin echar en ningún momento la vista atrás o darle al freno. La defensa de su último film podría ceñirse, únicamente, a la propuesta visual, un torbellino de imágenes memorables y una estética del todo magnética; a la aportación monumental de sus dos protagonistas, con especial mención y reverencia para Hugh Jackman; a la conmovedora historia de amor central del filme; o a la ambición casi catártica de su autor para sacar adelante un proyecto a fondo perdido. Pero además de todo eso, La Fuente de la Vida impacta y deja huella por sus aspiraciones: aun repleta de imperfecciones, fallos, minutos banales, grandes planteamientos sin respuesta o desbarajustes narrativos, la obra de Aronofsky es un acto de fe extremo del que es imposible salir indemne. Como en la historia que le da vida, centrada en la vida eterna y en la perdurabilidad del amor, la película plantea una lucha a vida o muerte para alzarse con sus propósitos sin importarle en ningún momento los despojos que va dejando su particular batalla. Rara vez se ha visto un film tan seguro de sí mismo.

En contra. ** por Jordi Costa.
Hay quien considera La Fuente de la Vida como una película avanzada a su época. Quizás no se equivoque: la afectación coyuntural siempre es el esbozo de la comedia del futuro. Las películas de Darren Aronofsky nos parecerán tremendamente divertidas dentro de unos años: de momento, el público se divide entre quien decide creérselas a pies juntillas y quien las detesta con mayor o menor cordialidad.Tras abrir su carrera en el efímero género del fantastique de un solo concepto (al que también pertenecieron las no menos auto-combustibles The Blair Witch Project y Cube) y vivir su particular momento de sobreactuación autoral en clave de tremendismo amarillista con Réquiem por un sueño, el cineasta aborda el que, a primera vista, parece su proyecto más maduro y sereno. La Fuente de la Vida es un ejercicio de ciencia-ficción filosófica (y/o subjetiva) que quizás se quiera mirar en los espejos de Kubrick y Tarkovski, pero que acaba devolviendo una imagen parecida a uno de esos cómics presuntuosos empeñados en romper los barrotes de la viñeta con aéreas aspiraciones de ser ilustración o, directamente, pintura. No es casual que, antes de materializarse en la pantalla, La Fuente de la Vida adoptara la forma vicarial de un cómic de esa especie, ilustrado por Kent Williams. La Fuente de la Vida, cuya retórica visual Aronofsky define como cruciforme, acaba siendo menos de lo que cree ser: un poema melancólico sobre la aceptación de la pérdida, saboteado por el manierismo de sus formas.